martes, 29 de noviembre de 2016

Lo que muere con Fidel

SOCIOS Y SOCIAS


“Ha muerto -y que descansen en paz- una filosofía política y un camino para llegar a la última meta de un supuesto paraíso en la tierra”.
28 noviembre 2016
14:21
Lo que muere con Fidel
Fidel Castro era un símbolo de toda una época, que desaparece con su muerte. Pero al analizar lo que muere con él podemos confundirnos. Una y otra vez los medios de comunicación del sistema hablan de la muerte del “ultimo revolucionario”. Implícitamente están defendiendo la tesis de “El fin de la Historia”, el capitalismo es la forma definitiva que adopta la sociedad humana. Todos los intentos de cambiarlo han acabado en fracasos. Se acabó la época de las revoluciones.       
Es innegable que eso tiene una parte de verdad. Fidel Castro entra en la Habana en 1959. Comienza su carrera como líder político que gobierna con unas tesis y una teoría política determinada. Es la época de mayor esplendor de la Unión Soviética. Dos años antes los ingenieros soviéticos habían lanzado el Sputnik, el primer satélite artificial puesto en órbita alrededor de la Tierra, y la URSS lideraba la carrera espacial frente a los EEUU. En China Mao Tse Tung impulsaba el Gran Salto Adelante, y en Vietnam el Viet Cong, la guerrilla comunista, luchaba victoriosamente contra las tropas americanas. En las universidades americanas y europeas empezaba a bullir el espíritu que eclosionaría en mayo del 68. Todos esos movimientos se inspiraban en el pensamiento marxista, el cual partía del materialismo histórico.
Hoy, 57 años después, la Unión Soviética es apenas un recuerdo en la historia; China y Vietnam conservan la fórmula política de comunismo, pero su ideología y su economía son plenamente capitalistas, y en las universidades europeas y americanas se pasean triunfantes los dogmas neoliberales.
Pero en ese clima totalmente adverso Fidel se mantuvo irreductible como símbolo de la resistencia de los pueblos frente al imperialismo, frente al dominio arrasador del capital. Y desde ese punto de vista Fidel Castro merece toda nuestra admiración y nuestro homenaje.
No, no es verdad que haya muerto el último revolucionario. Ha muerto el último representante de “un tipo de revolución” que alentó las ilusiones y las esperanzas de una época, pero que se agotó sin conseguir derribar al monstruo. Ha muerto -y que descansen en paz- una filosofía política y un camino para llegar a la última meta de un supuesto “paraíso en la tierra”.
Pero mientras en los seres humanos aliente el espíritu de justicia y libertad, mientras en los seres humanos pervivan los sentimientos morales, mientras en los seres  humanos haya dignidad, habrá personas, multitudes, que, como Fidel Castro, continuarán levantando las banderas de la rebelión contra cualquier tiranía, hoy contra la inhumana tiranía del capital, y seguirán alzándose  las voces que claman libertad, justicia y fraternidad.
Antonio Zugasti es socio cooperativista de La Marea.

sábado, 26 de noviembre de 2016

El Fidel que conocí

         
26/11/2016
Opinión
    Fidel ha muerto, pero es inmortal. Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos. Perteneció a esa generación de insurgentes míticos – Nelson Mandela, Patrice Lumumba, Amilcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Turcios Lima, Ahmed Ben Barka – que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los años 1950, a la acción política con la ambición y la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones, marcado por el comienzo de la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos.

    En aquella época, en más de la mitad del planeta, en Vietnam, en Argelia, en Guinea-Bissau, los pueblos oprimidos se sublevaban. La humanidad aún estaba entonces, en gran parte, sometida a la infamia de la colonización. Casi toda África y buena porción de Asia se encontraban todavía dominadas, avasalladas por los viejos imperios occidentales. Mientras las naciones de América Latina, independientes en teoría desde hacía siglo y medio, seguían explotadas por privilegiadas minorías, sometidas a la discriminación social y étnica, y a menudo marcadas por dictaduras cruentas, amparadas por Washington.

