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lunes, 11 de enero de 2016

La ruptura con España tiene nuevo líder


Flor Ragucci, Desde Barcelona

Luego de tres meses de negociaciones con la izquierda independentista, Artur Mas renunció a su cargo y le cedió el mando del gobierno regional a Puigdemont, periodista y activista por la autodeterminación catalana.

Hasta ayer ni España ni Cataluña tenían presidente definido. Hoy, por lo menos Cataluña sí que sabe quién dirigirá su rumbo por los próximos cuatro años. Se llama Carles Puigdemont, alcalde de Gerona –ciudad al norte de Barcelona–, y es la persona que Artur Mas eligió como sucesor a pocas horas de que expirara el plazo para llegar a un acuerdo con la izquierda independentista CUP y evitar así la repetición de elecciones.
A último minuto, cuando todos daban por sentado que habría nuevamente urnas en marzo, la coalición nacionalista que integra el partido de Mas –Convergència– y Esquerra Republicana, Junts pel Sí, aceptó la condición sine qua non que la CUP le exigía para formar gobierno: la renuncia del actual presidente de la Generalitat –máximo órgano de gobierno de Cataluña– a su cargo. Artur Mas salió este sábado ante las cámaras para anunciar “la dolorosa decisión” de abandonar el mando del gobierno regional en favor de desencallar la investidura y permitir la continuidad del curso político. El dirigente reconoció que lo que pasó “no estaba previsto 24 horas antes”, ya que él mismo había subrayado que no tenía intención de abandonar la presidencia, y agregó que “lo teníamos todo preparado para ir a elecciones, pero no era el escenario deseado”.
Mas llegó a la conclusión –según dijo– de que “formaba más parte del problema que de la solución” y optó por apartarse, no sin llevarse algo de victoria a cambio. El acuerdo firmado con la CUP obliga a la izquierda anticapitalista a ceder los votos de dos de sus diez diputados en el Parlamento catalán a la coalición de Junts pel Sí y a no votar junto al resto de la oposición en asuntos que comprometan la estabilidad parlamentaria del Gobierno, una fórmula que le asegura al grupo de Mas ganar todas las votaciones en la Cámara regional.
Pese al golpe que suponen para la formación izquierdista estas concesiones, sus representantes se mostraron satisfechos con el acuerdo, ya que cumplieron el objetivo de enviar “a Mas a la papelera de la Historia”, tal como lo manifestó el diputado de la CUP, Benet Salellas, al explicar ante los medios el pacto. “La lectura de los resultados del 27-S (fecha de las pasadas elecciones catalanas) era la correcta. Mas no tenía los apoyos suficientes y debía irse, no es un tema de vencedores ni vencidos”, expresó el parlamentario, reivindicando así la postura inamovible de su partido que, por rechazo a Artur Mas, impidió durante tres meses la formación de gobierno.
En cuanto a su papel dentro del Ejecutivo catalán, Salellas afirmó que en ningún caso se integrarán en la coalición de Junts pel Sí –“Seguimos teniendo un grupo de 10 diputados con voz propia”, remarcó– e insistió en que el acuerdo no los “liga a la hora de aceptar ninguna política antisocial ni de recortes”, lo cual hasta ahora fundamentó su oposición radical al partido de Mas. Sin embargo, la CUP sí que ve con buenos ojos al nuevo candidato porque “Carles Puigdemont tiene la ventaja de no ser el hijo político del pujolismo” (en referencia a la familia Pujol, fundadora del partido de Artur Mas e imputada en numerosos casos de corrupción) y porque con este acuerdo dicen haber cumplido el mandato de la asamblea de su formación que pidió “ni Mas ni marzo”.
El nuevo presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, es periodista, alcalde de Gerona desde 2011 y presidente de la Asieseis de Municipis per la Independència (AMI), cargo por el cual se convirtió en uno de los rostros visibles del proceso soberanista. Toda su actividad, tanto política como periodística, estuvo siempre ligada a la lucha por la autodeterminación de Cataluña y así también pudo sentirse en sus palabras durante la investidura de ayer. Puigdemont apostó por desarrollar muchos de los puntos de la declaración independentista que el mes pasado anuló el Tribunal Constitucional y aseguró que será el presidente de la “posautonomía y de la preindependencia”.
“Iniciamos un proceso nada fácil y nada cómodo. Pondremos valor y coraje, pero no temeridad ni renuncias. Este proceso (independentista) es imprescindible si queremos atender como toca a nuestros ciudadanos”, recalcó el futuro presidente. Puigdemont declaró, en ese sentido, que su gobierno tendrá la misión de “negociar con el Estado español” y con las autoridades europeas la constitución de un Estado en Cataluña, a la vez que confirmó el apoyo de Artur Mas –a quien mencionó en numerosas ocasiones durante el discurso– para esta misión.
Su antecesor estuvo presente, en nombre, en cuerpo y en alma durante toda la sesión de investidura porque el plan de gobierno que Puigdemont expuso resultó casi calcado al que Mas profirió en los anteriores debates que no pudo ganar por el voto en contra de la CUP. “La independencia como única vía para mejorar la calidad de vida de los catalanes” es el leitmotiv que guiará su hoja de ruta en los próximos cuatro años y, a partir de ahí, construir “un país más justo, más equitativo, más preparado, y más saludable, un país que ofrezca más trabajo, de más calidad”, según manifestó ante el resto de parlamentarios. Entre sus prioridades, por ejemplo, citó la creación de una agencia catalana de seguridad social que asuma las pensiones y el seguro de desempleo, la independencia fiscal –con la puesta en marcha de la Hacienda catalana– y la apertura del Banco Central de Cataluña.
Desde Madrid, la repentina resolución del conflicto político catalán se recibió con inquietud. El todavía presidente en funciones, Mariano Rajoy, esperaba que las largas discusiones que impedían la investidura de Mas –e incluso la repetición de las elecciones en marzo– desgastaran el proceso soberanista, pero se llevó un chasco. Así que ayer tuvo que salir nuevamente a la carga para defender “la unidad nacional” y advertir que la independencia de Cataluña no se hará ni por activas ni por pasivas. “Tenemos más instrumentos que nunca para defender nuestra unidad, las principales fuerzas políticas estamos de acuerdo en ello”, aseguró Rajoy en una comparecencia de urgencia tras escuchar el discurso de investidura del nuevo President.
El líder del Partido Popular (PP) explicó que horas antes había hablado por teléfono con el candidato de los socialistas, Pedro Sánchez, y con el de Ciudadanos, Albert Rivera, para confirmar su respaldo ante “el desafío” soberanista y garantizó haber dado “instrucciones para que cualquier actuación que adopte el nuevo Gobierno catalán que suponga la vulneración de la Constitución y del ordenamiento jurídico tenga la respuesta del Estado de derecho”.

