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lunes, 18 de abril de 2011

José Comblin: un desafío a la intelectualidad académica

Leonardo Boff


El día 27 de marzo murió a los 88 años de edad cerca de Salvador (Bahía) el teólogo de la liberación José Comblin. Belga de nacimiento, optó por trabajar en América Latina, pues se daba cuenta de que el cristianismo europeo era crepuscular y veía en nuestro subcontinente espacio para la creatividad y para un nuevo ensayo de la fe cristiana articulada con la cultura popular. Él encarnaba el nuevo modo de hacer teología, inaugurado por la Teología de la Liberación, que es tener un pie en la miseria y otro en la academia. O dicho de otro modo: articular el grito del oprimido con la fe libertadora del mensaje de Jesús, partiendo siempre de la realidad contradictoria y no de doctrinas, y buscar colectivamente una salida liberadora a partir del pueblo.

Vivió pobre y desposeído en el nordeste brasilero. E incluso allí, donde se supone no hay condiciones para una producción intelectual de alto nivel, escribió decenas de libros, muchos de ellos de gran erudición. Lógicamente aprovechaba las temporadas que pasaba en su universidad de origen, la de Lovaina, para reciclarse. Así escribió uno de los mejores libros sobre la Ideología de la Seguridad Nacional, dos volúmenes sobre la Teología de la Revolución, un detallado estudio sobre el Neoliberalismo: la ideología dominante en el cambio de siglo. Y decenas de libros teológicos, exegéticos y de espiritualidad, entre los cuales destaco: Tiempo de Acción, Cristianos rumbo al siglo XXI y Vocación para la Libertad. Fue asesor de Dom Helder Câmara en su lucha por los pobres y de don Leonidas Proaño, obispo de los indios en Riobamba (Ecuador).

Debido a sus ideas, fue expulsado de Brasil por los militares en 1972. Fue a trabajar a Chile de donde también lo expulsaron los militares en 1980. De regreso a Brasil, se dedicó a dar cuerpo a su profunda convicción: que el nuevo cristianismo en Brasil deberá nacer de la fe del pueblo. Creó varias iniciativas de evangelización popular conocidas bajo el nombre de Teología de la Azada. Se inspiró en el Padre Ibiapina y en el Padre Cícero, los grandes misioneros del Nordeste, que más que administrar sacramentos y fortalecer la institución eclesiástica ejercían la pastoral del consejo y de la consolación de los oprimidos, cosas ambas que son las que éstos más buscan.

Es uno de los mejores representantes del nuevo tipo de intelectual que caracteriza a los teólogos da liberación y a los agentes de pastoral que están en esta caminada: realizar el intercambio de saberes, es decir, tomar en serio el saber popular, «hecho de experiencias», empapado de sangre y sudor, pero rico en sabiduría, y articularlo con el saber académico, crítico y comprometido con las transformaciones sociales. Este intercambio enriquece a unos y a otros. El intelectual pasa al pueblo un saber que lo ayuda a avanzar y el pueblo obliga al intelectual a pensar los problemas candentes y a enraizarse en el proceso histórico. La inteligencia académica tiene una deuda social enorme con los pobres y marginados. Las universidades son en gran parte macroaparatos de reproducción de la sociedad que se caracteriza por desigualdades y fábricas formadoras de cuadros para el funcionamiento del sistema imperante. Pero se les debe reconocer, no obstante sus límites, el hecho de que fueron y son laboratorio del pensamiento contestatario y libertario.

Pero todavía no ha habido un encuentro profundo entre la universidad y la sociedad, haciendo una alianza entre la inteligencia académica y la miseria popular. Son mundos que caminan paralelos y no son las extensiones universitarias las que cubrirán el foso que las separa. Tiene que darse un verdadero intercambio de saberes y de experiencias. Ignorante es quien imagina que el pueblo es ignorante. El pueblo sabe mucho y descubrió mil formas de vivir y sobrevivir en una sociedad que le es adversa.

Si hay algún mérito en los teólogos de la liberación (que existen aquí y en todo el mundo, Roma no consiguió exterminarlos) es haber realizado esa unión. Por eso no se puede pensar en un teólogo de la liberación si no es metido en los dos mundos, para desde esa unión intentar gestar una sociedad más igualitaria que, dicho en dialecto cristiano, tenga más bienes del Reino que son justicia, dignidad, derecho, solidaridad, compasión y amor.

El Padre José Comblin nos dejó el ejemplo y el desafío.

http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=431



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domingo, 10 de abril de 2011

Los otros

Claudia Rafael   


El día en que Ruth Paradies montó sobre el tren en la estación ferroviaria de Berlín supo que su partida ya no tendría vuelta atrás. Tal vez por eso no giró la cabeza para mirar a los ojos de su madre. Tal vez por eso se aferró a otros adolescentes judíos que, como ella, buscaban huir de aquella Alemania nazi hacia un lugar en el mundo que se abriera a su paso como tierra nueva. Y sin imaginar que cuarenta años más tarde, los dictadores argentinos torturarían con más saña a su hijo menor -al que aún no soñaba concebir- por su calidad de judío.

Las migraciones en el mundo han acompañado la historia misma de la humanidad como un sello indeleble. Colectivos humanos que dejan atrás esa patria que los aplasta, los persigue, los hambrea y les alza tantas veces ante los ojos una desbordante opulencia. Con la ñata contra el vidrio, los bienestares de los detentadores de derechos pasan ante los propios ojos con la ostentación de los poderosos.

Fronteras adentro y fronteras afuera de la propia tierra los desarrapados se elevan con celeridad a la categoría definitiva de “los otros”.

Un informe estadístico de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense concluyó que los pobres y los inmigrantes son víctimas de la discriminación en mucha mayor medida que los homosexuales o los enfermos de sida. Encabezan la lista los pobres, con el 67,5 por ciento seguidos por los inmigrantes de naciones limítrofes, con el 48,9 por ciento. Aunque a la hora de medir incidentes concretos el 28,8 por ciento fueron las discriminaciones por el color de la piel; el 27,5 por ciento, por xenofobia y el 21,2 por ciento por nivel socioeconómico. Mucho más abajo en la pirámide aparecen las conductas segregatorias hacia discapacitados, homosexuales y portadores de Hiv.

Cuando Ricardo Bucio Mugica, presidente de la Comisión para Prevenir la Discriminación de México, decía que “la discriminación es una práctica social excluyente que ha sido construída histórica y socialmente” ponía el eje de su mirada en esa categorización entre “nosotros y los otros”. Categorización en la que cabe de lleno la definición de la antropóloga Dolores Juliano cuando plantea que “a todos 1os grupos subalternos se les ofrece la misma falsa disyuntiva: integrarse en la cultura dominante, transformándose en malas copias o mantener su especificidad al precio de
la desvalorización. Esto es inevitable si no se cuestiona la premisa mayor implícita: la validez más elevada de 1os logros culturales de la sociedad receptora”.

El gran interrogante, sin embargo, radica en las responsabilidades del poder en la construcción de esos “enemigos” sobre los que habrá que hacer caer no sólo el peso agobiante de “la ley” sino además en el abono de la mirada de recelo y sospecha de los que todavía “pertenecen”.

Cabe analizar los discursos del poder que propiciaron históricamente la identificación de pobres con delincuentes. Durante los devoradores años 90 hubo varios gobiernos provinciales que ofrecían a comitivas de desocupados el traslado a otras provincias con promesas vanas de trabajo cosechas temporales en tren de combatir la “delincuencia”.

Pero no es necesario ir tan lejos en el tiempo. Porque la mirada sistemática de soslayo que la infancia ha tenido y sigue teniendo tiene directa relación con su expuesta vulnerabilidad. No es casual que los chicos -más aún si son adolescentes- en situación de calle sean ubicados en la categoría de “potenciales delincuentes”. Si bien desde el territorio del derecho se insiste en negar la “criminalización de la pobreza” como práctica actual, sigue constituyendo delito dormir en las calles, asustarse y huir ante la llegada de la policía.

Entonces ¿puede alarmarnos acaso que el 67,5 por ciento de los pobres sean discriminados o que también lo sean el 48,9 por ciento de los inmigrantes? Podríamos darle miradas sociales, políticas o económicas y también podríamos remontarnos a aquellas viejas prácticas de extranjerizar al nativo que tan bien ponían en práctica los colonizadores de estas tierras.

Pero también se podría hacer un salto al 2000 y a aquella tapa de “La Primera”, la revista que dirigía Daniel Hadad, en la que se leía como título central “la invasión silenciosa” sobre la imagen de un joven morocho, de cabello renegrido, labios anchos y desdentado, con una bandera argentina y el obelisco detrás. Y en la que se publicaban frases como “el nuevo inmigrante sería como un insecto invasor y depredador”, “hoy utilizan nuestros hospitales y escuelas, toman plazas y casas, ocupan veredas, y les quitan el trabajo a los argentinos”, “llegan a Buenos Aires a punto de parir y dan a luz en un hospital público” o “como los peruanos comen parados, parte de la comida cae sobre la vereda”.

Y, sin ir tan lejos, se podría viajar en el tiempo a las tomas de tierras en el Parque Indoamericano y al jefe de gobierno, Mauricio Macri, diciendo que la semilla de todos los desmadres arrancaba con la “inmigración desenfrenada”. Y refrendado luego en las coberturas periodísticas: en Canal 9 se utilizó la palabra “intrusos” de “varios de los ocupas, habitantes de la Villa 20 que en gran parte son oriundos de países vecinos”; en Radio Mitre, una periodista planteó que “estoy de acuerdo con que en la Argentina hay una inmigración desenfrenada. Y me hago cargo de lo que digo: acá hay inmigración de baja calidad”.

