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jueves, 5 de mayo de 2011

Opresores y oprimidos

Pep Castelló


Llegó el Uno de Mayo, fecha histórica para la clase obrera, pero ignorada por la mayor parte de quienes viven de un sueldo. Una ignorancia que da el triunfo a quienes oprimen, pues el opresor triunfa solamente cuando el oprimido acepta la opresión sin resistirse.

Muchos son los recursos de que han dispuesto a lo largo de los siglos las clases opresoras. Desde la más primitiva fuerza bruta, hasta los más sofisticados instrumentos elaborados por la moderna tecnología. Desde la bola de hierro sujeta con grillete y cadena al tobillo del esclavo hasta esos sofisticados teléfonos móviles llamados BlackBerry (cereza negra) en recuerdo de cómo denominaban los esclavistas a aquel denigrante aparejo, según reza una nota que circula por internet.

Aparte de la ordenación jurídica de la sociedad bajo principios de flagrante desigualdad, el mayor gran logro de las clases opresoras consistió en poner al alcance de las clases oprimidas bienes de consumo similares a los suyos, para de ese modo hacerles creer que se habían zafado de la esclavitud por el solo hecho de haber alcanzado una cota de bienestar satisfactoria. Así, la persona asalariada olvida que trabaja para beneficio de los amos y piensa que lo hace para el suyo propio. Craso error que descubre tan sólo cuando se queda sin trabajo; cuando nadie le contrata; cuando vive en propia carne que todos los recursos necesarios para vivir están en manos de los amos.

No hacen falta muchas luces para ver que seguir hoy con la idea de clase que se tenía a final del siglo XIX y comienzo del XX es un error. En tanto que en aquel entonces la opresión era clara, porque el obrero sufría en propia carne las condiciones salvajes a que lo sometían las clases opresoras, hoy la opresión es difusa y abarca incluso a quienes forman las capas de población laboral privilegiada, esa que para nada se considera obrera y que mayoritariamente ha estado siempre de parte de los amos. Hoy debe ser considerada clase oprimida a todas las capas de población que de un modo u otro estén sometidas a los intereses de las clases dominantes. En consecuencia, debe ser tenido por enemigo del pueblo a todo aquel que se ponga del lado de las capas sociales allegadas al poder, ocupe el lugar que ocupe en el estrato social o en la cadena de producción.

Detectar y tener presente el lugar que ocupamos en esas relaciones de poder es una ardua tarea que la ideología dominante pone buen empeño en dificultar. Conscientes de que es lo único que puede darnos conciencia de pueblo, quienes gobiernan movilizan cuantos recursos tienen a su alcance para impedirlo, desde ordenamientos jurídicos y acciones de fuerza bruta hasta los más sutiles procedimientos de seducción y engaño. De aquí que la lucha no deba limitarse a defender mejoras salariales o de condiciones de trabajo sino que debe tener por objetivo principal liberar las mentes, desligar el pensamiento colectivo del que de forma sibilina ha ido configurando el capitalismo.

Sin ánimo de desmerecer el hondo significado litúrgico del Primero de Mayo, es necesario tener presente que hoy no es tan solo la clase obrera la población oprimida, sino que lo es el pueblo entero. Sabemos bien que el sistema económico al cual sirven quienes nos gobiernan está poniendo en riesgo la vida en todo el planeta, luego ya no es cuestión de relaciones laborales, sino de relaciones de poder a la hora de tomar decisiones de gobierno. Esa es la batalla del presente y por ella hay que movilizar al mundo entero, sea de la condición social que sea, tenga el estatus económico que tenga.

Porque es necio seguir adorando esa idea de riqueza que por momentos nos destruye, resulta esperanzadora esa movilización de iglesias de base de ámbito ecuménico que recientemente se anuncia a nivel mundial. Las religiones han tenido a lo largo de los tiempos una gran capacidad de movilización que en buena parte mantienen. Las Iglesias cristianas tienen aún hoy una gran organización y un ideario ético-espiritual que, si bien se mira y no se tergiversa, es acorde con los intereses de la humanidad entera. Hora es ya de que quienes se sientan seguidores del mensaje evangélico se muevan desde las bases con suficiente conciencia y firmeza.

Nada cabe esperar hoy de las organizaciones allegadas a los poderes terrenales, ya sean gobiernos, sindicatos o instituciones eclesiásticas. Hoy como ayer la batalla hay que darla desde abajo. Nadie que esté a favor de los de arriba puede decir que está con el pueblo. Y al contrario, quienquiera que sea que se enfrente a los de más arriba, sea cual sea su ideario, debe ser tenido por aliado.

http://www.kaosenlared.net/noticia/opresores-y-oprimidos


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lunes, 18 de abril de 2011

El recelo de las élites europeas

Vicenç Navarro


Durante muchos años se ha desconocido, ignorado o silenciado el periodo republicano que se extendió de 1931 a 1939. Excepto en círculos académicos y en libros pertenecientes a la bibliografía historiográfica, la República ha sido una página desconocida de la historia de España, excepto en la versión promovida por la dictadura implantada por el general Franco que dio una imagen profundamente negativa de aquel periodo. Es importante reconocer esta distancia entre lo analizado en los textos históricos (de escasa difusión en el país) y lo conocido por la mayoría de la población. Las encuestas señalan un desconocimiento muy notable de lo que fue la República en grandes sectores de la ciudadanía. Podría parecer que las cosas cambian. Por primera vez se ha presentado en Televisión Española un serial sobre la República, que ha pasado a ser casi instantáneamente una de las series televisivas más vistas de la temporada. En esta producción se intenta dar una visión de lo que fue la República a través del desarrollo de un abanico de personajes, la mayoría ficticios, y otros reales.

¿Por qué, salvo contadas excepciones, este silencio sobre la República en los foros –como la televisión– donde se reproduce la cultura popular? La respuesta es clara. Se debe al enorme dominio que las fuerzas conservadoras tuvieron en el proceso de Transición de la dictadura a la democracia y su intento de no mirar al pasado. Este pasado incluía no sólo la dictadura sino, muy en especial, la República. Este intento de olvido por parte de las fuerzas conservadoras es comprensible, pues la historia de la República fue la historia de la resistencia provista por sus antecesores a las reformas propuestas por el Gobierno republicano, tanto en el periodo 1931-1933 como en 1936-1939. Ni antes (ni después) se han hecho reformas más sustanciales que en aquellos periodos y ello como resultado del poder de las izquierdas, nunca después igualado. No ha habido un periodo histórico en España en que hubiera tantas reformas en tan poco tiempo. Como bien afirma Helen Graham en su revisión histórica de la República, el programa de reformas de esta fue enormemente ambicioso. Republicanos y socialistas habían estado esperando durante muchos años aquella oportunidad. Había transcurrido más de la mitad de un siglo desde que fuerzas progresistas habían gobernado en España, únicamente en un periodo muy breve, durante la Primera República en 1873. España había estado gobernada en la mayoría de su historia por las derechas que, por lo general, no alcanzaron el poder a través de las urnas, sino por la fuerza e imposición. La falta de cultura democrática de las derechas españolas (cuya dureza es casi única en Europa) se basa en esta realidad.

NUNCA ANTES SE HABÍAN HECHO GRANDES REFORMAS SOCIALES EN MENOS TIEMPO

La República introdujo la Seguridad Social (por un ministro socialista, Largo Caballero), intentó universalizar la enseñanza (un programa enormemente popular que explica la selectividad de la represión fascista en contra del magisterio republicano), introdujo el aborto y el divorcio (por una ministra anarco-sindicalista catalana, Federica Montseny), introdujo elementos de la reforma agraria, desde Andalucía al Bajo Ebro, introdujo reformas en el Ejército, lleno de generales de probada ineficacia, introdujo el laicismo (intentando reducir la misión de la Iglesia en la enseñanza), y un largo etcétera. Ni que decir tiene que hubo también muchos errores e insuficiencias. Pero no debería olvidarse que la República fue la época de mayor creatividad legislativa reformista que ha habido en el Estado español.

El enorme entusiasmo popular que ocurrió a raíz tanto del establecimiento de la República como de la victoria del Frente Popular, era un indicador del deseo de las clases populares de hacer cambios y reformas sustanciales. El mundo occidental estaba en medio de la Gran Depresión y la fortaleza del movimiento obrero estaba asustando a las estructuras de poder de los países europeos. Tales estructuras estaban viendo el surgimiento del nazismo y del fascismo como el único dique capaz de parar este movimiento obrero. De ahí que los establishments financieros, económicos y políticos tuvieran simpatías con el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia. Un caso representativo fue la monarquía británica, en la que las conocidas simpatías de Eduardo VIII por el nazismo hicieron que tuviera que abdicar del trono, hecho ocultado en la película El discurso del rey. Confirmando esta percepción, al año de abdicar hizo su viaje de novios a Alemania, saludando a Hitler con el brazo en alto en múltiples ocasiones y rodeándose de personajes próximos al nazismo. En Francia, y a pesar de estar gobernada durante un periodo por las izquierdas, había gran preocupación por las reformas que estaban ocurriendo en España, pues el mundo empresarial y el funcionariado francés –profundamente conservador– estaban inquietos y la política del Gobierno francés era la de calmar a tales grupos.

LAS ÉLITES EUROPEAS TEMÍAN EL CONTAGIO DE LAS REFORMAS ENTRE SUS CLASES POPULARES

La Unión Soviética no deseaba una radicalización de tales reformas (lo que menos deseaba era que hubiera una revolución bolchevique, versión española, tal como erróneamente se presenta en el serial La República), pues, consciente de que el nazismo era su peor enemigo, quería establecer una alianza con las democracias occidentales en un frente anti-Hitler. Este contexto europeo explica que cuando se dio el golpe militar contra un Gobierno democráticamente elegido, el resto de países democráticos se sumara al vergonzoso Pacto de No Intervención. Los establishments europeos, temerosos del peligro de contagio reformista entre sus clases populares, simpatizaron con el nazismo y firmaron, además del Pacto de No Intervención (que dejaba a la República sin ayuda militar), el Pacto de Múnich en 1938, en el que el Gobierno Chamberlain del Reino Unido cedía a Hitler parte del territorio europeo a la Alemania nazi. La Unión Soviética, que había apoyado el Pacto de No Intervención, lo rompió cuando vio el apoyo masivo de Hitler y Mussolini al general Franco. Sin tal ayuda, la República hubiera terminado y colapsado.