lunes, 18 de abril de 2011

España ni republicana ni monárquica, la juventud andaluza por la independencia y el socialismo

JIRA


El 14 de abril la izquierda españolista vuelve a celebrar el aniversario de su II República Española, este año celebran 80 años desde aquél lavado de imagen demócrata-burgués. Organizaciones y partidos de diferentes líneas políticas, celebran este día, si bien nadie y pocos sacan a relucir lo que supuso ese “cambio” para que nada cambiara.

La juventud andaluza, consciente del papel trascendental que debe desempeñar como clase y como parte de un Pueblo como el andaluz, está obligada a desmontar todas las farsas históricas que la mitología españolista ha elaborado para alienar y confundir a nuestro Pueblo, ya sea con Españas absolutistas, republicanas o capitalistas.

En primer lugar, afirmamos, como lo hiciera el mismo PCE que hoy celebra la II República Española, que la II República fue una república burguesa, y además llamaba a su derrocamiento. Hoy no sólo no llaman a su derrocamiento, sino que por encima de análisis, priman los sentimentalismos y lo abstracto. Una república instaurada tras la crisis de una monarquía desautorizada, que llevó a las propias monárquicas y monárquicos a cuestionar esa forma de Estado y a apostar por una España republicana. No es cuestión de supuestos derechos, reformas o gobernantes, sino del hecho en sí de que España siga existiendo como superestructura, como Imperio, como estado negador de Pueblos.

Quienes hoy celebran la II República Española, celebran una República burguesa, latifundista, chovinista y colonialista. Hay que recordar al tercerrepublicanismo españolista que durante ese período celebrado hoy, se mantuvieron las colonias de Guinea Ecuatorial, Rif o el Sáhara, incluyendo los aún enclaves coloniales de Canarias, parte del Rif, Islas Baleares y aquellos territorios peninsulares donde el Estado Español llevó a cabo un proceso neo-colonial atendiendo a otras necesidades de las clases dominantes. Ésa es la España “democrática” que celebra el españolismo de izquierdas, la República burguesa y colonial. La quienes defienden y se autoproclaman sucesores de ese período de la historia, están defendiendo, consciente o inconscientemente, el imperialismo al que dicen combatir. Son las mismas organizaciones que supuestamente defienden del “Derecho a la autodeterminación” pero el marco de actuación de esas organizaciones es el mismo que niega esos derechos inalienables a los Pueblos. Y son las mismas que cuando hablan de República, lo hacen tras una bandera española, incluso algunas, con el escudo colonial, que si cambiaba en algo, era la corona por el castillo.

