Mostrando entradas con la etiqueta Equidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Equidad. Mostrar todas las entradas

domingo, 10 de abril de 2011

Los otros

Claudia Rafael   


El día en que Ruth Paradies montó sobre el tren en la estación ferroviaria de Berlín supo que su partida ya no tendría vuelta atrás. Tal vez por eso no giró la cabeza para mirar a los ojos de su madre. Tal vez por eso se aferró a otros adolescentes judíos que, como ella, buscaban huir de aquella Alemania nazi hacia un lugar en el mundo que se abriera a su paso como tierra nueva. Y sin imaginar que cuarenta años más tarde, los dictadores argentinos torturarían con más saña a su hijo menor -al que aún no soñaba concebir- por su calidad de judío.

Las migraciones en el mundo han acompañado la historia misma de la humanidad como un sello indeleble. Colectivos humanos que dejan atrás esa patria que los aplasta, los persigue, los hambrea y les alza tantas veces ante los ojos una desbordante opulencia. Con la ñata contra el vidrio, los bienestares de los detentadores de derechos pasan ante los propios ojos con la ostentación de los poderosos.

Fronteras adentro y fronteras afuera de la propia tierra los desarrapados se elevan con celeridad a la categoría definitiva de “los otros”.

Un informe estadístico de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense concluyó que los pobres y los inmigrantes son víctimas de la discriminación en mucha mayor medida que los homosexuales o los enfermos de sida. Encabezan la lista los pobres, con el 67,5 por ciento seguidos por los inmigrantes de naciones limítrofes, con el 48,9 por ciento. Aunque a la hora de medir incidentes concretos el 28,8 por ciento fueron las discriminaciones por el color de la piel; el 27,5 por ciento, por xenofobia y el 21,2 por ciento por nivel socioeconómico. Mucho más abajo en la pirámide aparecen las conductas segregatorias hacia discapacitados, homosexuales y portadores de Hiv.

Cuando Ricardo Bucio Mugica, presidente de la Comisión para Prevenir la Discriminación de México, decía que “la discriminación es una práctica social excluyente que ha sido construída histórica y socialmente” ponía el eje de su mirada en esa categorización entre “nosotros y los otros”. Categorización en la que cabe de lleno la definición de la antropóloga Dolores Juliano cuando plantea que “a todos 1os grupos subalternos se les ofrece la misma falsa disyuntiva: integrarse en la cultura dominante, transformándose en malas copias o mantener su especificidad al precio de
la desvalorización. Esto es inevitable si no se cuestiona la premisa mayor implícita: la validez más elevada de 1os logros culturales de la sociedad receptora”.

El gran interrogante, sin embargo, radica en las responsabilidades del poder en la construcción de esos “enemigos” sobre los que habrá que hacer caer no sólo el peso agobiante de “la ley” sino además en el abono de la mirada de recelo y sospecha de los que todavía “pertenecen”.

Cabe analizar los discursos del poder que propiciaron históricamente la identificación de pobres con delincuentes. Durante los devoradores años 90 hubo varios gobiernos provinciales que ofrecían a comitivas de desocupados el traslado a otras provincias con promesas vanas de trabajo cosechas temporales en tren de combatir la “delincuencia”.

Pero no es necesario ir tan lejos en el tiempo. Porque la mirada sistemática de soslayo que la infancia ha tenido y sigue teniendo tiene directa relación con su expuesta vulnerabilidad. No es casual que los chicos -más aún si son adolescentes- en situación de calle sean ubicados en la categoría de “potenciales delincuentes”. Si bien desde el territorio del derecho se insiste en negar la “criminalización de la pobreza” como práctica actual, sigue constituyendo delito dormir en las calles, asustarse y huir ante la llegada de la policía.

Entonces ¿puede alarmarnos acaso que el 67,5 por ciento de los pobres sean discriminados o que también lo sean el 48,9 por ciento de los inmigrantes? Podríamos darle miradas sociales, políticas o económicas y también podríamos remontarnos a aquellas viejas prácticas de extranjerizar al nativo que tan bien ponían en práctica los colonizadores de estas tierras.

Pero también se podría hacer un salto al 2000 y a aquella tapa de “La Primera”, la revista que dirigía Daniel Hadad, en la que se leía como título central “la invasión silenciosa” sobre la imagen de un joven morocho, de cabello renegrido, labios anchos y desdentado, con una bandera argentina y el obelisco detrás. Y en la que se publicaban frases como “el nuevo inmigrante sería como un insecto invasor y depredador”, “hoy utilizan nuestros hospitales y escuelas, toman plazas y casas, ocupan veredas, y les quitan el trabajo a los argentinos”, “llegan a Buenos Aires a punto de parir y dan a luz en un hospital público” o “como los peruanos comen parados, parte de la comida cae sobre la vereda”.

Y, sin ir tan lejos, se podría viajar en el tiempo a las tomas de tierras en el Parque Indoamericano y al jefe de gobierno, Mauricio Macri, diciendo que la semilla de todos los desmadres arrancaba con la “inmigración desenfrenada”. Y refrendado luego en las coberturas periodísticas: en Canal 9 se utilizó la palabra “intrusos” de “varios de los ocupas, habitantes de la Villa 20 que en gran parte son oriundos de países vecinos”; en Radio Mitre, una periodista planteó que “estoy de acuerdo con que en la Argentina hay una inmigración desenfrenada. Y me hago cargo de lo que digo: acá hay inmigración de baja calidad”.

O, en 2009, a las tierras de Gustavo Posse mientras hacía construir un murallón que frenara “la acción delictiva” de los que vivían más allá del bienestar de los incluidos. Pobres, inmigrantes, desclasados, excluidos, expatriados, desterrados, expulsados, descartados, relegados, olvidados, perseguidos, vapuleados, segregados, abandonados, vulnerados. Son los condenados de la tierra. Los que no tienen. Los que no poseen. Los que no tienen derecho a reir desmedidamente hasta que el estómago duela de felicidad. Los que persiguen los gobiernos y despechan los integrados. Los que no tienen y golpean las puertas que separan sus pasos de la lejana patria de la dignidad.


REGRESAR A PORTADA

domingo, 3 de abril de 2011

El espejo que no queremos mirar

Doctor Luis Federico Arias


Las crónicas periodísticas repiten y propalan de modo recurrente la existencia de ilícitos cometidos por “menores”, quienes -según la aceitada maquinaria comunicacional- parecen ser en gran parte, los responsables de la grave sensación de inseguridad que padece nuestra sociedad, como si el único lugar posible para los pibes fuera esa cartelera mediática que los exhibe como victimarios de hechos violentos, soslayando la sombría realidad que agobia a gran parte de nuestros jóvenes, con hogares sumidos en la pobreza estructural, en un contexto de analfabetismo, disfuncionalidad familiar, adicciones, segregación social, indiferencia, desigualdad, falta de oportunidades y discriminación, entre otras formas de violencia sistémica o estructural.

Esta situación de vulnerabilidad en la que se hallan sumidos nuestros jóvenes, que suele generar sentimientos de humillación, odio y resentimiento por parte de quienes lo padecen, ha sido completamente “naturalizada” por los sectores medios de la sociedad, que guiados por la razón del consumo, declinan su compromiso y niegan la verdadera dimensión de esta problemática, sin asumir sus consecuencias en innumerables casos de niños víctimas del hambre, el frío, las enfermedades asociadas con la pobreza, u otras situaciones que no logran gran impacto mediático, y sin embargo, arrojan decenas de muertos cada año.

Por su parte, los jóvenes expulsados del paraíso glamoroso del consumo, procuran alcanzar por todos los medios posibles el umbral que los acerque a la imagen estereotipada de consumidores medios que nos impone la religión del mercado, para ser reconocidos por la sociedad. Pero las deidades del consumo no están de su lado, por más que se esfuercen en lucir los símbolos religiosos de nuestro tiempo (zapatillas de marca, celulares de última generación, etc.), porque el dios de este tiempo genera incesantemente -al igual que todo proceso de producción- estos “desperdicios” vivientes que habitan los vertederos humanos.

La retórica política y su accionar, también parecen orientarse a los sectores medios del consumo, al punto que, la política misma se parece bastante a un producto de consumo, en tanto se desenvuelve bajo las mismas reglas del mercado y su actividad se endereza a la conquista de ese espacio que constituye el electorado activo, cuyo voluntad es cambiante y voluble. Esto es lo que sucede en nuestro medio con la recurrente proclama del Gobernador Scioli, quien intenta explotar el miedo colectivo de los sectores medios, propiciando la necesidad de bajar la edad de imputabilidad de los “menores”. Pero esta propuesta no encuentra sustento en acciones políticas concretas de su Gobierno respecto de los niños, jóvenes y adolescentes; no implica compromisos presupuestarios y no tiene costes políticos, puesto que el cambio legislativo que propicia depende una modificación legislativa a cargo del Congreso Nacional. Desde esta perspectiva se advierte que la citada decisión alberga un análisis de costo-beneficio, donde hay mucho que ganar y poco que perder. Esta situación no difiere de otras, donde prevalece una retórica a favor de los sectores más vulnerables -opuesta solo en apariencia a la anterior-, sin arraigo en acciones políticas concretas de integración social.

Esta retórica que parte de una situación de otredad y exclusión, se ve reflejada sistemáticamente en la actividad judicial dominada por ese estado de indiferencia, que se materializa cuando el poder político es requerido judicialmente para brindar respuestas a alguna de estas problemáticas sociales. Los funcionarios respectivos suelen mostrarse esquivos y eluden cualquier compromiso, brindando respuestas o soluciones formales que generalmente son paliativos temporales e inadecuados. Y si la justicia emite una orden judicial adversa, para brindar satisfacción a los derechos de los niños, el pronunciamiento judicial suele ser percibido políticamente, como un acto conspirativo que responde a intereses políticos subalternos de la justicia.

Sin embargo, otra es la actitud cuando las puertas de la justicia se abren de par en par para juzgar penalmente a quienes se los califica de “menores delincuentes”, en sintonía con las políticas represivas/regresivas legitimadas por los sectores medios del consumo que proclaman políticas más enérgicas en materia de seguridad, guiados por sentimientos neofascistas que, sin ser asumidos directamente por el poder político, son alentados o desarrollados por la maquinaria mediático-política.

No es posible desconocer que nos desenvolvemos en una sociedad que presenta un estado de fragmentación y de violencia desconocido para quienes hemos crecido bajo otro paradigma, pero ello no implica que debamos atribuirlo a los jóvenes y los sectores más vulnerables, porque más grave aún que la violencia interpersonal que llena las páginas de los periódicos, es aquella que se deriva del abandono y la exclusión perpetrada por el Estado, y legitimada desde ciertos sectores de la sociedad, de un modo solapado y lacerarte. Es necesario tomar conciencia que los jóvenes reproducen a su modo, con sus rudimentos, aquello que perciben desde la sociedad y el Estado, a modo de un espejo que nos devuelve la imagen de lo que somos y no queremos mirar.