Un personaje nada sospechoso de simpatías comunistas, Winston Churchill, que había presionado para la abdicación de Eduardo VIII, se opuso al Pacto de No Intervención, acusando al establishment británico de anteponer su interés de clase (temerosos del reformismo republicano español) a sus obligaciones nacionales. Churchill agradeció el apoyo militar de la Unión Soviética a la República, que la salvó transitoriamente, así como más tarde definió a aquel país como el que había derrotado al nazismo en Europa (con sus 22 millones de muertos). Las historias de Europa y España hubieran sido muy distintas si la República hubiera ganado y el fascismo hubiera sido derrotado en España.

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 14 de abril de 2011
http://www.vnavarro.org/?p=5544


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domingo, 10 de abril de 2011

Los otros

Claudia Rafael   


El día en que Ruth Paradies montó sobre el tren en la estación ferroviaria de Berlín supo que su partida ya no tendría vuelta atrás. Tal vez por eso no giró la cabeza para mirar a los ojos de su madre. Tal vez por eso se aferró a otros adolescentes judíos que, como ella, buscaban huir de aquella Alemania nazi hacia un lugar en el mundo que se abriera a su paso como tierra nueva. Y sin imaginar que cuarenta años más tarde, los dictadores argentinos torturarían con más saña a su hijo menor -al que aún no soñaba concebir- por su calidad de judío.

Las migraciones en el mundo han acompañado la historia misma de la humanidad como un sello indeleble. Colectivos humanos que dejan atrás esa patria que los aplasta, los persigue, los hambrea y les alza tantas veces ante los ojos una desbordante opulencia. Con la ñata contra el vidrio, los bienestares de los detentadores de derechos pasan ante los propios ojos con la ostentación de los poderosos.

Fronteras adentro y fronteras afuera de la propia tierra los desarrapados se elevan con celeridad a la categoría definitiva de “los otros”.

Un informe estadístico de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense concluyó que los pobres y los inmigrantes son víctimas de la discriminación en mucha mayor medida que los homosexuales o los enfermos de sida. Encabezan la lista los pobres, con el 67,5 por ciento seguidos por los inmigrantes de naciones limítrofes, con el 48,9 por ciento. Aunque a la hora de medir incidentes concretos el 28,8 por ciento fueron las discriminaciones por el color de la piel; el 27,5 por ciento, por xenofobia y el 21,2 por ciento por nivel socioeconómico. Mucho más abajo en la pirámide aparecen las conductas segregatorias hacia discapacitados, homosexuales y portadores de Hiv.

Cuando Ricardo Bucio Mugica, presidente de la Comisión para Prevenir la Discriminación de México, decía que “la discriminación es una práctica social excluyente que ha sido construída histórica y socialmente” ponía el eje de su mirada en esa categorización entre “nosotros y los otros”. Categorización en la que cabe de lleno la definición de la antropóloga Dolores Juliano cuando plantea que “a todos 1os grupos subalternos se les ofrece la misma falsa disyuntiva: integrarse en la cultura dominante, transformándose en malas copias o mantener su especificidad al precio de
la desvalorización. Esto es inevitable si no se cuestiona la premisa mayor implícita: la validez más elevada de 1os logros culturales de la sociedad receptora”.

El gran interrogante, sin embargo, radica en las responsabilidades del poder en la construcción de esos “enemigos” sobre los que habrá que hacer caer no sólo el peso agobiante de “la ley” sino además en el abono de la mirada de recelo y sospecha de los que todavía “pertenecen”.

Cabe analizar los discursos del poder que propiciaron históricamente la identificación de pobres con delincuentes. Durante los devoradores años 90 hubo varios gobiernos provinciales que ofrecían a comitivas de desocupados el traslado a otras provincias con promesas vanas de trabajo cosechas temporales en tren de combatir la “delincuencia”.

Pero no es necesario ir tan lejos en el tiempo. Porque la mirada sistemática de soslayo que la infancia ha tenido y sigue teniendo tiene directa relación con su expuesta vulnerabilidad. No es casual que los chicos -más aún si son adolescentes- en situación de calle sean ubicados en la categoría de “potenciales delincuentes”. Si bien desde el territorio del derecho se insiste en negar la “criminalización de la pobreza” como práctica actual, sigue constituyendo delito dormir en las calles, asustarse y huir ante la llegada de la policía.

Entonces ¿puede alarmarnos acaso que el 67,5 por ciento de los pobres sean discriminados o que también lo sean el 48,9 por ciento de los inmigrantes? Podríamos darle miradas sociales, políticas o económicas y también podríamos remontarnos a aquellas viejas prácticas de extranjerizar al nativo que tan bien ponían en práctica los colonizadores de estas tierras.

Pero también se podría hacer un salto al 2000 y a aquella tapa de “La Primera”, la revista que dirigía Daniel Hadad, en la que se leía como título central “la invasión silenciosa” sobre la imagen de un joven morocho, de cabello renegrido, labios anchos y desdentado, con una bandera argentina y el obelisco detrás. Y en la que se publicaban frases como “el nuevo inmigrante sería como un insecto invasor y depredador”, “hoy utilizan nuestros hospitales y escuelas, toman plazas y casas, ocupan veredas, y les quitan el trabajo a los argentinos”, “llegan a Buenos Aires a punto de parir y dan a luz en un hospital público” o “como los peruanos comen parados, parte de la comida cae sobre la vereda”.

Y, sin ir tan lejos, se podría viajar en el tiempo a las tomas de tierras en el Parque Indoamericano y al jefe de gobierno, Mauricio Macri, diciendo que la semilla de todos los desmadres arrancaba con la “inmigración desenfrenada”. Y refrendado luego en las coberturas periodísticas: en Canal 9 se utilizó la palabra “intrusos” de “varios de los ocupas, habitantes de la Villa 20 que en gran parte son oriundos de países vecinos”; en Radio Mitre, una periodista planteó que “estoy de acuerdo con que en la Argentina hay una inmigración desenfrenada. Y me hago cargo de lo que digo: acá hay inmigración de baja calidad”.

O, en 2009, a las tierras de Gustavo Posse mientras hacía construir un murallón que frenara “la acción delictiva” de los que vivían más allá del bienestar de los incluidos. Pobres, inmigrantes, desclasados, excluidos, expatriados, desterrados, expulsados, descartados, relegados, olvidados, perseguidos, vapuleados, segregados, abandonados, vulnerados. Son los condenados de la tierra. Los que no tienen. Los que no poseen. Los que no tienen derecho a reir desmedidamente hasta que el estómago duela de felicidad. Los que persiguen los gobiernos y despechan los integrados. Los que no tienen y golpean las puertas que separan sus pasos de la lejana patria de la dignidad.


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domingo, 3 de abril de 2011

El espejo que no queremos mirar

Doctor Luis Federico Arias


Las crónicas periodísticas repiten y propalan de modo recurrente la existencia de ilícitos cometidos por “menores”, quienes -según la aceitada maquinaria comunicacional- parecen ser en gran parte, los responsables de la grave sensación de inseguridad que padece nuestra sociedad, como si el único lugar posible para los pibes fuera esa cartelera mediática que los exhibe como victimarios de hechos violentos, soslayando la sombría realidad que agobia a gran parte de nuestros jóvenes, con hogares sumidos en la pobreza estructural, en un contexto de analfabetismo, disfuncionalidad familiar, adicciones, segregación social, indiferencia, desigualdad, falta de oportunidades y discriminación, entre otras formas de violencia sistémica o estructural.

Esta situación de vulnerabilidad en la que se hallan sumidos nuestros jóvenes, que suele generar sentimientos de humillación, odio y resentimiento por parte de quienes lo padecen, ha sido completamente “naturalizada” por los sectores medios de la sociedad, que guiados por la razón del consumo, declinan su compromiso y niegan la verdadera dimensión de esta problemática, sin asumir sus consecuencias en innumerables casos de niños víctimas del hambre, el frío, las enfermedades asociadas con la pobreza, u otras situaciones que no logran gran impacto mediático, y sin embargo, arrojan decenas de muertos cada año.

Por su parte, los jóvenes expulsados del paraíso glamoroso del consumo, procuran alcanzar por todos los medios posibles el umbral que los acerque a la imagen estereotipada de consumidores medios que nos impone la religión del mercado, para ser reconocidos por la sociedad. Pero las deidades del consumo no están de su lado, por más que se esfuercen en lucir los símbolos religiosos de nuestro tiempo (zapatillas de marca, celulares de última generación, etc.), porque el dios de este tiempo genera incesantemente -al igual que todo proceso de producción- estos “desperdicios” vivientes que habitan los vertederos humanos.

La retórica política y su accionar, también parecen orientarse a los sectores medios del consumo, al punto que, la política misma se parece bastante a un producto de consumo, en tanto se desenvuelve bajo las mismas reglas del mercado y su actividad se endereza a la conquista de ese espacio que constituye el electorado activo, cuyo voluntad es cambiante y voluble. Esto es lo que sucede en nuestro medio con la recurrente proclama del Gobernador Scioli, quien intenta explotar el miedo colectivo de los sectores medios, propiciando la necesidad de bajar la edad de imputabilidad de los “menores”. Pero esta propuesta no encuentra sustento en acciones políticas concretas de su Gobierno respecto de los niños, jóvenes y adolescentes; no implica compromisos presupuestarios y no tiene costes políticos, puesto que el cambio legislativo que propicia depende una modificación legislativa a cargo del Congreso Nacional. Desde esta perspectiva se advierte que la citada decisión alberga un análisis de costo-beneficio, donde hay mucho que ganar y poco que perder. Esta situación no difiere de otras, donde prevalece una retórica a favor de los sectores más vulnerables -opuesta solo en apariencia a la anterior-, sin arraigo en acciones políticas concretas de integración social.