Que nadie se sorprenda cuando llamamos españolistas a quienes se organizan en torno a España, hacen análisis y actúan en torno a España y hablan de República en torno a España, por supuesto, enarbolando la bandera republicana de España. Quienes se erigen en herederas y herederos de ese legado burgués, capitalista e imperialista.

Una República es una forma de Estado en la que no gobierna un monarca, pero República no es sinónimo de socialismo o emancipación, es quien construye la República quien da un carácter revolucionario a esa forma de Estado, no su propia existencia. Denunciamos y renegamos de la II República Española, a aquella República que reprimió a sangre y fuego la Revolución en Asturias, los levantamientos en Casas Viejas o las movilizaciones obreras exigiendo al gobierno republicano que cumpliera las reformas anteriormente prometidas. La bandera tricolor española está tan manchada de sangre como la rojigualda, bajo ese Estado y esa bandera se reprimió a las clases trabajadoras de los distintos Pueblos bajo el yugo españolista.

Nosotras y nosotros no queremos cambiar o transformar el Estado Español, queremos, porque creemos que es la única vía para acabar con la situación que vive nuestro Pueblo tras siglos de sometimiento y opresión, destruir el Estado Español, cualesquiera sean sus banderas, formas o etiquetas. España, en sí misma, es negación, opresión, aculturización, dependencia y esclavitud. No queremos cambiar de amo, queremos no tener amo, ser dueñas y dueños de nuestro presente y futuro, de nuestra tierra y nuestra libertad. No estar sometidas y sometidos, explotados y explotadas por la rapiña y para el beneficio de unas pocas personas en perjuicio de la mayoría.

La juventud independentista andaluza, de hecho revolucionaria, aspira firmemente a destruir un Estado que nos es impuesto para construir una Andalucía libre, socialista, en la que el Pueblo Trabajador Andaluz decida para sí y por sí mismo, sin más intervención que la del propio Pueblo auto-organizado. España y Europa son dos conceptos irreconciliables, no reformables, no cuestionables. Son dos enemigos a combatir, no creemos en la España o la Europa de los Pueblos, creemos y luchamos por un mundo de Pueblos libres y no sojuzgados, ni esclavizados o humillados. Por eso, la juventud andaluza no debe celebrar el 14 de abril, no puede celebrar su propia derrota, su sumisión y miseria. Nosotras y nosotros no saldremos a las calles, y si salimos, será para combatir a España y al Capital.

¡De España, ni la república!

¡Por una juventud andaluza consciente, insumisa y combativa!

¡Ninguna imposición nos hará libres!

En Andalucía, 14 de abril de 2011.

JIRA, la juventud independentista revolucionaria andaluza
http://jiraandalucia.wordpress.com/2011/04/14/espana-ni-republicana-ni-monarquica-la-juventud-andaluza-por-la-independencia-y-el-socialismo-3/



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domingo, 6 de marzo de 2011

La independencia es otro nombre de la dignidad

Eduardo Galeano


Quiero dedicar este homenaje a la memoria viva de dos Carlos: Carlos Lenkersdorf y Carlos Monsiváis, amigos muy queridos que ya no están, pero siguen estando.

***

Y empiezo por decir gracias: Gracias, Marcelo, por este regalo, esta alegría. Te digo gracias en nombre propio y también en nombre de los muchos sureños que jamás olvidarán su gratitud a México, el país de su exilio, refugio de perseguidos en los años de mugre y miedo de nuestras dictaduras militares.

Y quiero subrayar que México merece, por eso y por muchos otros motivos, toda nuestra solidaridad, ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros ponen los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.

***

Este acto generoso me honra por venir de quien viene. La ciudad de México está a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, en un amplio abanico que va desde la diversidad sexual hasta el derecho a respirar, que ya parecía perdido.

Y mucho me honra recibir esta ofrenda, porque mucho tiene de desafío: en nuestros países la independencia plena es todavía, en gran medida, una tarea por hacer, que nos convoca cada día.

***

En la ciudad de Quito, al día siguiente de la independencia, una mano anónima escribió en una pared: Último día del despotismo y primero de lo mismo.

