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domingo, 10 de abril de 2011

Los castigados de siempre

Carlos del Frade  


Los años noventa siguen vivos.

Dicen lo contrario. Eso aseguran los voceros -que cada día son más- del oficialismo en todas sus variantes. Ellos, los defensores del modelo K, como lo llaman, afirman que estos gobiernos borraron de la faz de la Tierra a la matriz de precarización laboral que caracterizó el tiempo de Menem, De La Rúa y Duhalde. Convencidos y ocupando cada vez más medios de comunicación, confunden a mucha gente de buena fe.

Pero los años noventa siguen vivos como consecuencia de la política del kirchnerismo.

Y se ve en los pibes.

Como casi siempre en los últimos cuarenta años de historia argentina.

La repetición de la metáfora bíblica del triple 6, el número de la bestia apocalíptica, aunque en este caso se trata de los factores de poder que siempre castigan a los que por edad sienten la necesidad de producir los cambios culturales y sociales en una comunidad.

Seis de cada diez desaparecidos eran menores de treinta años.

Seis de cada diez imputados de primeros delitos son menores de treinta años.

Seis de cada diez desocupados son menores de treinta años.

666, el número de la bestia.

No es una parábola forzada de un cronista de izquierda sino la lógica que surge de los números oficiales de la CONADEP y el INDEC.

Ahora, en este tercer milenio, en la ciudad capital del primer estado argentino, La Plata, sede del gobierno de la provincia de Buenos Aires, siete de cada diez chicos entre quince y veinte años trabaja en negro.

¿Dónde están los beneficios del modelo K para los pibes?

Quizás La Plata forma parte de una geografía ajena y lejana.

También dicen los números que la cuarta parte de las chicas y chicos platenses están empleados en el sector gastronómico y el 19 por ciento en kioscos o casas de ropa.

Empleos precarios porque no solamente no conocerán un recibo de sueldo ni gozarán de los beneficios de una obra social o la protección sindical, sino también porque no pueden planificar nada de sus vidas. La palabra futuro les mete miedo, les mutila el presente.

De allí el verbo zafar que reemplaza a vivir. Pero en esa metamorfosis de los verbos hay una derrota elocuente. Queda poco espacio para los sueños, la realización de los ideales y la búsqueda de algo más que empatarle al fin de mes.

Apuntan las crónicas que “son varios los jóvenes que buscan dar con un puesto de oficinista y cumplir una jornada que termine a las cinco de la tarde para luego tener la tarde libre. Pero la realidad de las ofertas laborales dista mucho de los deseos de los novatos. El menú que ofrece el mercado laboral, en la mayoría de los casos, necesita dedicación exclusiva y full time. Sobre esto, autoridades, empresarios y los propios jóvenes coinciden en que necesitan mayor capacitación. La escuela no les da las herramientas básicas para poder emprender una búsqueda exitosa. Ni siquiera alcanza con un test vocacional, que muchas veces resulta una verdadera pérdida de tiempo. Además, con el deterioro de las escuelas técnicas durante la década de los '90, los olvidados oficios, hoy tan buscados, resultan cosa casi de la prehistoria. Mientras sobran chicos que se ofrecen para empleados de comercios o de bares, faltan de a montones torneros o electricistas”, sostienen los medios de comunicación.

Más allá de los cantos de sirena del oficialismo, la matriz de los años noventa, el permanente castigos sobre los pibes se repite no solamente en La Plata, si no en la Argentina del siglo veintiuno.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5319:los-castigados-de-siempre&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106



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domingo, 27 de marzo de 2011

La banca, Fedea y la cultura económica dominante

Vicenç Navarro


Uno de los mayores escándalos en la comunidad científica fue el descubrimiento de que varios científicos, que estaban asesorando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la bondad de la vacunación masiva contra la epidemia de gripe porcina, estaban, en realidad, trabajando para la compañía farmacéutica que estaba fabricando tal vacuna, hecho que tales científicos no habían declarado. Como era de esperar, hubo una protesta generalizada, no sólo en la comunidad científica, sino también en la gran mayoría de medios de información, sobre la falta de neutralidad y objetividad de aquellos científicos que, al trabajar para la compañía farmacéutica que se beneficiaría de la decisión que tomó la OMS, estaban sesgando su asesoramiento a la OMS con el fin de favorecer otros intereses económicos.

En realidad, tal conflicto de intereses ha sido una práctica constante en la cultura científico-sanitaria, lo cual ha motivado toda una serie de medidas, tales como la necesidad de que los científicos tengan que declarar públicamente sus relaciones con grupos farmacéuticos u otros intereses económicos que puedan beneficiarse del trabajo del científico. Y, en muchos casos, deben también excusarse y no participar en funciones de asesoramiento a las autoridades públicas que deban tomar decisiones que afecten a los intereses de tales grupos económicos.

Es curioso (y preocupante) que tales políticas sostenedoras de la integridad científica y de la protección del interés público no se respeten en las áreas económicas. Así, en EEUU, 13 de los 19 economistas que han estado trabajando en el equipo económico del Presidente Obama, o que le han estado asesorando, estaban también asesorando a la banca sobre la cual el gobierno federal estaba actuando. Un tanto semejante ocurre en la rama legislativa del gobierno federal. De los 96 testimonios producidos por economistas frente a los dos comités más importantes del Congreso de EEUU en temas de regulación bancaria (Senate Committee of Banking y Finantial Services Committee), un tercio de las declaraciones se realizaban por economistas próximos a la banca que no declararon tal relación en la presentación de su testimonio. Todos ellos se presentaron como economistas (la gran mayoría universitarios), científicos objetivos, comprometidos con el bienestar de la población. Como bien señaló más tarde un Senador de tal Comité, que se indignó al descubrir estas conexiones, “no puede asumirse automáticamente que el bienestar de la banca y el bienestar de la población coincidan”. De ahí la necesidad de que las conexiones y simpatías de los economistas debieran declararse.