    Fidel soportó la embestida de nada menos que diez presidentes estadounidenses (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo). Tuvo relaciones con los principales líderes que marcaron el mundo después de la Segunda Guerra mundial (Nehru, Nasser, Tito, Jrushov, Olaf Palme, Ben Bella, Boumedienne, Arafat, Indira Gandhi, Salvador Allende, Brezhnev, Gorbachov, François Mitterrand, Juan Pablo II, el rey Juan Carlos, etc.). Y conoció a algunos de los principales intelectuales y artistas de su tiempo (Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Arthur Miller, Pablo Neruda, Jorge Amado, Rafael Alberti, Guayasamín, Cartier-Bresson, José Saramago, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, etc.).

    Bajo su dirección, su pequeño país (100 000 km2, 11 millones de habitantes) pudo conducir una política de gran potencia a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados Unidos cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo, ni eliminarlo, ni siquiera modificar el rumbo de la Revolución cubana. Y finalmente, en diciembre de 2014, tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática e iniciar un proceso de normalización que implicaba el respeto del sistema político cubano.

    En octubre de 1962, la Tercera Guerra Mundial estuvo a punto de estallar a causa de la actitud del gobierno de Estados Unidos que protestaba contra la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba. Cuya función era, sobre todo, impedir otro desembarco militar como el de Playa Girón (bahía de Cochinos) u otro directamente realizado por las fuerzas armadas estadounidenses para derrocar a la revolución cubana.

    Desde hace más de 50 años, Washington (a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas) le impone a Cuba un devastador embargo comercial -reforzado en los años 1990 por las leyes Helms-Burton y Torricelli- que obstaculiza su desarrollo económico normal. Con consecuencias trágicas para sus habitantes. Washington sigue conduciendo además una guerra ideológica y mediática permanente contra La Habana a través de las potentes Radio “Martí” y TV “Martí”, instaladas en La Florida para inundar a Cuba de propaganda como en los peores tiempos de la guerra fría.

    Por otra parte, varias organizaciones terroristas – Alpha 66 y Omega 7 – hostiles al régimen cubano, tienen su sede en La Florida donde poseen campos de entrenamiento, y desde donde enviaron regularmente, con la complicidad pasiva de las autoridades estadounidenses, comandos armados para cometer atentados. Cuba es uno de los países que más víctimas ha tenido (unos 3 500 muertos) y que más ha sufrido del terrorismo en los últimos 60 años.

    Ante tanto y tan permanente ataque, las autoridades cubanas han preconizado, en el ámbito interior, la unión a ultranza. Y han aplicado a su manera el viejo lema de San Ignacio de Loyola: “En una fortaleza asediada, toda disidencia es traición.” Pero nunca hubo, hasta la muerte de Fidel, ningún culto de la personalidad. Ni retrato oficial, ni estatua, ni sello, ni moneda, ni calle, ni edificio, ni monumento con el nombre o la figura de Fidel, ni de ninguno de los líderes vivos de la Revolución.

    Cuba, pequeño país apegado a su soberanía, obtuvo bajo la dirección de Fidel Castro, a pesar del hostigamiento exterior permanente, resultados excepcionales en materia de desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general… En cuestión de educación, de salud, de investigación médica y de deporte, Cuba ha obtenido niveles que la sitúan en el grupo de naciones más eficientes.

    Su diplomacia sigue siendo una de las más activas del mundo. La Habana, en los años 1960 y 1970, apoyó el combate de las guerrillas en muchos países de América Central (El Salvador, Guatemala, Nicaragua) y del Sur (Colombia, Venezuela, Bolivia, Argentina). Las fuerzas armadas cubanas han participado en campañas militares de gran envergadura, en particular en las guerras de Etiopia y de Angola. Su intervención en este último país se tradujo por la derrota de las divisiones de élite de la Republica de África del Sur, lo cual aceleró de manera indiscutible la caída del régimen racista del apartheid.

    La Revolución cubana, de la cual Fidel Castro era el inspirador, el teórico y el líder, sigue siendo hoy, gracias a sus éxitos y a pesar de sus carencias, una referencia importante para millones de desheredados del planeta. Aquí o allá, en América Latina y en otras partes del mundo, mujeres y hombres protestan, luchan y a veces mueren para intentar establecer regímenes inspirados por el modelo cubano.