Y en Bogotá, poco después, Antonio Nariño advertía que el alzamiento patriótico se estaba convirtiendo en baile de máscaras, y que la independencia estaba en manos de caballeros de mucho almidón y mucho botón, y escribía: Hemos mudado de amos.

Y el chileno Santiago Arcos comprobaba, desde la cárcel:

–Los pobres han gozado de la gloriosa independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron contra las tropas del rey.

***

Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo. Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.

***

Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:

–Somos independientes, pero no somos libres. La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en nuestra América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original.

Y también:

–Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.

Don Simón decía locuras, y hacía locuras. Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y también a trabajar la madera y la tierra. En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba la tradición del desprecio por el trabajo manual. Poco duró la experiencia. Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.

A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:

–Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos, ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?

Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.

A los ochenta años, escribió:

–Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.

***

Simón Rodríguez fue un perdedor. Según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.

Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca, aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa?

¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad? Es verdad que todavía pesa, y mucho, la herencia colonial, que aplaude la copia y maldice la creación y admira, como denunciaba don Simón, las virtudes del mono y del papagayo. Pero también es verdad que son cada vez más los jóvenes que sienten que el miedo es una cárcel humillante y aburrida, y libremente se atreven a pensar con sus propias cabezas, sentir con sus propios corazones y caminar con sus propias piernas.

***

Yo no creo en Dios, pero sí creo en el humano milagro de la resurrección. Porque quizás se equivocaban aquellos dolientes que se negaban a creer en la muerte de Emiliano Zapata, y creían que se había marchado a Arabia en un caballo blanco, pero sólo se equivocaban en el mapa. Porque a la vista está que Zapata sigue vivo, aunque no tan lejos, no en las arenas de Oriente: él anda cabalgando por aquí, aquí cerquita nomás, queriendo justicia y haciéndola.

Y fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas, el hombre que hizo la primera reforma agraria de América, antes que Lincoln y antes que Zapata.

Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio. En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol. Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases, no encontró ninguna que no fuera subversiva. Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase. Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo, Artigas sigue siendo peligroso.

Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir, en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.

***

Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos cometieron la insolencia de amar a su tierra, y por ella se jugaron la vida. Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los países dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego.

Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos se negaron a repetir la historia y quisieron cambiarla.

Bienaventurados sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo.

Bienaventurados sean los indignados, y malditos sean los indignos.

Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.

Bienaventurado sea el abrazo, y maldito sea el codazo.

***

Sí, pero… Cuántos perdedores, ¿no?

Cuando algún periodista me pregunta si soy optimista, yo contesto, sinceramente:

–A veces. Depende de la hora.

Siempre me parecieron más bien inhumanos los optimistas full time.

Creo que el desaliento es un derecho humano, y de algún modo es también la prueba de que somos humanos, porque no sufriríamos el desaliento si no tuviéramos aliento.

Hay que reconocer que no es muy alentadora la realidad, que tiene la jodida costumbre de recompensar a los exprimidores del prójimo y a los exterminadores de la tierra, el agua y el aire. Y en cambio, las más apasionantes aventuras de transformación de la realidad suelen quedarse a mitad de camino, o se extravían y se pierden, y muchas veces terminan mal.

Hay que reconocerlo, digo, pero también cabe preguntar: Cuando esas lindas experiencias colectivas terminan mal, ¿de veras terminan? ¿No hay nada que hacer, sólo nos queda resignarnos y aceptar el mundo tal cual es, como si fuera destino? Hace pocos años, se puso de moda la teoría del fin de la historia. Más de uno se tragó ese sapo, a pesar de que el sentido común nos demuestra, con poderosa sencillez, que la historia nace de nuevo cada mañana.

Lo mejor de este asunto de vivir está en la capacidad de sorpresa que la vida tiene. ¿Quién podía presentir que los países árabes iban a vivir este huracán de libertad que están ahora viviendo? ¿Quién iba a creer que la plaza de Tahrir iba a dar al mundo esta lección de democracia? ¿Quién iba a creer lo que ahora puede creer ese muchachito plantado en la plaza durante días y noches, cuando dice: Nadie nos va a mentir nunca más?

Al fin y al cabo, cuando la historia dice adiós, o eso parece decir, ella nos está diciendo, o al menos murmurando: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.

Y yo me despido de ustedes, ahora, que ya es hora, como la historia me enseñó, diciéndoles gracias, diciéndoles: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.

* Palabras pronunciadas el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808, que el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, otorgó al escritor Eduardo Galeano.

http://www.jornada.unam.mx/2011/02/23/index.php?section=politica&article=014a1pol


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