 (*) El doctor Arias es juez en lo Contencioso Administrativo de La Plata.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5300:el-espejo-que-no-queremos-mirar&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106


REGRESAR A PORTADA

domingo, 27 de marzo de 2011

Lecciones de la Comuna de París en su 140º aniversario

Greg Oxley


La Comuna de París de 1871 fue uno de los episodios más grandes e inspiradores de la historia de la clase obrera. Fue un gran movimiento revolucionario en el que los trabajadores de París reemplazaron el Estado capitalista por sus propios órganos de gobierno y mantuvieron el poder político durante más de dos meses antes de caer. Los trabajadores parisinos lucharon, en condiciones extremadamente difíciles, para poner fin a la explotación y la opresión, para reorganizar la sociedad sobre bases completamente nuevas.

Veinte años antes del advenimiento de la Comuna, tras la derrota de la insurrección obrera en junio de 1848, el golpe militar del 2 de diciembre de 1851 llevó al poder al emperador Napoleón III. A finales de la década de los sesenta, sin embargo, el fin del auge económico y la recuperación del movimiento obrero debilitaron seriamente al régimen. En agosto de 1870 los ejércitos de Napoleón III marcharon contra Bismarck. La guerra, según Napoleón III, permitiría a Francia conquistar nuevos territorios, debilitar a los enemigos internos y poner fin a la crisis financiera e industrial que asolaba el país. Guerra y revolución

El intento de Napoleón III de invadir Alemania fue su perdición. El 2 de septiembre, en Sedán - frontera oriental de Francia- el ejército de Bismarck capturó al emperador junto a 100.000 soldados. En París, las masas tomaron las calles de la capital para exigir el fin del imperio y la proclamación de una república democrática.

La llamada oposición republicana estaba aterrorizada por este movimiento de las masas, pero a pesar de todo, el 4 de septiembre se vieron obligados a declarar la república y a formar un "gobierno de defensa nacional". Las tropas alemanas rápidamente rodearon París y establecieron un cerco sobre la ciudad. El pueblo apoyó inicialmente al nuevo gobierno en nombre de la "unidad" contra un enemigo extranjero. Sin embargo, esta unidad tardó poco en romperse.

Fuera del ejército regular, una milicia formada por 200.000 personas -la Guardia Nacional, formada mayoritariamente por trabajadores- estaba decidida a defender París. Pero los trabajadores armados dentro de París eran una amenaza mayor para los intereses de clase de los capitalistas franceses que el ejército extranjero que estaba a las puertas de la ciudad. El gobierno decidió que lo mejor sería capitular ante Bismarck tan pronto como fuera posible.


PARÍS Y LA ASAMBLEA NACIONAL

Las zonas rurales de Francia estaban a favor de la paz y los votos del campesinado en las elecciones de la Asamblea Nacional de febrero dieron la mayoría a los candidatos conservadores y monárquicos. La Asamblea nombró jefe de gobierno a un empedernido reaccionario: Adolphe Thiers. El choque entre París y la mayoría "rural" de la Asamblea era inevitable.

La reaccionaria Asamblea Nacional provocaba constantemente a los parisinos, a los que calificaba de criminales y asesinos. París se vio privada de su estatus como capital de Francia, transferida a Versalles.


TRANSFORMACIÓN DE LA GUARDIA NACIONAL

La Guardia Nacional eligió un "Comité Central de la Federación de Guardias Nacionales" que representaba a 215 batallones, equipados con 2.000 cañones y 450.000 armas de fuego. Declararon "el derecho absoluto de los Guardias Nacionales a elegir sus dirigentes y revocarlos tan pronto como perdieran la confianza de sus electores". En esencia, el Comité Central y sus correspondientes estructuras en cada batallón fueron precursores de los soviets de trabajadores y soldados, que aparecieron en Rusia durante las revoluciones de 1905 y 1917.

Para Thiers, su tarea inmediata era poner fin a la situación de "doble poder" en París. Los cañones bajo la dirección de la Guardia Nacional eran toda una amenaza a la "ley y el orden" capitalistas. A las 3 de la madrugada del 18 de marzo, el gobierno envió soldados regulares a tomar estos cañones. Sin embargo, el ejército se desmoronó ante los Guardias Nacionales sin ofrecer la menor resistencia.

Thiers no había previsto la deserción de sus tropas. Presa del pánico, huyó de París y ordenó al ejército abandonar la ciudad. Quería salvar lo que quedaba del ejército y evitar el contagio del París revolucionario.

El viejo aparato del Estado estaba fuera de juego y la Guardia Nacional tomó los puntos estratégicos de la ciudad sin encontrar ninguna resistencia. El día 18 de marzo por la tarde, se formó un nuevo gobierno revolucionario basado en el poder armado de la Guardia Nacional.


GOBIERNO REVOLUCIONARIO

La primera disyuntiva a la que se enfrentó el Comité Central fue qué hacer con el poder. Después de mucha discusión se acordó organizar elecciones en los barrios (comunas). Al grito de "¡viva la Comuna!" los miembros del Comité Central expresaban el deseo de delegar el poder cuanto antes. La cuestión inmediata sobre la que decidir era qué hacer con Thiers y el ejército, en retirada hacia Versalles. Algunos propusieron perseguirlos para acabar con lo que quedaba de las fuerzas de Thiers. Pero sus llamamientos cayeron en saco roto.

Thiers aprovechó las vacilaciones de los comuneros utilizó para iniciar una campaña de propaganda y mentiras contra París, dirigida a las provincias, y, con la ayuda de Bismarck, reforzó la cantidad de armas y soldados para preparar un nuevo ataque sobre París.

La recién elegida Comuna sustituyó la dirección de la Guardia Nacional por un gobierno oficial del París revolucionario. El gobierno estaba formado por personas relacionadas con el movimiento revolucionario de una u otra forma. De sus 90 miembros, 25 eran trabajadores, 13 pertenecían al Comité Central de la Guardia Nacional y 15 a la Asociación Internacional de Trabajadores. Los blanquistas (seguidores de Blanqui, prisionero de Thiers) hombres enérgicos siempre dispuestos a medidas extremas y dramáticas pero con ideas políticas muy vagas, y los internacionalistas, eran una cuarta parte de la Comuna.


CONSTRUYENDO UNA NUEVA SOCIEDAD

La Comuna eliminó todos los privilegios de los funcionarios, congeló los alquileres, los talleres abandonados pasaron a estar controlados por los trabajadores, limitó el trabajo nocturno, garantizó la subsistencia de los pobres y los enfermos. La Comuna declaró que su objetivo era poner fin a "la anarquía y la competencia ruinosa entre los trabajadores por el beneficio de los capitalistas" y la "diseminación de los ideales socialistas". Se ilegalizaron los ejércitos "separados y aparte del pueblo". Se requisaron los edificios públicos para aquellos que no tenían un techo bajo el que cobijarse. La educación pública era para todos, lo mismo ocurría con los teatros, los centros de cultura y aprendizaje. A los trabajadores extranjeros se los trataba como hermanos y hermanas, como soldados de la "república universal del trabajo internacional". Se celebraban reuniones día y noche, en ellas miles de hombres y mujeres normales debatían sobre todos y cada uno de los aspectos de la vida social y sobre cómo organizar la sociedad en interés del bien común.


EL CARÁCTER SOCIAL Y POLÍTICO DE ESA SOCIEDAD, ERA INCUESTIONABLEMENTE SOCIALISTA.

Se ha escrito mucho sobre la incoherencia, la pérdida de tiempo y energía, sobre los errores del pueblo parisino en las diez semanas que estuvo en el poder dentro de los muros de una ciudad asediada. La mayoría son verdad. Marx y Engels fueron muy críticos con los comuneros por no tomar el control del Banco de Francia, que seguía pagando millones de francos a Thiers para armarse contra París. Sin embargo, la mayoría de las iniciativas importantes tomadas por los trabajadores apuntaban en dirección a la completa emancipación social y económica de la población asalariada como clase. Ante todo, a la Comuna le faltó tiempo. El camino hacia el socialismo fue cortado por el regreso del ejército de Versalles y el terrible baño de sangre que puso fin a la Comuna.


EL APLASTAMIENTO DE LA COMUNA

Sin duda, la Comuna subestimó la amenaza que representaba Versalles, ni intentó atacar ni tampoco se preparó seriamente para su defensa. A pesar del entusiasmo de los batallones de comuneros, éstos carecían de preparación política y militar serios.

El ejército de Versalles entró en París el 21 de mayo de 1871. Los comuneros lucharon con tremendo valor y finalmente el 28 de mayo fueron derrotados. Las fuerzas de Thiers provocaron una terrible carnicería en la que murieron más de 30.000 hombres, mujeres y niños, en las semanas siguientes asesinaron aproximadamente a otras 20.000 personas.

Marx y Engels siguieron de cerca los acontecimientos de la Comuna y sacaron muchas lecciones del primer intento de construir un Estado obrero. Sus conclusiones se pueden encontrar en los escritos publicados bajo el título “La guerra civil en Francia”. Antes del 18 de marzo declararon que, debido a las circunstancias desfavorables, la toma del poder representaba "una locura desesperada”. Sin embargo, tras los acontecimientos del 18 de marzo y el inicio de la revolución, saludaron la Comuna con un entusiasmo incondicional.

En la Francia moderna, como en todos los países industrializados del mundo, las condiciones materiales para la consecución de estos grandes objetivos hoy son incomparablemente más favorables que en 1871. Ahora nuestro deber es crear una base firme para conseguir la sociedad por la que lucharon y murieron los hombres y mujeres de la Comuna.

Traduccion: Militante (Mexico)
Fuente: http://www.marxist.com/lecciones-comuna-paris-140-aniversario.htm

http://www.rebelion.org/noticias/opinion/2011/3/lecciones-de-la-comuna-de-paris-en-su-140o-aniversario-124788



REGRESAR A PORTADA

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Dando se recibe?

Leonardo Boff


Estamos en tiempo de montaje del gobierno. Hay disputas por cargos y funciones por parte de partidos y de políticos. Se realizan negociaciones, cargadas de intereses y de mucha vanidad. En este contexto, se oye citar este tópico de la inspiradora oración de san Francisco por la paz: «es dando como recibiremos» para justificar la permuta de favores y de apoyos donde corre también mucho dinero. Es una manipulación torpe del espíritu generoso y desinteresado de san Francisco. Pero dejemos a un lado estos desvíos y veamos su sentido verdadero.

Hay dos economías: la de los bienes materiales y la de los bienes espirituales. Una y otra siguen lógicas diferentes. En la economía de los bienes materiales, cuanto más das bienes, ropas, casas, tierras y dinero, menos tienes. Si alguien da sin prudencia y derrocha sin control acaba en la pobreza. En la economía de los bienes espirituales, por el contrario, cuanto más das, más recibes; cuanto más entregas, más tienes. Es decir, cuanto más das amor, dedicación y acogida (bienes espirituales), más ganas como persona y más subes en el concepto de los demás. Los bienes espirituales son como el amor: al dividirse se multiplican. O como el fuego: al extenderse, aumentan.

Comprendemos esta paradoja considerando la estructura de base del ser humano. Es un ser de relaciones ilimitadas. Cuanto más se relaciona, o sea, sale de sí en dirección al otro, al diferente, a la naturaleza y a Dios, es decir, cuanto más da acogida y amor, más se enriquece, más se adorna de valores, más crece e irradia como persona.