O, en 2009, a las tierras de Gustavo Posse mientras hacía construir un murallón que frenara “la acción delictiva” de los que vivían más allá del bienestar de los incluidos. Pobres, inmigrantes, desclasados, excluidos, expatriados, desterrados, expulsados, descartados, relegados, olvidados, perseguidos, vapuleados, segregados, abandonados, vulnerados. Son los condenados de la tierra. Los que no tienen. Los que no poseen. Los que no tienen derecho a reir desmedidamente hasta que el estómago duela de felicidad. Los que persiguen los gobiernos y despechan los integrados. Los que no tienen y golpean las puertas que separan sus pasos de la lejana patria de la dignidad.


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domingo, 3 de abril de 2011

El espejo que no queremos mirar

Doctor Luis Federico Arias


Las crónicas periodísticas repiten y propalan de modo recurrente la existencia de ilícitos cometidos por “menores”, quienes -según la aceitada maquinaria comunicacional- parecen ser en gran parte, los responsables de la grave sensación de inseguridad que padece nuestra sociedad, como si el único lugar posible para los pibes fuera esa cartelera mediática que los exhibe como victimarios de hechos violentos, soslayando la sombría realidad que agobia a gran parte de nuestros jóvenes, con hogares sumidos en la pobreza estructural, en un contexto de analfabetismo, disfuncionalidad familiar, adicciones, segregación social, indiferencia, desigualdad, falta de oportunidades y discriminación, entre otras formas de violencia sistémica o estructural.

Esta situación de vulnerabilidad en la que se hallan sumidos nuestros jóvenes, que suele generar sentimientos de humillación, odio y resentimiento por parte de quienes lo padecen, ha sido completamente “naturalizada” por los sectores medios de la sociedad, que guiados por la razón del consumo, declinan su compromiso y niegan la verdadera dimensión de esta problemática, sin asumir sus consecuencias en innumerables casos de niños víctimas del hambre, el frío, las enfermedades asociadas con la pobreza, u otras situaciones que no logran gran impacto mediático, y sin embargo, arrojan decenas de muertos cada año.

Por su parte, los jóvenes expulsados del paraíso glamoroso del consumo, procuran alcanzar por todos los medios posibles el umbral que los acerque a la imagen estereotipada de consumidores medios que nos impone la religión del mercado, para ser reconocidos por la sociedad. Pero las deidades del consumo no están de su lado, por más que se esfuercen en lucir los símbolos religiosos de nuestro tiempo (zapatillas de marca, celulares de última generación, etc.), porque el dios de este tiempo genera incesantemente -al igual que todo proceso de producción- estos “desperdicios” vivientes que habitan los vertederos humanos.

La retórica política y su accionar, también parecen orientarse a los sectores medios del consumo, al punto que, la política misma se parece bastante a un producto de consumo, en tanto se desenvuelve bajo las mismas reglas del mercado y su actividad se endereza a la conquista de ese espacio que constituye el electorado activo, cuyo voluntad es cambiante y voluble. Esto es lo que sucede en nuestro medio con la recurrente proclama del Gobernador Scioli, quien intenta explotar el miedo colectivo de los sectores medios, propiciando la necesidad de bajar la edad de imputabilidad de los “menores”. Pero esta propuesta no encuentra sustento en acciones políticas concretas de su Gobierno respecto de los niños, jóvenes y adolescentes; no implica compromisos presupuestarios y no tiene costes políticos, puesto que el cambio legislativo que propicia depende una modificación legislativa a cargo del Congreso Nacional. Desde esta perspectiva se advierte que la citada decisión alberga un análisis de costo-beneficio, donde hay mucho que ganar y poco que perder. Esta situación no difiere de otras, donde prevalece una retórica a favor de los sectores más vulnerables -opuesta solo en apariencia a la anterior-, sin arraigo en acciones políticas concretas de integración social.

Esta retórica que parte de una situación de otredad y exclusión, se ve reflejada sistemáticamente en la actividad judicial dominada por ese estado de indiferencia, que se materializa cuando el poder político es requerido judicialmente para brindar respuestas a alguna de estas problemáticas sociales. Los funcionarios respectivos suelen mostrarse esquivos y eluden cualquier compromiso, brindando respuestas o soluciones formales que generalmente son paliativos temporales e inadecuados. Y si la justicia emite una orden judicial adversa, para brindar satisfacción a los derechos de los niños, el pronunciamiento judicial suele ser percibido políticamente, como un acto conspirativo que responde a intereses políticos subalternos de la justicia.

Sin embargo, otra es la actitud cuando las puertas de la justicia se abren de par en par para juzgar penalmente a quienes se los califica de “menores delincuentes”, en sintonía con las políticas represivas/regresivas legitimadas por los sectores medios del consumo que proclaman políticas más enérgicas en materia de seguridad, guiados por sentimientos neofascistas que, sin ser asumidos directamente por el poder político, son alentados o desarrollados por la maquinaria mediático-política.

No es posible desconocer que nos desenvolvemos en una sociedad que presenta un estado de fragmentación y de violencia desconocido para quienes hemos crecido bajo otro paradigma, pero ello no implica que debamos atribuirlo a los jóvenes y los sectores más vulnerables, porque más grave aún que la violencia interpersonal que llena las páginas de los periódicos, es aquella que se deriva del abandono y la exclusión perpetrada por el Estado, y legitimada desde ciertos sectores de la sociedad, de un modo solapado y lacerarte. Es necesario tomar conciencia que los jóvenes reproducen a su modo, con sus rudimentos, aquello que perciben desde la sociedad y el Estado, a modo de un espejo que nos devuelve la imagen de lo que somos y no queremos mirar.

 (*) El doctor Arias es juez en lo Contencioso Administrativo de La Plata.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5300:el-espejo-que-no-queremos-mirar&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106


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domingo, 20 de marzo de 2011

Ciudad, pobreza, cárcel: unos orígenes compartidos

Ignacio González Sánchez

 

Nuestro sistema penal se basa en la defensa de una configuración social, que prima a quien tiene e intenta asegurar que quien no tiene no suponga una amenaza. Por eso las cárceles están llenas de pobres.

Hace poco estuve unos días en un pueblo de Extremadura, donde un hombre de 95 años trataba de convencerme de las bondades de la vida rural haciendo referencia al tema de la pobreza.  “Aquí no le falta nada a nadie. Nadie pasa necesidades”, decía. Es difícil pensar que una persona acostumbrada a la ciudad tuviese todas sus necesidades cubiertas en aquel pueblo. Sin embargo, más allá de las distintas necesidades, costumbres y sentidos que generan la vida rural y la urbana, él tenía su parte de razón: la pobreza es un fenómeno vinculado fundamentalmente con la ciudad. Lo mismo pasa con lo penal en su sentido amplio (delincuencia, policía, etc.). En los días que pasé allí no vi Guardia Civil ni policía, no escuché comentarios sobre delincuencia, y las puertas de las casas permanecían abiertas.

Este episodio viene al caso para subrayar el vínculo que existe entre ciudad, pobreza y penalidad. De hecho, al menos temporalmente, el desarrollo a gran escala de estos fenómenos es coincidente. En un período cuyo centro sería la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX, se asistió a un crecimiento nunca visto de las ciudades bajo la influencia de la Revolución Industrial. Factores como el excedente de mano de obra (no cualificada), la anomia y la falta de apoyos sociales (que frecuentemente se quedaban en el mundo rural) provocaron que se comenzaran a formar bolsas de pobreza, y que estas se empezasen a entender como un problema social (algo a lo que también contribuyó la secularización de la sociedad). En esta misma época surgen tres elementos básicos de la penalidad contemporánea.

La policía, la cárcel y la existencia de códigos penales (como los conocemos hoy) tienen solo 200 años. Esto es importante porque durante siglos hemos vivido sin estos tres elementos y, sin embargo, nos cuesta pensar una sociedad que carezca de policía o de cárceles (¿Qué hacer con los delincuentes? ¿Cómo frenarlos? ¿Cómo mantener la sociedad?), lo que da una muestra de la fuerza que tienen estas instituciones en las sociedades contemporáneas.

La policía, como tal, tiene su origen en la seguridad privada que contrataba la burguesía para proteger las nuevas formas de riqueza asociadas al capitalismo, más materiales y vulnerables al robo. Los bienes por los que uno adquiría una posición en la sociedad ya no eran títulos nobiliarios o apellidos, sino mercancías o capitales. Conforme la burguesía fue ganando poder en el estado, este asumió el coste. En cualquier caso, los orígenes de la policía son claros: defender las propiedades de quienes las tienen de los que no las tienen. De hecho, de tanto usarlo, el sinónimo “fuerzas del orden” ha perdido casi todo su evidente significado.

La cárcel como pena es algo relativamente nuevo. Anteriormente el encierro solo se usaba como medida hasta que se realizaba el juicio (si algún día se realizaba…) y se imponía la pena de verdad. Su uso histórico ha sido el de lo que conocemos hoy como prisión preventiva. La construcción / invención de cárceles (frente a lo que existía, más cercano a los calabozos), coincide, no por casualidad, con el surgimiento de los psiquiátricos y de los hospicios1. Tres instituciones similares que aparecieron a la vez para dar una misma respuesta (encierro forzado) a tres colectivos distintos (delincuentes, locos y pobres) que tenían en común el no ser “normales”. Con el desarrollo de las ciudades y la criminalización de la mendicidad, se comenzó a operar una distinción entre pobres aptos para el trabajo (vía penal) y pobres no aptos para el trabajo (vía asistencial).

Los códigos penales que comenzaron a surgir en Europa tras la Ilustración completan la tríada. Si bien la preocupación principal de sus promulgadores era limitar el poder del soberano y establecer castigos proporcionales al delito, su concreción acarreó mucho más. El derecho en general, con sus distintos códigos (penales, civiles, etc.) en particular, busca consagrar y defender el orden existente. Esto quiere decir que se defiende el  status quo, en el que unos tienen más que otros, y unos importan más que otros. El lenguaje impersonal y atemporal del derecho, entre otras cosas, oculta su carácter de herramienta al servicio de quien legisla, lo cual no quiere decir que sea aséptico.