De la misma manera que ha habido un movimiento de protesta frente a la excesiva influencia de la industria farmacéutica en la práctica médica, debiera haber un movimiento de protesta frente a la excesiva influencia de la banca en el desarrollo de las políticas económicas. Al igual que los estados de la mayoría de países desarrollados han llevado a cabo políticas encaminadas a proteger a la ciudadanía y a los profesionales sanitarios de esta excesiva influencia de la industria farmacéutica en el desarrollo de la cultura sanitaria (protección todavía muy limitada en España), hace falta que se desarrollen medidas semejantes orientadas a proteger a la ciudadanía de la excesiva influencia de la banca y otros grupos de presión. Sin embargo, no se han tomado medidas preventivas que protejan a la ciudadanía y a los profesionales de la excesiva influencia de la banca en configurar la cultura económica.

En EEUU, varios catedráticos de economía han protestado a la Asociación Americana de Economistas (The American Economic Association) sobre esta excesiva influencia de la banca en los mayores centros universitarios de estudios económicos, y que explica, en parte, su incapacidad de predecir la enorme crisis económica y financiera que estamos viviendo. Una situación semejante debiera ocurrir en España, donde la influencia de la industria farmacéutica y de la banca en configurar la sabiduría convencional en su área de conocimiento (sanidad y economía) es, a todas luces, excesiva. En el caso de la banca, los mayores centros y grupos de investigación social y económica en España están financiados por la Banca y por las Cajas, que determinan la “ortodoxia” económica, ortodoxia que ha fracasado rotundamente en esta situación de crisis. Hoy existe una enorme necesidad de cambios profundos en las ciencias sociales, incluyendo las ciencias económicas, que no sólo ignoraron las causas de las crisis, sino que contribuyeron a ella. Esta reforma requiere, sin embargo, un cambio muy sustancial de los sistemas de financiación e incentivos de la investigación social y económica. Ni que decir tiene, que la universidad debe estar abierta a la sociedad y servirla. Como tal, debe contribuir al desarrollo político, social y económico del país, investigando y asesorando a sus distintos componentes, incluyendo, como no, el mundo empresarial y financiero. Pero ello no debe ocurrir mediante la instrumentalización del mundo universitario por parte de estos intereses económicos y financieros. El mejor ejemplo de cómo no debería hacerse son las Cátedras Fedea, que son financiadas por la banca y por las empresas que están a su servicio. El establecimiento de estas Cátedras es la violación de la integridad del proyecto académico y de su objetividad y neutralidad. Todos los estudios de Fedea muestran la coincidencia entre los análisis y propuestas de tales Cátedras y los de la Banca. No es pues su objetivo el aumentar el conocimiento científico sino el de promover y propagar el ideario de tal grupo de presión.

http://www.vnavarro.org/?p=5466



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domingo, 20 de marzo de 2011

Hienas y borregos

Pep Castelló


Estúpidos borregos gobernados por repugnantes hienas. Es la simbiosis perfecta. Es el resultado de vivir sin conciencia, de encerrar la esencia humana en una vieja maleta y esconderla en el más oscuro rincón de la buhardilla para olvidarse de ella. O de arrojarla al contenedor de la basura para que no moleste ni reclame y poder así vivir como perfectos animales. Repugnantes bestias depredadoras, unos; estúpidos borregos, bien alimentados, bien entretenidos, bien apacentados, bien manejados por las bestias que los explotan y gobiernan, los otros.

Todo cabe en un pueblo sin conciencia. Indiferente a injusticias y crímenes, acepta cuanto le echen con tal de que no le quiten su condición de disminuido mental, sus distracciones, sus juguetes... Tanto le da que le roben una parte del salario para entregársela a sus explotadores. Tanto le da que le roben los logros sociales que con esfuerzo y sangre lograron las generaciones que le precedieron. Tanto le da. Nada le afecta. Una perfecta ataraxia invade su mente y le mantiene en la más absoluta indiferencia.

Por supuesto que no faltan en esos rebaños de mansos borregos algunos ejemplares que por un azar de la vida han mantenido intacta su condición humana. No faltan quienes sienten bullir su sangre al contemplar la codicia de los amos del rebaño, la sanguinaria naturaleza de quienes les pastorean, la repugnante vileza que ostentan los congéneres que les rodean. No, no faltan quienes sienten hondas ganas de gritar por las calles y plazas de su ciudad o villa: ¡Alma, despierta! No. Haberlos, haylos, por más que por parte alguna se los vea. Pero faltan quienes aúnen esas voces, esos gritos para que se conviertan en clamores. Faltan organizaciones que conviertan esos clamores en acciones y que lideren las protestas.

De eso ha tenido buena cuenta el poder durante esta época dorada de bienestar que como un aparente regalo del progreso alcanzo nuestra sociedad a mitad del pasado siglo. De instaurar un orden cómodo y acomodado, de suprimir del orden del día el espíritu crítico. De castrar a los individuos rebeldes y exterminarlos si preciso fuere. De no permitir más organizaciones que las poseídas por el más conservador de los espíritus.

Sindicatos domesticados y traidores. Docentes sin el menor atisbo educador. Planes de estudio deshumanizados enfocados a generar mentes útiles al sistema, borregos, carne humana disponible para la voracidad de las poderosos y repugnantes hienas que detentan el poder. Periodistas corruptos dispuestos a deformar la realidad, a mentir perversamente, a convertir la más vil de las codicias en la más loable de las virtudes.

No es extraño que hoy aquí, en este pueblo que tantas veces se ha alzado contra las injusticias, nadie salga a la calle para gritarle ¡IMBÉCIL! a su presidente. No es extraño que nadie de muestras de cuestionar lo que le dicen acerca de cómo se ha producido esa rebelión juvenil en el Norte de África, de quién ha dado el disparo de salida y hacia dónde la lleva. No es extraño que nadie muestre su indignación por esa nueva acción de rapiña petrolera que están llevando a cabo los democráticos gobiernos de nuestros países libres. No es extraña la indiferencia ante las vidas que esa endiablada razia va a costar. No es extraño porque los borregos son animales sin conciencia, indiferentes a su propio destino y al de sus congéneres.