Por lo tanto, es dando como se recibe. Muchas veces se recibe mucho más de lo que se da. ¿No es esta la experiencia atestiguada por tantos y tantas que dan tiempo, dedicación y bienes para ayudar a las víctimas de la hecatombe socioambiental ocurrida en las ciudades serranas de Río de Janeiro, en este triste mes de enero, cuando murieron cientos de personas y miles quedaron sin techo? Este «dar» desinteresado produce un tremendo efecto espiritual que es sentirse más humanizado y enriquecido. Se convierte en gente de bien, tan necesaria hoy.

Cuando alguien que tiene da sus bienes materiales dentro de la lógica de la economía de los bienes espirituales para apoyar a los que perdieron todo y ayudarlos a rehacer la vida y la casa, experimenta la satisfacción interior de estar con quien lo necesita y puede testimoniar lo que decía san Pablo: «hay mayor felicidad en dar que en recibir» (Hch 20,35). Alguien que no es pobre se siente espiritualmente rico.

Existe por lo tanto una relación circular entre el dar y el recibir, una verdadera reciprocidad. Ésta representa, en un sentido mayor, la propia lógica del universo, como no se cansan de enfatizar biólogos y astrofísicos. Todo, galaxias, estrellas, planetas, seres inorgánicos y orgánicos, hasta las partículas elementales, todo se estructura en una red intrincadísima de inter-retro-relaciones de todos con todos. Todos co-existen, inter-existen, se ayudan mutuamente, dan y reciben recíprocamente lo que necesitan para existir y co-evolucionar dentro de un sutil equilibrio dinámico.

Nuestro drama es que no aprendemos nada de la naturaleza. Sacamos todo de la Tierra y no le devolvemos nada, ni siquiera tiempo para descansar y regenerarse. Sólo recibimos y nada damos. Esta falta de reciprocidad ha llevado a la Tierra al desequilibrio actual.

Urge por lo tanto incorporar de forma vigorosa la economía de los bienes espirituales a la economía de los bienes materiales. Sólo así restableceremos la reciprocidad del dar y del recibir. Habría menos opulencia en las manos de pocos y los muchos pobres dejarían de ser carentes y podrían sentarse a la mesa comiendo y bebiendo del fruto de su trabajo. Tiene más sentido compartir que acumular, reforzar el vivir bien de todos que buscar avaramente el bien particular. ¿Qué nos llevamos de la Tierra? Solamente bienes del capital espiritual. El capital material se queda.

Lo verdaderamente importante es dar, dar… y otra vez dar. Solo así se recibe. Y se comprueba la verdad franciscana según la cual «es dando como se recibe» ininterrumpidamente amor, reconocimiento y perdón. Fuera de esto, todo es comercio y feria de vanidades.

http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=421



REGRESAR A PORTADA

Diferentes, no desiguales

Susana Andrade


El 21 de Marzo es el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial y el presente 2011 es el Año Internacional de las y los Afrodescendientes

Desde 1966 cuando Naciones Unidas con el objetivo de renovar su compromiso de trabajar contra el racismo designó la fecha 21 de marzo Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, la comunidad internacional y la propia ONU han creado instrumentos de orden internacional para ayudar a la eliminación del racismo como por ejemplo la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, y más cercanamente la declaración del 2011 como Año Internacional de los Afrodescendientes. Interesante oportunidad para relevar las acciones realizadas y visualizar logros y carencias en el combate a la discriminación racial.

Este día 21 de marzo, quiere recordarnos el propósito de combatir y erradicar el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y todas las formas relacionadas de intolerancia que se llevan a cabo en diferentes partes del mundo.

El surgimiento es motivado porque en esa fecha en el año 1960, la policía disparó contra una manifestación pacífica que se realizaba en Sharpeville, Sudáfrica para protestar contra las leyes de pases del apartheid.

El desafío actual y futuro, es construir puntos de encuentro e integración, propiciar el diálogo entre comunidades o grupos humanos diferenciados, fomentar el respeto a la diversidad cultural como forma de prevenir la discriminación racial y de toda índole. Reconocernos pluriculturales, multiétnicos y compatriotas de la llamada América, y todas y todos en definitiva, habitantes de una sociedad planetaria que necesita paz, acuerdos y contemplación igualitaria de la multiplicidad de derechos humanos para sobrevivir.

Tomando como emblema la conmemoración del Día Internacional contra la Eliminación de toda forma de Racismo, reafirmamos el compromiso en la pacífica batalla por la inclusión de las ciudadanas y los ciudadanos en igualdad de oportunidades sin solapadas o abiertas segregaciones, defendiendo la equidad en el goce de los derechos inherentes a las personas.

Sumamos nuestro esfuerzo reivindicando esta lucha en nuestra sociedad, basados en la necesidad apremiante de erradicar antiguas y nuevas formas de discriminación por condición social, grupo étnico, descendencia o nacionalidad, religión, color de piel y tantas otras condiciones u opciones que determinen la exclusión, la marginalización, la opresión, y por ende, la obstaculización al disfrute pleno de los derechos sociales e individuales.

Los organismos culturales del Gobierno progresista (de Uruguay) , son instrumentos a favor del desarrollo social integral, coherentes con una política estatal de inclusión, pluralidad y democracia como forma de combatir el racismo, la discriminación, la xenofobia y otras formas de marginación, trabajando en diferentes iniciativas atentas a mostrar los beneficios de valorizar la multiculturalidad de la variopinta sociedad uruguaya, promoviendo propuestas democráticas, y a todas y todos sus integrantes como protagonistas naturales de una realidad que nos une.

“El diálogo es posible entre iguales y diferentes, nunca entre antagónicos” Novelista brasileño Moacir Scliar

http://alainet.org/active/45004



REGRESAR A PORTADA

“Calles salvajes”. Una reflexión

Oscar Taffetani  


Los medios de comunicación de masas (y particularmente, la televisión) construyen eso que un pensador dio en llamar presente absoluto: no hay otra cosa que eso que se muestra. Y eso que se muestra, aunque visible, es ininteligible. Pero además, establecer relaciones o continuidades, tal como sucedía en una profética novela de Orwell, está prohibido.

Así, podemos ver en la televisión playera un concurso de “colas” adolescentes, por ejemplo, a cual más sensual o más seductora. Y horas después, la misma pantalla nos alertará sobre un depravado o un violador serial que cuando se retira el sol de la playa (y se empañan las lentes de las cámaras de vigilancia), ataca justamente a las adolescentes. Dos “noticias” distintas. Dos “realidades” distintas.

En el programa “Soñando por Bailar”, equivalente al torneo de ascenso de “Bailando por un Sueño”, se recluta a chicas y chicos que por cualquier circunstancia miden bien en la pantalla (es decir, arrancan odios, amores, aplausos o llamadas a los 0600). Los que pasen de las inferiores a la primera división, tendrán su minuto de fama y su oportunidad. “Vos podés ser una de ellas; o uno de ellos”, es el tácito eslógan. Y un público juvenil muy numeroso compra eso (porque un presente absoluto de estupidez es siempre preferible a un presente absoluto de violencia y de crimen). Sin embargo, allí también está prohibido, so pena de ostracismo y excomunión cultural, establecer continuidades o relaciones.

Pasemos ahora al cine, a ese cine mediado por la TV, y veamos cómo Robert De Niro, haciendo de Al Capone en la película “Los Intocables”, le rompe la cabeza con un bate de béisbol a un traidor de su organización. O veamos cómo Michael Douglas, encarnando a un empleado del Ministerio de Defensa que tiene su “Día de Furia”, le rompe el local a un inmigrante chino de los Los Angeles, también con un bate de béisbol. Luego, veamos al hispano de Hollywood Miguel Sandoval haciendo de Ernesto Escobedo, un narco colombiano, en el film “Peligro Inminente”. Allí también usará un bate de béisbol para descargar su enojo sobre las cosas. Finalmente, escuchemos o veamos en un noticiero -como pasó esta semana- que un grupo de jóvenes alcoholizados bajaron de un automóvil con un bate de béisbol y asesinaron a otro joven alcoholizado en la calle, sin ningún motivo especial, tan sólo porque el bate de béisbol (y el alcohol) les estaban pidiendo acción.

A esta altura del bombardeo, la cabeza de un televidente, alcoholizado o no, es una suerte de coctelera en donde se mezclan realidad y ficción, drogas y violencia, impunidad y crimen. La esquizofrenia (o la locura) de la televisión, arriesgamos, no hace más que expresar la esquizofrenia de un Estado que mata con esa misma mano que debería estar allí para proteger, que hambrea con el pecho con el que debería alimentar, y que deseduca con esos mismos medios con los que debería educar.


LEY SECA Y DESPUÉS

Aunque representada inicialmente en el personaje mesiánico de Carrie Nation (una militante anti-alcohol que destrozaba a palazos las tabernas, al comenzar el siglo veinte), la XVIIIa. Enmienda de la Constitución norteamericana (también llamada Ley Seca) se impuso en 1919 no por motivos religiosos, sino por necesidades del capitalismo industrial. La adicción masiva al alcohol en los más humildes (como compensación de jornadas de trabajo inhumanas), estaba causando una merma sensible en la capacidad de trabajo de los obreros activos y también en ésos que militan en lo que el marxismo llamó “ejército industrial de reserva”, un ejército que garantiza la sobreoferta de trabajadores y consecuentemente la depresión de los salarios. Dicho de otro modo: el alcohol excesivo no era malo porque podía matar a las personas y desintegrar a las familias. Era malo porque comprometía la producción industrial y las ganancias de los empresarios.

Eso sí, la prohibición total generó -no podía ser de otro modo-- un mercado subsidiario de contrabando de alcohol, agregándose a los otros rubros del crimen organizado. Así surgieron gangsters como Al Capone, Lucky Luciano y Dutch Schultz; gangsters que Hollywood no tardaría en aprovechar para su propia industria. 

La XVIIIa. Enmienda (Ley Seca) fue derogada en 1933 mediante la XXIa. Enmienda (Ley Húmeda, para decirlo en broma), que permite el consumo de alcohol dentro y fuera de los hogares de los Estados Unidos.

Este relato que hicimos sobre la Ley Seca viene a cuento de otras leyes más inteligentes y específicas que han debido adoptar distintos Estados occidentales para prevenir la adicción masiva al alcohol, particularmente en los jóvenes, y reducir también así (aunque siga sin actuarse sobre las verdaderas causas) los niveles de violencia y criminalidad.

El último ejemplo que podemos citar, al respecto, es la llamada Ley Antibotellón española, que previene sobre un hábito casi suicida de los jóvenes, en las salidas de fin de semana. (Aunque, repetimos: la causa profunda del escapismo, el malestar y el instinto suicida de una parte de los jóvenes debe verse en la quiebra material y moral del mundo en que viven, antes que en las propiedades del alcohol y de los narcóticos).


RESPONSABILIDAD SOCIAL

La psicóloga argentina Alejandra Lacroze viene desarrollando desde hace tres décadas programas de investigación, divulgación y prevención del alcoholismo, particularmente entre los niños y los jóvenes. Nos permitimos rescatar de una de sus conferencias un par de conceptos que nos ayudarán a leer de otra manera cierta información que (no casualmente) llega dispersa:

“Los jóvenes -dice Lacroze-- son la población más afectada por situaciones de violencia (abuso: físico, sexual , verbal y emocional o abandono), sea como testigos, como víctimas de la agresión o como agresores. Y ciertos entornos aumentan la posibilidad de conductas violentas: es mayor la probabilidad entre varones, durante la noche, en lugares donde se vende alcohol. Se trata de entornos específicos --ambientes de alto riesgo-- y las políticas gubernamentales deberían preocuparse de esto”.