LA PENALIZACIÓN DE LA POBREZA

Todo esto explica que el origen de los fundamentos de nuestro sistema penal se halla en la defensa de una determinada configuración social, que prima a quien tiene y trata de asegurar que los que no tienen no supongan una amenaza (ya sea mediante la apropiación de la propiedad privada o mediante la “mala costumbre” de no trabajar). Sin embargo, no son solo los planteamientos y los orígenes históricos de nuestro castigo los que llevan a esto, sino  que el desarrollo en el día a día y la puesta en marcha de estos principios genera una penalización de la pobreza.

Por ejemplo, nuestro código penal, como la mayoría, es muy concreto en lo que se refiere a delitos contra el patrimonio (robos, hurtos, etc.), mientras que para otros delitos que solo pueden cometer ciertos grupos es bastante menos preciso: no hay más que pensar en los delitos políticos. Por otro lado, la policía actúa en el espacio público. Esto, que parece una perogrullada, tiene importantes consecuencias de clase, ya que los pobres usan más el espacio público y los ricos disponen de más espacios privados. A igualdad de delito, la visibilidad de los pobres es mayor, lo que los hace más detectables por la policía; la cual, además, está mucho más atenta –por sus características– al daño a los bienes materiales que a los inmateriales, como puede ser la vulneración de derechos o delitos medioambientales.

Esta configuración de los textos legales y de la policía, no necesariamente premeditados, pero no por ello menos reales en sus consecuencias, tiene como efecto el que las cárceles de todo el mundo estén llenas de pobres. Si al marco estructural de la administración de justicia (o de castigos) se le suma el resultado diferencial del proceso judicial en base al poder adquisitivo del acusado (la diferencia de poder pagarse un buen abogado), o la distancia social existente entre el juez y el acusado, que muchas veces hace imposible que el magistrado pueda entender las circunstancias que llevaron a los hechos (simplemente porque es incapaz de empatizar con situaciones que le son del todo ajenas), tenemos un sistema penal que tiene como resultado una tendencia a la penalización de las situaciones de miseria. La composición de las cárceles, punto final del proceso, es bastante significativa: cerca del 80% de los presos en España carecen de estudios medios o de trabajos cualificados en el momento de su ingreso, y el 70% se encuentran dentro por delitos relacionados directa o indirectamente con las drogas (ya sea por tráfico, robos o ajustes de cuentas).

LA POBREZA DE LA PENALIZACIÓN

La situación de pobreza hace más probables las detenciones o el paso por la cárcel (una experiencia no tan rara en determinados barrios periféricos de las grandes ciudades). Pero no solo eso: la cárcel agrava la pobreza o lleva a ella a quienes estaban cerca. Y lo hace de varias maneras. La más evidente es que rompe trayectorias vitales, tanto profesionales como familiares. En el ámbito profesional supone una interrupción en la carrera laboral, que más tarde genera dificultades a la hora de encontrar empleo, por ejemplo, al obligar a explicar años en blanco en el currículo, o al causar pérdida de habilidades y progreso formativo. Además, en no pocas ocasiones supone la ruptura de la unidad familiar: tener a un padre, hijo o marido2  en prisión desgasta mucho la vida familiar (supone pérdida de ingresos, genera gastos, conflictos, etc.), además de la estigmatización que sufre tanto el individuo cuando sale y tiene que buscar trabajo como la familia cuando sigue viviendo en la misma comunidad. Estigmatización que, además de social, es en muchos casos física (tatuajes). La prisión es fatal para la salud, pues algunos presos se hacen allí adictos a las drogas o recaen en su consumo, y algunos que ya eran adictos contraen enfermedades infecciosas.

Por último, se suele señalar que la cárcel es criminógena, es decir, que genera hábitos delictivos en quienes pasan por ella, haciendo más probable que reincidan. Algo que, a pesar de que los índices de reincidencia penal están en torno al 50%, es difícil de demostrar empíricamente, si bien la idea es bastante clara: si encierras a alguien durante mucho tiempo en un sitio en el que hay delincuentes, probablemente lo que aprenderá será a delinquir más y mejor. A partir de esta idea se puede definir la cárcel de una manera que, aunque simplista, debería dar que pensar: un sitio en el que, para rehabilitar a un delincuente, se le encierra durante meses o años junto con otros delincuentes, se deja que pase el tiempo encerrado3  y, cuando cumple condena, se espera que haya aprendido a vivir en sociedad como un buen ciudadano.

NEOLIBERALISMO, POBREZA Y CÁRCEL

La penalización de la pobreza no es algo que se dé o no se dé, no es blanco o negro, sino que es una forma de responder de la sociedad que se da con mayor o menor intensidad, dependiendo de la época. De hecho, durante varias décadas del siglo XX ha permanecido mitigada, en parte porque se desarrolló una forma distinta (que no nueva) de gestionar la pobreza, a través de las ayudas sociales. El desarrollo del estado del bienestar y su concepción del “ciudadano” como sujeto de derechos (frente al “trabajador”) difuminó la diferencia entre pobre apto y no apto. Sin embargo, algunos autores como Wacquant4  señalan que a partir de los años 70 y 80, con el aterrizaje de las políticas neoliberales (al estilo de Reagan o Thatcher), se dan varios factores que han llevado a un recrudecimiento de la gestión de la pobreza por la vía penal.

En primer lugar se encuentra la bandera del neoliberalismo: la libertad de mercado. En concreto, la desregulación del mercado laboral, que fomenta la precariedad al permitir salarios más bajos y menor estabilidad laboral. Por otro lado, el énfasis en la responsabilidad individual y la rebaja de las causas sociales a “excusas sociológicas” lleva a sentir una menor responsabilidad colectiva ante las situaciones de pobreza, que unida a la cantinela de “menos estado”, reduce las ayudas sociales.

Del mismo modo, el énfasis en la responsabilidad individual (proveniente de un modelo economicista del ser humano, que se guía por decisiones racionales basadas en el cálculo coste-beneficios) tiene consecuencias en materia penal, pues el delincuente ya no tiene carencias sociales (de educación, de un ambiente adecuado), sino morales (decide no ser un buen ciudadano). De esta manera, de nuevo, se pierde la responsabilidad colectiva de dotar a esa persona de las herramientas adecuadas y la pena adquiere un mayor carácter retributivo, de puro castigo.

También se ha denunciado que las políticas de “tolerancia cero”, que se basan en una actuación policial proactiva y focalizada, y que tienen como consecuencia la criminalización de determinadas zonas y colectivos, generan resultados diferenciales en la administración de justicia. Estas actuaciones se suelen concentrar en barrios marginales y sobre jóvenes, generalmente de minorías étnicas, mientras que la “tolerancia cero” no se aplica en materia de delitos laborales o políticos.

Todo esto ha supuesto un desarrollo claramente punitivo del sistema penal en España en las últimas tres décadas. España es el tercer país de Europa con más policía (en términos absolutos y relativos), donde, al menos desde 2002 tras las declaraciones del presidente del Gobierno, se hacía oficial su  “vamos a barrer, con la ley en la mano, a los pequeños delincuentes de las calles españolas”. Circulares como las que se emitieron recientemente en Madrid para detener diariamente a un cupo de “sin papeles” apuntan a la idea de “pequeños delincuentes”… Las reformas en el Código Penal vienen sistemáticamente endureciendo las penas para los delitos más comunes (robos, hurtos, tráfico de drogas). Estos cambios, unidos a procesos sociales más amplios como el mentado declive del ideal de rehabilitación y un mayor énfasis en el papel retributivo de la cárcel y en la responsabilidad individual, han llevado a España a ser el país de su entorno con mayor tasa de reclusos, con una cifra próxima a los 80.000, cuando tradicionalmente había sido uno de los países europeos con una tasa menor; un hecho acorde con la baja tasa delictiva que, además, en los últimos veinte años no ha aumentado en España5. Sin haber más delincuencia, cada vez hay más gente en la cárcel. Sin haber más delincuencia, cada vez hay más pobres en la cárcel.

NOTAS

1    D. Rothman (1971),  The discovery of the asylum, Boston: Little, Brown.

2    Hablo en masculino porque el 92% de las personas presas en España son hombres.

3    Defender que se aprovecha el tiempo en prisión es más un ejercicio de
defensa profesional que una descripción de la realidad.

4    L. Wacquant (2009),  Castigar a los pobres, Barcelona: Gedisa.

5    Las declaraciones son del 8 de septiembre de 2002, las cuales se plasmaron en un paquete de reformas del Código Penal, aprobadas en 2003, que los penalistas han calificado de “contrarreforma penal”. Los datos de delincuencia y presos son del Ministerio del Interior.

http://www.kaosenlared.net/noticia/ciudad-pobreza-carcel-unos-origenes-compartidos


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domingo, 13 de marzo de 2011

Sin carnaval

Silvana Melo   


Marzo se despereza en las calles desiertas. Transpira de a ratos por una nube, acuchilla de a ratos por el sol. Todavía es verano. Hay un rumor lejano de murga tristona y un par de mascarones duermen su mona de alcohol en las esquinas.

Hay feriado y el fin de semana es tan largo que dicen que se fueron todos. Que no quedó un nadie para que cuide la Gendarmería. Que no quedó un nadie para que pase calor de pavimento en las húmedas venas de marzo. Que no quedó un nadie, dicen.

La Estación Darío y Maxi huele a fritos y suena a cumbia nostálgica. Pavón le pasa por la puerta, sin la furia diaria. El tren fatiga el traca traca sin multitud, como un milagro de carnaval. La estación entera es un santuario. La muerte pasó su aliento sagrado y en las paredes y en el piso y en las columnas y en el túnel y en las escalinatas ellos están. Desangrándose otra vez.