Esta retórica que parte de una situación de otredad y exclusión, se ve reflejada sistemáticamente en la actividad judicial dominada por ese estado de indiferencia, que se materializa cuando el poder político es requerido judicialmente para brindar respuestas a alguna de estas problemáticas sociales. Los funcionarios respectivos suelen mostrarse esquivos y eluden cualquier compromiso, brindando respuestas o soluciones formales que generalmente son paliativos temporales e inadecuados. Y si la justicia emite una orden judicial adversa, para brindar satisfacción a los derechos de los niños, el pronunciamiento judicial suele ser percibido políticamente, como un acto conspirativo que responde a intereses políticos subalternos de la justicia.

Sin embargo, otra es la actitud cuando las puertas de la justicia se abren de par en par para juzgar penalmente a quienes se los califica de “menores delincuentes”, en sintonía con las políticas represivas/regresivas legitimadas por los sectores medios del consumo que proclaman políticas más enérgicas en materia de seguridad, guiados por sentimientos neofascistas que, sin ser asumidos directamente por el poder político, son alentados o desarrollados por la maquinaria mediático-política.

No es posible desconocer que nos desenvolvemos en una sociedad que presenta un estado de fragmentación y de violencia desconocido para quienes hemos crecido bajo otro paradigma, pero ello no implica que debamos atribuirlo a los jóvenes y los sectores más vulnerables, porque más grave aún que la violencia interpersonal que llena las páginas de los periódicos, es aquella que se deriva del abandono y la exclusión perpetrada por el Estado, y legitimada desde ciertos sectores de la sociedad, de un modo solapado y lacerarte. Es necesario tomar conciencia que los jóvenes reproducen a su modo, con sus rudimentos, aquello que perciben desde la sociedad y el Estado, a modo de un espejo que nos devuelve la imagen de lo que somos y no queremos mirar.

 (*) El doctor Arias es juez en lo Contencioso Administrativo de La Plata.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5300:el-espejo-que-no-queremos-mirar&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106


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domingo, 13 de marzo de 2011

Diferentes, no desiguales

Susana Andrade


El 21 de Marzo es el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial y el presente 2011 es el Año Internacional de las y los Afrodescendientes

Desde 1966 cuando Naciones Unidas con el objetivo de renovar su compromiso de trabajar contra el racismo designó la fecha 21 de marzo Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, la comunidad internacional y la propia ONU han creado instrumentos de orden internacional para ayudar a la eliminación del racismo como por ejemplo la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, y más cercanamente la declaración del 2011 como Año Internacional de los Afrodescendientes. Interesante oportunidad para relevar las acciones realizadas y visualizar logros y carencias en el combate a la discriminación racial.

Este día 21 de marzo, quiere recordarnos el propósito de combatir y erradicar el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y todas las formas relacionadas de intolerancia que se llevan a cabo en diferentes partes del mundo.

El surgimiento es motivado porque en esa fecha en el año 1960, la policía disparó contra una manifestación pacífica que se realizaba en Sharpeville, Sudáfrica para protestar contra las leyes de pases del apartheid.

El desafío actual y futuro, es construir puntos de encuentro e integración, propiciar el diálogo entre comunidades o grupos humanos diferenciados, fomentar el respeto a la diversidad cultural como forma de prevenir la discriminación racial y de toda índole. Reconocernos pluriculturales, multiétnicos y compatriotas de la llamada América, y todas y todos en definitiva, habitantes de una sociedad planetaria que necesita paz, acuerdos y contemplación igualitaria de la multiplicidad de derechos humanos para sobrevivir.

Tomando como emblema la conmemoración del Día Internacional contra la Eliminación de toda forma de Racismo, reafirmamos el compromiso en la pacífica batalla por la inclusión de las ciudadanas y los ciudadanos en igualdad de oportunidades sin solapadas o abiertas segregaciones, defendiendo la equidad en el goce de los derechos inherentes a las personas.

Sumamos nuestro esfuerzo reivindicando esta lucha en nuestra sociedad, basados en la necesidad apremiante de erradicar antiguas y nuevas formas de discriminación por condición social, grupo étnico, descendencia o nacionalidad, religión, color de piel y tantas otras condiciones u opciones que determinen la exclusión, la marginalización, la opresión, y por ende, la obstaculización al disfrute pleno de los derechos sociales e individuales.

Los organismos culturales del Gobierno progresista (de Uruguay) , son instrumentos a favor del desarrollo social integral, coherentes con una política estatal de inclusión, pluralidad y democracia como forma de combatir el racismo, la discriminación, la xenofobia y otras formas de marginación, trabajando en diferentes iniciativas atentas a mostrar los beneficios de valorizar la multiculturalidad de la variopinta sociedad uruguaya, promoviendo propuestas democráticas, y a todas y todos sus integrantes como protagonistas naturales de una realidad que nos une.

“El diálogo es posible entre iguales y diferentes, nunca entre antagónicos” Novelista brasileño Moacir Scliar

http://alainet.org/active/45004



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Reformar o transformar

Juan Almendares


" la educación es una liberación, la pedagogía una forma de producir la libertad, y tanto la educación como la pedagogía han de preocuparse no de lo disciplinar o producir saber, sino de transformar sujetos. No producir sujetos, sino llevarlos a procesos de transformación de su propia subjetividad". Michel Foucault
 

En la serie de artículos que comienza con éste abordaré desde una perspectiva crítica las ideas o prácticas acerca de reformar o transformar. Ambas son ampliamente utilizadas en las políticas agrarias, educativas y de salud.

El enfoque es sencillo, sin ostentación ni adornos. No obstante de lo complejo de la temática; se parte de una realidad concreta: la situación de Honduras después del golpe militar del 28 de junio del 2009. La complejidad no implica un sentido abstruso del problema; es más bien una trama o tejido que vamos a desenredar mediante la reflexión, la crítica y la praxis social, siguiendo varios caminos en el laberinto del pensamiento y de la misma realidad.

Existe una diferencia significativa entre reformar o transformar. El primer vocablo significa modificar algo en una sociedad sin cambiar cualitativamente la estructura del sistema social existente. En otras palabras es cambiar aparentemente la forma o sea la configuración exterior de un gobierno en nombre de la democracia cuyo contenido es la desigualdad y la injusticia social.

Hablamos de un cambio aparente de la forma porque un cambio fundamental de ésta implica desde luego modificar el contenido. La forma y el contenido constituyen una unidad dialéctica.

La reforma puede constituir un cambio cosmético en el proceso social; sin embargo en ciertas circunstancias puede ser el preludio de una transformación social más significativa.

Transformar es ir más allá de la forma, es decir un cambio cualitativo o cambiar la esencia de las cosas; llegar a la estructura misma de los procesos. Por lo anterior una cosa es reformar un sistema y otra cosa es transformarlo. Ser reformista es gestar cambios sociales sin cambiar el sistema en que éstos, de manera amañada, se sustentan.

En consecuencia es diferente una posición que contribuya a la reforma agraria, educativa y de salud, sin cambiar las relaciones de poder en Honduras y otra es la transformación del agro, la educación y la salud que obviamente toca los intereses de clase y la lógica del capital mercantil, agroindustrial y financiero internacional articulado a una oligarquía nacional afianzada en las armas, la manipulación socio-educativa y el poder financiero.

Cuando las personas (sujetos)o grupos sociales (clases, colectividades o comunidades) toman conciencia de su realidad histórica y social; se organizan, movilizan, resisten y participan en el cambio de la forma y esencia de la estructura del sistema económico, político, ideológico y cultural dominante. Por lo tanto se convierten en sujetos históricos y políticos que transforman la realidad y se transforman a sí mismos.

Por el contrario cuanto se es conformista con el orden de las cosas, se adopta una posición neutra, indiferente y/o cómplice con la injusticia ocasionada por la clase dirigente y dominante. En esta última situación los sujetos son los ciudadanos defensores de las leyes que gobiernan la acumulación histórica del capital y participan en forma activa o pasiva en las violaciones al derecho a la vida y a la dignidad histórica de nuestros pueblos.

Hemos aprendido en los talleres colectivos de Amigos de la Tierra Internacional que los procesos de justicia climática y ambiental no están separados de las luchas de los movimientos sociales y que esta articulación es esencial para lograr la transformación local , nacional , regional y mundial En marco del contexto, la coyuntura, planes a corto plazo y la estrategia política para lograr los objetivos y metas trazados se requiere la organización , la resistencia la movilización para reformar o transformar las situaciones o procesos que las comunidades o los pueblos históricamente se plantean.

Nuestra invitación a la reflexión crítica parte de la realidad histórica, del proceso de lucha de los pueblos por lograr la satisfacción de las necesidades materiales, culturales y espirituales, basada en el respeto a la soberanía y defensa de los derechos humanos y planetarios.

El desafío se fundamenta en una pedagogía revolucionaria donde no hay profesores ni alumnos y se conjugan el saber, la sabiduría y el conocimiento. Es necesario ser el compañero o la compañera más sencilla y humilde en la construcción de una nueva sociedad.

Al sufrir Honduras por la ocupación militar estadounidense, las profundas diferencias sociales y la acelerada violencia estructural financiadas por el capital internacional, se requiere el amor y la solidaridad con nuestro pueblo y todos los pueblos de América Latina.
 
Comprender que la flexibilidad basada en principios y el amor humano y planetario nos alejan de la rigidez fosilizada, característica de las posiciones dogmáticas y sectarias. La transformación de Honduras será más real mediante la unidad de todas las fuerzas patrióticas.
 