“La prevención -agrega-- debe enfocarse en todas las circunstancias de la vida de los jóvenes. Los problemas aislados no pueden solucionarse sin ‘resolver’ las circunstancias que los rodean. Y en esto el Estado tiene un rol indelegable”.

Ahora, volvamos a esta televisión que supimos conseguir. En una de las grillas en donde se anuncia la programación de otoño, aparece “Calles salvajes”, un reality de América TV animado por el actor-periodista Martín Ciccioli, quien suele internarse en barrios peligrosos, a horas peligrosas, para hacer que los auténticos protagonistas se muestren y expresen, sin cortapisas ni censura.

En ediciones anteriores de “Calles Salvajes”, público de distintas edades ha podido ver cómo muchachas alcoholizadas son retiradas de los boliches e introducidas en automóviles que parten con rumbo desconocido; o cómo un borracho joven se pelea con otros y es golpeado hasta quedar tendido en la vereda, todo sin que la patrulla policial presente haga otra cosa que contemplar la escena, de un modo casi budista, o llamar por handy a una ambulancia, cuando la pelea terminó y hay manchas de sangre en la vereda.

“Martín Ciccioli -dice el avance televisivo- recorre las calles para mostrar cada semana lo que ocurre, con los mejores informes. Porque si pasa en las calles, pasa en Calles Salvajes”.

Volvamos ahora a la reflexión del comienzo y preguntémonos si nuestros medios de masas --y particularmente, la televisión-- no podrían hacer algo más que “mostrar” todo eso terrible que pasa en las calles de la ciudad cuando el Estado, con aviso o sin él, se ausenta.

Inteligir, interpretar, informar, educar, además de entretener. De eso se trata, cuando hablamos de televisión. Resultaría muy sencillo (y muy hipócrita) decir que el Estado “no funciona” y que todo se resolvería si el Estado “funcionara”. Porque todos nosotros --empecemos por los periodistas-- somos responsables de este Estado en mal estado. Y de estas calles salvajes.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5232:calles-salvajes-una-reflexion&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106

Reformar o transformar

Juan Almendares


" la educación es una liberación, la pedagogía una forma de producir la libertad, y tanto la educación como la pedagogía han de preocuparse no de lo disciplinar o producir saber, sino de transformar sujetos. No producir sujetos, sino llevarlos a procesos de transformación de su propia subjetividad". Michel Foucault
 

En la serie de artículos que comienza con éste abordaré desde una perspectiva crítica las ideas o prácticas acerca de reformar o transformar. Ambas son ampliamente utilizadas en las políticas agrarias, educativas y de salud.

El enfoque es sencillo, sin ostentación ni adornos. No obstante de lo complejo de la temática; se parte de una realidad concreta: la situación de Honduras después del golpe militar del 28 de junio del 2009. La complejidad no implica un sentido abstruso del problema; es más bien una trama o tejido que vamos a desenredar mediante la reflexión, la crítica y la praxis social, siguiendo varios caminos en el laberinto del pensamiento y de la misma realidad.

Existe una diferencia significativa entre reformar o transformar. El primer vocablo significa modificar algo en una sociedad sin cambiar cualitativamente la estructura del sistema social existente. En otras palabras es cambiar aparentemente la forma o sea la configuración exterior de un gobierno en nombre de la democracia cuyo contenido es la desigualdad y la injusticia social.

Hablamos de un cambio aparente de la forma porque un cambio fundamental de ésta implica desde luego modificar el contenido. La forma y el contenido constituyen una unidad dialéctica.

La reforma puede constituir un cambio cosmético en el proceso social; sin embargo en ciertas circunstancias puede ser el preludio de una transformación social más significativa.

Transformar es ir más allá de la forma, es decir un cambio cualitativo o cambiar la esencia de las cosas; llegar a la estructura misma de los procesos. Por lo anterior una cosa es reformar un sistema y otra cosa es transformarlo. Ser reformista es gestar cambios sociales sin cambiar el sistema en que éstos, de manera amañada, se sustentan.

En consecuencia es diferente una posición que contribuya a la reforma agraria, educativa y de salud, sin cambiar las relaciones de poder en Honduras y otra es la transformación del agro, la educación y la salud que obviamente toca los intereses de clase y la lógica del capital mercantil, agroindustrial y financiero internacional articulado a una oligarquía nacional afianzada en las armas, la manipulación socio-educativa y el poder financiero.

Cuando las personas (sujetos)o grupos sociales (clases, colectividades o comunidades) toman conciencia de su realidad histórica y social; se organizan, movilizan, resisten y participan en el cambio de la forma y esencia de la estructura del sistema económico, político, ideológico y cultural dominante. Por lo tanto se convierten en sujetos históricos y políticos que transforman la realidad y se transforman a sí mismos.

Por el contrario cuanto se es conformista con el orden de las cosas, se adopta una posición neutra, indiferente y/o cómplice con la injusticia ocasionada por la clase dirigente y dominante. En esta última situación los sujetos son los ciudadanos defensores de las leyes que gobiernan la acumulación histórica del capital y participan en forma activa o pasiva en las violaciones al derecho a la vida y a la dignidad histórica de nuestros pueblos.

Hemos aprendido en los talleres colectivos de Amigos de la Tierra Internacional que los procesos de justicia climática y ambiental no están separados de las luchas de los movimientos sociales y que esta articulación es esencial para lograr la transformación local , nacional , regional y mundial En marco del contexto, la coyuntura, planes a corto plazo y la estrategia política para lograr los objetivos y metas trazados se requiere la organización , la resistencia la movilización para reformar o transformar las situaciones o procesos que las comunidades o los pueblos históricamente se plantean.

Nuestra invitación a la reflexión crítica parte de la realidad histórica, del proceso de lucha de los pueblos por lograr la satisfacción de las necesidades materiales, culturales y espirituales, basada en el respeto a la soberanía y defensa de los derechos humanos y planetarios.

El desafío se fundamenta en una pedagogía revolucionaria donde no hay profesores ni alumnos y se conjugan el saber, la sabiduría y el conocimiento. Es necesario ser el compañero o la compañera más sencilla y humilde en la construcción de una nueva sociedad.

Al sufrir Honduras por la ocupación militar estadounidense, las profundas diferencias sociales y la acelerada violencia estructural financiadas por el capital internacional, se requiere el amor y la solidaridad con nuestro pueblo y todos los pueblos de América Latina.
 
Comprender que la flexibilidad basada en principios y el amor humano y planetario nos alejan de la rigidez fosilizada, característica de las posiciones dogmáticas y sectarias. La transformación de Honduras será más real mediante la unidad de todas las fuerzas patrióticas.
 
El Frente Nacional de Resistencia Popular es la Fuerza más significativa en este momento histórico posterior al golpe de estado militar. Contribuyamos a fortalecerlo y a convertirlo creativamente en la fuerza principal transformadora de Honduras. En este momento histórico debemos asumirlo como un compromiso ineludible.
 
Tegucigalpa. Marzo. 2011.

http://alainet.org/active/45039


REGRESAR A PORTADA

domingo, 6 de marzo de 2011

Mesas de convergencia para una salida social a la crisis

Estimado amiga y estimada amigo;

Un grupo de personas preocupadas por la situación política y por las amenazas que se ciernen sobre sectores cada vez más amplios de la población sentimos la necesidad de tomar la iniciativa. Pensamos que ha llegado el momento de impulsar un proceso de acercamiento y convergencia de todos los sectores y sensibilidades de la izquierda para ir conformando una respuesta unitaria y eficaz a la situación que vive nuestro país de países.

Nuestra pretensión es muy abierta pero muy clara. Estamos convencidos de que es imprescindible promover la más amplia confluencia de fuerzas de la izquierda social y política frente a la ofensiva neoliberal que estamos sufriendo. Esta ofensiva probablemente no va a remitir en los próximos tiempos sino todo lo contrario.

Creemos que es necesario ir construyendo consensos para definir valores y políticas que permitan defender el bienestar colectivo, la justicia social, el desarrollo sostenible y las libertades democráticas en estos momentos críticos que estamos viviendo. Es sólo un comienzo pero un comienzo necesario para empezar a articular una contraofensiva al neoliberalismo dentro del actual panorama de la izquierda en nuestro país.

Para darle el primer impulso a este proceso, aprobar el programa mínimo antineoliberal y lanzar el proceso de conformación de mesas para la convergencia ciudadana en todo el Estado, hemos convocado una Asamblea el próximo día 19 de febrero a las 11.00 horas en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid, Calle Lope de Vega nº 40.

Somos conscientes de que una convocatoria de este tipo no es muy frecuente. Pero existe una posibilidad real, hasta ahora tenida por imposible, de que se produzca una regresión dramática de las conquistas sociales, democráticas y culturales de los últimos treinta años. Está en juego, además, la propia existencia de la izquierda como actor político relevante. Por ello confiamos en tu responsabilidad y en tu generosidad en unos momentos tan importantes como los que estamos viviendo.

Un saludo cordial


El grupo promotor de la iniciativa

Almudena Grandes, Ariel Jeréz, Armando Fernández Steinko, Begoña San José, Carlos Berzosa, Carlos Martínez, Carlos Ruíz, Diosdado Toledano, Enrique de Santiago, Francesc Matas, Francisco Fernández Buey, Gaspar Llamazares, Ignacio Ramonet, José Luis Sanpedro, José Manuel Naredo, Juan Ramón Capella, Juan Torres López, Luis García Montero, Manolo Monereo, Marcos Roitman, Mari Angels Martínez Castells, Maria José Saura, Miguel Riera, Pablo Iglesias, Pascual Serrano, Pedro Montes, Rafael Pillado, Ramón Zallo, Ricardo García Zaldívar, Roberto Viciano, Rosa Cañadell, Rosa Regás, Salce Elvira, Teodulfo Lagunero, Vicenç Navarro, Xosé Manuel Beiras.

http://mesasdeconvergencia.wordpress.com/


ADHESIONES

http://mesasdeconvergencia.wordpress.com/firmantes/

mesasdeconvergencia@gmail.com


REGRESAR A PORTADA

domingo, 20 de febrero de 2011

¿San Mao?

Eloy Roy


Aunque bien enterado de los pecados gordos de Mao Zedong, el buen pueblo chino le conserva hasta hoy un sincero cariño. En el corazón de la capital, desde la puerta monumental de la antigua ciudad imperial, un cuadro gigante con el retrato de ese hombre responsable de la tortura y muerte de millones de personas, sigue presidiendo la vida de la China. No hay ciudad importante en el país que no lo tenga presente por medio de una enorme estatua blanca que parece de mármol o algo por el estilo. Su efigie se encuentra en todas las casas que se respetan. Y si, en ciertas partes del mundo, los autos usan estampitas plastificadas del Sagrado Corazón o de San Cristóbal para inmunizarse contra los accidentes, en la China son los medallones con la cara de Mao los que desempeñan esa importante función. A Mao, mucho se le ha perdonado, ¿por qué?