Como Mariano Ferreyra en la esquina de Perdriel y Luján. Puesto a morirse por toda la historia en esa ochava de Barracas. Su silueta se cristaliza y se esfuma en la calle vacía. Donde lo vieron caerse con el pecho roto. Y morirse ahí, tan guevara, tan crístico, tan joven.

El pibe tendrá trece, no más. Arrastra una remera diez veces más grande que su cuerpo, que le cae hasta sus rodillas, agujereada, estirada de un lado, corta en el otro. Una camperita negra sobre los hombros, como si tuviera frío. Es gris como la remera. Tiene la piel ceniza. Parece haber salido de una boca de tormenta. Parece haber nacido en los intestinos del conurbano. Sale a pedir monedas y sospecha que vivirá corto, muy corto. Acaso ni lo sospecha. Se deja morir un poco todos los días. Cuando respira vidrio molido en sus pulmones.

Entre los palos borrachos de la 9 de Julio hay hogares sin paredes ni techos ni sala de estar. Un carrito de supermercado, un sillón con tres patas, una lata, un cajón de fruta con trapos para cambiarse. Una pila de diarios. Una garrafa con hornalla. Ella se consiguió una cama. En la tarde de franco de carnaval se tiró de costado, con la cabeza sostenida por uno de los brazos, a leer. Un par de horas con pretensión de paraíso. Después la lluvia, la noche, la ciudad más impiadosa. Y los redoblantes que suenan lejos, muy lejos. A la hora en que despiertan las brujas.

Eligió para dormir la vidriera de una esquina brillante de Recoleta. En la vereda se la vio arrodillada, con un vestido de flores oscuras, rascándose la espalda de abajo hacia arriba, con las dos manos. El pelo impenetrable. Negro negrísimo. Y ella en otro mundo. Sin nada. A media cuadra, es feriado de carnaval.

El río alarga su lengua envenenada. Estira sus dedos de plomo y se lleva a los niños que nacen, respiran y crecen a duras penas a su alrededor. Los devuelve rotos, infectados, con la cabeza fatigada, con los pulmones ajados. Sin poder multiplicar ni llenarse de aire. Recortados, talados por la suerte que les tocó. Nacer a la orilla del Riachuelo y arrastrar la condena del  veneno que llueve de la panza de la producción. Y que los convierte en su cloaca.

Apenas una lata de dulce de membrillo redobla bajo el golpe de la cuchara. Es todo el carnaval del caserío. Que respira apenas el olor pesado que para ellos tiene el porvenir.

Marzo bosteza y hace un calor desconcertado. Es feriado para la murga y la máscara embriagada por las calles. Todos se fueron, dicen. No hay un nadie en las calles puestas a dormir.

Pero hay los que están y no se van nunca. Sin redoblantes ni lentejuelas. Sin carnaval.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5212:por-silvana-melo&catid=36:notas-en-el-home&Itemid=107


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“Calles salvajes”. Una reflexión

Oscar Taffetani  


Los medios de comunicación de masas (y particularmente, la televisión) construyen eso que un pensador dio en llamar presente absoluto: no hay otra cosa que eso que se muestra. Y eso que se muestra, aunque visible, es ininteligible. Pero además, establecer relaciones o continuidades, tal como sucedía en una profética novela de Orwell, está prohibido.

Así, podemos ver en la televisión playera un concurso de “colas” adolescentes, por ejemplo, a cual más sensual o más seductora. Y horas después, la misma pantalla nos alertará sobre un depravado o un violador serial que cuando se retira el sol de la playa (y se empañan las lentes de las cámaras de vigilancia), ataca justamente a las adolescentes. Dos “noticias” distintas. Dos “realidades” distintas.

En el programa “Soñando por Bailar”, equivalente al torneo de ascenso de “Bailando por un Sueño”, se recluta a chicas y chicos que por cualquier circunstancia miden bien en la pantalla (es decir, arrancan odios, amores, aplausos o llamadas a los 0600). Los que pasen de las inferiores a la primera división, tendrán su minuto de fama y su oportunidad. “Vos podés ser una de ellas; o uno de ellos”, es el tácito eslógan. Y un público juvenil muy numeroso compra eso (porque un presente absoluto de estupidez es siempre preferible a un presente absoluto de violencia y de crimen). Sin embargo, allí también está prohibido, so pena de ostracismo y excomunión cultural, establecer continuidades o relaciones.

Pasemos ahora al cine, a ese cine mediado por la TV, y veamos cómo Robert De Niro, haciendo de Al Capone en la película “Los Intocables”, le rompe la cabeza con un bate de béisbol a un traidor de su organización. O veamos cómo Michael Douglas, encarnando a un empleado del Ministerio de Defensa que tiene su “Día de Furia”, le rompe el local a un inmigrante chino de los Los Angeles, también con un bate de béisbol. Luego, veamos al hispano de Hollywood Miguel Sandoval haciendo de Ernesto Escobedo, un narco colombiano, en el film “Peligro Inminente”. Allí también usará un bate de béisbol para descargar su enojo sobre las cosas. Finalmente, escuchemos o veamos en un noticiero -como pasó esta semana- que un grupo de jóvenes alcoholizados bajaron de un automóvil con un bate de béisbol y asesinaron a otro joven alcoholizado en la calle, sin ningún motivo especial, tan sólo porque el bate de béisbol (y el alcohol) les estaban pidiendo acción.

A esta altura del bombardeo, la cabeza de un televidente, alcoholizado o no, es una suerte de coctelera en donde se mezclan realidad y ficción, drogas y violencia, impunidad y crimen. La esquizofrenia (o la locura) de la televisión, arriesgamos, no hace más que expresar la esquizofrenia de un Estado que mata con esa misma mano que debería estar allí para proteger, que hambrea con el pecho con el que debería alimentar, y que deseduca con esos mismos medios con los que debería educar.


LEY SECA Y DESPUÉS

Aunque representada inicialmente en el personaje mesiánico de Carrie Nation (una militante anti-alcohol que destrozaba a palazos las tabernas, al comenzar el siglo veinte), la XVIIIa. Enmienda de la Constitución norteamericana (también llamada Ley Seca) se impuso en 1919 no por motivos religiosos, sino por necesidades del capitalismo industrial. La adicción masiva al alcohol en los más humildes (como compensación de jornadas de trabajo inhumanas), estaba causando una merma sensible en la capacidad de trabajo de los obreros activos y también en ésos que militan en lo que el marxismo llamó “ejército industrial de reserva”, un ejército que garantiza la sobreoferta de trabajadores y consecuentemente la depresión de los salarios. Dicho de otro modo: el alcohol excesivo no era malo porque podía matar a las personas y desintegrar a las familias. Era malo porque comprometía la producción industrial y las ganancias de los empresarios.

Eso sí, la prohibición total generó -no podía ser de otro modo-- un mercado subsidiario de contrabando de alcohol, agregándose a los otros rubros del crimen organizado. Así surgieron gangsters como Al Capone, Lucky Luciano y Dutch Schultz; gangsters que Hollywood no tardaría en aprovechar para su propia industria. 

La XVIIIa. Enmienda (Ley Seca) fue derogada en 1933 mediante la XXIa. Enmienda (Ley Húmeda, para decirlo en broma), que permite el consumo de alcohol dentro y fuera de los hogares de los Estados Unidos.

Este relato que hicimos sobre la Ley Seca viene a cuento de otras leyes más inteligentes y específicas que han debido adoptar distintos Estados occidentales para prevenir la adicción masiva al alcohol, particularmente en los jóvenes, y reducir también así (aunque siga sin actuarse sobre las verdaderas causas) los niveles de violencia y criminalidad.

El último ejemplo que podemos citar, al respecto, es la llamada Ley Antibotellón española, que previene sobre un hábito casi suicida de los jóvenes, en las salidas de fin de semana. (Aunque, repetimos: la causa profunda del escapismo, el malestar y el instinto suicida de una parte de los jóvenes debe verse en la quiebra material y moral del mundo en que viven, antes que en las propiedades del alcohol y de los narcóticos).


RESPONSABILIDAD SOCIAL

La psicóloga argentina Alejandra Lacroze viene desarrollando desde hace tres décadas programas de investigación, divulgación y prevención del alcoholismo, particularmente entre los niños y los jóvenes. Nos permitimos rescatar de una de sus conferencias un par de conceptos que nos ayudarán a leer de otra manera cierta información que (no casualmente) llega dispersa:

“Los jóvenes -dice Lacroze-- son la población más afectada por situaciones de violencia (abuso: físico, sexual , verbal y emocional o abandono), sea como testigos, como víctimas de la agresión o como agresores. Y ciertos entornos aumentan la posibilidad de conductas violentas: es mayor la probabilidad entre varones, durante la noche, en lugares donde se vende alcohol. Se trata de entornos específicos --ambientes de alto riesgo-- y las políticas gubernamentales deberían preocuparse de esto”.

“La prevención -agrega-- debe enfocarse en todas las circunstancias de la vida de los jóvenes. Los problemas aislados no pueden solucionarse sin ‘resolver’ las circunstancias que los rodean. Y en esto el Estado tiene un rol indelegable”.

Ahora, volvamos a esta televisión que supimos conseguir. En una de las grillas en donde se anuncia la programación de otoño, aparece “Calles salvajes”, un reality de América TV animado por el actor-periodista Martín Ciccioli, quien suele internarse en barrios peligrosos, a horas peligrosas, para hacer que los auténticos protagonistas se muestren y expresen, sin cortapisas ni censura.

En ediciones anteriores de “Calles Salvajes”, público de distintas edades ha podido ver cómo muchachas alcoholizadas son retiradas de los boliches e introducidas en automóviles que parten con rumbo desconocido; o cómo un borracho joven se pelea con otros y es golpeado hasta quedar tendido en la vereda, todo sin que la patrulla policial presente haga otra cosa que contemplar la escena, de un modo casi budista, o llamar por handy a una ambulancia, cuando la pelea terminó y hay manchas de sangre en la vereda.