A quien esto escribe le cuesta aceptar un mundo gobernado por sanguinarias hienas. Pero le duele en lo hondo del alma ver que, de grado o por fuerza, es parte de un pueblo de estúpidos borregos.

La maldición del cielo, si es que lo hay, caiga mil veces sobres tan sanguinarios gobernantes. Pero mil veces más aun sobre las buenas gentes estúpidas que aceptan mansamente la maldad de quienes les gobiernan.


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¿Porqué somos pobres si somos ricos?

Susana Merino

Por segunda vez, bicentenario mediante, nuestro país ha vuelto a convertirse en “el granero del mundo”, pero esta vez en un granero que no  solo acopia  los cultivos de pan llevar sino que incluye también algunas otras materias primas, siempre con escaso o nulo valor agregado, tales como la soja (porotos, harinas, pellets, aceites y en aumento el biodiesel) los clásicos cereales (maíz, trigo), petróleo y gas, carnes (congeladas y enfriadas, sin procesar) siguiendo las huellas  de una  actividad exportadora casi exclusivamente agropecuaria.

Nuestra estructura agraria fue conformándose a principios del siglo pasado, sobre las extensas praderas pampeanas,   que han hecho de la Argentina uno de los países del planeta con mayor superficie apta para el desarrollo de la agricultura, sobre la base de dos tendencias, el latifundio representado por la estancia, cuyos dueños  con ingresos mayormente rentísticos vivían en las grandes ciudades y las chacras  o establecimientos más pequeños  cuyos propietarios  trabajaban directamente y habitaban la tierra junto a su familia configurando una clase media rural (en gran parte de origen migratorio) a partir de la cual se fueron desarrollando los pueblos del interior y adquiriendo su carácter de centros de servicios aglutinantes de funciones sociales, comerciales, bancarias, culturales, etc.

Sin embargo esta estructura, ha sufrido a partir de las últimas décadas del siglo pasado una enorme transformación.  La concentración de la tierra en manos de organizaciones empresarias, la instalación de una agricultura de monocultivos extensivos,  la proliferación del agronegocio, los “pool” de siembra, donde la tierra ha perdido su condición de sostén del trabajador rural para transformarse en un simple insumo industrial, en un factor económico destinado a incrementar los ingresos de una clase privilegiada y casi anónima, absolutamente divorciada  de ese sustrato vital que solo le pertenece legalmente pero al que no la une ninguna vivencia directa y cuyo agotamiento o deterioro la dejan indiferente en la medida en que pueda seguir adquiriendo o apropiándose de  otros territorios (como en los reiterados y ya casi habituales casos de expoliación de tierras  habitadas por  comunidades indígenas en todo el país).

Este nuevo y expropiatorio concepto de uso del suelo y en especial el dedicado al extendido monocultivo de la soja produce desequilibrios ecológicos y económicos que  no solo atentan contra la natural fertilidad del suelo sino que está destruyendo progresivamente la estructura socio - demográfica de nuestra ya de por sí débil y desequilibrada distribución poblacional. Es decir engrosando los cinturones periurbanos de miseria en permanente sangría de las comunidades rurales. Pero lo que me interesa destacar es que poseemos una tierra, diría algún clásico, ubérrima y sin embargo somos incapaces de mantener con adecuados niveles de vida a  una población escasamente densa  y eso sí absurdamente  concentrada. Es decir no somos pobres, somos mucho más ricos que muchos pueblos de la tierra, pero vivimos como si no lo fuéramos.

Y si analizamos  otros parámetros como por ejemplo el de la “huella ecológica” (1) un concepto que mide habitualmente en hectáreas globales “cuánta tierra y agua biológicamente productivas, necesita un individuo, una población o una actividad para producir todos los recursos que consume y absorber todos los desechos que genera, usando las tecnologías y la administración de recursos vigentes” y que constituye un instrumento que ha introducido la bioeconomía con el propósito de poder predecir cuales son los límites que la naturaleza le impone al sistema económico, podemos descubrir algunas relaciones interesantes.

El cálculo directo se hace sobre la base del gasto energético (agua, electricidad, combustibles fósiles) de cada habitante y depende fundamentalmente del estilo de vida de cada comunidad. El indirecto se relaciona con “el transporte de productos que deben ser traidos al mercado local: los productos importados, las frutas, verduras, carnes, ropas y productos manufacturados que vienen de otras zonas del país o del mundo. También mide el tipo de vivienda que habitamos (si es o no eficiente energéticamente) y los bienes y servicios que utilizamos”.

Según datos de  un reciente informe de Mario Cafiero (2) “El balance bioeconómico surge del siguiente razonamiento. Cada país tiene una población que consume recursos naturales biológicos y a su vez posee un territorio con una determinada capacidad biológica. El consumo del hombre deja una “huella ecológica” por el uso de tierras para cultivo, tierras  de pastoreo, bosques, territorios marítimos, tierras que absorben carbono y tierras urbanas. Los países tienen una determinada dotación de estos recursos. La diferencia entre lo que consume la población de un país o su huella ecológica; y la dotación que posee de recursos naturales es lo que se denomina Balance Bioeconómico.”

Y en tal sentido se ha calculado que según el balance bioeconómico de los principales países del planeta  la Argentina estaría en tercer lugar, con un consumo de 2,6 Has por habitante, una capacidad bioproductiva de 7,5 Has/hab, y un balance bioeconómico de 194 millones de Has., solo precedida por Brasil y Canadá.
         
Esto significa que si comparamos  nuestro balance bioeconómico  de 194 millones de Has con el de China, por ejemplo que es de -1604 millones de Has o el de Europa de -1388 millones de Has o finalmente con el de los EEUU de -1266 millones de Has, comprenderemos que sus déficit terminarán incidiendo necesariamente en la biocapacidad de nuestros ecosistemas.