    La caída del muro de Berlín en 1989, la desaparición de la Unión Soviética en 1991 y el fracaso histórico del socialismo de Estado no modificaron el sueño de Fidel Castro de instaurar en Cuba una sociedad de nuevo tipo, más justa, más sana, mejor educada, sin privatizaciones ni discriminaciones de ningún tipo, y con una cultura global total.

    Hasta la víspera de su fallecimiento a los 90 años, seguía movilizado en defensa de la ecología y del medio ambiente, y contra la globalización neoliberal, seguía en la trinchera, en primera línea, conduciendo la batalla por las ideas en las que creía y a las cuales nada ni nadie le hizo renunciar.

    En el panteón mundial consagrado a aquellos que con más empeño lucharon por la justicia social y que más solidaridad derrocharon en favor de los oprimidos de la Tierra, Fidel Castro - le guste o no a sus detractores - tiene un lugar reservado.

    Lo conocí en 1975 y conversé con él en múltiples ocasiones, pero, durante mucho tiempo, en circunstancias siempre muy profesionales y muy precisas, con ocasión de reportajes en la isla o la participación en algún congreso o algún evento. Cuando decidimos hacer el libro “Fidel Castro. Biografía a dos voces” (o “Cien horas con Fidel”), me invitó a acompañarlo durante días en diversos recorridos. Tanto por Cuba (Santiago, Holguín, La Habana) como por el extranjero (Ecuador). En coche, en avión, caminando, almorzando o cenando, conversamos largo. Sin grabadora. De todos los temas posibles, de las noticias del día, de sus experiencias pasadas y de sus preocupaciones presentes. Que yo reconstruía luego, de memoria, en mis cuadernos. Luego, durante tres años, nos vimos muy frecuentemente, al menos varios días, una vez por trimestre.

    Descubrí así un Fidel íntimo. Casi tímido. Muy educado. Escuchando con atención a cada interlocutor. Siempre atento a los demás, y en particular a sus colaboradores. Nunca le oí una palabra más alta que la otra. Nunca una orden. Con modales y gestos de una cortesía de antaño. Todo un caballero. Con un alto sentido del pundonor. Que vive, por lo que pude apreciar, de manera espartana. Mobiliario austero, comida sana y frugal. Modo de vida de monje-soldado.

    Su jornada de trabajo se solía terminar a las seis o las siete de la madrugada, cuando despuntaba el día. Más de una vez interrumpió nuestra conversación a las dos o las tres de la madrugada porque aún debía participar en unas “reuniones importantes”…Dormía sólo cuatro horas, más, de vez en cuando, una o dos horas en cualquier momento del día.

    Pero era también un gran madrugador. E incansable. Viajes, desplazamientos, reuniones se encadenaban sin tregua. A un ritmo insólito. Sus asistentes – todos jóvenes y brillantes de unos 30 años – estaban, al final del día, exhaustos. Se dormían de pie. Agotados. Incapaces de seguir el ritmo de ese infatigable gigante.

    Fidel reclamaba notas, informes, cables, noticias, estadísticas, resúmenes de emisiones de televisión o de radio, llamadas telefónicas... No paraba de pensar, de cavilar. Siempre alerta, siempre en acción, siempre a la cabeza de un pequeño Estado mayor – el que constituían sus asistentes y ayudantes – librando una batalla nueva. Siempre con ideas. Pensando lo impensable. Imaginando lo inimaginable. Con un atrevimiento mental espectacular.

    Una vez definido un proyecto. Ningún obstáculo lo detenía. Su realización iba de sí. “La intendencia seguirá” decía Napoleón. Fidel igual. Su entusiasmo arrastraba la adhesión. Levantaba las voluntades. Como un fenómeno casi de magia, se veían las ideas materializarse, hacerse hechos palpables, cosas, acontecimientos.

    Su capacidad retórica, tantas veces descrita, era prodigiosa. Fenomenal. No hablo de sus discursos públicos, bien conocidos. Sino de una simple conversación de sobremesa. Fidel era un torrente de palabras. Una avalancha. Que acompañaba la prodigiosa gestualidad de sus finas manos.