“Martín Ciccioli -dice el avance televisivo- recorre las calles para mostrar cada semana lo que ocurre, con los mejores informes. Porque si pasa en las calles, pasa en Calles Salvajes”.

Volvamos ahora a la reflexión del comienzo y preguntémonos si nuestros medios de masas --y particularmente, la televisión-- no podrían hacer algo más que “mostrar” todo eso terrible que pasa en las calles de la ciudad cuando el Estado, con aviso o sin él, se ausenta.

Inteligir, interpretar, informar, educar, además de entretener. De eso se trata, cuando hablamos de televisión. Resultaría muy sencillo (y muy hipócrita) decir que el Estado “no funciona” y que todo se resolvería si el Estado “funcionara”. Porque todos nosotros --empecemos por los periodistas-- somos responsables de este Estado en mal estado. Y de estas calles salvajes.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5232:calles-salvajes-una-reflexion&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106

domingo, 20 de febrero de 2011

La culpa la tienen los pibes

Oscar Taffetani   


Una de las rutas más importantes del narcotráfico, en la actualidad, copia el itinerario que hace cuatro siglos seguía el oro de América: se inicia en Perú, Bolivia, Brasil y el Paraguay, baja acompañando los ríos hacia la Argentina y el Uruguay, luego cruza el Atlántico hasta la costa meridional de África y desde ahí llega a los puertos y aeropuertos de Europa, donde la droga es fraccionada y vendida a un público exigente y con alto poder adquisitivo.

Por eso, a muchos nos resultó disparatada la hipótesis del ministro Randazzo de que los 944 kilos de cocaína hallados en Barcelona el Día de Reyes, en un avión sanitario procedente de Buenos Aires, habían sido cargados durante una escala de la nave en Cabo Verde. Y sí resultó razonable la hipótesis de la ministra Garré de que la droga fue cargada en una base aérea argentina (con las responsabilidades que implica, a nivel de gobierno y de fuerzas armadas).

El del avión sanitario no fue el único contrabando de drogas descubierto este mes. En Estanislao del Campo, Formosa (el mismo pueblito donde el doctor Esteban Maradona decidió consagrar su vida a los Qom) se encontraron 700 kilos de cocaína junto a una pista de aterrizaje clandestina. El titular del predio y de la pista, apodado Palmita, revistaba como edil del partido de gobierno en la capital formoseña (desconocemos si gozaba de inmunidad parlamentaria).

Siempre en enero y tan sólo cambiando de estupefaciente, mencionemos los 712 kilos de marihuana decomisados a la altura de Las Palmitas, también en la provincia de Formosa. La droga viajaba oculta en los techos de dos transportes de pasajeros procedentes del Paraguay.

La intercepción de grandes cargamentos de droga que se desplazan por rutas aéreas, fluviales y terrestres de nuestro país, habla de una gigantesca red de tráfico que involucra a funcionarios del Estado, organismos policiales y de seguridad, instituciones empresarias, bancos que lavan el dinero y distinta clase de organizaciones civiles. Dicho de otro modo: lo más cínico y perverso de este negocio es su legalidad, todo lo que hace a la luz del día, y no su ilegalidad y lo que hace en las sombras.


GALILEO Y EL CAPITALISMO

“Alrededor del papa -dice Brecht en un poema- giran los cardenales. / Alrededor de los cardenales giran los obispos. / Alrededor de los obispos giran los secretarios. / Alrededor de los secretarios giran los regidores. / Alrededor de los regidores giran los artesanos. / Alrededor de los artesanos giran los sirvientes. / Alrededor de los sirvientes giran los perros, las gallinas y los mendigos…”

La tesis de Galileo Galilei sobre el sistema solar (que la Iglesia se demoró algunos siglos en aprobar) podría aplicarse analógicamente a otro tipo de sistemas que nos rigen. Si ponemos en el centro, a la manera marxista, el Capital, tendremos en la órbita inmediata las grandes empresas trasnacionales; luego, los Estados nacionales que las sirven; después, los gerentes, abogados y administradores; a continuación, los funcionarios de seguridad y el aparato represivo; y finalmente, los trabajadores. Después de los trabajadores habría una masa incalculable de seres humanos sin trabajo ni medios de vida, que no alcanza a orbitar alrededor del Capital, aunque mantenga intacta su capacidad de soñar.

Y si llevamos la doctrina de Galileo al mundo del narcotráfico, colocando la cocaína (como alguna vez fue el opio) en el centro de la escena, tendremos a los distintos actores, consumidores y víctimas del negocio en círculos concéntricos, con diferentes grados de poder, riqueza y degradación moral y material. En una de las últimas órbitas del sistema está la pasta base de cocaína -el paco- que es estirado y aumentado de mil maneras para hacerlo accesible a los consumidores más pobres y desesperados. Así, la droga -uno de los jinetes capitalistas del apocalipsis- cuenta sus doblones de oro, sus euros, sus dólares, sus pesos y sus centavos, hasta la última vida y el último suspiro, cada día.


UN PLAN PARA LOS BABY-SICARIOS

En Colombia, ese hermoso país de selvas y montañas habitadas por gente maravillosa, el narcotráfico y el poder económico trasnacional han hecho estragos, minando la salud del pueblo y comprometiendo el futuro de sus hijos. Hay pibes colombianos que comienzan a trabajar a los 9, haciendo de campaneros, de mensajeros y repositores de armas y munición de los narcos. A los 13, en lugar del tiple de antaño, les ponen una pistola en la mano y los convierten en sicarios (“baby-sicarios”, tituló cierta prensa), que matarán por encargo. A los 16, si llegan a esa avanzada edad, podrán acceder a otro círculo del negocio, con más responsabilidad y algunos pocos privilegios.

El caso colombiano -cuyas secuelas aún no terminan- viene a cuento del caso argentino, de nuestro caso, donde sin importar las estadísticas y los datos fieles de la realidad los medios masivos compiten por hallar el monstruo de la semana o el crimen más horrendo, para arrojarlos al rostro de funcionarios, de candidatos y de funcionarios-candidatos, señalando o insinuando algún chivo expiatorio para que los dioses, esos dioses perversos que gobiernan nuestro destino, dejen de castigar a la Argentina, a esta pobre Argentina con tanto para dar, con todos los climas, con sus talentos y sus cosechas récord, esta querida Argentina que asesina a miles de niños por hambre, por enfermedad o desprecio, cada año, cada campaña sojera, cada temporada turística, cada ejercicio fiscal.

Y así, mientras las llamas (y las balas y las leyes) consumen en la pira mediática a la víctima del día, el verdadero Ogro, el verdadero malo de la película, permanece oculto a los ojos de la sociedad y neutraliza cualquier intento de cambio.

Pedir un plan especial para los niños sicarios de Colombia, sería una manera hipócrita de pedir que todo siga igual. Bajar la edad de imputabilidad de los menores en la Argentina, como receta para combatir el crimen organizado, tendría ese mismo nivel de hipocresía.

Aunque todo puede ocurrir, en este horroroso mundo tan crecido y tan adulto que cada vez que se siente amenazado, de un modo infantil, le echa la culpa a los pibes.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5016:la-culpa-la-tienen-los-pibes&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106


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Entrevista al obispo francés Jacques Gaillot

Hernando Calvo Ospina

 
“En Francia la injusticia reina”

Son pocos los franceses que conocen el nombre de la máxima autoridad de la Iglesia católica en el país, pero la inmensa mayoría sí sabe quién es Monseñor Jacques Gaillot. Hombre extremadamente humilde, de mirada serena y voz pausada, que sin utilizar frases grandilocuentes dice lo que quisiéramos escuchar de muchos políticos.

Nació el 11 de septiembre de 1935 en Saint-Dizier, una pequeña ciudad de Francia. A sus 20 años debió dejar el seminario para efectuar el servicio militar. Argelia, donde había una guerra de liberación contra el colonialismo francés, lo vio llegar. Cuenta que fue una suerte el no haber tenido que portar las armas, al ser destacado a trabajos sociales, a vivir con la comunidad.

- ¿Qué significó para Usted haber vivido esa guerra?

- Esta experiencia empezó a cambiar mi vida. Allá me encontré con el islam, una religión muy diferente a la católica y de la que nada conocía. Supe que los musulmanes tenían fe en un Dios, que oraban y eran hospitalarios. Ellos fueron como mis hermanos. Esta inter-religiosidad influyó en mi fe. También viví la violencia de la guerra, por lo cual me fui convirtiendo en un militante de la no-violencia. Realmente, Argelia fue para mí un seminario.

- Después de 22 meses en Argelia, Usted fue enviado a Roma, y en 1961 es ordenado sacerdote. Hasta que en 1982 es nombrado obispo de la ciudad de Evreux, en Francia. Pero el 13 de enero de 1995 se le retira esa misión pastoral. ¿Qué sucedió?

- Unos días antes de esa fecha fui llamado a comparecer ante las autoridades del Vaticano sin saber el por qué. Ante mi incredulidad, en unas horas fui declarado culpable, y en menos de un día se decretó mi expulsión de la diócesis. El cardenal Bernardin Gantin, prefecto de la Congregación de Obispos me propuso que firmara mi demisión y se me permitiría tener el titulo honorifico de obispo emérito de Evreux. Nada firmé. Entonces me nombraron obispo de Partenia, una diócesis que no existe desde el siglo V, situada en la actual Argelia.

Con mis pocas ropas dejé la diócesis de Evreux. Como no tenía donde alojarme, me instalé durante un año en una edificación recuperada por familias sin domicilio y extranjeros sin documentos, en Paris. Luego la Comunidad de Misioneros Espirítanos me acogieron.