El Frente Nacional de Resistencia Popular es la Fuerza más significativa en este momento histórico posterior al golpe de estado militar. Contribuyamos a fortalecerlo y a convertirlo creativamente en la fuerza principal transformadora de Honduras. En este momento histórico debemos asumirlo como un compromiso ineludible.
 
Tegucigalpa. Marzo. 2011.

http://alainet.org/active/45039


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domingo, 20 de febrero de 2011

¿San Mao?

Eloy Roy


Aunque bien enterado de los pecados gordos de Mao Zedong, el buen pueblo chino le conserva hasta hoy un sincero cariño. En el corazón de la capital, desde la puerta monumental de la antigua ciudad imperial, un cuadro gigante con el retrato de ese hombre responsable de la tortura y muerte de millones de personas, sigue presidiendo la vida de la China. No hay ciudad importante en el país que no lo tenga presente por medio de una enorme estatua blanca que parece de mármol o algo por el estilo. Su efigie se encuentra en todas las casas que se respetan. Y si, en ciertas partes del mundo, los autos usan estampitas plastificadas del Sagrado Corazón o de San Cristóbal para inmunizarse contra los accidentes, en la China son los medallones con la cara de Mao los que desempeñan esa importante función. A Mao, mucho se le ha perdonado, ¿por qué?

Dicen sus admiradores que se le perdona todo a Mao porque logró sacar de la miseria absoluta a la inmensa masa de los pobres de China. Y sobre todo porque Mao nunca se aprovechó del formidable poder que tuvo para hacerse rico o para hacer rica a su gente.
La Biblia dice que aliviar la miseria de un pobre borra los pecados (Si 3, 30). Parece que por eso los chinos, que no conocen la Biblia pero tienen un gran sentido común, han canonizado a Mao. Las guerras de Bush, por ejemplo, si al menos hubieran servido para aliviar la miseria de los pobres, tal vez se las podríamos perdonar…

Para mí no hay guerras buenas; todas las guerras son feas y las odio a todas. Pero si nosotros, los seres humanos todavía muy infraevolucionados, no podemos vivir sin guerrear; si por desgracia tenemos que seguir siendo cazadores, depredadores e insaciables carnívoros, que al menos nuestras guerras sirvan una causa buena, digo yo, como acabar con el hambre en el mundo y ponerle un alto a la devastación de la Madre Tierra.

En un gran esfuerzo de humanización de la violencia, los caballeros de capa y espada del medioevo concibieron el ideal de pelear, e incluso matar, por la defensa de la viuda y del huérfano, y a Robin Hood le pareció bueno robar a los grandes ladrones para dar de comer a los pobres. ¿Acaso, sería tan descabellado rescatar para nuestra cultura moderna ese viejo ideal caballeresco, en lo posible sin las flechas, las espadas, las pistolas o las bombas? Y si no, ¿no sería ya una gran mejora si nos entrenáramos a encauzar nuestros instintos de matadores así como nuestros misiles hacia algo más positivo que seguir engordando a los gordos y acabando con los pedacitos sanos que le quedan todavía al planeta?

http://todoelmundovaalcielochina.blogspot.com/2010/05/san-mao.html

 

Los monocultivos del hambre

Ernest Cañada


Entrevista a Peter Rosset, coautor de uno de los libros ya clásicos en la literatura sobre desarrollo, Doce mitos sobre el hambre.

La historia muchos países del sur, desde los tiempos de la colonización hasta la actualidad, ha estado marcada por la producción para la exportación. Nicaragua es un ejemplo más, tal vez paradigmático, de este modelo basado en los monocultivos. Algodón, plátanos, azúcar, café, son algunos de los principales productos que han marcado la historia de este pequeño país centroamericano. La imposición de este modelo de producción, al servicio de los intereses de las grandes compañías transnacionales y de las oligarquías locales, ha supuesto la vulneración de la soberanía alimentaria del pueblo de Nicaragua y ha tenido consecuencias gravísimas para las condiciones de vida y salud de sus trabajadoras y trabajadores, así como en el medio ambiente. Frente a este modelo, desde las organizaciones campesinas, se plantea la soberanía alimentaria como una estrategia alternativa, basada en la defensa de la economía familiar campesina y en la producción de alimentos para mercados locales y nacionales. En este contexto el consumidor urbano puede ser un aliado estratégico, aunque el debate sobre el consumo responsable y el comercio justo no deja de ser contradictorio.

Sobre todas estas cosas hablamos en Oaxaca, México, con Peter Rosset, experto en agroecología, miembro de la Red de Investigación-Acción sobre la Tierra y uno de los principales asesores de Vía Campesina. Es coautor de uno de los libros ya clásicos en la literatura sobre desarrollo, Doce mitos sobre el hambre. Durante los años ochenta Peter Rosset vivió seis años en Nicaragua, en tres periodos diferenciados, siempre en tareas relacionadas con la agricultura. Aprovechamos la entrevista concedida para el documental Cosechas amargas, producido Agora Nord / Sud, un consorcio de ONG catalanas entre las que se encuentra Entrepueblos o Veterinarios sin Fronteras, para profundizar en algunos de los temas que ahí quedaron planteados.

- Peter, empecemos por definir qué entendemos por soberanía alimentaria, marco de referencia fundamental del actual debate sobre la agricultura y la alimentación. .

La soberanía alimentaria es el derecho de todos los pueblos a poder definir su propio sistema de producción, distribución y consumo de alimentos. Es el derecho de los pueblos rurales a tener acceso a la tierra, a poder producir para sus propios mercados locales y nacionales, a no ser excluidos de esos mercados por la importación hecha por las empresas transnacionales. Y también es el derecho de los consumidores a tener acceso a alimentos sanos, accesibles, culturalmente apropiados con la gastronomía, la historia culinaria de su país y producidos localmente. Si un país no es capaz de alimentar a su propia gente, si depende del mercado mundial para la próxima comida, estamos ante una situación profundamente vulnerable. Vulnerabilidad frente a la buena voluntad de las superpotencias o las fluctuaciones del mercado. Por eso hablamos de soberanía.

- ¿Cómo se ha ido erosionando históricamente la soberanía alimentaria?

Antes de la colonización todas las culturas del mundo eran soberanas alimentariamente, o sea, producían lo que consumían. Fue con la llegada de la Colonia que las mejores tierras de todos los países del sur, las tierras que antes producían alimentos para las poblaciones locales, se convirtieron en plataformas de exportación. Ya no producían alimentos para la población local sino que se dedicaron a producir productos agrícolas para mercados lejanos. Progresivamente la producción de alimentos y las poblaciones campesinas fueron desplazadas de las tierras planas, las tierras con lluvias, las tierras fértiles, hacia zonas cada vez más marginales para la producción.

- ¿Qué relación existe entre los monocultivos de exportación y la soberanía alimentaria?

El principal atentado histórico contra la soberanía alimentaria ha sido el monocultivo. Un modelo basado en enormes extensiones dedicadas a un solo cultivo, orientado hacia la exportación. Históricamente los países del Sur, sus pueblos, han perdido su capacidad de alimentarse, porque las mejores tierras se destinan cada vez más a la exportación.

- Pero, ¿de qué manera se articulan los distintos monocultivos?

El crecimiento de un producto de exportación en un determinado territorio desplaza al sector campesino, provocando una situación de crisis social. Este sector es absorbido, por un lado, por la frontera agrícola y, por otro, por la generación de empleo en el siguiente monocultivo. Llega un cultivo cuando el precio está alto, desplaza a parte de la gente de la zona, pero luego, debido a la sobreproducción a nivel internacional, se desploman los precios y los trabajadores quedan sin empleo. A la vez, la tierra se vuelve más barata debido a la caída de los precios. De este modo se crean las condiciones para invertir en el siguiente “boom”: mano de obra barata y tierra accesible.


EL CASO DE NICARAGUA

- Nicaragua sería un buen ejemplo de lo que ha ocurrido en muchos países del Sur con la imposición de este modelo agroexportador.

Así es, empezando por la implantación de los monocultivos en los tiempos de la colonización y terminando, hoy en día, con el monocultivo de la agroempresa, del agronegocio. Durante la Colonia lo primero que se impuso fue el cacao y el añil. Después de la Independencia, el café, la caña de azúcar, el plátano, la ganadería y el algodón. Cada uno de esos cultivos de agroexportación fue tomando un pedazo del territorio nacional, zonas con suelo fértil. Progresivamente se fue excluyendo a la gente de esos territorios, primero de una zona, luego de otra, sin más alternativa que convertirse en jornaleros agrícolas, mal pagados, con trabajo únicamente dos o tres meses al año. O bien marchar hacia la frontera agrícola, tumbando bosques y sembrando maíz y fríjol, hasta la incorporación de esos terrenos en el siguiente cultivo de agroexportación.

En Nicaragua, igual que en un sinnúmero de otros países, es precisamente donde abundan los recursos naturales, como la tierra o el agua, donde existe una mayor pobreza, porque fueron estos lugares tan productivos los que fueron el objeto de la conquista, de la colonización. Los pueblos que antes gozaban de esos recursos, por ese mismo proceso histórico, acabaron excluidos de su propia riqueza. Como dice Eduardo Galeano “los países pobres, son pobres porque son ricos”. Fue su riqueza de recursos lo que atrajo a los colonizadores, la misma que hoy en día atrae a las empresas transnacionales. Es este proceso el que genera la exclusión social y pobreza en medio de la riqueza.

- Sin embargo, Nicaragua pasó por una "revolución popular", ¿en qué medida esta particular historia alteró el desarrollo del modelo agroexportador?

Bueno, en alguna medida el modelo agro-exportador tuvo que ver con la Revolución Sandinista. Fue precisamente la exclusión social generada por la caña de azúcar en algunos lugares, por el algodón en otras, por café en la montaña, lo que dejó a la gente sin salida. En ese sentido se puede trazar una línea directa entre la expansión del monocultivo y el malestar que llevó a la insurrección.