    La gustaba la precisión, la exactitud, la puntualidad. Con él, nada de aproximaciones. Una memoria portentosa, de una precisión insólita. Apabullante. Tan rica que hasta parecía a veces impedirle pensar de manera sintética. Su pensamiento era arborescente. Todo se encadenaba. Todo tenía que ver con todo. Digresiones constantes. Paréntesis permanentes. El desarrollo de un tema le conducía, por asociación, por recuerdo de tal detalle, de tal situación o de tal personaje, a evocar un tema paralelo, y otro, y otro, y otro. Alejándose así del tema central. A tal punto que el interlocutor temía, un instante, que hubiese perdido el hilo. Pero desandaba luego lo andado, y volvía a retomar, con sorprendente soltura, la idea principal.

    En ningún momento, a lo largo de más de cien horas de conversaciones, Fidel puso un límite cualquiera a las cuestiones a abordar. Como intelectual que era, y de un calibre considerable, no le temía al debate. Al contrario, lo requería, lo estimulaba. Siempre dispuesto a litigar con quien sea. Con mucho respeto hacia el otro. Con mucho cuidado. Y era un discutidor y un polemista temible. Con argumentos a espuertas. A quien solo repugnaban la mala fe y el odio.

    - Ignacio Ramonet es Director de "Le Monde diplomatique en español", autor de Cien horas con Fidel.



    http://www.alainet.org/es/articulo/181964

    jueves, 24 de noviembre de 2016

    "Los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo"

    "Los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo"

    El profesor y filósofo calabrés Nuccio Ordine, gran experto en Giordano Bruno, convoca a los grandes pensadores de todas las épocas para manifestarse contra la destrucción de la cultura y de nuestra capacidad de reacción
    "En nuestra sociedad se considera útil sólo aquello que produce beneficios"
    Lee la introducción a La utilidad de lo inútil
    El pensador italiano Nuccio Ordine
    "Afirmo, señores, que las reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas –argumentaba Victor Hugo frente a una propuesta ministerial de recortar fondos para la cultura en 1848–. Son insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista".
    Es una de las muchas voces que invoca el pensador italiano Nuccio Ordine en La utilidad de lo inútil (Acantilado), un "manifiesto" sobre la necesidad de la literatura (y especialmente de los clásicos) en tiempos de crisis y contra la desintegración de los museos, universidades y laboratorios. Aprovechamos su visita a Madrid para hablar de su libro y de las consecuencias del utilitarismo cultural, que devora también nuestras instituciones. 

    Empecemos por el principio. ¿Qué es lo inútil?
    En nuestra sociedad se considera útil sólo aquello que produce beneficios. Por esa lógica, la música, la literatura, el arte, las bibliotecas, los archivos de Estado, la arqueología, son todas cosas que se consideran inútiles porque no producen beneficios. Por eso no nos extraña que, cuando los gobiernos hacen recortes, comienzan por estas cosas inútiles sin darse cuenta de que, si eliminamos lo inútil, cortamos el futuro de la humanidad.
    El drama que vivimos es ese: todos los ámbitos de nuestra vida están contaminados por la idea del beneficio y del lucro. Ya no educamos a las nuevas generaciones en el amor por el bien común, por el desinterés, por lo gratuito. Los educamos al revés, en el amor al dinero, a lo útil, al beneficio personal. Los profesores y rectores universitarios se han convertido en managers, y hablan un lenguaje contaminado por la lógica económica. Los estudiantes estudian para conseguir créditos y para pagar unas deudas. Este lenguaje no es neutro, demuestra que el lenguaje del lucro domina todas las capas de la vida. 

    Dice usted que la cultura sólo puede ser gratuita.

    Kant lo explica muy bien: si yo voy a un concierto, ¿en qué me beneficia? Mi amor por la música es un amor desinteresado y sólo ese amor me hace mejor. En una sociedad corrompida por la dictadura del beneficio, el conocimiento es la única forma de resistencia. Porque con el dinero se puede comprar cualquier cosa; parlamentarios, políticos, jueces, el éxito, la vida erótica. Sólo hay una cosa que no se compra con dinero: el conocimiento. Si soy un gran magnate y quiero comprar el saber, ni un cheque en blanco me valdría. El precio del saber es el esfuerzo personal. El conocimento no se compra, se conquista. 