- ¿Monseñor, pero qué llevó al Vaticano a tomar tan drástica decisión? ¿Quizás sus posiciones políticas y compromisos sociales? Porque, veamos: en 1983 fue uno de los dos obispos que no votó a favor de un texto episcopal sobre la disuasión nuclear. En 1985 apoyó el levantamiento palestino en los territorios ocupados por Israel, además de encontrar a Yasser Arafat en Túnez. En 1987 prefirió viajar hasta África del Sur para visitar a un preso, militante contra la segregación racial, en vez de ir al peregrinaje por la Virgen de Lourdes. En 1988 defendió en la revista Lui la ordenación de hombres casados. El mismo año se declaró a favor de dar la bendición a homosexuales. El 2 de febrero de 1989 usted publicó en la revista Gai Pied un artículo titulado “Ser homosexual y católico”. Desde 1994, usted se implicó directamente en la fundación de asociaciones de apoyo a los marginados, hasta llegar a conocérsele como el “Obispo de los Sin”: Sin documentos, sin domicilio… ¿No cree que ya esto es bastante para conseguir enemigos entre los círculos del poder eclesiástico y civil?

- Aunque hoy sigo sin pruebas concretas, fuentes fiables me han comentado que el gobierno francés, en particular el ministro del Interior de la época, Charles Pascua, tienen que ver con la decisión del Vaticano. No olvidemos que en Francia este ministerio es encargado de los Cultos. Es muy seguro que un libro mío contra la ley de inmigración fue la gota que derramó el vaso.

El Vaticano y el gobierno francés quisieron aislarme. Pero en 1996, por el primer aniversario de mi partida de Evreux, algunas amistades crearon en internet la Asociación Partenia (1), haciendo de mí un “obispo virtual”. No llegaron a imaginar que yo llegaría a animar la única diócesis en expansión, con más fieles en el mundo y en diferentes idiomas.

Pronto agradecí al Vaticano y a Pascua, porque ellos me hicieron dar más pasos hacia la otra orilla, donde yo encontré otra vida. Ahora tengo toda la libertad, vivo en la acción con los excluidos de la sociedad. Puedo vivir con las gentes, compartir sus alegrías y sus angustias. Ha sido maravilloso todo el mundo que se me presentó. Mientras que Pascua está enjuiciado por diversos delitos, y la Iglesia cada día pierde más cristianos.

- ¿Actualmente, cómo considera a la Iglesia católica?

- La iglesia nos ha enseñado que Dios ha querido traernos las desgracias, y así nos lleva a la resignación. Eso no es cristiano. La Iglesia hace intervenir a Dios para forzarnos a obedecer y no pensar. Muy pocos discursos sobre Dios me hablan de él, pero cuando alguien habla bien del ser humano, ese me dice mucho de Dios. La Institución sigue inamovible en su pedestal, lejos del pueblo y de Dios. Y de seguir así se convertirá en una secta, porque muchos están partiendo hacia otras religiones. La Iglesia vive una hemorragia.

La Iglesia debe cambiar, modernizarse, reconocer que las parejas tienen derecho a divorciarse y a usar el condón; que las mujeres puedan abortar; que hombres y mujeres puedan ser homosexuales y casarse; que las mujeres puedan llegar al sacerdocio y tener acceso a las esferas de decisión; se debe revisar la disciplina del celibato para que los sacerdotes puedan amar como cualquier otro ser humano, sin tener que vivir relaciones clandestinas, como delincuentes.

La situación actual es malsana y destructora para los individuos y la Iglesia.

El Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa. La Iglesia debe aceptar la democracia a todos los niveles. Se debe cambiar de modelo porque el actual no es evangélico.

- Qué piensa Usted de la Teología de la Liberación, la cual conoció un desarrollo importante en América Latina?

- Yo me interesé en ella porque es una teología que habla de los pobres. No se habla de la liturgia, ni de catecismo, ni de la Iglesia: se habla del pueblo pobre. Enseña que son los mismos pobres quienes deben tomar conciencia de la necesidad de su liberación por ellos mismos.

Algunos fuimos muy sensibles a las enseñanzas de Don Elder Cámara en Brasil, un gran teólogo (2); a Mons. Leónidas Proaño en Ecuador (3); a Oscar Romero en El Salvador, y otros sacerdotes latinoamericanos, principalmente. Para mí fue un choque brutal cuando Mons. Romero fue asesinado celebrando la misa, el 24 de marzo de 1980. El había dejado la Iglesia de los poderosos para estar con los pobres. Esta conversión de Mons. Romero me pareció admirable.

En América Latina han existido sacerdotes y monjas que han tomado las armas (4). Yo respeto su decisión, no los juzgo, aunque no estoy de acuerdo por ser un no-violento.

Evidentemente, la Teología de la Liberación es peligrosa para los poderosos. Cuando los pobres son sumisos aceptan su triste suerte, entonces no hay nada que temer, son pan bendito para los poderosos. Los del poder pueden dormir tranquilos. Pero si los pobres se despiertan tomando conciencia de su condición, convirtiéndose en actores del cambio, entonces esto produce temor al poder.

Parece que es terrible cuando los pobres toman la palabra y cuestionan la institución eclesial. Al instante ella dice: ‘Atención, miren a estos comunistas’. Porque se ha tenido siempre la obsesión de la infiltración comunista. Por ello, regularmente, las dictaduras, los gobiernos represivos y el Vaticano se unen en un combate común.

Desgraciadamente no existen muchos rebeldes en la Iglesia, porque la institución ha formado para obedecer, para la sumisión.

- ¿Cómo ve Usted la situación social y económica en Francia?

- Yo juzgo a una sociedad en función de lo que ella hace por los más desfavorecidos. Y es claro que yo sólo puedo hacer un juicio severo, porque en Francia no se respeta a todos los seres humanos.

Para mí, el problema número uno es la injusticia que reina por todas partes. Los que están en el poder no invierten en los pobres. Tenemos un gobierno que solo favorece a los ricos, ¡por eso tenemos tres millones de pobres!

Muchos de nuestros ciudadanos creen que los trabajadores ilegales se aprovechan del sistema, sin saber que ellos reciben el formulario de impuestos en sus casas. O sea que son conocidos de la administración, pero como no están en regla no pueden beneficiarse de ninguna ayuda social. ¡Esto es una extorsión por parte del Estado!

Y ¿la Iglesia en esto? Tomemos como ejemplo lo sucedido el 23 de agosto de 1996, cuando casi mil policías especiales forzaron a punta de hacha las puertas de la Iglesia Saint-Bernard-de-la-Chapelle en Paris, sacando por la fuerza a 300 extranjeros en situación irregular. Yo estaba escandalizado y disgustado porque el propio obispo había pedido su expulsión. Y cuando uno expulsa a humanos que se protegen en una iglesia uno desacraliza esa iglesia. Y, desgraciadamente, esto continúa sucediendo.

Y ¿qué se hace con los extranjeros ilegales? Se arrojan en centros de detención, dándoles un tratamiento propio de campos de concentración. ¡Es lo que sucede hoy en Francia!

En las prisiones se produce un suicidio cada tres días. ¡Es enorme! El único horizonte que tienen los presos es el suicidio. Nunca se había visto eso. En Europa, Francia tiene el record de suicidios por ahorcamiento en la cárcel.

- El discurso sobre la crisis económica, ¿en donde lo sitúa?

- En esta crisis no son los ricos quienes están en crisis: los más pobres. Estuvimos manifestando el año pasado contra las leyes que proponía el gobierno porque ellas iban a penalizar a los pobres.

Hoy, muchos franceses van donde el médico, el dentista o el oftalmólogo cuando es algo verdaderamente de urgencia. Y a veces ya es tarde. Los derechos sociales se están acabando.

Y la crisis erosiona las familias. Si alguien ha comprado una casa, luego pierde el trabajo y no encuentra otro, debe revenderla. Esto trae hasta problemas de droga y delincuencia.

La vivienda social no es una prioridad política, porque quienes están en el poder poseen buenas mansiones. Se construye poco y las personas no saben a dónde ir, quedándoles los andenes o cualquier sótano insalubre. Y eso no importa, aunque existen muchos edificios vacios en Paris.

Cuando llega el invierno, el gobierno habla de “planes”. Entonces se abren gimnasios, o cualquier sala para que lleguen ahí los miles que no tienen alojamiento. Pero estos “planes” no son solución para el frío, sino habitaciones dignas. Es una vergüenza, es inhumano, no es cristiano que se deje morir de frio a cientos de personas en los andenes de Francia.

Como dijo el escritor Víctor Hugo: “Se hace caridad cuando no hemos podido imponer la justicia”. Porque no es caridad lo que se necesita. La justicia va a las causas, la caridad a los efectos. Yo no digo que no debe ayudarse con un plato de sopa o un abrigo a quienes están en las calles. Existen urgencias. Yo lo hago, pero mi conciencia no queda tranquila, porque pienso que debemos luchar contra las causas estructurales que tienen a esas personas en la injusticia.

Lo más triste es que la gente se está acostumbrando a la injusticia. Y yo digo ¡despierten! ¡Tengan vergüenza! ¡Indignémonos contra la injusticia!

Hoy, la injusticia está presente por toda Francia. Existen oasis de riqueza, de lujo desorbitante, y extensos guetos de miseria. En Francia existe una violación flagrante a los Derechos Humanos, por eso debemos combatir para que se respeten los derechos de las personas.

- El año pasado se dieron masivas manifestaciones en protesta contra diferentes proyectos del gobierno, pero el gobierno hizo oídos sordos.

- Yo creo que cuando no se respeta al pueblo que se expresa en las calles, no se tiene en cuenta el futuro. En Francia quedó un sentimiento de rabia. No se puede seguir así. No se puede seguir metiendo a la policía por todas partes para contener la inconformidad del pueblo. Esto nos ha llevado a tener un régimen policial.

La injusticia no trae paz. Todo lo contrario. Existe fuego bajo una olla que quieren tener cerrada. Y puede estallar.

- Las luchas de Mons. Gaillot por la justicia no sólo son en Francia. También en otros lares su palabra y acción se han hecho sentir. Deme unos ejemplos.