Ahora, uno se debe preguntar si la Revolución logró o no cambiar este modelo basado en el monocultivo de exportación cultivado en grandes áreas. Mi opinión es que no. El gran talón de Aquiles de la Revolución fue su incapacidad de cambiar realmente la estructura agraria del país. A pesar de la reforma agraria, las áreas de agroexportación fueron protegidas, tanto si eran fincas estatales como si se trataba de explotaciones de una parte la burguesía que no huyó del país. De alguna manera u otra, se mantuvieron las grandes áreas dedicadas al algodón, la caña de azúcar, la ganadería, el café y la reforma agraria acabó realizándose en los márgenes. Si se hubiera cambiado esta estructura de agroexportación tal vez la Revolución aún perduraría, porque el coste de su mantenimiento fue la progresiva pérdida de apoyo de su base social en el campo, precisamente por su incapacidad de cambiar dicho modelo.


IMPACTOS ECOLÓGICOS Y EN LA SALUD HUMANA

- Una de las consecuencias más negativas de este modelo de agroexportación ha sido su impacto ecológico. El caso del algodón en Nicaragua resulta revelador.

Cuando el algodón llegó a Nicaragua en los años cincuenta encontró tierras fértiles, tanto por la calidad del suelo como por las pocas plagas existentes. Al principio sólo dos o tres especies de insectos atacaban al algodón. En ese momento ya había llegado el DDT y los agricultores lo aplicaban una, dos o tres veces como máximo. Pero rápidamente su uso eliminó la biodiversidad benéfica, o sea otros insectos que eran depredadores de las plagas de algodón y de aquellos que potencialmente podían llegar a serlo. La consecuencia fue el incremento en la diversidad de plagas. En los años ochenta la situación era realmente grave con la existencia de más de quince especies de plagas y la aplicación de insecticidas de cuarenta a sesenta veces por ciclo agrícola.

Además, el suelo, que originariamente era muy fértil en esa zona, quedó destruido por el sobreuso de maquinaria pesada y la falta de rotación de cultivos. El algodón llegó al fin de su ciclo dejando un área devastada: suelos erosionados, sin árboles, tormentas de polvo, insectos resistentes a los químicos, olor a plaguicidas por todos lados, una destrucción ecológica casi absoluta.

- Pero este tipo de impacto no es exclusivo del algodón, más bien parece el patrón de un modelo concreto de producción agropecuaria. Consecuencias similares ha tenido el banano.

Así es, el banano en Nicaragua ha supuesto una destrucción ecológica comparable a la del algodón. Después de producir banano de modo intensivo durante dos o tres décadas cualquier territorio queda inservible: se reorganiza y nivela la topografía de la zona; el suelo queda contaminado por el uso intensivo de fungicidas. La falta de rotación de cultivos incrementa las plagas, que se vuelven incontrolables, y entonces se aplican cada vez más productos y cada vez más tóxicos. Este fue el caso del nemagón, uno de los más tóxicos, y que se utilizó con una frecuencia y dosis peligrosamente altas.

- En el caso de las bananeras, los impactos en la salud humana, por el uso intensivo de plaguicidas como el nemagón, han resultado especialmente graves, con miles de trabajadores afectados.¿Qué responsabilidad cabe atribuir a las empresas en el uso de estos productos?

En el caso de Nicaragua, la industria bananera es particularmente irresponsable. Cuando el nemagón empezó a utilizarse de forma intensiva ya se conocía su terrible impacto entre los trabajadores de Costa Rica, entre los que produjo graves problemas de esterilidad. Hubo rumores de que cuando se logró prohibir en Costa Rica las empresas exportaron este producto hacia Honduras y Nicaragua, donde todavía no había sido prohibido. O sea, que ya sabían los problemas que provocaba y no les importó.

- Algo similar ha ocurrido con los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar, donde hoy a consecuencia de la aplicación de plaguicidas encontramos gran cantidad de trabajadores afectados por la creatinina, provocando insuficiencia renal crónica. ¿Pero no podía haberse manejado de otro modo su producción?

Es lamentable que la caña de azúcar haya tenido impactos tan graves para el medio ambiente y la salud humana, cuando es un cultivo de facilísima producción ecológica. Las plagas fácilmente se controlan biológicamente como se está haciendo en Cuba y el problema de la fertilidad del suelo se resuelve fácilmente con la simple rotación de cultivos. En Nicaragua, las grandes familias productoras de caña, no aplicaron esas técnicas, provocando una destrucción ecológica innecesaria y un problema de salud gravísimo para los trabajadores, totalmente innecesario también.


VULNERABILIDAD ECONÓMICA

- El café, sin embargo, no parece haber tenido impactos tan graves a primera vista, pero la especialización productiva en este otro tipo de monocultivo no parece tampoco una alternativa muy adecuada. ¿Qué problemas específicos encontramos en el monocultivo de café?

En el caso del café, como en otros monocultivos de exportación, la tendencia del mercado global empuja hacia la sobreproducción y la caída de precios. Sin embargo, durante décadas su precio se mantuvo más o menos estable porque existía un acuerdo internacional entre países productores y exportadores que garantizaba una negociación de precios que no resultaba ni tan caro para los consumidores ni tan bajo para los productores. Sin embargo, en los ochenta, el principal país importador, Estados Unidos, conspiró con el país principal productor, Brasil, para quebrar el acuerdo. Desde ese momento entraron en juego las leyes del mercado: sobreproducción, acelerada con la introducción de Vietnam como gran productor a nivel internacional, y desplome de los precios.

- ¿Y qué consecuencias tuvo ese desplome de los precios del café en Centroamérica?

La caída del precio del café ha provocado mayor pobreza. Mucha de la población rural de la región dependía de los pocos pesos que podían ganar en la época de su cosecha. Aunque uno tuviera su propia parcelita, ésta resultaba insuficiente para mantener a la familia y el trabajo en el café, aunque pequeño, era lo que permitía a la familia no morirse de hambre. Cuando se desplomaron los precios, los grandes productores prefirieron abandonar sus cafetales antes que contratar mano de obra estacional. De este modo, toda esa gran masa campesina que dependía de dichos ingresos para completar el año, se quedaron sin ellos, provocando unos niveles de miseria y hambruna como no se habían visto en crisis anteriores.

- Esta especialización supone una situación de enorme riesgo…

El modelo de agroexportación genera una terrible vulnerabilidad, porque hace que el país dependa de la fluctuación de precios en el mercado global de lo que exporta y de la necesidad de importar alimentos de mercados cuyos precios varían. Pobre el país donde se cruzan estos dos factores, una fluctuación para abajo de lo que exporta y una fluctuación para arriba de lo que importa. El resultado es la hambruna.

- Para terminar con el caso de Nicaragua, ¿cuál es el principal legado que le ha dejado este modelo agroexportador?

Lo que ha pasado en Nicaragua es una versión en pequeño de lo que ha ocurrido en muchos otros países. Por un lado, los ciclos de monocultivos de agro-exportación han desplazado, poco a poco, a las masas campesinas de todas las tierras productivas. Han dejado al país sin soberanía alimentaria: si las mejores tierras producen para la exportación, eso significa que el país no tiene recursos para alimentarse. También ha dejado un legado de destrucción ecológica, de degradación de los propios recursos naturales, suelo, agua, biodiversidad, que son necesarios para que haya sustentabilidad de la producción en el futuro.


LAS AMENAZAS A LA AGRICULTURA FAMILIAR CAMPESINA

- Pero la agroexportación no es el único modelo posible.

En la actualidad nos encontramos ante una encrucijada entre dos maneras de concebir la producción de alimentos y la agricultura. Estamos viviendo un choque, una confrontación entre dos grandes modelos sobre cómo utilizar la tierra y cómo producir. Por un lado está el modelo dominante de la agroexportación, del monocultivo de la empresa transnacional, del uso de agrotóxicos, de semilla transgénica, de productos procesados dañinos para los consumidores, llenos de grasas, de azúcar, de sal, de conservantes cancerígenos. Y por otro lado tenemos el modelo campesino de producción de agricultura familiar, con vocación productora de alimentos, cultivados con técnicas mucho más sustentables en términos ecológicos. Desde el movimiento campesino se propone la soberanía alimentaria como paradigma alternativo al modelo agroexportador, partiendo de la base que los pueblos tienen derecho a decidir quién produce, cómo produce y para quién produce. En este momento estos dos modelos se enfrentan, como en una pelea a muerte, en todos los países del mundo, tanto en el Norte como en el Sur.

-¿Cuáles son las principales amenazas que tiene hoy en día la producción campesina?

Fundamentalmente las importaciones de alimentos baratos subvencionados ante los que el campesinado no puede competir; la expansión de nuevos monocultivos de exportación que los desplazan de sus tierras y las políticas neoliberales de privatización de todo lo que es importante para la agricultura, como la tierra, el agua, el crédito o la asistencia técnica.

- ¿Cuáles son esos nuevos monocultivos de agroexportación?

Bueno, una de las nuevas dinámicas de la agroexportación son los cultivos no tradicionales. En general son frutas y vegetales fuera de estación para los países del norte. Por ejemplo, el melón, la col de Bruselas, el maracuyá, el mango. Esos cultivos son de muy alta inversión, intensivos en el uso de agrotóxicos y con precios que fluctúan tanto que la mayoría de los pequeños productores que se metan a esos cultivos acaban quebrando.

- Pero al mismo tiempo la industria maquiladora cada vez adquiere mayor protagonismo como fuente de empleo en las zonas rurales de muchos países del Sur. ¿En qué se parece su funcionamiento al del monocultivo de agroexportación?

La maquila, o sea las fábricas de ensamblaje sencillo, se basa en el mismo tipo de exclusión social que los monocultivos de agroexportación, la cual permite salarios de hambre. Además se alimenta de ese mismo modelo, porque es precisamente la masa campesina expulsada del campo que constituye la mano de obra barata que hace posible la maquila.