Dicen sus admiradores que se le perdona todo a Mao porque logró sacar de la miseria absoluta a la inmensa masa de los pobres de China. Y sobre todo porque Mao nunca se aprovechó del formidable poder que tuvo para hacerse rico o para hacer rica a su gente.
La Biblia dice que aliviar la miseria de un pobre borra los pecados (Si 3, 30). Parece que por eso los chinos, que no conocen la Biblia pero tienen un gran sentido común, han canonizado a Mao. Las guerras de Bush, por ejemplo, si al menos hubieran servido para aliviar la miseria de los pobres, tal vez se las podríamos perdonar…

Para mí no hay guerras buenas; todas las guerras son feas y las odio a todas. Pero si nosotros, los seres humanos todavía muy infraevolucionados, no podemos vivir sin guerrear; si por desgracia tenemos que seguir siendo cazadores, depredadores e insaciables carnívoros, que al menos nuestras guerras sirvan una causa buena, digo yo, como acabar con el hambre en el mundo y ponerle un alto a la devastación de la Madre Tierra.

En un gran esfuerzo de humanización de la violencia, los caballeros de capa y espada del medioevo concibieron el ideal de pelear, e incluso matar, por la defensa de la viuda y del huérfano, y a Robin Hood le pareció bueno robar a los grandes ladrones para dar de comer a los pobres. ¿Acaso, sería tan descabellado rescatar para nuestra cultura moderna ese viejo ideal caballeresco, en lo posible sin las flechas, las espadas, las pistolas o las bombas? Y si no, ¿no sería ya una gran mejora si nos entrenáramos a encauzar nuestros instintos de matadores así como nuestros misiles hacia algo más positivo que seguir engordando a los gordos y acabando con los pedacitos sanos que le quedan todavía al planeta?

http://todoelmundovaalcielochina.blogspot.com/2010/05/san-mao.html

 

La culpa la tienen los pibes

Oscar Taffetani   


Una de las rutas más importantes del narcotráfico, en la actualidad, copia el itinerario que hace cuatro siglos seguía el oro de América: se inicia en Perú, Bolivia, Brasil y el Paraguay, baja acompañando los ríos hacia la Argentina y el Uruguay, luego cruza el Atlántico hasta la costa meridional de África y desde ahí llega a los puertos y aeropuertos de Europa, donde la droga es fraccionada y vendida a un público exigente y con alto poder adquisitivo.

Por eso, a muchos nos resultó disparatada la hipótesis del ministro Randazzo de que los 944 kilos de cocaína hallados en Barcelona el Día de Reyes, en un avión sanitario procedente de Buenos Aires, habían sido cargados durante una escala de la nave en Cabo Verde. Y sí resultó razonable la hipótesis de la ministra Garré de que la droga fue cargada en una base aérea argentina (con las responsabilidades que implica, a nivel de gobierno y de fuerzas armadas).

El del avión sanitario no fue el único contrabando de drogas descubierto este mes. En Estanislao del Campo, Formosa (el mismo pueblito donde el doctor Esteban Maradona decidió consagrar su vida a los Qom) se encontraron 700 kilos de cocaína junto a una pista de aterrizaje clandestina. El titular del predio y de la pista, apodado Palmita, revistaba como edil del partido de gobierno en la capital formoseña (desconocemos si gozaba de inmunidad parlamentaria).

Siempre en enero y tan sólo cambiando de estupefaciente, mencionemos los 712 kilos de marihuana decomisados a la altura de Las Palmitas, también en la provincia de Formosa. La droga viajaba oculta en los techos de dos transportes de pasajeros procedentes del Paraguay.

La intercepción de grandes cargamentos de droga que se desplazan por rutas aéreas, fluviales y terrestres de nuestro país, habla de una gigantesca red de tráfico que involucra a funcionarios del Estado, organismos policiales y de seguridad, instituciones empresarias, bancos que lavan el dinero y distinta clase de organizaciones civiles. Dicho de otro modo: lo más cínico y perverso de este negocio es su legalidad, todo lo que hace a la luz del día, y no su ilegalidad y lo que hace en las sombras.


GALILEO Y EL CAPITALISMO

“Alrededor del papa -dice Brecht en un poema- giran los cardenales. / Alrededor de los cardenales giran los obispos. / Alrededor de los obispos giran los secretarios. / Alrededor de los secretarios giran los regidores. / Alrededor de los regidores giran los artesanos. / Alrededor de los artesanos giran los sirvientes. / Alrededor de los sirvientes giran los perros, las gallinas y los mendigos…”

La tesis de Galileo Galilei sobre el sistema solar (que la Iglesia se demoró algunos siglos en aprobar) podría aplicarse analógicamente a otro tipo de sistemas que nos rigen. Si ponemos en el centro, a la manera marxista, el Capital, tendremos en la órbita inmediata las grandes empresas trasnacionales; luego, los Estados nacionales que las sirven; después, los gerentes, abogados y administradores; a continuación, los funcionarios de seguridad y el aparato represivo; y finalmente, los trabajadores. Después de los trabajadores habría una masa incalculable de seres humanos sin trabajo ni medios de vida, que no alcanza a orbitar alrededor del Capital, aunque mantenga intacta su capacidad de soñar.

Y si llevamos la doctrina de Galileo al mundo del narcotráfico, colocando la cocaína (como alguna vez fue el opio) en el centro de la escena, tendremos a los distintos actores, consumidores y víctimas del negocio en círculos concéntricos, con diferentes grados de poder, riqueza y degradación moral y material. En una de las últimas órbitas del sistema está la pasta base de cocaína -el paco- que es estirado y aumentado de mil maneras para hacerlo accesible a los consumidores más pobres y desesperados. Así, la droga -uno de los jinetes capitalistas del apocalipsis- cuenta sus doblones de oro, sus euros, sus dólares, sus pesos y sus centavos, hasta la última vida y el último suspiro, cada día.


UN PLAN PARA LOS BABY-SICARIOS

En Colombia, ese hermoso país de selvas y montañas habitadas por gente maravillosa, el narcotráfico y el poder económico trasnacional han hecho estragos, minando la salud del pueblo y comprometiendo el futuro de sus hijos. Hay pibes colombianos que comienzan a trabajar a los 9, haciendo de campaneros, de mensajeros y repositores de armas y munición de los narcos. A los 13, en lugar del tiple de antaño, les ponen una pistola en la mano y los convierten en sicarios (“baby-sicarios”, tituló cierta prensa), que matarán por encargo. A los 16, si llegan a esa avanzada edad, podrán acceder a otro círculo del negocio, con más responsabilidad y algunos pocos privilegios.

El caso colombiano -cuyas secuelas aún no terminan- viene a cuento del caso argentino, de nuestro caso, donde sin importar las estadísticas y los datos fieles de la realidad los medios masivos compiten por hallar el monstruo de la semana o el crimen más horrendo, para arrojarlos al rostro de funcionarios, de candidatos y de funcionarios-candidatos, señalando o insinuando algún chivo expiatorio para que los dioses, esos dioses perversos que gobiernan nuestro destino, dejen de castigar a la Argentina, a esta pobre Argentina con tanto para dar, con todos los climas, con sus talentos y sus cosechas récord, esta querida Argentina que asesina a miles de niños por hambre, por enfermedad o desprecio, cada año, cada campaña sojera, cada temporada turística, cada ejercicio fiscal.

Y así, mientras las llamas (y las balas y las leyes) consumen en la pira mediática a la víctima del día, el verdadero Ogro, el verdadero malo de la película, permanece oculto a los ojos de la sociedad y neutraliza cualquier intento de cambio.

Pedir un plan especial para los niños sicarios de Colombia, sería una manera hipócrita de pedir que todo siga igual. Bajar la edad de imputabilidad de los menores en la Argentina, como receta para combatir el crimen organizado, tendría ese mismo nivel de hipocresía.

Aunque todo puede ocurrir, en este horroroso mundo tan crecido y tan adulto que cada vez que se siente amenazado, de un modo infantil, le echa la culpa a los pibes.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5016:la-culpa-la-tienen-los-pibes&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106


REGRESAR A PORTADA

Los monocultivos del hambre

Ernest Cañada


Entrevista a Peter Rosset, coautor de uno de los libros ya clásicos en la literatura sobre desarrollo, Doce mitos sobre el hambre.

La historia muchos países del sur, desde los tiempos de la colonización hasta la actualidad, ha estado marcada por la producción para la exportación. Nicaragua es un ejemplo más, tal vez paradigmático, de este modelo basado en los monocultivos. Algodón, plátanos, azúcar, café, son algunos de los principales productos que han marcado la historia de este pequeño país centroamericano. La imposición de este modelo de producción, al servicio de los intereses de las grandes compañías transnacionales y de las oligarquías locales, ha supuesto la vulneración de la soberanía alimentaria del pueblo de Nicaragua y ha tenido consecuencias gravísimas para las condiciones de vida y salud de sus trabajadoras y trabajadores, así como en el medio ambiente. Frente a este modelo, desde las organizaciones campesinas, se plantea la soberanía alimentaria como una estrategia alternativa, basada en la defensa de la economía familiar campesina y en la producción de alimentos para mercados locales y nacionales. En este contexto el consumidor urbano puede ser un aliado estratégico, aunque el debate sobre el consumo responsable y el comercio justo no deja de ser contradictorio.

Sobre todas estas cosas hablamos en Oaxaca, México, con Peter Rosset, experto en agroecología, miembro de la Red de Investigación-Acción sobre la Tierra y uno de los principales asesores de Vía Campesina. Es coautor de uno de los libros ya clásicos en la literatura sobre desarrollo, Doce mitos sobre el hambre. Durante los años ochenta Peter Rosset vivió seis años en Nicaragua, en tres periodos diferenciados, siempre en tareas relacionadas con la agricultura. Aprovechamos la entrevista concedida para el documental Cosechas amargas, producido Agora Nord / Sud, un consorcio de ONG catalanas entre las que se encuentra Entrepueblos o Veterinarios sin Fronteras, para profundizar en algunos de los temas que ahí quedaron planteados.

- Peter, empecemos por definir qué entendemos por soberanía alimentaria, marco de referencia fundamental del actual debate sobre la agricultura y la alimentación. .

La soberanía alimentaria es el derecho de todos los pueblos a poder definir su propio sistema de producción, distribución y consumo de alimentos. Es el derecho de los pueblos rurales a tener acceso a la tierra, a poder producir para sus propios mercados locales y nacionales, a no ser excluidos de esos mercados por la importación hecha por las empresas transnacionales. Y también es el derecho de los consumidores a tener acceso a alimentos sanos, accesibles, culturalmente apropiados con la gastronomía, la historia culinaria de su país y producidos localmente. Si un país no es capaz de alimentar a su propia gente, si depende del mercado mundial para la próxima comida, estamos ante una situación profundamente vulnerable. Vulnerabilidad frente a la buena voluntad de las superpotencias o las fluctuaciones del mercado. Por eso hablamos de soberanía.

- ¿Cómo se ha ido erosionando históricamente la soberanía alimentaria?