- Seguimos luchando por los derechos del pueblo palestino. Israel es un Estado colonialista que roba la tierra palestina y excluye a ese pueblo por la fuerza. Hace más de 60 años que la Palestina vive bajo la ocupación israelí y la injusticia. Y la llamada “comunidad internacional” hace bien poco o nada. Por eso nos estamos movilizando por todas partes para ejercer una presión sobre el gobierno israelí. Y una de las acciones es boicotear los productos que vienen de Israel, y principalmente los que son producidos en los territorios ocupados. Porque 50 productos agrícolas se producen en Palestina para beneficio israelí. Mientras los palestinos vivan en la injusticia, allá no existirá la paz.

Cuba. Este es un país que tiene futuro. Yo pude constatar que es un pueblo digno, con coraje y solidario. En Cuba puede haber pobreza, pero no existe la miseria que se ve en cualquier otro país de América Latina, o en la misma Francia o Estados Unidos. A pesar del bloqueo que le tiene Estados Unidos, todos tienen salud y educación gratuita, y nadie duerme en las calles. ¡Es increíble!

Yo soy parte del Comité International por la Libertad de los Cinco Cubanos presos en Estados Unidos. Ellos luchaban contra las acciones terroristas que se preparaban en Miami. Estoy en ese Comité porque me di cuenta que se había cometido una injusticia contra ellos, y eso no se puede tolerar.

- ¿Qué piensa de la manera como la prensa francesa trata los procesos sociales y políticos alternativos que se desarrollan en América Latina? Y, ¿por qué esta prensa tiene la tendencia a ridiculizar a presidentes como Evo Morales o Hugo Chávez?

Este comportamiento de la prensa se debe a que, regularmente, Francia apoya a quienes no debería. Es cuestión de intereses. Estos presidentes no hacen lo que quieren los ricos, entonces Francia se pone del lado de esos ricos. Es como lo hace en África.

Ahora, la participación de las mujeres latinoamericanas en política es sensacional. Por ejemplo, una mujer a la cabeza de Brasil, ¡es extraordinario! En Francia no hemos sido capaces de tener ni una Primera Ministra: ¡somos tan machos! Ah, sí, una vez tuvimos a la señora Edith Cresson, pero no se pudo quedar por mucho tiempo debido a que la quisieron masacrar en su condición de mujer. ¡Somos machos y vulgares como no se lo pueden imaginar!

En la actualidad no es la vieja Europa que da el ejemplo, es América Latina. Debemos mirar para allá.

- Mons. Gaillot, dos últimas preguntas: ¿A usted cómo lo consideran los otros altos miembros de la Iglesia católica? Y, ¿como ciudadano y ser humano, ve una alternativa a la situación social en Francia?

- En general, mis relaciones con los otros obispos son cordiales, aunque algunos prefieren ignorarme. Eso sí, no me hacen llegar ningún documento de la Conferencia Episcopal, ni me invitan a la asamblea anual en Lourdes. Tampoco han dicho el por qué, ni yo lo he pedido, aunque otros sacerdotes sí lo han hecho sin haber recibido nunca una respuesta. A veces esto no es confortable, pero lo que me conforta es que estoy en paz con mi conciencia, por decir lo que pienso, por denunciar la injusticia.

Por la segunda pregunta. Tengo confianza, esperanza en los hombres y mujeres. Vamos a seguir avanzando. Existen movimientos ciudadanos que están creando un tejido asociativo alternativo. Veo muchos combates que nacen y se desarrollan poco a poco. ¡Es formidable! Cada uno debe encontrar el camino donde luchan otros.

La unidad: sí, esto es lo que puede ayudar a salvar la democracia y a los derechos de las personas. Yo tengo la esperanza.+ (PE/Apia Virtual)

NOTA:
1) http://www.partenia.com/

2) Fue arzobispo de Olinda y Recife. Murió el 27 de agosto de 1999.

3) Llamado el « Obispo de los Indios », también el « Obispo Rojo ». Ejercía su labor pastoral en la ciudad de Riobamba. Murió el 31 de agosto de 1988.

4) Han sido varios los sacerdotes y monjas que se han sumado a las guerrillas. El precursor fue Camilo Torres, en Colombia, quien cayó en combate el 15 febrero de 1966. En Nicaragua, durante la guerra contra la dictadura de los Somoza, muchos siguieron su ejemplo, siendo Ernesto Cardenal el más destacado.

(*) Hernando Calvo Ospina es periodista y escritor colombiano, residente en Francia. Colaborador de Le Monde Diplomatique. http://hcalvospina.free.fr/spip.php?article311. La entrevista fue editada por Apia Virtual.

PreNot 9328-110201


http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=9328


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lunes, 7 de febrero de 2011

Una crisis tipo Jano

Juan Gelman


El 1 por ciento más rico de EE.UU. percibía el 9 por ciento de la renta nacional en 1979. Hoy esa proporción asciende al 24 por ciento, casi una cuarta parte del total (www.alternet.org, 19/1/2011). El ingreso de ese mismo 1 por ciento era 125 veces superior a la media nacional en 1962. Hoy es 190 veces superior. Los beneficios de las 500 corporaciones más importantes aumentaron el 141,4 por ciento y la compensación de los ejecutivos de empresa se elevó un 282 por ciento de 1990 a 2010.

La crisis económica mundial no ha interrumpido esta tendencia: en 2010 se han vendido 13 por ciento más automóviles que el año anterior y la producción de acero se incrementó un 18 por ciento (www.economist.com, 13/1/11). Una encuesta reciente de American Express Publishing y Harrison Group revela que el sector opulento del país gastó 28 mil millones de dólares en la adquisición de bienes de lujo durante 2010. El 71 por ciento de tales compradores se declara feliz, contra el 40 por ciento en 2007, aunque la mayoría piensa que EE.UU. sigue en recesión (Reuters, 13/1/11). Del otro lado de la moneda no hay tanta felicidad.

El número de desocupados prácticamente no disminuyó en los tres años que dura la crisis, en los que se perdieron 8 millones de puestos de trabajo: es de 14 millones, incluidos los más de 6 millones que no trabajan desde hace medio año. El Wall Street Journal informó que la existencia de esta reserva de desempleados produce una persistente baja de los salarios: “Entre 2007 y 2009, más de la mitad de los trabajadores de tiempo completo que perdieron su empleo después de tenerlo tres años por lo menos y encontraron luego otro de tiempo completo reciben un salario menor... la tercera parte, un 20 por ciento menos” (//online.wsj.com, 11/1/11). Pintan calva a la ocasión, pero nunca falta la forma de agarrarla.

Hace veinte meses que el índice de desocupación permanece inalterable y seis de cada diez desempleados tienen que pedir dinero prestado a la familia o a los amigos. No pocos de aquellos que vuelven a conseguir empleo se ven obligados a aceptar el salario mínimo. Según Jeannette Wicks-Lim, miembro del Instituto de Investigación Política y Económica de la Universidad de Massachusetts, casi nueve de diez de estos trabajadores no están en condiciones de solventar sus necesidades básicas en materia de alimentación y salud (www.peri.un mass.edu, octubre 2010). Esta situación castiga a sus hijos.

El Wall Street Journal no lo oculta: “Las investigaciones muestran que los hijos de quienes han perdido el empleo y consiguen otro con un salario inferior también padecen este hecho. Un grupo de economistas llevó a cabo en 2008 un estudio sobre la relación de los salarios padre/hijo de 60 mil familias en el período 1978/1999 begin_of_the_skype_highlighting              1978/1999      end_of_the_skype_highlighting. Los hijos de víctimas de los despidos masivos de la recesión de 1982 percibían ingresos un 9 por ciento más bajo que el de padres que no padecieron esa suerte”.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, integrada por 34 países –sobre todo europeos y desarrollados–, aplica patrones muy estrictos para medir la indigencia en los Estados miembro. Ya a mediados de la década pasada, EE.UU. figuraba en el tercer lugar de los más pobres (www.oecd-library.org, 2009) y la crisis actual ennegrece aún más el panorama. Entre otras cosas, los bancos siguen confiscando casas y departamentos cuyos propietarios no logran pagar la hipoteca. Pero no todo es tan oscuro para algunos.

El informe más reciente de la financiera JPMorgan Chase es luminoso en tal sentido: revela que en 2009 obtuvo beneficios un 48 por ciento superiores a los de 2008 y que el año pasado tampoco le fue mal: sus ingresos del primer cuatrimestre de 2010 aumentaron un 47 por ciento respecto del mismo período de 2009 (www.finfacts.ie, 14-1-11). Jamie Dimon, director ejecutivo de la firma, declaró que esto era la prueba de “una amplia recuperación económica. Pienso que el futuro es extremadamente esplendoroso”. A saber si piensan lo mismo quienes alquilan a extraños habitaciones de su vivienda para sobrevivir. No hay estadísticas sobre el consiguiente deterioro de la vida familiar.

El pico de la JPMorgan Chase es sólo el Himalaya de una alta cordillera: los analistas estiman que las ganancias de las corporaciones crecieron un 27 por ciento en el último cuatrimestre de 2010. En realidad, Washington usó la crisis para favorecer a la elite financiera engordándola con billones de dólares. Steven Rattner, el hombre de Wall Street que Obama eligió para dirigir la Auto Task Force, encargada de apoyar a la industria automovilística, asienta en su libro Overhaul (Hougthon Mifflin Harcourt, Nueva York, 2010): “Más de una vez pensaba yo en la frase de Rahm Emanuel (jefe de gabinete de la Casa Blanca), ‘nunca permitas que se desperdicie una buena crisis’, puesto que utilizamos la creciente catástrofe económica para introducir cambios y determinar sacrificios que hubieran sido imposibles en otro contexto”. Muy claro, ¿no?

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-160951-2011-01-23.html


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domingo, 30 de enero de 2011

Eva

María Elena Walsh


Calle Florida, túnel de flores podridas.
Y el pobrerío se quedo sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.

Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el órgano por Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.

Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a Paris rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.

Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio. Huérfanos. Silencio.
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla "amémonos".

Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte mas muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas,
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana.

Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lágrimas enjuagadas con harapos,
Madrecita de los Desamparados.
Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lagrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada mas que un gran castigo.
Se pintó la República de negro
mientras te maquillaban y enlodaban.
En los altares populares, santa.
Hiena de hielo para los gorilas
pero eso sí, solísima en la muerte.
Y el pueblo que lloraba para siempre
sin prever tu atroz peregrinaje.
Con mis ojos la vi, no me vendieron
esta leyenda, ni me la robaron.

Días de julio del 52
¿Qué importa donde estaba yo?


II

No descanses en paz, alza los brazos
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.

No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,
metiste a las mujeres en la historia
de prepo, arrebatando los micrófonos,
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?

Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las contreras, las idólatras,
las madres incesantes, las rameras,
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.

Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, loca
que arrebató el poder a los soldados.

Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.

Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
en el candor de la beneficencia
pero la única que se dio el lujo
de coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.

Samuel Ruiz: “El pobre, primera razón de nuestra esperanza”

Carlos Ayala Ramírez


Esta frase es de Don Samuel Ruiz, Obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, quien falleció el pasado lunes 24 de enero a causa de un daño obstructivo arterial. Don Samuel nació en 1924 en Irapuato, México; la mayoría de su vida residió en San Cristóbal de las Casas, lugar en el que fue nombrado obispo en 1959 a la edad de 35 años, y donde acogió las causas indígenas. En 1994, tras el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, fue nombrado miembro de la Comisión Nacional de Intermediación, puesto que dejó en 1996.

Don Samuel era uno de esos grandes obispos testigos de la fe cristiana del continente latinoamericano, de la talla de Monseñor Méndez Arceo, Monseñor Leónidas Proaño, Hélder Cámara, Juan Gerardi, Moseñor Romero, y Don Pedro Casaldáliga, entre otros. Varias veces estuvo en nuestro país solidarizándose con las luchas vinculadas al reconocimiento de los derechos humanos, e identificándose con la tradición martirial de nuestro pueblo. En uno de sus últimos escritos titulado “Mi biografía teológica”, sostiene que el pobre es la primera razón de nuestra esperanza, no en cuanto vive las situaciones de injusticia y opresión que le hacen pobre y le marginan, sino por la fortaleza y la determinación con que vive y enfrenta esas mismas situaciones, en lucha diaria por derrotarlas y revertirlas.

Cuando el Concilio Vaticano II habla del ministerio de los obispos, sostiene que estos deben anunciar el Evangelio de Cristo, llamando a los hombres y mujeres a la fe con la fortaleza del Espíritu, o confirmándolos en la fe viva. En cuanto santificadores el Concilio señala que éstos están obligados a dar ejemplo de santidad con la caridad, humildad y sencillez de vida. Y en el ejercicio de su ministerio de padre y pastor deben comportarse en medio de los suyos como quienes sirven, como pastores buenos que conocen a sus ovejas y son conocidos por ellas (cfr. Christus Dominus 12-16). Don Samuel ciertamente fue un obispo de ese talante. Pero no sólo fue un maestro de la fe y un santificador de los fieles, sino también un profeta de la justicia y de la esperanza.

En su biografía teológica a la que hemos hecho referencia señala un conjunto de tareas de cara a propiciar nuevas realidades que hagan posible el advenimiento del Reino de Dios. Enunciamos algunas que son ya, parte de su legado:

“Trabajar incansablemente por establecer la justicia y el derecho en un nuevo orden mundial, para consolidar una paz inalterable y duradera, y así conjurar definitivamente el flagelo de la guerra; Continuar construyendo el nuevo modelo de unidad, con el respeto a las diferencias y a los derechos de los más pequeños, así en la sociedad, como en el seno de las diferentes confesiones religiosas; Apoyar las tareas de protección y conservación de la tierra, hogar común y herencia para las nuevas generaciones ; Participar, según el lugar que tenemos social y religiosamente, en la construcción de ese ‘otro mundo posible’; Colaborar con el Padre en esta Nueva Hora de Gracia: en su obra siempre creadora y siempre redentora, manifestada en esos brotes tiernos que prometen buenos y abundantes frutos”.

En suma, Don Samuel Ruiz nos deja la herencia de un obispo que ha sido testigo del Evangelio para la esperanza del mundo, especialmente, del mundo de los pobres; nos deja un legado de valiente opción por los pobres que le costó persecución  y muchos rechazos. Su misión estuvo movida a misericordia por el sufrimiento del pueblo indígena, como en otros tiempos lo hiciera Fray Bartolomé de las Casas. Tatic (padre en totzil), como lo llamaban los indígenas de su arquidiócesis, deja una tradición de lucha y esperanza que ha de seguir animando a los hombres y mujeres soñadores con el “mundo otro” necesario y posible.

http://alainet.org/active/43821


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Vacaciones

Claudia Rafael y Silvana Melo   


Desde las pantallas del televisor asoman rostros sonrientes y playas rebosantes. Los cronistas hablan de un 90 por ciento de ocupación hotelera y de un consumo que esboza un dejo de felicidad entre quienes apuestan su año entero a las ganancias que dejarán los turistas. Los informes especiales que se repiten cada año ante las cámaras detallan destinos más allá de las fronteras de estas geografías: las costas del Brasil, Uruguay, Caribe e, inclusive, Miami con gastos diarios de hospedaje y comida entre los 1500 y los 2000 dólares por persona.

Las arenas finas y cálidas de la meca argentina del poder económico desnudan pieles bronceadas y musculaturas trabajadas mientras en las calles van y vienen las niñas bonitas de la moda automovilística de gran portada: Jeeps Grand Cherokee, Chrysler PT Cruiser o la recientemente lanzada New Tucson de Hyundai. Pequeñas pinceladas de obscenidad que profundizan más y más el desequilibrio de esa balanza oculta y olvidada.

Sin saber ni poder siquiera pronunciar esas marcas de 4x4 deslumbrantes y representantes de la más cabal definición de pornografía, la vida se escurre en otros rincones.

Misiones, allí donde una semilla arrojada al viento multiplica los panes y eleva la vegetación a alturas inimaginables, donde los hormigueros parecen pequeñas montañas que asoman desde la tierra roja y los cítricos estallan rozagantes de vitalidad, hay –según estadísticas estrictamente oficiales- 6000 cachorros humanos desnutridos de los que mil tienen riesgo de vida. Y también según cifras del gobernador Maurice Closs –que suele mirar como tantos desde el pedestal que ofrecen los sillones del poder apenas una parte del dolor- murieron más de 200 chicos. Milagros Benítez, Héctor Rafael Díaz, Cristian Ortiz son algunos de sus nombres, para que nadie olvide. Para que la memoria -que suele ser engañosa y selectiva- no borre de un plumazo sus cortos días de primavera que terminaron precozmente en feroz crueldad. Aunque los tórridos días estivales, en donde la levedad suele ser deseo colectivo, no sean propicios para esa memoria.

Doscientos metros al sur pasan miles de jubilosos turistas argentinos todos los días, buscando playas brasileñas. Ahí no más, a pasos de la naciente del Pepirí Guazú, en la zona fronteriza, buscan una ardiente vacación aquellos que luego engordan el optimismo en los números oficiales. Que hablan de una migración histórica de afuera hacia dentro, de adentro hacia fuera y en los caminos intestinos de un país que florece con fragor. Pero en el que siguen muriéndose los niños a cachetadas de pobreza. Los dos países se chocan de repente y cuatro chicos que piden monedas a los turistas con un pie en la Argentina y otro pie en Brasil mueren absurdamente del lado vacacional. Cuando no soportaron más el calor de un verano terrible y saltaron la frontera entre Misiones Santa Catarina y accedieron a su modesto mar sin olas que se transformó en ciénaga. Un estanque formado en una obra en construcción, con suelo de barro brasileño que se chupa los pies. Y que se los tragó, como se traga la roja tierra misionera a sus niños rojos de sangre a la vista, de piel transparente, de huesos quebradizos. Mientras los millones de gentes  rebasan las playas y los boliches se pueblan de brillos por las noches, la exuberante, rica y bella Misiones no puede evitar que sus niños se mueran por falta de alimentos. En la país de la masiva migración interna y externa vacacional los niños que duermen en la calle y a los que les cae la moneda migaja del éxito ajeno se mueren en su humilde minuto de veraneo  en un pozo de barro del lado del Brasil.

No se entera nadie de lo que hay en esa frontera. Un pedacito de Misiones cubierta de serranías boscosas que superan los 800 metros. No llega ahí ni el Estado ni el gobernador del Hambre Cero. Tatiana Marisel y Fabián Lautaro Sosa, de 9 y 6 años, y Angélica y Beatriz Monzón, de 8 y 11, no lograron hacer pie en la tosquera. Casi les pareció natural. Su propia historia impuesta por origen, por piel, por nacimiento, por pobreza, los había condenado a no hacer pie en la vida jamás. Tan chiquitos y tan conscientes de que no había alternativas de costura de un porvenir cuando a los 9, a los 6, a los 11 la vida es sólo ahora, la moneda que cae de la mano, el calor arrasador en la calle de tierra, la nube de polvo que se pega en el pelo y un lugar para mojarse, por dios que ya no se respira.

Lejos, muy lejos de todos ellos, frágiles e inermes, otras pantallas con otros rostros anuncian recursos extra que el poder del Estado podrá manejar a discresión: 38.000 millones de dólares más en un año en el que octubre se va acercando con pasos de gigante. Pero que –cómo dudarlo- no derramarán paraísos en el barro cotidiano que pisan las Tatianas y las Milagros, porque los días de felicidad no están construidos para sus historias taladas a mansalva.

http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4944&Itemid=0


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