Resulta por lo tanto demasiado evidente que nuestra respuesta a la presión que seguramente ejercerán los 1500 millones de habitantes chinos (y otros) sobre nuestro país será de difícil manejo y de serias y peligrosas consecuencias si no logramos resolver ante todo  nuestros propios desequilibrios internos.

Pero estos problemas no solo se plantean en el terreno agrícola o energético. No debemos ignorar que nuestro país cuenta también con una extensa plataforma submarina de un ancho de 550 km y una longitud de 1.890.000km2  rica como pocas  en recursos pesqueros que hace tiempo viene siendo depredada  por barcos factoría de distinto origen sin que ni nuestra sociedad ni nuestros gobiernos tomen conciencia  del enorme despojo  que nos ocasiona  la pesca selectiva que realizan,  dejando enormes cantidades de peces muertos y desechados, otra riqueza  que no somos capaces de controlar.

Y para terminar no puedo dejar de mencionar el enorme venero de riquezas minerales existentes a lo largo de los 4500 km de nuestros ecosistemas cordilleranos vilmente entregadas, al saqueo contaminante, masivo y destructivo  de empresas transnacionales  que se apoderan de cantidades ignoradas, de minerales metalíferos: oro, plata, zinc, manganeso, uranio, cobre, azufre y otros puesto que extraen y exportan sobre la base de una simple declaración jurada en la que tienen, en virtud de la resolución 281/98,  la opción de modificar el valor de las transacciones declaradas “dentro de los 6 meses de la fecha de embarque, en virtud de variaciones en la cantidad y en la ley del mineral constatadas a su arribo a destino”.  Sin palabras!

En síntesis no somos pobres por haber nacido en una tierra estéril, desértica, árida, yerma, infecunda y sin recursos naturales tanto renovables como no renovables,  somos pobres porque nos obstinamos en ser pobres o lo que es peor porque quienes han venido asumiendo sucesivamente la responsabilidad de conducir los destinos de esta patria han optado, desde hace muchos años,  por  privilegiar sus propios mezquinos intereses y el de los extranjeros que han hallado aquí, ellos sí, tierra fértil y desprotegida  de la que  lograr la satisfacción de  sus propias necesidades (y ambiciones) en  menoscabo no solo de nuestro presente sino también de nuestro incierto futuro.

NOTAS:
(1) Para ampliar  el concepto de Huella ecológica: http://es.wikipedia.org/wiki/Huella_ecol%C3%B3gica
(2) Cafiero, Mario. “Deuda, presupuesto y derechos humanos” Cámara de Diputados de la Nación, (23.12 10)
http://desdemimisma.blogspot.com/2010/12/porque-somos-pobres-si-somos-ricos_03.html


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domingo, 6 de marzo de 2011

Mesas de convergencia para una salida social a la crisis

Estimado amiga y estimada amigo;

Un grupo de personas preocupadas por la situación política y por las amenazas que se ciernen sobre sectores cada vez más amplios de la población sentimos la necesidad de tomar la iniciativa. Pensamos que ha llegado el momento de impulsar un proceso de acercamiento y convergencia de todos los sectores y sensibilidades de la izquierda para ir conformando una respuesta unitaria y eficaz a la situación que vive nuestro país de países.

Nuestra pretensión es muy abierta pero muy clara. Estamos convencidos de que es imprescindible promover la más amplia confluencia de fuerzas de la izquierda social y política frente a la ofensiva neoliberal que estamos sufriendo. Esta ofensiva probablemente no va a remitir en los próximos tiempos sino todo lo contrario.

Creemos que es necesario ir construyendo consensos para definir valores y políticas que permitan defender el bienestar colectivo, la justicia social, el desarrollo sostenible y las libertades democráticas en estos momentos críticos que estamos viviendo. Es sólo un comienzo pero un comienzo necesario para empezar a articular una contraofensiva al neoliberalismo dentro del actual panorama de la izquierda en nuestro país.

Para darle el primer impulso a este proceso, aprobar el programa mínimo antineoliberal y lanzar el proceso de conformación de mesas para la convergencia ciudadana en todo el Estado, hemos convocado una Asamblea el próximo día 19 de febrero a las 11.00 horas en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid, Calle Lope de Vega nº 40.

Somos conscientes de que una convocatoria de este tipo no es muy frecuente. Pero existe una posibilidad real, hasta ahora tenida por imposible, de que se produzca una regresión dramática de las conquistas sociales, democráticas y culturales de los últimos treinta años. Está en juego, además, la propia existencia de la izquierda como actor político relevante. Por ello confiamos en tu responsabilidad y en tu generosidad en unos momentos tan importantes como los que estamos viviendo.

Un saludo cordial


El grupo promotor de la iniciativa

Almudena Grandes, Ariel Jeréz, Armando Fernández Steinko, Begoña San José, Carlos Berzosa, Carlos Martínez, Carlos Ruíz, Diosdado Toledano, Enrique de Santiago, Francesc Matas, Francisco Fernández Buey, Gaspar Llamazares, Ignacio Ramonet, José Luis Sanpedro, José Manuel Naredo, Juan Ramón Capella, Juan Torres López, Luis García Montero, Manolo Monereo, Marcos Roitman, Mari Angels Martínez Castells, Maria José Saura, Miguel Riera, Pablo Iglesias, Pascual Serrano, Pedro Montes, Rafael Pillado, Ramón Zallo, Ricardo García Zaldívar, Roberto Viciano, Rosa Cañadell, Rosa Regás, Salce Elvira, Teodulfo Lagunero, Vicenç Navarro, Xosé Manuel Beiras.

http://mesasdeconvergencia.wordpress.com/


ADHESIONES

http://mesasdeconvergencia.wordpress.com/firmantes/

mesasdeconvergencia@gmail.com


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La democracia es un crimen

Alfredo Grande   

 “si las palabras pudieran comerse, yo habría hecho algo para terminar con el hambre”
(aforismo implicado)