- ¿Cómo actúan los organismos multilaterales para favorecer esa dinámica de la agro- exportación y de la agroindustria?

Los organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) o los acuerdos regionales de comercio libre, refuerzan el modelo agroexportador. Por un lado, se impone a los países del Sur la apertura de sus mercados, lo que supone recibir en sus propios mercados productos subvencionados con los que el campesino local no puede competir. Y por otro lado imponen también la privatización de los servicios y bienes que necesitan los campesinos para seguir produciendo.

Alternativa: la agricultura familiar campesina

- Lo que estás planteando es que la alternativa frente a este modelo agroexportador es la agricultura familiar campesina, ¿pero hasta qué punto este tipo de modelo es capaz de garantizar las necesidades de alimentación de una población creciente?

Se ha comprobado que la agricultura campesina, al contrario de lo que dicen determinados "expertos", es más productiva que la agricultura del agronegocio, porque el campesino utiliza más intensivamente su parcela, cultivando múltiples productos. No solo cultiva soja, por ejemplo, sino también maíz, fríjol, calabaza, frutales, cultivos de forraje, tiene cerdos, gallinas, alguna vaca. Pienso que si se generan las condiciones para que la agricultura familiar vuelva a ser viable económicamente, protegiendo el mercado contra las importaciones baratas, pude volver a ser atractiva en términos económicos. Hay muchísima gente en los barrios pobres marginales populares de las ciudades latinoamericanas que quisieran volver al campo. Escapar de la violencia, de los atracos, de los barrios pobres y volver a vivir esa vida en los campos. Yo pienso que existe, con un modelo de soberanía alimentaria, una posibilidad real de repoblar el campo.

- Entonces, ¿consideras deseable esa vuelta al campo de la gente de los suburbios de las grandes ciudades latinoamericanas?

Todo depende de lo que quiera la gente. Mi experiencia en América Latina es que la gente que vive en esos barrios marginales, con pandillas, robos, crímenes, vive con un solo sueño, y ese sueño es volver al campo. Pero a un campo donde tengan su propia parcela, donde puedan producir y ganarse la vida con dignidad.

Sin duda la pequeña finca familiar diversificada es la base de un modelo diferente, de otro modelo de desarrollo rural. Pero también es la clave de la solución de los problemas urbanos. La masa campesina desplazada a las ciudades que no encuentra trabajo es también la que está generando considerables problemas urbanos. En la medida que se haga viable económicamente que esa gente vuelva al campo, se aliviarán también los problemas urbanos.

- De forma paralela a esta situación de crisis social y amenazas a la agricultura familiar campesina asistimos a un fuerte resurgir del movimiento campesino a nivel internacional, cuya principal expresión es Vía Campesina. Una de las principales singularidades de este movimiento es el hecho que se haya articulado en un plano de igualdad entre organizaciones rurales tanto del Norte como del Sur. ¿Cómo se explica este fenómeno?

El problema de la agricultura y la alimentación no puede plantearse en los términos clásicos Norte-Sur, es un problema de modelos. Lo mismo que les pasa a los campesinos del sur, les ocurre a los agricultores familiares del Norte. En ambos casos es un modelo dominante de agroindustria, agroexportación que los desplaza y en cada caso ellos defienden un modelo de agricultura familiar, frente a este modelo dominante.

Es por eso que en este momento nos encontramos con alianzas entre productores del Sur y agricultores familiares de los países del Norte, porque el modelo agroexportador se basa en pagar precios muy bajos a los productores, estén en Estados Unidos o en Nicaragua. Esa es la base para que las grandes transnacionales como Cargille, Parmalat o Nestlé, puedan competir: comprar barato para luego vender caro. Esto ha creado las condiciones para una alianza nueva entre organizaciones campesinas en los países del Sur y organizaciones de agricultores familiares en Europa, Estados Unidos o Japón. Por primera vez las organizaciones campesinas tienen una expresión internacional como es Vía Campesina, que une a los campesinos del Sur con los agricultores familiares de los países del Norte en la lucha contra el modelo agroexportador y contra organismos internacionales como la OMC.


CONSUMIR DE FORMA RESPONSABLE

- ¿Y qué papel se otorga en este otro modelo basado en la agricultura familiar campesina a los consumidores urbanos?

El consumidor debe tener acceso a alimentos en sus mercados locales, producidos localmente. Esto implica fomentar los mercados, ferias de agricultores para que el consumidor tenga acceso a un producto fresco sano, accesible, producido localmente de acuerdo con sus tradiciones culinarias.

- ¿Qué puede hacer la gente de los países del Norte comprometida con ese modelo?

Lo primero es entender que el modelo dominante agro-exportador no sirve ni a los intereses de la gran mayoría de la población en el Sur ni la del Norte. Se trata de un modelo excluyente tanto en una parte como en la otra. En Europa cuatro mil familias campesinas pierden su tierra todas las semanas, en el viejo continente cada tres minutos se pierde una explotación agrícola. La comida basura cada vez contiene más grasa, sal, azúcar, cancerígenos, que están provocando problemas de salud graves. Entonces tenemos que empezar por entender que nos conviene aliarnos con los movimientos campesinos del Sur para cambiar el modelo de agricultura y de alimentación en este mundo.

- Y una vez entendido eso, ¿cómo actuar en nuestro consumo cotidiano de alimentos?

Debemos empezar por pensar qué estamos comprando, y no comprar sin pensar. Es necesario informarse y pensar si lo que estamos comprando es de un productor local o de una transnacional que desplazó a productores locales en otro país para traer ese producto. Igualmente, ¿cómo se produjo ese producto?, ¿con plaguicidas agrotóxicos, destrucción del suelo y la biodiversidad? ¿O con métodos ecológicos sustentables? Debemos reflexionar si ese acto de consumo está reforzando la agricultura campesina, familiar, sustentable, o bien si la está destruyendo.

- ¿Qué criterio crees tú que debería tener en cuenta un consumidor cuando va a comprar productos alimenticios?

El criterio más importante para el consumidor que quiere cambiar el mundo es el consumo local. De esta manera apoya a los agricultores familiares de su propio país y no perjudica a los campesinos de otro país. Si uno, desde Europa o los EEUU, consume uvas importadas de Chile, fuera de estación, o melón importado de El Salvador o Nicaragua, fuera también de estación, lo que está haciendo es apoyar un modelo excluyente. Porque no es el pequeño campesino quien produce ese alimento, sino la gran empresa transnacional. Si uno deja de consumir ese tipo de producto de la transnacional y en cambio prioriza el consumo de un producto local, de un agricultor familiar, cercano, uno deja de perjudicar a los productores de otro país y comienza a apoyar a los productores familiares del propio país de uno.

- Sin embargo, algunas ONG como Oxfam, por ejemplo, con su campaña “Comercio con Justicia” han planteado la discusión como si lo más importante fuera el acceso a los mercados del Norte...

Lamentablemente hay mucha confusión en el debate sobre alimentos y comercio. Hay muchos que querrían que pensáramos que comprando un producto de Argentina, Nicaragua, Ghana, o la India, estamos apoyando al pueblo campesino de esos países, cuando la verdad es todo lo contrario. Al comprar el producto de agro-exportación estamos apoyando directamente un modelo de exclusión social. Para los campesinos del Sur es mucho mejor que dediquemos mayores esfuerzos en apoyar a nuestros propios agricultores locales, comprándoles a ellos. No se puede seguir creyendo en el mito de que lo que resuelve problemas en el sur, es abrir los mercados del norte. Esto es una falacia. Lo que necesitan los países del Sur es poder cerrar sus propios mercados a las exportaciones subvencionadas de los países del Norte y poder subvencionar su propia agricultura local, para cubrir sus necesidades locales y nacionales de alimentación.

-¿Qué papel puede jugar entonces el comercio justo?

Depende de cómo entendamos el comercio justo. De hecho, existen diversos modos de concebirlo. Uno pone el acento en el mercado internacional cuando, por ejemplo, compramos café importado producido en otro país y pagamos un poco más con la idea de que el productor reciba una mejor retribución. El otro concepto de comercio justo tiene que ver con el mercado local: compramos a productores locales sin intermediario y así el productor recibe más, aplicando la misma lógica en los países del Sur. Yo me identifico con este segundo concepto de comercio justo que considera necesario que cada productor tenga un mercado local y que los consumidores puedan comprar a productores locales.

Lo del comercio justo en el mercado global es útil como herramienta de sensibilización a los consumidores del Norte porque obliga a pensar nuestras opciones de consumo. Pero a fin de cuentas no resuelve los grandes problemas estructurales, en la medida que sigue dentro del mismo modelo agroexportador, con mejores precios, pero sin cambiar esa estructura en la que las mejores tierras se dedican a la exportación y no a la producción de alimentos.

- Sin embargo, hay algunos productos que no se pueden producir en la mayoría de los países del Norte.

Bueno, este otro concepto de comercio justo en el ámbito internacional tiene también sentido para productos tropicales como el café o el cacao, que no se producen en el Norte. En ese sentido es claro: siempre va a haber comercio internacional y es mejor que haya precios más justos. Sin embargo, tampoco deberíamos reforzar demasiado la idea de que países del sur tienen que dedicarse básicamente a la producción de esos productos, porque en realidad, lo más importante es que ellos produzcan lo que consumen y que tengan la posibilidad de crear mercados locales nacionales dentro de su propio territorio.

- Pero no todo puede hacerse desde el consumo. Nuestro consumo es un aspecto más de la lucha contra el modelo dominante de agroexportación.