    Sin embargo, en su libro pone toda la responsabilidad sobre las instituciones. ¿No tenemos los individuos la obligación moral de ser inteligentes?
    Las instituciones son los lugares donde esas cosas deberían ocurrir. Un joven tiene que comprender la importancia de la cultura y la misión de la escuela, de la educación, es esta: demostrarle que para entenderse a sí mismo y entender al mundo es necesario aprender. Y esto no ocurre porque los profesores están mal pagados, infravalorados y al mismo tiempo no hay recompensa para el que trabaja en la escuela. Es una paradoja que aún hoy en Italia hay profesores universitarios que tienen 50 años y siguen siendo interinos, no tienen un puesto de trabajo. La crítica de las instituciones es una crítica a cada uno de nosotros, pero las instituciones deben favorecer la excelencia. Cada vez que se reduce la financiación de las escuelas y universidades, acabamos con ella.

    En su libro menciona que el poder tiene que destruir primero los artefactos y las instituciones culturales para poder establecer su régimen. ¿Los destruye porque los desprecia o porque les tiene miedo?

    Los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo. Lo desprecian porque nuestra élite política es cada vez más ignorante, más inculta. Y por otra parte tienen miedo porque prefieren tener delante un público de personas que no estén capacitados para pensar con su propia cabeza y, por tanto, sean manipulables por los medios de masas, la televisión, las campañas electorales, toda una dimensión de engaños y mentiras que las personas reciben sin ser conscientes.
    La ausencia de cultura es el abono necesario para que prospere la corrupción.

    En Italia, el Tribunal de Cuentas que comprueba el presupuesto del Estado ha establecido que pagamos más o menos 150.000 millones al año de corrupción. Esto significa que, si un funcionario del Estado compra un vaso y el vaso compra un euro, nosotros pagamos un euro con 50 porque los 50 son el precio de la corrupción. Si pudiéramos eliminar la corrupción, ya no haría falta debilitar a la clase media y empobrecer cada vez más a los pobres. No haría falta eliminar los derechos fundamentales que hacen que el hombre sea digno de ser hombre.

    La utilidad de lo inútil
    La furia destructiva se abate sobre las cosas consideradas inútiles: el saqueo de la biblioteca real de Louyang efectuado por los Xiongnu en China, la quema de manuscritos paganos en Alejandría, decretada por el obispo Teófilo, los libros heréticos consumidos por las llamas de la Inquisición, las obras subversivas destruídas en los autos de fe escenificados por los nazis en Berlín, los espléndidos budas de Bamiyán arrasados por los talibanes en Afganistán o también los manuscritos de Sahel y las estatuas de Alfaruk en Tombuctú amenazadas por los yihadistas. Cosas inútiles e inermes, silenciosas e inofensivas, pero percibidas como un peligro por el simple hecho de existir.
    Lee la introducción completa del manifiesto de Nuccio Ordine
    Con la excusa de la crisis se está expropiando la dignidad humana. Si corto los fondos para financiar a los enfermos, para ayudar a los discapacitados, si despido a padres que ya no pueden mantener a los suyos con un mínimo de dignidad, cometo un crímen gravísimo. Los derechos en los que se fundamenta la dignidad humana jamás se deberían tocar. Sería suficiente luchar contra la corrupción y esos 150.000 millones que ahorraríamos podrían con creces solucionar la crisis y mucho más.

    Los gobiernos mienten cuando dicen que la crisis la pagamos todos: esta crisis no la pagan los bancos, no la pagan los banqueros, no la pagan los financieros. Esos reciben millones de euros de sueldo al año y aún finalizan su mandato con 15 millones de euros de finiquito. Luego se descubre que la empresa está en números rojos y que el directivo había firmado acuerdos para "privatizar" el dinero de la gente y llevárselo a casa. ¿Cómo podemos salir de este círculo vicioso? Creando y formando a jóvenes que sean conscientes, que sean capaces de defender el bien común. Jóvenes que no sean educados en el culto del beneficio y del dinero. Gente que se haya educado en una visión ética del mundo y que profesen el culto a la solidaridad humana. 