EL HAMBRE ES UN CRIMEN. Las políticas gubernamentales no nutren, ni abrigan, ni abrazan a nuestros niños más pobres, que son los modos de ejercer el amor y la esperanza. La vida no es un sueño azul, es una infancia de penas. Nuestros pibes mueren en racimos en Misiones, en Formosa, en Salta, mientras les diluyen sus vidas entre los dedos, como arenilla de ternura. Con el corazón intacto de urgencias nuestros pibes caen impactados por balas policiales o por el filo devastador del paco. No hay porvenir posible si los trabajadores no cargamos sobre nuestros hombros a los niños en una ronda de domingo. No hay futuro en un país que los condena. No hay utopía en un país que los desaparece. Con ternura Venceremos.

Alberto Morlachetti. Coordinador del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo. Pablo Micheli Secretario General de la CTA.



Quizá haya vida después de la muerte. Pero lo que en verdad me preocupa es que no haya vida antes de la muerte. No podemos llamar vida a cualquier cosa. La vida no es bella, por cierto. Pero lo hermoso es ese esfuerzo cotidiano por embellecerla. Trabajo de alfarero que de la tierra, el agua, el barro, modela lo bello y lo útil. Para embellecer la vida, hay que tener ganas, hay que tener flores, hay que tener amor, hay que tener alegría. Nada de eso sobra, todo de eso falta para cientos de miles, para millones. Yo solo veo a uno, dos, quizá veinte por día. Los veo, casi nunca los miro. A veces, el billete arrugado, y entregado con urgencia, sirve para pagar el peaje y continuar transitando por la autopista de la indiferencia. Quizá no haya vida antes de la muerte. Después de todo, morir es dormir un poco, como me explicaba un paciente terminal en la guardia del Clínicas. ¿Cuántas personas hay, en este momento, tan cerca de dormir un poco, aunque en ningún registro figuren como pacientes terminales? Si el hambre es un crimen, ¿dónde estás los asesinos? Y los copartícipes necesarios, y los cómplices, y los indiferentes, y los que se benefician aumentando precios, manteniendo el iva a los alimentos básicos, escamoteando las ofertas y ocultando las marcas mas baratas? El hambre llego para quedarse. Nosotros, clase media, media clase, no sentimos el hambre. Hablamos de él. Lo invocamos, lo convocamos, pero no lo encarnamos. Yo nunca tuve hambre. Un apetito atroz, versión light del latigazo que arranca las tripas. “Me muero de hambre” es una expresión tan mentirosa como aquella amenaza de suicidarse con un grisín. Pero hablamos como somos. Exagerando cuando hay que ser prudente; siendo precavidos cuando es necesario ser audaz; inflexibles con los débiles; piadosos con los crueles. En algún momento de nuestras historias, y de las historias que precedieron a las nuestras, algo salió mal. Se perdieron piezas fundamentales, partes vitales que nunca más se encontraron. En algún momento, había vida antes de la muerte. O al menos, había lucha para que así fuera. O al menos, existía la íntima convicción, que mas temprano que tarde, los pobres comerían pan, y los ricos, mierda, mierda. Se intentó luchar contra la pobreza. Nadie intentó luchar contra la riqueza. Se prometieron derrames de champán, y apenas hubo inundaciones de aguas servidas. Colectas anuales, asignaciones mensuales, rifas semanales, monedas diarias, pero el hambre siguió, aumentó, se escondió, se disfrazó, se disolvió en el anonimato cobarde de un registro único. Confesión de parte de que lo único que se tiene es el registro. Pero las estadísticas sirven para mentir, pero no para comer. Registrado o no registrado, el hambre sigue matando, deteriorando, preparando al cuerpo para que acepte variados venenos, incluyendo discursos de campaña. Pero si el hambre no fuera suficiente, la cultura represora, buna para nada, mala para todo, reserva como postre, café y jerez, el gatillo fácil, las torturas en comisarias y cárceles, la trata de niñas y niños para varidas formas de esclavitud. Pero el hambre está siempre. Donde hay miseria, tristeza, terror, enfermedad, mugre, violencia, abuso, además, siempre, siempre, siempre, hay hambre. Y no se trata de una catástrofe natural. Ojala lo fuera. Es una despiadada catástrofe cultural, un tsunami político, económico y cultural. Hambre y aumento de la obesidad. Toneladas de alimentos que, para aumentar sus precios, y también aumentar las ganancias de los productores, y aumentar los impuestos que reciben los estados, deben necesariamente eliminar excedentes. La tierra es depredada desde hace mas de un siglo, y sus hijos son macerados con todas las necesidades no satisfechas. En nuestro país, el granero del mundo, el hambre es un crimen agravado. Por es un crimen que tiene premeditación, alevosía, que se repite en forma continua, cuyos efectos no desaparecen sino que por el contrario, se agravan. Es una forma de eutanasia social, tan miserable, tan mezquina, tan cobarde, que tan solo conectarnos en la plenitud de esta masacre, nos indigna, nos conmueve, nos aplasta, nos agobia. Y nos hace sentir que ni siquiera tenemos derecho a preguntar que hay para comer, que deberíamos antes de comer no rezar para agradecer sino maldecir por todos aquellos que en ese mismo momento, no tienen ni tendrán. Es posible que todo esté perdido. De todos modos, si podemos ofrecer el corazón de la rebeldía total, de una insurrección de los sentimientos, de armar la lucha con todos los medios, incluso los legales, como decía Lenin, entonces, quizá, no es seguro, probablemente no, tendremos derecho a masticar algo. El hambre es un crimen. Con este hambre, con este hambre de todos los días, no hay dios, ni diablo, ni santo, ni pecador, que me convenza que esta democracia no es crimen.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5173:-la-democracia-es-un-crimen&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106

domingo, 20 de febrero de 2011

La culpa la tienen los pibes

Oscar Taffetani   


Una de las rutas más importantes del narcotráfico, en la actualidad, copia el itinerario que hace cuatro siglos seguía el oro de América: se inicia en Perú, Bolivia, Brasil y el Paraguay, baja acompañando los ríos hacia la Argentina y el Uruguay, luego cruza el Atlántico hasta la costa meridional de África y desde ahí llega a los puertos y aeropuertos de Europa, donde la droga es fraccionada y vendida a un público exigente y con alto poder adquisitivo.