Antes de la colonización todas las culturas del mundo eran soberanas alimentariamente, o sea, producían lo que consumían. Fue con la llegada de la Colonia que las mejores tierras de todos los países del sur, las tierras que antes producían alimentos para las poblaciones locales, se convirtieron en plataformas de exportación. Ya no producían alimentos para la población local sino que se dedicaron a producir productos agrícolas para mercados lejanos. Progresivamente la producción de alimentos y las poblaciones campesinas fueron desplazadas de las tierras planas, las tierras con lluvias, las tierras fértiles, hacia zonas cada vez más marginales para la producción.

- ¿Qué relación existe entre los monocultivos de exportación y la soberanía alimentaria?

El principal atentado histórico contra la soberanía alimentaria ha sido el monocultivo. Un modelo basado en enormes extensiones dedicadas a un solo cultivo, orientado hacia la exportación. Históricamente los países del Sur, sus pueblos, han perdido su capacidad de alimentarse, porque las mejores tierras se destinan cada vez más a la exportación.

- Pero, ¿de qué manera se articulan los distintos monocultivos?

El crecimiento de un producto de exportación en un determinado territorio desplaza al sector campesino, provocando una situación de crisis social. Este sector es absorbido, por un lado, por la frontera agrícola y, por otro, por la generación de empleo en el siguiente monocultivo. Llega un cultivo cuando el precio está alto, desplaza a parte de la gente de la zona, pero luego, debido a la sobreproducción a nivel internacional, se desploman los precios y los trabajadores quedan sin empleo. A la vez, la tierra se vuelve más barata debido a la caída de los precios. De este modo se crean las condiciones para invertir en el siguiente “boom”: mano de obra barata y tierra accesible.


EL CASO DE NICARAGUA

- Nicaragua sería un buen ejemplo de lo que ha ocurrido en muchos países del Sur con la imposición de este modelo agroexportador.

Así es, empezando por la implantación de los monocultivos en los tiempos de la colonización y terminando, hoy en día, con el monocultivo de la agroempresa, del agronegocio. Durante la Colonia lo primero que se impuso fue el cacao y el añil. Después de la Independencia, el café, la caña de azúcar, el plátano, la ganadería y el algodón. Cada uno de esos cultivos de agroexportación fue tomando un pedazo del territorio nacional, zonas con suelo fértil. Progresivamente se fue excluyendo a la gente de esos territorios, primero de una zona, luego de otra, sin más alternativa que convertirse en jornaleros agrícolas, mal pagados, con trabajo únicamente dos o tres meses al año. O bien marchar hacia la frontera agrícola, tumbando bosques y sembrando maíz y fríjol, hasta la incorporación de esos terrenos en el siguiente cultivo de agroexportación.

En Nicaragua, igual que en un sinnúmero de otros países, es precisamente donde abundan los recursos naturales, como la tierra o el agua, donde existe una mayor pobreza, porque fueron estos lugares tan productivos los que fueron el objeto de la conquista, de la colonización. Los pueblos que antes gozaban de esos recursos, por ese mismo proceso histórico, acabaron excluidos de su propia riqueza. Como dice Eduardo Galeano “los países pobres, son pobres porque son ricos”. Fue su riqueza de recursos lo que atrajo a los colonizadores, la misma que hoy en día atrae a las empresas transnacionales. Es este proceso el que genera la exclusión social y pobreza en medio de la riqueza.

- Sin embargo, Nicaragua pasó por una "revolución popular", ¿en qué medida esta particular historia alteró el desarrollo del modelo agroexportador?

Bueno, en alguna medida el modelo agro-exportador tuvo que ver con la Revolución Sandinista. Fue precisamente la exclusión social generada por la caña de azúcar en algunos lugares, por el algodón en otras, por café en la montaña, lo que dejó a la gente sin salida. En ese sentido se puede trazar una línea directa entre la expansión del monocultivo y el malestar que llevó a la insurrección.

Ahora, uno se debe preguntar si la Revolución logró o no cambiar este modelo basado en el monocultivo de exportación cultivado en grandes áreas. Mi opinión es que no. El gran talón de Aquiles de la Revolución fue su incapacidad de cambiar realmente la estructura agraria del país. A pesar de la reforma agraria, las áreas de agroexportación fueron protegidas, tanto si eran fincas estatales como si se trataba de explotaciones de una parte la burguesía que no huyó del país. De alguna manera u otra, se mantuvieron las grandes áreas dedicadas al algodón, la caña de azúcar, la ganadería, el café y la reforma agraria acabó realizándose en los márgenes. Si se hubiera cambiado esta estructura de agroexportación tal vez la Revolución aún perduraría, porque el coste de su mantenimiento fue la progresiva pérdida de apoyo de su base social en el campo, precisamente por su incapacidad de cambiar dicho modelo.


IMPACTOS ECOLÓGICOS Y EN LA SALUD HUMANA

- Una de las consecuencias más negativas de este modelo de agroexportación ha sido su impacto ecológico. El caso del algodón en Nicaragua resulta revelador.

Cuando el algodón llegó a Nicaragua en los años cincuenta encontró tierras fértiles, tanto por la calidad del suelo como por las pocas plagas existentes. Al principio sólo dos o tres especies de insectos atacaban al algodón. En ese momento ya había llegado el DDT y los agricultores lo aplicaban una, dos o tres veces como máximo. Pero rápidamente su uso eliminó la biodiversidad benéfica, o sea otros insectos que eran depredadores de las plagas de algodón y de aquellos que potencialmente podían llegar a serlo. La consecuencia fue el incremento en la diversidad de plagas. En los años ochenta la situación era realmente grave con la existencia de más de quince especies de plagas y la aplicación de insecticidas de cuarenta a sesenta veces por ciclo agrícola.

Además, el suelo, que originariamente era muy fértil en esa zona, quedó destruido por el sobreuso de maquinaria pesada y la falta de rotación de cultivos. El algodón llegó al fin de su ciclo dejando un área devastada: suelos erosionados, sin árboles, tormentas de polvo, insectos resistentes a los químicos, olor a plaguicidas por todos lados, una destrucción ecológica casi absoluta.

- Pero este tipo de impacto no es exclusivo del algodón, más bien parece el patrón de un modelo concreto de producción agropecuaria. Consecuencias similares ha tenido el banano.

Así es, el banano en Nicaragua ha supuesto una destrucción ecológica comparable a la del algodón. Después de producir banano de modo intensivo durante dos o tres décadas cualquier territorio queda inservible: se reorganiza y nivela la topografía de la zona; el suelo queda contaminado por el uso intensivo de fungicidas. La falta de rotación de cultivos incrementa las plagas, que se vuelven incontrolables, y entonces se aplican cada vez más productos y cada vez más tóxicos. Este fue el caso del nemagón, uno de los más tóxicos, y que se utilizó con una frecuencia y dosis peligrosamente altas.

- En el caso de las bananeras, los impactos en la salud humana, por el uso intensivo de plaguicidas como el nemagón, han resultado especialmente graves, con miles de trabajadores afectados.¿Qué responsabilidad cabe atribuir a las empresas en el uso de estos productos?

En el caso de Nicaragua, la industria bananera es particularmente irresponsable. Cuando el nemagón empezó a utilizarse de forma intensiva ya se conocía su terrible impacto entre los trabajadores de Costa Rica, entre los que produjo graves problemas de esterilidad. Hubo rumores de que cuando se logró prohibir en Costa Rica las empresas exportaron este producto hacia Honduras y Nicaragua, donde todavía no había sido prohibido. O sea, que ya sabían los problemas que provocaba y no les importó.

- Algo similar ha ocurrido con los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar, donde hoy a consecuencia de la aplicación de plaguicidas encontramos gran cantidad de trabajadores afectados por la creatinina, provocando insuficiencia renal crónica. ¿Pero no podía haberse manejado de otro modo su producción?

Es lamentable que la caña de azúcar haya tenido impactos tan graves para el medio ambiente y la salud humana, cuando es un cultivo de facilísima producción ecológica. Las plagas fácilmente se controlan biológicamente como se está haciendo en Cuba y el problema de la fertilidad del suelo se resuelve fácilmente con la simple rotación de cultivos. En Nicaragua, las grandes familias productoras de caña, no aplicaron esas técnicas, provocando una destrucción ecológica innecesaria y un problema de salud gravísimo para los trabajadores, totalmente innecesario también.


VULNERABILIDAD ECONÓMICA

- El café, sin embargo, no parece haber tenido impactos tan graves a primera vista, pero la especialización productiva en este otro tipo de monocultivo no parece tampoco una alternativa muy adecuada. ¿Qué problemas específicos encontramos en el monocultivo de café?

En el caso del café, como en otros monocultivos de exportación, la tendencia del mercado global empuja hacia la sobreproducción y la caída de precios. Sin embargo, durante décadas su precio se mantuvo más o menos estable porque existía un acuerdo internacional entre países productores y exportadores que garantizaba una negociación de precios que no resultaba ni tan caro para los consumidores ni tan bajo para los productores. Sin embargo, en los ochenta, el principal país importador, Estados Unidos, conspiró con el país principal productor, Brasil, para quebrar el acuerdo. Desde ese momento entraron en juego las leyes del mercado: sobreproducción, acelerada con la introducción de Vietnam como gran productor a nivel internacional, y desplome de los precios.

- ¿Y qué consecuencias tuvo ese desplome de los precios del café en Centroamérica?

La caída del precio del café ha provocado mayor pobreza. Mucha de la población rural de la región dependía de los pocos pesos que podían ganar en la época de su cosecha. Aunque uno tuviera su propia parcelita, ésta resultaba insuficiente para mantener a la familia y el trabajo en el café, aunque pequeño, era lo que permitía a la familia no morirse de hambre. Cuando se desplomaron los precios, los grandes productores prefirieron abandonar sus cafetales antes que contratar mano de obra estacional. De este modo, toda esa gran masa campesina que dependía de dichos ingresos para completar el año, se quedaron sin ellos, provocando unos niveles de miseria y hambruna como no se habían visto en crisis anteriores.

- Esta especialización supone una situación de enorme riesgo…

El modelo de agroexportación genera una terrible vulnerabilidad, porque hace que el país dependa de la fluctuación de precios en el mercado global de lo que exporta y de la necesidad de importar alimentos de mercados cuyos precios varían. Pobre el país donde se cruzan estos dos factores, una fluctuación para abajo de lo que exporta y una fluctuación para arriba de lo que importa. El resultado es la hambruna.

- Para terminar con el caso de Nicaragua, ¿cuál es el principal legado que le ha dejado este modelo agroexportador?

Lo que ha pasado en Nicaragua es una versión en pequeño de lo que ha ocurrido en muchos otros países. Por un lado, los ciclos de monocultivos de agro-exportación han desplazado, poco a poco, a las masas campesinas de todas las tierras productivas. Han dejado al país sin soberanía alimentaria: si las mejores tierras producen para la exportación, eso significa que el país no tiene recursos para alimentarse. También ha dejado un legado de destrucción ecológica, de degradación de los propios recursos naturales, suelo, agua, biodiversidad, que son necesarios para que haya sustentabilidad de la producción en el futuro.


LAS AMENAZAS A LA AGRICULTURA FAMILIAR CAMPESINA

- Pero la agroexportación no es el único modelo posible.