    Pero la solidaridad no depende de sus beneficiarios, igual que la naturaleza de un crimen no se debe definir por sus víctimas. ¿Podemos aspirar a la solidaridad humana mientras aceptamos como sociedad la crueldad institucionalizada contra el resto de las especies? 

    Absolutamente correcto: infligir dolor no es una cosa que atañe únicamente al género humano. Hay un fragmento bellísimo de Demócrito que, hablando con Hipócrates, le explica al padre de la medicina por qué se ríe. Porque Hipócrates pensaba que Demócrito estaba loco y por eso se reía. En cambio Demócrito se ríe por otra cosa. "Mira debajo de los hombres –le dice– ¿Qué hacen todo el día? Persiguen el dinero. ¿Y qué hacen con el dinero? Buscar más dinero. El dinero ya no es un medio, se ha convertido en el fin en sí mismo". Y añade que, para conseguir el dinero, el hombre "le corta las venas a la tierra".
    Es lo que estamos viendo hoy en todo el mundo. En Italia, la Camorra (la mafia napolitana) ha construido una serie de depósitos subterráneos de residuos tóxicos. Y en aquellas zonas hay una alta tasa de enfermedad, de niños enfermos porque sus habitantes comen productos agrícolas contaminados por esos residuos tóxicos. Con este sistema estamos creando una manera de aniquilar cualquier cosa que atañe no sólo a la vida humana sino a la vida de nuestro sistema en sí. 

    El Renacimiento y la Ilustración, con su desarrollo de conceptos ilustrados como el de los "derechos humanos" que definen nuestra sociedad actual, coinciden en el tiempo con las dos grandes olas de colonialismo europeo. Los monarcas e intelectuales ilustrados, junto con la Iglesia, disfrazaron la expropiación y el genocidio de misión civilizadora. ¿No está ocurriendo ahora lo mismo dentro de nuestras fronteras? ¿Son los pobres las nuevas colonias?

    La comparación es muy buena. Si lees a algunos autores del Renacimiento, pocas voces han gritado contras las masacres llevadas a cabo en el Nuevo Mundo. Uno de estos es Bartolomé de las Casas. En Italia, Giordano Bruno describió a Colón y a sus marineros, no como marineros sedientos de saber sino como piratas sedientos de oro y de plata. Bruno dice: "Fueron a llevar una civilización, pero ellos ya tenían una civilización. Fueron a llevar una lengua, pero ellos ya tenían una lengua. Fueron a llevar una religión, pero ellos ya tenían una religión". 

    Estos filósofos del Renacimiento dejaban entrever que la multiplicidad de las lenguas, de las religiones, de las filosofías, de los pueblos, de los colores de la piel, no son una limitación de la humanidad sino una riqueza de la humanidad. Lo que vemos hoy es propio de ese modelo horrible de masificación de hacer que seamos todos iguales. ¿Cuál es la ley que nos guía? La ley del beneficio.
    Del país más perdido de Asia hasta el país más rico de Europa o Estados Unidos, comemos las mismas hamburguesas de McDonald's, vestimos la misma ropa y vemos las mismas tonterías en televisión. Esta ideología del beneficio es cada vez más global de lo que pudo ser en el pasado y los primeros ejemplos de la colonización son los ejemplos de cómo una suspuesta civilización pudo destruir una civilización que no conocía el beneficio y que vivía en un estado natural.

    Tocqueville dice "hoy en América la gente busca las bellezas fáciles". ¿Qué quiere decir? Que no tengo tiempo de dedicarme a la lectura o para ir a una exposición de cuadros. El tiempo es dinero. Prefiero el libro que no me pide esfuerzos y aquellas manifestaciones culturales superficiales, mundanas, donde yo no aprendo nada porque no tengo tiempo para las cosas que requieren un compromiso personal. El riesgo de hoy está justamente en cultivar las bellezas fáciles; el bestseller, las películas que sólo son efectos especiales, todo lo que usamos para distraernos porque no queremos pensar, en lugar de ser estimulados a la reflexión.