Para cambiar las estructuras injustas del sistema de alimentación y agricultura, se necesita, primero, entender cómo funciona este mundo; segundo, pensar cuando consumimos y actuar consecuentemente y, tercero, convertir ese pensar en acción. La movilización social es la única fuerza capaz de cambiar estas estructuras.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=27177


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domingo, 30 de enero de 2011

Vacaciones

Claudia Rafael y Silvana Melo   


Desde las pantallas del televisor asoman rostros sonrientes y playas rebosantes. Los cronistas hablan de un 90 por ciento de ocupación hotelera y de un consumo que esboza un dejo de felicidad entre quienes apuestan su año entero a las ganancias que dejarán los turistas. Los informes especiales que se repiten cada año ante las cámaras detallan destinos más allá de las fronteras de estas geografías: las costas del Brasil, Uruguay, Caribe e, inclusive, Miami con gastos diarios de hospedaje y comida entre los 1500 y los 2000 dólares por persona.

Las arenas finas y cálidas de la meca argentina del poder económico desnudan pieles bronceadas y musculaturas trabajadas mientras en las calles van y vienen las niñas bonitas de la moda automovilística de gran portada: Jeeps Grand Cherokee, Chrysler PT Cruiser o la recientemente lanzada New Tucson de Hyundai. Pequeñas pinceladas de obscenidad que profundizan más y más el desequilibrio de esa balanza oculta y olvidada.

Sin saber ni poder siquiera pronunciar esas marcas de 4x4 deslumbrantes y representantes de la más cabal definición de pornografía, la vida se escurre en otros rincones.

Misiones, allí donde una semilla arrojada al viento multiplica los panes y eleva la vegetación a alturas inimaginables, donde los hormigueros parecen pequeñas montañas que asoman desde la tierra roja y los cítricos estallan rozagantes de vitalidad, hay –según estadísticas estrictamente oficiales- 6000 cachorros humanos desnutridos de los que mil tienen riesgo de vida. Y también según cifras del gobernador Maurice Closs –que suele mirar como tantos desde el pedestal que ofrecen los sillones del poder apenas una parte del dolor- murieron más de 200 chicos. Milagros Benítez, Héctor Rafael Díaz, Cristian Ortiz son algunos de sus nombres, para que nadie olvide. Para que la memoria -que suele ser engañosa y selectiva- no borre de un plumazo sus cortos días de primavera que terminaron precozmente en feroz crueldad. Aunque los tórridos días estivales, en donde la levedad suele ser deseo colectivo, no sean propicios para esa memoria.

Doscientos metros al sur pasan miles de jubilosos turistas argentinos todos los días, buscando playas brasileñas. Ahí no más, a pasos de la naciente del Pepirí Guazú, en la zona fronteriza, buscan una ardiente vacación aquellos que luego engordan el optimismo en los números oficiales. Que hablan de una migración histórica de afuera hacia dentro, de adentro hacia fuera y en los caminos intestinos de un país que florece con fragor. Pero en el que siguen muriéndose los niños a cachetadas de pobreza. Los dos países se chocan de repente y cuatro chicos que piden monedas a los turistas con un pie en la Argentina y otro pie en Brasil mueren absurdamente del lado vacacional. Cuando no soportaron más el calor de un verano terrible y saltaron la frontera entre Misiones Santa Catarina y accedieron a su modesto mar sin olas que se transformó en ciénaga. Un estanque formado en una obra en construcción, con suelo de barro brasileño que se chupa los pies. Y que se los tragó, como se traga la roja tierra misionera a sus niños rojos de sangre a la vista, de piel transparente, de huesos quebradizos. Mientras los millones de gentes  rebasan las playas y los boliches se pueblan de brillos por las noches, la exuberante, rica y bella Misiones no puede evitar que sus niños se mueran por falta de alimentos. En la país de la masiva migración interna y externa vacacional los niños que duermen en la calle y a los que les cae la moneda migaja del éxito ajeno se mueren en su humilde minuto de veraneo  en un pozo de barro del lado del Brasil.

No se entera nadie de lo que hay en esa frontera. Un pedacito de Misiones cubierta de serranías boscosas que superan los 800 metros. No llega ahí ni el Estado ni el gobernador del Hambre Cero. Tatiana Marisel y Fabián Lautaro Sosa, de 9 y 6 años, y Angélica y Beatriz Monzón, de 8 y 11, no lograron hacer pie en la tosquera. Casi les pareció natural. Su propia historia impuesta por origen, por piel, por nacimiento, por pobreza, los había condenado a no hacer pie en la vida jamás. Tan chiquitos y tan conscientes de que no había alternativas de costura de un porvenir cuando a los 9, a los 6, a los 11 la vida es sólo ahora, la moneda que cae de la mano, el calor arrasador en la calle de tierra, la nube de polvo que se pega en el pelo y un lugar para mojarse, por dios que ya no se respira.

Lejos, muy lejos de todos ellos, frágiles e inermes, otras pantallas con otros rostros anuncian recursos extra que el poder del Estado podrá manejar a discresión: 38.000 millones de dólares más en un año en el que octubre se va acercando con pasos de gigante. Pero que –cómo dudarlo- no derramarán paraísos en el barro cotidiano que pisan las Tatianas y las Milagros, porque los días de felicidad no están construidos para sus historias taladas a mansalva.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4944&Itemid=0


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miércoles, 19 de enero de 2011

La Pena de Muerte

María Elena Walsh


Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.

Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.

Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.

Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.

Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.

Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.

Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.

Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.

Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.

Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.

Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno.

Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.

Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.

A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.

Aparecido originalmente en Clarín, 12 de setiembre de 1991


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lunes, 10 de enero de 2011

Esclavos

Claudia Rafael  


El empleado del peaje lo vio y sintió que era la fotografía más cabal de un cristo abandonado a toda suerte. Con la morochez eterna en la piel, los ojos sesgados y el pelo renegrido estaba sentadito con el torso desnudo a un costado de la ruta 226, solo, con la vulnerabilidad que le asomaba por cada uno de sus poros. Cuando le preguntó qué hacía ahí y adónde pensaba viajar, él primero no entendió ese español que le resulta tan ajeno y a la tercera vez que le repitió, contestó tímidamente, como en un hilo de voz, que a Bolivia. Ya el turno del empleado había terminado, lo cargó en su auto y lo llevó hasta el barrio boliviano de la ciudad, a miles de kilómetros de su tierra. Recién con los suyos y en quechua todos pudieron ir uniendo las piezas desperdigadas del rompecabezas de su historia. Que se llamaba Waldemar, que tenía 17 años, que habían sido duros días de trabajador quintero, traído quién sabe por quién y cuándo, que los métodos de control eran férreos y denigrantes, la paga irregular y que quien sabe de dónde había sacado la osadía para birlar la atención de los capataces al empezar aquella tarde a caminar hasta llegar al peaje. Indocumentado, cansado, totalmente desorientado y sin rumbo, representaba –sin imaginarlo, siquiera- a millones de waldemares esclavizados sobre la tierra.

Cómo saberse tan hermano de Ezequiel Ferreyra, pequeñito y frágil, devorado por los monstruos de la perversidad que lo llevaron a la no vida cuando lo arrojaron al trabajo esclavo escondido detrás de la promesa falsa de la empresa avícola Nuestra Huella. Cómo Waldemar habría de imaginarse que once años más niño que él, Ezequiel iría siendo carcomido en un martirio feroz de tanto manipular agroquímicos, de tanto respirarlos y meterlos lentamente en su piel, desde las mucosas.

Seguramente jamás escuchó en sus largos 17 años el nombre Nidera. Probablemente impronunciable para su quechua tan ajeno a palabras como traders exportadoras o como Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores. Palabras pertenecientes a un universo tan lejano a su pueblo del origen del que lo arrancaron un mal día para ofrecerle quimeras inalcanzables. No sabrá jamás por qué hay marioneteros de crueldad que ven crecer sus propias montañas de oro arrastrando a los waldemares y a los ezequieles al submundo de la esclavitud.

¿Acaso es posible comprender esa inmensa capacidad para la maldad, lección –diría Hannah Arendt- de la terrible banalidad del mal? ¿Es posible entender esa voluntad atroz de ser piezas fundamentales de un sistema de opresión?

Una pintura perfecta de ese sistema es el que se desnudó en un campamento en campos cercanos a San Pedro mientras las copas chocaban para brindar por un año lleno de paz y armonía. 130 personas, entre ellas 30 niños y adolescentes, ajenos al espíritu festivo fueron rescatados en condiciones que el médico Julio Caraballo, director de Bromatología de San Pedro, definió como semejantes a las de un campo de concentración. Y describió cómo un adolescente se bañaba con agua que sacaba de un recipiente de agrotóxicos.

Números en la estadística feroz de la trata de personas para explotación laboral. Sin nombre. Sin edad. Sin sueños. Sin vida propia. Sin un destino que torcer desde su propia voluntad.

Como Waldemar, ellos tampoco sabían dónde estaban. Tan fuera de su Santiago del Estero, esa tierra tan cansina y pobre pero suya. Simplemente fueron reclutados por Nidera –transnacional de granos- para trabajar en la cosecha del maiz “en la mejor empresa” para ser arrojados luego como esclavos indeseables en el campamento con la amenaza de que quien se fugase, cargaría con la mochila del castigo al resto de su cuadrilla de trabajo.

Dormían en trailers de chapa, hacinados de a veinte, con jornadas laborales de diez horas, sin luz ni agua potable, pagando puntualmente en cifras descomunales cada trocito de alimento que engullir: 80 pesos, la bolsa de papas; 65, la de cebollas; 8, un kilo de pan viejo o 35 por un paquete de fideos con el logo del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia.

Eran el ejército de producción en serie de un sistema macabro que sólo engorda los bolsillos de los poderosos. De los que ríen obscenamente desde sus pedestales mientras tantos otros miran distraídamente hacia otro lado.

Son los waldemares y los ezequieles, descartables por origen y portación de historia. Los expoliados en esta tierra asentada sobre las bases de la inequidad y la desidia. En donde termina transformándose en natural la ferocidad de unos pocos, manipuladores expertos que juegan a un juego atroz, en donde siempre las víctimas son los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada.