En la actualidad nos encontramos ante una encrucijada entre dos maneras de concebir la producción de alimentos y la agricultura. Estamos viviendo un choque, una confrontación entre dos grandes modelos sobre cómo utilizar la tierra y cómo producir. Por un lado está el modelo dominante de la agroexportación, del monocultivo de la empresa transnacional, del uso de agrotóxicos, de semilla transgénica, de productos procesados dañinos para los consumidores, llenos de grasas, de azúcar, de sal, de conservantes cancerígenos. Y por otro lado tenemos el modelo campesino de producción de agricultura familiar, con vocación productora de alimentos, cultivados con técnicas mucho más sustentables en términos ecológicos. Desde el movimiento campesino se propone la soberanía alimentaria como paradigma alternativo al modelo agroexportador, partiendo de la base que los pueblos tienen derecho a decidir quién produce, cómo produce y para quién produce. En este momento estos dos modelos se enfrentan, como en una pelea a muerte, en todos los países del mundo, tanto en el Norte como en el Sur.

-¿Cuáles son las principales amenazas que tiene hoy en día la producción campesina?

Fundamentalmente las importaciones de alimentos baratos subvencionados ante los que el campesinado no puede competir; la expansión de nuevos monocultivos de exportación que los desplazan de sus tierras y las políticas neoliberales de privatización de todo lo que es importante para la agricultura, como la tierra, el agua, el crédito o la asistencia técnica.

- ¿Cuáles son esos nuevos monocultivos de agroexportación?

Bueno, una de las nuevas dinámicas de la agroexportación son los cultivos no tradicionales. En general son frutas y vegetales fuera de estación para los países del norte. Por ejemplo, el melón, la col de Bruselas, el maracuyá, el mango. Esos cultivos son de muy alta inversión, intensivos en el uso de agrotóxicos y con precios que fluctúan tanto que la mayoría de los pequeños productores que se metan a esos cultivos acaban quebrando.

- Pero al mismo tiempo la industria maquiladora cada vez adquiere mayor protagonismo como fuente de empleo en las zonas rurales de muchos países del Sur. ¿En qué se parece su funcionamiento al del monocultivo de agroexportación?

La maquila, o sea las fábricas de ensamblaje sencillo, se basa en el mismo tipo de exclusión social que los monocultivos de agroexportación, la cual permite salarios de hambre. Además se alimenta de ese mismo modelo, porque es precisamente la masa campesina expulsada del campo que constituye la mano de obra barata que hace posible la maquila.

- ¿Cómo actúan los organismos multilaterales para favorecer esa dinámica de la agro- exportación y de la agroindustria?

Los organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) o los acuerdos regionales de comercio libre, refuerzan el modelo agroexportador. Por un lado, se impone a los países del Sur la apertura de sus mercados, lo que supone recibir en sus propios mercados productos subvencionados con los que el campesino local no puede competir. Y por otro lado imponen también la privatización de los servicios y bienes que necesitan los campesinos para seguir produciendo.

Alternativa: la agricultura familiar campesina

- Lo que estás planteando es que la alternativa frente a este modelo agroexportador es la agricultura familiar campesina, ¿pero hasta qué punto este tipo de modelo es capaz de garantizar las necesidades de alimentación de una población creciente?

Se ha comprobado que la agricultura campesina, al contrario de lo que dicen determinados "expertos", es más productiva que la agricultura del agronegocio, porque el campesino utiliza más intensivamente su parcela, cultivando múltiples productos. No solo cultiva soja, por ejemplo, sino también maíz, fríjol, calabaza, frutales, cultivos de forraje, tiene cerdos, gallinas, alguna vaca. Pienso que si se generan las condiciones para que la agricultura familiar vuelva a ser viable económicamente, protegiendo el mercado contra las importaciones baratas, pude volver a ser atractiva en términos económicos. Hay muchísima gente en los barrios pobres marginales populares de las ciudades latinoamericanas que quisieran volver al campo. Escapar de la violencia, de los atracos, de los barrios pobres y volver a vivir esa vida en los campos. Yo pienso que existe, con un modelo de soberanía alimentaria, una posibilidad real de repoblar el campo.

- Entonces, ¿consideras deseable esa vuelta al campo de la gente de los suburbios de las grandes ciudades latinoamericanas?

Todo depende de lo que quiera la gente. Mi experiencia en América Latina es que la gente que vive en esos barrios marginales, con pandillas, robos, crímenes, vive con un solo sueño, y ese sueño es volver al campo. Pero a un campo donde tengan su propia parcela, donde puedan producir y ganarse la vida con dignidad.

Sin duda la pequeña finca familiar diversificada es la base de un modelo diferente, de otro modelo de desarrollo rural. Pero también es la clave de la solución de los problemas urbanos. La masa campesina desplazada a las ciudades que no encuentra trabajo es también la que está generando considerables problemas urbanos. En la medida que se haga viable económicamente que esa gente vuelva al campo, se aliviarán también los problemas urbanos.

- De forma paralela a esta situación de crisis social y amenazas a la agricultura familiar campesina asistimos a un fuerte resurgir del movimiento campesino a nivel internacional, cuya principal expresión es Vía Campesina. Una de las principales singularidades de este movimiento es el hecho que se haya articulado en un plano de igualdad entre organizaciones rurales tanto del Norte como del Sur. ¿Cómo se explica este fenómeno?

El problema de la agricultura y la alimentación no puede plantearse en los términos clásicos Norte-Sur, es un problema de modelos. Lo mismo que les pasa a los campesinos del sur, les ocurre a los agricultores familiares del Norte. En ambos casos es un modelo dominante de agroindustria, agroexportación que los desplaza y en cada caso ellos defienden un modelo de agricultura familiar, frente a este modelo dominante.

Es por eso que en este momento nos encontramos con alianzas entre productores del Sur y agricultores familiares de los países del Norte, porque el modelo agroexportador se basa en pagar precios muy bajos a los productores, estén en Estados Unidos o en Nicaragua. Esa es la base para que las grandes transnacionales como Cargille, Parmalat o Nestlé, puedan competir: comprar barato para luego vender caro. Esto ha creado las condiciones para una alianza nueva entre organizaciones campesinas en los países del Sur y organizaciones de agricultores familiares en Europa, Estados Unidos o Japón. Por primera vez las organizaciones campesinas tienen una expresión internacional como es Vía Campesina, que une a los campesinos del Sur con los agricultores familiares de los países del Norte en la lucha contra el modelo agroexportador y contra organismos internacionales como la OMC.


CONSUMIR DE FORMA RESPONSABLE

- ¿Y qué papel se otorga en este otro modelo basado en la agricultura familiar campesina a los consumidores urbanos?

El consumidor debe tener acceso a alimentos en sus mercados locales, producidos localmente. Esto implica fomentar los mercados, ferias de agricultores para que el consumidor tenga acceso a un producto fresco sano, accesible, producido localmente de acuerdo con sus tradiciones culinarias.

- ¿Qué puede hacer la gente de los países del Norte comprometida con ese modelo?

Lo primero es entender que el modelo dominante agro-exportador no sirve ni a los intereses de la gran mayoría de la población en el Sur ni la del Norte. Se trata de un modelo excluyente tanto en una parte como en la otra. En Europa cuatro mil familias campesinas pierden su tierra todas las semanas, en el viejo continente cada tres minutos se pierde una explotación agrícola. La comida basura cada vez contiene más grasa, sal, azúcar, cancerígenos, que están provocando problemas de salud graves. Entonces tenemos que empezar por entender que nos conviene aliarnos con los movimientos campesinos del Sur para cambiar el modelo de agricultura y de alimentación en este mundo.

- Y una vez entendido eso, ¿cómo actuar en nuestro consumo cotidiano de alimentos?

Debemos empezar por pensar qué estamos comprando, y no comprar sin pensar. Es necesario informarse y pensar si lo que estamos comprando es de un productor local o de una transnacional que desplazó a productores locales en otro país para traer ese producto. Igualmente, ¿cómo se produjo ese producto?, ¿con plaguicidas agrotóxicos, destrucción del suelo y la biodiversidad? ¿O con métodos ecológicos sustentables? Debemos reflexionar si ese acto de consumo está reforzando la agricultura campesina, familiar, sustentable, o bien si la está destruyendo.

- ¿Qué criterio crees tú que debería tener en cuenta un consumidor cuando va a comprar productos alimenticios?

El criterio más importante para el consumidor que quiere cambiar el mundo es el consumo local. De esta manera apoya a los agricultores familiares de su propio país y no perjudica a los campesinos de otro país. Si uno, desde Europa o los EEUU, consume uvas importadas de Chile, fuera de estación, o melón importado de El Salvador o Nicaragua, fuera también de estación, lo que está haciendo es apoyar un modelo excluyente. Porque no es el pequeño campesino quien produce ese alimento, sino la gran empresa transnacional. Si uno deja de consumir ese tipo de producto de la transnacional y en cambio prioriza el consumo de un producto local, de un agricultor familiar, cercano, uno deja de perjudicar a los productores de otro país y comienza a apoyar a los productores familiares del propio país de uno.

- Sin embargo, algunas ONG como Oxfam, por ejemplo, con su campaña “Comercio con Justicia” han planteado la discusión como si lo más importante fuera el acceso a los mercados del Norte...

Lamentablemente hay mucha confusión en el debate sobre alimentos y comercio. Hay muchos que querrían que pensáramos que comprando un producto de Argentina, Nicaragua, Ghana, o la India, estamos apoyando al pueblo campesino de esos países, cuando la verdad es todo lo contrario. Al comprar el producto de agro-exportación estamos apoyando directamente un modelo de exclusión social. Para los campesinos del Sur es mucho mejor que dediquemos mayores esfuerzos en apoyar a nuestros propios agricultores locales, comprándoles a ellos. No se puede seguir creyendo en el mito de que lo que resuelve problemas en el sur, es abrir los mercados del norte. Esto es una falacia. Lo que necesitan los países del Sur es poder cerrar sus propios mercados a las exportaciones subvencionadas de los países del Norte y poder subvencionar su propia agricultura local, para cubrir sus necesidades locales y nacionales de alimentación.

-¿Qué papel puede jugar entonces el comercio justo?

Depende de cómo entendamos el comercio justo. De hecho, existen diversos modos de concebirlo. Uno pone el acento en el mercado internacional cuando, por ejemplo, compramos café importado producido en otro país y pagamos un poco más con la idea de que el productor reciba una mejor retribución. El otro concepto de comercio justo tiene que ver con el mercado local: compramos a productores locales sin intermediario y así el productor recibe más, aplicando la misma lógica en los países del Sur. Yo me identifico con este segundo concepto de comercio justo que considera necesario que cada productor tenga un mercado local y que los consumidores puedan comprar a productores locales.

Lo del comercio justo en el mercado global es útil como herramienta de sensibilización a los consumidores del Norte porque obliga a pensar nuestras opciones de consumo. Pero a fin de cuentas no resuelve los grandes problemas estructurales, en la medida que sigue dentro del mismo modelo agroexportador, con mejores precios, pero sin cambiar esa estructura en la que las mejores tierras se dedican a la exportación y no a la producción de alimentos.

- Sin embargo, hay algunos productos que no se pueden producir en la mayoría de los países del Norte.