Por eso, a muchos nos resultó disparatada la hipótesis del ministro Randazzo de que los 944 kilos de cocaína hallados en Barcelona el Día de Reyes, en un avión sanitario procedente de Buenos Aires, habían sido cargados durante una escala de la nave en Cabo Verde. Y sí resultó razonable la hipótesis de la ministra Garré de que la droga fue cargada en una base aérea argentina (con las responsabilidades que implica, a nivel de gobierno y de fuerzas armadas).

El del avión sanitario no fue el único contrabando de drogas descubierto este mes. En Estanislao del Campo, Formosa (el mismo pueblito donde el doctor Esteban Maradona decidió consagrar su vida a los Qom) se encontraron 700 kilos de cocaína junto a una pista de aterrizaje clandestina. El titular del predio y de la pista, apodado Palmita, revistaba como edil del partido de gobierno en la capital formoseña (desconocemos si gozaba de inmunidad parlamentaria).

Siempre en enero y tan sólo cambiando de estupefaciente, mencionemos los 712 kilos de marihuana decomisados a la altura de Las Palmitas, también en la provincia de Formosa. La droga viajaba oculta en los techos de dos transportes de pasajeros procedentes del Paraguay.

La intercepción de grandes cargamentos de droga que se desplazan por rutas aéreas, fluviales y terrestres de nuestro país, habla de una gigantesca red de tráfico que involucra a funcionarios del Estado, organismos policiales y de seguridad, instituciones empresarias, bancos que lavan el dinero y distinta clase de organizaciones civiles. Dicho de otro modo: lo más cínico y perverso de este negocio es su legalidad, todo lo que hace a la luz del día, y no su ilegalidad y lo que hace en las sombras.


GALILEO Y EL CAPITALISMO

“Alrededor del papa -dice Brecht en un poema- giran los cardenales. / Alrededor de los cardenales giran los obispos. / Alrededor de los obispos giran los secretarios. / Alrededor de los secretarios giran los regidores. / Alrededor de los regidores giran los artesanos. / Alrededor de los artesanos giran los sirvientes. / Alrededor de los sirvientes giran los perros, las gallinas y los mendigos…”

La tesis de Galileo Galilei sobre el sistema solar (que la Iglesia se demoró algunos siglos en aprobar) podría aplicarse analógicamente a otro tipo de sistemas que nos rigen. Si ponemos en el centro, a la manera marxista, el Capital, tendremos en la órbita inmediata las grandes empresas trasnacionales; luego, los Estados nacionales que las sirven; después, los gerentes, abogados y administradores; a continuación, los funcionarios de seguridad y el aparato represivo; y finalmente, los trabajadores. Después de los trabajadores habría una masa incalculable de seres humanos sin trabajo ni medios de vida, que no alcanza a orbitar alrededor del Capital, aunque mantenga intacta su capacidad de soñar.

Y si llevamos la doctrina de Galileo al mundo del narcotráfico, colocando la cocaína (como alguna vez fue el opio) en el centro de la escena, tendremos a los distintos actores, consumidores y víctimas del negocio en círculos concéntricos, con diferentes grados de poder, riqueza y degradación moral y material. En una de las últimas órbitas del sistema está la pasta base de cocaína -el paco- que es estirado y aumentado de mil maneras para hacerlo accesible a los consumidores más pobres y desesperados. Así, la droga -uno de los jinetes capitalistas del apocalipsis- cuenta sus doblones de oro, sus euros, sus dólares, sus pesos y sus centavos, hasta la última vida y el último suspiro, cada día.


UN PLAN PARA LOS BABY-SICARIOS

En Colombia, ese hermoso país de selvas y montañas habitadas por gente maravillosa, el narcotráfico y el poder económico trasnacional han hecho estragos, minando la salud del pueblo y comprometiendo el futuro de sus hijos. Hay pibes colombianos que comienzan a trabajar a los 9, haciendo de campaneros, de mensajeros y repositores de armas y munición de los narcos. A los 13, en lugar del tiple de antaño, les ponen una pistola en la mano y los convierten en sicarios (“baby-sicarios”, tituló cierta prensa), que matarán por encargo. A los 16, si llegan a esa avanzada edad, podrán acceder a otro círculo del negocio, con más responsabilidad y algunos pocos privilegios.

El caso colombiano -cuyas secuelas aún no terminan- viene a cuento del caso argentino, de nuestro caso, donde sin importar las estadísticas y los datos fieles de la realidad los medios masivos compiten por hallar el monstruo de la semana o el crimen más horrendo, para arrojarlos al rostro de funcionarios, de candidatos y de funcionarios-candidatos, señalando o insinuando algún chivo expiatorio para que los dioses, esos dioses perversos que gobiernan nuestro destino, dejen de castigar a la Argentina, a esta pobre Argentina con tanto para dar, con todos los climas, con sus talentos y sus cosechas récord, esta querida Argentina que asesina a miles de niños por hambre, por enfermedad o desprecio, cada año, cada campaña sojera, cada temporada turística, cada ejercicio fiscal.

Y así, mientras las llamas (y las balas y las leyes) consumen en la pira mediática a la víctima del día, el verdadero Ogro, el verdadero malo de la película, permanece oculto a los ojos de la sociedad y neutraliza cualquier intento de cambio.