Fuente: Página 12 - Edición: 1929

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4928:esclavos&catid=36:notas-en-el-home&Itemid=107


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miércoles, 5 de enero de 2011

Estabilidad del euro

Rafael Fernando Navarro


Se derrama continuamente de la boca de los políticos, de los banqueros, de los inversores en bolsa: es urgente garantizar la estabilidad de la moneda europea. Y alrededor de la moneda gira toda la vida económica, comercial, productiva y  humana. Esta urgencia no permite aspirar a un estado de bienestar mejor del que tenemos, sino que incluso hay que recortar el que disfrutamos y al que hemos llegado a base de sacrificios de aportación durante muchos años. El bienestar no es un regalo, es una conquista del esfuerzo común. Hay que irse acostumbrando a su desaparición en bien de la estabilidad monetaria.

Hay que abaratar el despido. Se ha roto la cadena banco-empresario-trabajador. Los gobiernos han aportado grandes cantidades de dinero para sostener el entramado de la usura. Deben seguir creciendo sus beneficios de manera exponencial y eso se ha conseguido. Incluso practican prejubilaciones para que otros paguen los sueldos de quienes les ayudaron a enriquecerse.  Los bancos se han escondido en su caparazón para disfrutar de su propio bienestar y no han repercutido su confort en el empresario. Este ha visto menguar (que no desaparecer) sus ganancias y vierte su cortedad de miras sobre el trabajador. Y el trabajador con cuarenta, cuarenta y cinco, cincuenta años se encuentra de repente sentado en la acera de la vida con su mochila de angustia, su hipoteca impagada, su familia hambrienta y un INEM celulítico de burocracia. Se le ha roto el futuro a ese hombre para siempre desorientado, escritor de currículum inútiles, rompiendo nudillos en puertas herméticas de indiferencia. Todos aparentan esforzarse en promover el primer trabajo. Nadie lucha por adecentar el que  puede ser el último.

Los viejos deben acostumbrarse a ser más viejos. Cuando la sociedad vive idolatrando el becerro de la juventud, la musculatura esteroidea, la alimentación con anabolizantes y en consecuencia la vejez es un delito contra el tiempo que hay que disimular en geriátricos de olvido y abandono, exigimos que el viejo sea más viejo para disminuirle los ahorros que aportó para tener un descanso digno. Si no hay jóvenes a los que explotar, tendremos por lógica que explotar a los viejos. Para algo tienen que servir los inservibles.

Habrá que entregar a los empresarios la sanidad pública para que la conviertan en negocio. Se pueden restringir las estancias hospitalarias, la oxigenoterapia indispensable para beberse la vida a sorbos, las sillas de ruedas para médulas rotas. Ellos saben convertir el dolor en estabilidad monetaria.

Se puede delegar la investigación. “Que investiguen ellos”  A nosotros nos basta con fotocopiar los avances ajenos sin sentirnos campeadores del futuro. Los españoles ya hemos tenido bastantes conquistadores y podemos ahora quedarnos sin sueños de aventura para apoyar la estabilidad del euro.

Tuvimos la costumbre de ser pobres. Sabemos muchos de avecrén de posguerra, de sopa de algarrobas, de chocolate con tierra los domingos. ¿Por qué nos van a preocupar ochocientas mil personas mordiendo el pecho de Caritas, rebuscando como ratas en contenedores vomitados por grandes almacenes? Las viviendas engullidas por hipotecas-basura brindan la posibilidad de vivir en comunión con las estrellas. España es tierra de luz brillante y sol-calefacción.

Los estados son economía. Economía las empresas. Las catedrales del consumo son economía. Los gobernantes son súbditos de la economía, los grandes bancos, sus pastores.  Resulta entonces comprensible que la moneda sea el centro y que todos aportemos la pobreza que nos queda para su sostenibilidad.

Los derechos humanos, la dignidad, la solidaridad, la justicia distributiva, la función social de la riqueza, la deuda de los que más ganan a favor de los nada tienen se han reducido a la marginalidad. No se les puede otorgar preeminencia frente al altar del billete, ante la deidad del banco Central Europeo. Sin ricos no habría sociedad. Sin pobres tampoco. Y como son éstos los que alimentan a aquellos, nuestro deber es fabricar miseria para aportar estabilidad a la estabilidad. Los pobres son esa melancolía que embellece la elegancia de las carteras de piel.

¿Para cuándo la estabilidad del hombre como centro de la exitencia?

http://marpalabra.blogspot.com


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miércoles, 22 de diciembre de 2010

La historia de la austeridad

Boaventura de Sousa Santos


La reciente reunión del G-20 en Seúl fue un fracaso total. Llegó a ser desgarradora la pérdida de credibilidad de los Estados Unidos como supuesta economía más poderosa del mundo, así como la forma en que intentó acusar a China de comportamientos monetarios finalmente tan proteccionistas como los de los norteamericanos. La reunión mostró que el “orden” económico financiero, creado a fines de la Segunda Guerra Mundial y ya fuertemente afectado tras la década de 1970, está colapsando y que se prevé la aparición de graves conflictos comerciales y monetarios. Pero, curiosamente, estos conflictos no tienen eco en la opinión pública mundial y, en cambio, casi por todas partes los ciudadanos están siendo bombardeados por las mismas ideas de crisis, de tiempos de austeridad, de sacrificios compartidos. Es necesario analizar lo que se esconde detrás de esta unanimidad.

Quien tome por real lo que ofrecen los discursos de los organismos financieros internacionales y de la gran mayoría de los gobiernos nacionales de las diferentes regiones del mundo tenderá a tener las siguientes ideas sobre la crisis económico financiera y sobre cómo se ve afectada su vida: todos somos culpables de la crisis porque todos, ciudadanos, empresas y Estados, vivimos por encima de nuestras posibilidades y endeudándonos en exceso; las deudas deben ser pagadas y el Estado debe dar el ejemplo; como subir los impuestos agravaría la crisis, la única solución es recortar los gastos estatales reduciendo los servicios públicos, despidiendo empleados, bajando salarios y eliminando prestaciones sociales; estamos en un período de austeridad que alcanza a todos y para enfrentarlo debemos aguantar el sabor amargo de una fiesta en la que nos arruinamos y que ahora terminó; las diferencias ideológicas ya no cuentan, lo que cuenta es el imperativo de la salvación nacional, y los políticos y sus propuestas tienen que unirse en un amplio consenso, bien al centro del espectro ideológico.

Esta “realidad” es tan evidente que constituye un nuevo sentido común. Y, sin embargo, sólo es real en la medida en que encubre otra realidad, de la que el ciudadano común tiene, como mucho, una idea difusa y que reprime para no ser llamado ignorante, antipatriota o incluso loco. Esta otra realidad nos dice lo siguiente. La crisis fue provocada por un sistema financiero desproporcionado, desregulado, escandalosamente lucrativo y tan poderoso que, cuando explotó y provocó un inmenso agujero en la economía mundial, consiguió convencer a los Estados (y, por lo tanto, a los ciudadanos) de que lo salvaran de la bancarrota y le llenaran las arcas sin pedirle cuentas. De esta manera, los Estados, ya endeudados, se endeudaron aún más, tuvieron que recurrir al sistema financiero que acababan de rescatar y éste, como entretanto las reglas de juego no fueron modificadas, decidió que sólo prestaría dinero bajo condiciones que le garantizaran fabulosas ganancias, hasta la próxima explosión.

La preocupación por las deudas es importante, pero, si todos son deudores (familias, empresas y Estado) y nadie puede gastar, ¿quién va a producir, crear empleo y devolver la esperanza a las familias? En este escenario, el futuro inevitable es la recesión, el aumento del desempleo y la miseria de casi todos. La historia de los años ’30 del siglo pasado nos dice que la única solución es la inversión del Estado, la creación de puestos de trabajo, los impuestos a los más ricos y la regulación del sistema financiero. Y hablar del Estado es hablar de conjuntos de Estados, como la Unión Europea y el Mercosur. Sólo así la austeridad será para todos y no apenas para las clases medias y trabajadoras que más dependen de los servicios estatales.

¿Por qué esta solución no parece posible hoy? Por una decisión política de quienes controlan el sistema financiero e, indirectamente, de los Estados. Esa decisión consiste en empobrecer aún más al aparato estatal, liquidar al Estado de bienestar donde todavía existe, debilitar al movimiento obrero hasta que los trabajadores tengan que aceptar las condiciones laborales y los salarios unilateralmente impuestos por los patrones. Como el Estado tiende a ser un empleador menos autónomo y como las prestaciones sociales (salud, educación, jubilaciones, seguridad social) son implementadas a través de servicios públicos, el ataque debe centrarse en la función pública y en quienes más dependen de ella. Para los que en este momento controlan el sistema financiero es prioritario que los trabajadores dejen de exigir una cuota decente de la renta nacional y, para eso, necesitan eliminar todos los derechos conquistados tras la Segunda Guerra. El objetivo es volver a la política de clase pura y dura, o sea, al siglo XIX.

La política de clases conduce inevitablemente a la confrontación social y la violencia. Como bien muestran las recientes elecciones en los Estados Unidos, la crisis económica, en lugar de instar a las diferencias ideológicas a disolverse en el centro político, las profundiza y las empuja hacia los extremos. Los políticos de centro (entre los que se incluyen los inspirados en la socialdemocracia europea) serían más prudentes si pensaran que en la vigencia del modelo ahora dominante no hay lugar para ellos. Al abrazar este modelo, se están suicidando.

Debemos prepararnos para una profunda reconstitución de las fuerzas políticas, para reinventar la movilización social de resistencia y para proponer alternativas; en última instancia, para la reforma política y la refundación democrática del Estado.

* Doctor en Sociología del Derecho; profesor de las universidades de Coimbra (Portugal) y de Wisconsin (EE.UU.).

Traducción: Javier Lorca.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-157317-2010-11-22.html


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