Bueno, este otro concepto de comercio justo en el ámbito internacional tiene también sentido para productos tropicales como el café o el cacao, que no se producen en el Norte. En ese sentido es claro: siempre va a haber comercio internacional y es mejor que haya precios más justos. Sin embargo, tampoco deberíamos reforzar demasiado la idea de que países del sur tienen que dedicarse básicamente a la producción de esos productos, porque en realidad, lo más importante es que ellos produzcan lo que consumen y que tengan la posibilidad de crear mercados locales nacionales dentro de su propio territorio.

- Pero no todo puede hacerse desde el consumo. Nuestro consumo es un aspecto más de la lucha contra el modelo dominante de agroexportación.

Para cambiar las estructuras injustas del sistema de alimentación y agricultura, se necesita, primero, entender cómo funciona este mundo; segundo, pensar cuando consumimos y actuar consecuentemente y, tercero, convertir ese pensar en acción. La movilización social es la única fuerza capaz de cambiar estas estructuras.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=27177


REGRESAR A PORTADA

lunes, 7 de febrero de 2011

Amar la pobreza

Pep Castelló


El gran reto del siglo XXI es aprender a amar la pobreza. Tenemos información más que suficiente para saber que los peores males le vienen a la humanidad por causa de la riqueza. O mejor dicho, del amor a la riqueza. Y no obstante la seguimos amando con toda nuestra alma. Adoramos al dios dinero. Admiramos a quienes lo poseen. Los envidiamos y vivimos alentando en nuestro fuero interno la codicia. Y poseída nuestra civilización por esa maldita fiebre del oro, arrasamos bosques, envenenamos aguas, contaminamos la atmósfera y destruimos todo cuanto es principio de vida en este planeta Tierra que es la gran casa común de todos los seres humanos.

Los ricos aman la riqueza porque desde que nacieron les metieron en la cabeza que la riqueza es el mayor de los bienes que puede alcanzar un ser humano a lo largo de su vida. Y así, con esta idea, crecen, viven, se afanan, engañan, roban y matan si falta hace para enriquecerse más y más. Y si no matan ni roban, consienten que otros roben y maten para ellos, que hagan guerras de rapiña, que mantengan políticas coloniales y estructuras sociales injustas, ya sea en el propio país o en países invadidos.

Los pobres aman también la riqueza porque sufren la pobreza que les han impuesto los ricos. De ahí que ansíen con todo su corazón la riqueza que sus opresores tienen. No se dan cuenta de que no es posible enriquecerse sino a costa de los pobres; y si se dan cuenta les da lo mismo, porque la miseria sufrida les ha configurado la mente en la dualidad pobreza-riqueza, y les ha impulsado a salvarse como sea y a costa de quien sea, siquiera sea de su propio hermano.

Hay un tercer estrato social, una clase media, que ni es rica ni es pobre pero que ama la riqueza porque goza de algunos de los beneficios de la clase rica a cambio de aceptar con los ojos cerrados la ideología que ésta le impone. La mayor parte de quienes a ella pertenecen viven adorando al dios dinero, y a él dedican la mayor parte de sus esfuerzos y de su propia vida.

Nadie ama, pues, la pobreza. Los ricos porque no la conocen; los pobres porque la padecen; las clases medias porque sienten horror ante la sola idea de poder ser pobres. Luego, ¿quién ama la pobreza, o mejor, quién puede amarla?

Se nos ocurre que para amar la pobreza es preciso, en primer lugar, dejar de amar la riqueza. Porque nadie puede entregar su corazón a una y otra a la vez. Pero antes de proseguir habrá que precisar qué entendemos por riqueza nociva y qué por pobreza deseable.

Deseable es la pobreza que permite tener a todo el mundo lo indispensable para vivir dignamente y desarrollarse como ser humano. Riqueza nociva es la que con perjuicio de otros seres humanos o de la Madre Tierra nos proporciona confort y lujos prescindibles.

La humanidad viene rigiéndose desde hace siglos por el amor a esa clase de riqueza que entendemos como nociva. Todas las tradiciones de sabiduría la han condenado, pero de nada ha servido. Hoy vemos sin lugar a duda alguna que el planeta Tierra no soporta más la explotación a la que el nefasto amor a la riqueza que denunciamos lo ha sometido y sigue sometiendo.

Pero dejar de amar la riqueza es muy difícil cuando se ha configurado sobre ella toda una forma de vivir. Renunciar a ella implica renunciar a la propia vida, a los propios afanes, a todo cuanto hasta ahora ha sido nuestra motivación, nuestro principal estímulo... Nada fácil si no descubrimos antes nuevos valores, nuevos modos de vida, nuevos ocios, nuevas formas de gozar, de pasarlo bien... Si no logramos descubrir cuanto hay de bello y gozoso en lo que gratuitamente la vida nos ofrece... Porque no es renunciando como avanzaremos sino hollando sendas nuevas.

Dejar de amar la riqueza para poder amar la pobreza implica un cambio de perspectiva muy difícil de hacer sin una ayuda externa. Una ayuda que muy posiblemente nos llegará dentro de poco, pues lo más probable es que no nos falten ocasiones para descubrir que podemos prescindir de muchas cosas que ahora nos parecen irrenunciables porque los estímulos generados por la publicidad que maneja el capitalismo así nos lo han hecho creer.

Hasta ahora, quienes pertenecemos a la clase media, esa clase bienestante que de forma más o menos consciente da soporte al capitalismo, hemos renunciado a plantearnos quién pagaba el gasto de nuestro buen vivir. No faltaba quien pensase que el confort de que gozábamos era fruto del progreso, sin más, como las amapolas lo son de la primavera. Que no hacía falta saber quién ni de qué modo paga ese maravilloso progreso nuestro. Habíamos olvidado que somos parte de una gran familia humana y que la mayor parte de nuestros congéneres eran explotados por quienes manejan el mundo. Y no queríamos saber ni por asomo que esa explotación se está dando con nuestra complicidad, porque somos nosotros, clase media, quienes pedimos bienestar a los gobernantes y quienes mayormente consumimos esa gran producción que enriquece a las clases ricas y esclaviza a las pobres.

Pero ahora ya empezamos a ver que podemos ser nosotros quienes estemos pagando el progreso de otros. De momento ya sabemos que pagamos el de los banqueros, algo que hasta hoy nadie o casi nadie tomaba en cuenta. Y también el de los políticos. Y el de los altos directivos de las principales empresas...

¡Ah, señoras y señores, qué cambio! Ya vamos en camino de no ver un bien tan preciado en la riqueza, sino la causa de la pobreza de los muchísimos millones de seres humanos cada vez más próximos a nosotros.

Bendito sea ese cambio. Bendita la luz que nos trae. Bendita la conciencia que nos despierta o que nos puede despertar, porque no hay nada más nefasto en la naturaleza humana que la estupidez propia de quienes tienen adormecida la conciencia.

Pep Castelló, para “La hora del Grillo”


REGRESAR A PORTADA

ARCHIVO

ETIQUETAS

Acción solidaria (16) Adolfo Pedroza (6) Adolfo Pérez Esquivel (6) América Latina (132) Amor (4) Análisis de la comunicación (39) Anarquismo (2) Aníbal Sicardi (3) Anticlericalismo (1) Antiglobalización (3) Antiimperialismo (19) Antisistema (5) Apostasía (3) Argentina (3) Ateísmo (1) Atilio Borón (1) Attac España (3) Beatriz Paganini (1) Boaventura de Sousa Santos (1) BOLETÍN (16) Braulio Hernández M. (2) Burguesía (2) Cambio climático (5) Cambiode paradigma (37) Capitalismo (79) Carlos A Valle (1) Carlos Valle (2) Catalunya (1) Ciencia (4) Ciencia y tecnología (1) Clases sociales (31) Clerecía (8) Colaboraciones (233) Colonialismo (7) Compromiso (3) Comunismo (3) Consumismo (2) Control y manipulación de las masas (17) Corrupción política (9) Crimen (10) Crímen político (7) Crisis (1) Cristianismo (89) Cuento (12) Cultura (8) David Choquehuanca Céspedes (1) Demagogia (7) Democracia (19) Derechos de los pueblos (23) Derechos Humanos (120) Desigualdad de género (2) Diálogo (2) Dignidad (2) Dios (1) Divagación (1) Domingo Riorda (7) Economía (11) Ecosociología (65) Ecumenismo (1) Eduardo Galeano (3) Eduardo Pérsico (23) Educación (22) Eloy Roy (4) Emigración (7) Emma Martínez Ocaña (5) Enrique Carfagnini (1) Entrevista (1) Equidad (109) Esclavitud (5) España (9) Espiritualidad (41) Estructuras sociales (62) Ética y Sociedad (253) Evolución social (2) Exclusión (1) Fascismo (8) Federico J. Pagura (1) Ficción (1) Filosofía (4) Foro Social Mundial (1) François Dubet (1) Gabriel Brener (1) Genocidio (2) Geopolítica (54) Globalización (2) Golpismo (4) Gonzalo Haya Prats (9) Guerra (11) Haití (7) Hambre (24) Heterodoxias (3) ICR (120) Idígenas (1) Iglesia (17) II-SP (1) Iktami Devaux (1) Imperialismo (42) Impunidad (7) Independencia (3) Intolerancia (2) Irina Santesteban (1) Iris M. Landrón (2) J.J.Tamburini (1) Jaime Richart (12) James Petras (1) José Comblin (3) José M. Castillo (39) Jóvenes (1) Juan Masiá (1) Justicia (5) kaosenlared.net (1) Laicidad (1) Leonardo Boff (43) LHDG (3) Libertad (4) Libertad de expresión (4) Libia (1) Lorena Aguilar Aguilar (2) Lucha de clases (15) Luis (1) Luis Alemán (2) Manipulación de las masas (6) Marcela Orellana (9) Marcelo Colussi (1) Marià Corbí (4) Mass media (13) Maya Lambert (3) Memoria histórica (12) Migración (1) Mística (2) Mujer (4) Narcos (1) Narcotráfico (1) Navidad (13) Ncionalcatolicismo (4) Neoliberalismo (14) Noam Chomsky (2) Ocio-negocio (1) Opinión (1) Ortodoxias (1) Oscar Taffetani (6) P. Luis Barrios (3) Pablo Richard (1) Paz Rosales (6) Pelota de Trapo (13) Pepcastelló (115) Pere Casaldàliga (3) Pobreza (45) Poesía (19) Poesía de la conciencia (2) Política (5) Psicología (1) Psicología Social (1) Pueblo (35) Pueblos en lucha (15) Pueblos oprimidos (13) Pueblos Originarios (9) Rafael Fernando Navarro (87) Rebelión (1) Recomendamos (3) Religión (23) Religión y Ciencia (12) Religión y Cultura (4) Religión y política (66) Religión y sexo (2) Religión y sociedad (39) Represión (9) República (7) Revolución (12) Sabiduría popular internáutica (2) Salud (1) Santiago Alba Rico (1) Sergio Ferrari (4) Sexo (2) Socialismo (3) Socialismo s. XXI (3) Solidaridad (9) Susana Merino (10) Taizé (3) Teología de la Liberación (13) Terrorismo de Estado (1) Thelma Martínez (2) Tortura (1) UE (1) Utopía (12) Valores humanos (6) Veca Muelle (1) Vicenç Navarro (3) VIDALOGÍA (2) Violencia (28) Violencia de género (6) Violencia política (46) Violencia religiosa (3) Violencia social (13) Walter Dennis Muñoz (21)