Pedir un plan especial para los niños sicarios de Colombia, sería una manera hipócrita de pedir que todo siga igual. Bajar la edad de imputabilidad de los menores en la Argentina, como receta para combatir el crimen organizado, tendría ese mismo nivel de hipocresía.

Aunque todo puede ocurrir, en este horroroso mundo tan crecido y tan adulto que cada vez que se siente amenazado, de un modo infantil, le echa la culpa a los pibes.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5016:la-culpa-la-tienen-los-pibes&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106


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domingo, 30 de enero de 2011

La drogohipocresía

Susana Merino


El combate al narcotráfico, las guerras entre  narcotraficantes y las invasiones a países productores de plantas con contenidos alucinógenos con el pretexto de erradicarlas causan infinitamente muchas más muertes que las drogas mismas. Un drogadicto tendrá siempre la posibilidad de recuperarse, los muertos en combate no la tendrán jamás.

La noticia  de que se ha creado en Suiza una Comisión Global de Políticas sobre Drogas, integrada por varias personalidades europeas y latinoamericanas, uno de cuyos objetivos y tal vez el más importante es la despenalización de los usuarios parece ser un buen síntoma, algo así como la búsqueda de un antídoto que concluya con los más de cuarenta años de infructuosas luchas que solo han favorecido el desarrollo del comercio ilegal, puesto que según los miembros de dicha Comisión, los daños causados por la prohibición de las drogas en términos de corrupción, de violencia y de violación de los derechos humanos en muchos países supera con creces al provocado  por las drogas.

Siempre me he preguntado ¿cómo es posible que los EE.UU. con toda su maquinaria policial y militar, sus cuerpos de seguridad, su policía científica, su policía económica, sus sistemas de vigilancia, siga trasladando sus ofensivas a los países productores de insumos y no sea capaz de controlar la entrada de estupefacientes dentro de sus propias fronteras? y ¿cómo es que no resulta sospechoso que siendo uno de los más grandes consumidores del mundo sino el mayor, no logra detener las toneladas de drogas que seguramente ingresan diariamente al país y no precisamente  en “el bolsillo del caballero o en  la cartera de la dama” de los multitudinarios viajeros que transitan por sus aeropuertos?.

Aunque estos sí son controlados, me consta, en la más absurda e hipócrita demostración de control que pueda imaginarse. La explicación es muy simple y casi todo el mundo lo sabe pero falta coraje para ponerle el “cascabel al gato” Datos recientes dan fe de que solo en México el negocio de las drogas ilegales mueve 60 mil millones de dólares al año al que debe sumarse el de las armas contrabandeadas desde los EE.UU. para el sostenimiento de las guerras entre los patrones de la droga.

Por otra parte los saldos de muerte  contabilizados tan solo en la frontera norte de ese país, en el estado de Chihuahua, son escalofriantes. Solo en Ciudad Juárez se computaban 174 muertes en los 24 primeros días de este año, todas en el ámbito de las luchas entre los carteles de la droga.

En realidad todos los planes de lucha contra el narcotráfico ocultan no solo un inconmensurable negocio sino algo similar o más grave aún, un disfraz para la apropiación de los recursos naturales y el control de áreas estratégicas como la cuenca amazónica que trata de encubrir el Plan Colombia, inicialmente planteado con el objetivo de erradicar los cultivos ilícitos  pero cuyo carácter es inocultablemente militar como lo prueban las siete bases militares recientemente establecidas en el país.

Antonio Caballero un periodista y escritor colombiano exiliado en España por sus denuncias sobre  la presencia del narcotráfico en la vida social, militar, política, artística y religiosa de los colombianos, ha destacado siempre “lo ineficiente de la lucha en contra de las drogas, la doble moral de los países consumidores frente a los productores, la conveniencia de los primeros en mantener una guerra en contra de los narcotraficantes y la de la clase dirigente de los países productores al escudarse en este conflicto para mantener las desigualdades”.

Pero no solo en Colombia y en los países centroamericanos adonde se ha acrecentado la intervención yanqui con el mismo pretexto, sino también en el resto del Cono Sur, y especialmente en Perú y Bolivia, la intromisión de los EE.UU. en las políticas internas de los países, la firma de tratados de “cooperación” y de “asistencia” gira sobre el sensible tema del narcotráfico enarbolado siempre como un fantasmagórico enemigo de los pueblos que en realidad terminan siendo las víctimas propiciatorias de los mismos que se arrogan el derecho de combatirlo.

Los tentaculares alcances del imperio usamericano tampoco han perdonado a los productores asiáticos entre los que  Afganistán sigue siendo a pesar de los nueve o diez años de guerra el principal proveedor de opio y heroína del mundo. Provisión que no puede menos que contar, dada la extensión de los cultivos con el beneplácito y la interesada aquiescencia del invasor ya que curiosamente durante el régimen Talibán la producción de ambas  drogas  se había reducido considerablemente. Una información de la  Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), consigna que este año el área sembrada de adormidera o amapola ha aumentado en un 59%, habiendo totalizado 165 mil hectáreas contra 100 000  del año anterior.

 Es interesante señalar asimismo que para la producción de heroína y de morfina, otro opiáceo, se necesitan grandes cantidades de anhídrido de ácido acético que no se produce en Afganistán y del que el año pasado se importaron de China, India y Rusia, sin que se apercibieran las autoridades afganas, 10 mil toneladas de ese imprescindible precursor.

Xavier Caño Tamayo en un artículo titulado “La heroína como telón de fondo de la guerra de Afganistán” refería que “La elaboración y comercio ilegal de drogas, según la ONU, mueve cada año alrededor de 600.000 millones de dólares; una cantidad superior a la del comercio del petróleo, negocio boyante donde los haya”

Es decir que la plusvalía desproporcionada y corruptora que generan las drogas se acrecienta al estar prohibidas, haciendo disparar los precios  sin que se haya demostrado que ni la prohibición ni el incremento de precios contribuya  a la reducción de su consumo.

Como argumento bastante convincente, por otra parte, se menciona el fracaso de la Ley Seca en los EE.UU. que prohibía y castigaba la fabricación y la venta de bebidas alcohólicas y que tuvo que ser derogada en 1933 por su absoluta ineficacia y por haber generado  “una abrumadora corrupción, injusticia, hipocresía, creación de grandes cantidades de nuevos delincuentes y la fundación del crimen organizado".

Algo similar está pasando sin duda y lo que es más grave  a nivel mundial con el falso planteo de  como suele decirse “matar al mensajero” porque no otra cosa son los intermediarios, a menudo, los de menor envergadura que arriesgan sus propias vidas en luchas sin cuartel en las que raramente se hallan directamente involucrados los grandes ganadores.

Es evidente que los problemas pueden resolverse solo si previamente se analizan, se precisan en sus orígenes y se apunta a las raíces porque como en tantos otros como la criminalidad, la trata de personas, la corrupción es imposible desarraigarlas mientras no haya bases sólidas de desarrollo personal y condiciones de vida acordes con la irrenunciable dignidad humana. Todo lo demás será caldo de cultivo propicio para el crecimiento de la codicia, la ambición desmedida, el sometimiento de los más débiles, la manipulación de las voluntades, la destrucción en suma de los cimientos mismos de la sociedad.

Es hora de que abandonemos la droghipocresía o lo que es lo mismo  que dejemos de drogarnos con hipocresías!

http://desdemimisma.blogspot.com/2011/01/la-droghipocresia.html


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miércoles, 19 de mayo de 2010

Astucia y perseverancia

Carlos Valle

La década de 1990 fue en América latina una etapa de consolidación de profundos cambios en su vida institucional. Los reiterados mensajes buscaban demoler el lugar que debía ocupar el Estado en toda sociedad que procurara desarrollarse democráticamente. Junto a la descalificación del Estado estaba la descalificación de los políticos y, por ende, de la misma política.

Se empezaba a instalar una concepción de sociedad que prioriza el lucro, donde el interés comercial es más importante que la gente y que se es más cuanto más se tiene. Había llegado el tiempo de los técnicos y de los ejecutivos, porque había que aceptar que ellos saben cómo se manejan las empresas y cómo se obtienen resultados y, por supuesto, porque son eficientes y honrados.

Los enormes beneficios que habrían de sobrevenir a una salvaje privatización de las riquezas nacionales deslumbraron, por supuesto, al segmento de la población más pudiente y a los que ascendían vertiginosamente en la escala social mientras sembraban la pobreza y la marginación para millones. Gobiernos corruptos acompañados por empresas nacionales y trasnacionales corruptas fueron sostenidos por medios de comunicación que se esmeraron en hablar de las maravillas de un ficticio mundo que hoy vemos desmoronarse estrepitosamente, pero que se niega a reconocer la falacia de sus presupuestos.

Recordaba el pensador Paul Tillich: “La sociedad tecnológica occidental creó métodos para ajustar a las personas a sus exigencias de producción y consumo que son menos brutales, pero que, a largo plazo, son mucho más eficaces que la represión totalitaria. Ellos despersonalizan no porque exijan, sino porque ellos ofrecen, dan exactamente aquellas cosas que tornan superflua la creatividad humana”.

Para su aceptación y consolidación fue necesaria la implementación de un proceso de comunicación que permitiera conquistar sentimientos, sueños, búsquedas. Era necesario hacer creer que añejadas frustraciones pueden trastocarse en triunfos y, quienes no acompañen ese proceso, irán al fracaso. Hoy hay, como nunca antes, recursos tecnológicos y económicos para montar estos escenarios. Los tentáculos de la concentración de medios han demostrado tener la enorme capacidad de diseñar modelos de horadación de todo buen propósito cuando perciben que podría afectar sus poderes y dominio.

Los grandes medios, cuyos dueños –mayormente ocultos rostros y nombres que se mueven al ritmo de sus intereses– se escudan detrás de la defensa de la declamada independencia y libertad de la información para generar la opinión que les conviene. Todo proyecto democrático de comunicación enfrentará fuerzas que lo dejarán crecer mientras sus objetivos no interfieran con las cadenas mediáticas asentadas sobre bases comerciales. Esto ha sido evidente en la resistencia a la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en las reiteradas acusaciones sobre el fin del periodismo independiente y en el bloqueo judicial interpuesto a la puesta en marcha de la tan esperada ley por la que tantos grupos trabajaron.

La situación presente conforma un desafío para los comunicadores. Posiblemente este momento requiera que los comunicadores vuelvan a reiterar concretamente su compromiso por una comunicación que esté al servicio de la comunidad toda.

Uno de los caminos posibles para comenzar sería que los comunicadores nos dispusiéramos –donde y en la medida que corresponda– a hacer un mea culpa de las veces que callamos, por temor o por vaya saber por qué razón, y dejamos que la verdad fuera ignorada o distorsionada y que todo esto sucediera sin hacer oír nuestra voz. Al mismo tiempo, los comunicadores deberíamos aunar los esfuerzos por abrir espacios a una comunicación que proporcione el desarrollo de una comunidad solidaria, que denuncie la discriminación y la opresión y deje que los acallados sean oídos.

¿Hay alguna posibilidad de que las poderosas armas de los medios lleguen a jugar un papel integrador de la comunidad toda? El dominio de los grupos hegemónicos que hoy condenamos es un espejo de una realidad que no puede seguir repitiéndose. Hay que impedir que el Ave Fénix vuelva a renacer de sus cenizas. Para ello será necesario que la sociedad vele con astucia y perseverancia en la implementación de estructuras más democráticas y participativas.+ (PE/Página 12)

Carlos Valle es comunicador social. Ex presidente de la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas (WACC).

El artículo “Astucia y perseverancia” fue editado por  Página 12, matutino  de Buenos Aires, en su edición del 19 de mayo de 2010.

PreNot 8865-100519.

http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=8865


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