    ¿Qué pasará cuando se privatice totalmente la enseñanza?
    La educación, como la sanidad, es un pilar fundamental de una sociedad que sólo el Estado puede gestionar. Y la educación privada es una trampa, una de las peores cosas hacia las que nos podemos dirigir. Porque no podemos conocer el nivel de laicidad de una escuela privada, de una escuela católica, musulmana, de partido. Digo laicismo en el sentido de pluralidad, de construir personas libres de la ortodoxia. La escuela pública garantiza en primer lugar igualdad de los estudiantes. Quizá no ahora en la práctica pero es el único lugar donde se puede aspirar a este modelo. Hay universidades privadas excelentes pero están restringidas a los que tienen dinero. Tenemos que crear unas escuelas e universidades igual de excelentes con dinero del Estado para dar a todos la misma oportunidad. 

    ¿Se puede tener democracia sin escuela pública? 

    Absolutamente no. Como no se puede tener democracia sin cultura, sin el respeto del otro y sin amor por el bien común. La formación de los jóvenes es importante porque es el futuro de la democracia. Si seguimos creando personas que piensan sólo en su beneficio personal, perderemos lentamente la democracia.
    ¿Lentamente?
    Bueno, en realidad ya la hemos perdido. El proceso está ocurriendo ante nuestras narices pero no tenemos capacidad de reacción. 

    ¿Cuál es la cura de la infelicidad?

    Adriano Olivetti [el singular empresario de las máquinas de escribir] decía: "Yo quiero una fábrica que no produzca sólo beneficios. Quiero una fábrica que produzca belleza y libertad. Porque serán la belleza y la libertad las que nos indiquen el camino para ser felices". Y una de las cosas que me ha llamado la atención leyendo a Montaigne es que Montaigne nos dice que no es poseer lo que nos hace felices, sino el gozar y el aprender a gozar. Si no apreciamos la belleza, si no sabemos apreciar el arte, la música, muy difícilmente aprenderemos a gozar. 

    ¿Nos ayudan los clásicos a encontrar en el infierno lo que no es infierno?
    Leí ese pasaje del que hablas en un colegio donde muchos chicos eran hijos de padres encarcelados y les impactó mucho. Mi libro quiere ser una de esas pequeñas llamas de las que habla Calvino que pueden ayudar a ver el camino y hacernos entender lo que no es infierno del infierno en que vivimos para poder defenderlo. Este es el camino difícil que necesitamos escoger.
    La tarea de los clásicos es despertar nuestra atención, estimular la reflexión, alimentar nuestra pasión, y ayudarnos a entendernos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Y para desmontar una de las mayores tonterías que hoy perviven en nuestra sociedad: que para entender el presente hay que estudiar el presente. Para entender el presente hace falta el pasado. Sin pasado, no se puede entender el presente.
    Giordano Bruno nos enseña que si la filosofía no se transforma en una manera de vida, no nos sirve para nada. Y Bruno escribió la última página de su filosofía en la hoguera del Campo de Fiore donde fue quemado por hereje, demostrando que se pueden quemar los libros pero no las ideas. La palabra de Bruno, la palabra de Montaigne, la palabra de Victor Hugo, nos hacen entender tantas cosas de nuestro presente porque algunos de nuestros grandes autores que han sabido exponer de manera sencilla lo que llevamos dentro y que no somos capaces de expresar. Y la literatura, la música, el arte son los únicos capaces de decir lo indecible y enseñarnos lo invisible.

    domingo, 13 de noviembre de 2016

    FUMIGACIÓN, ENFERMEDADES Y MUERTES


    Preocupación en los médicos rurales por el uso de agrotóxicos cerca de los pueblos

    Buenos Aires, 12 de noviembre 2016 
    • Fabián
    Varios médicos y organizaciones provinciales piden regular el uso de pesticidas cerca del trazado urbano de los pueblos, y alertan sobre la multiplicación de problemas de salud entre quienes viven cerca de las zonas fumigadas. En el país los campos se fumigan con pesticidas, como en la mayor parte del planeta. Pero aquí tenemos una particularidad: el mapa de salud de los pueblos fumigados está manifestando grandes diferencias con el mapa epidemiológico nacional. El Dr. Damián Verzeñassi, Profesor Titular de la Práctica Final de la carrera de Medicina en la Universidad de Rosario, viene visitando 26 localidades desde 2010 y observó algo inusual: los perfiles epidemiológicos se repiten entre ellas. Mientras que a nivel nacional la primera causa de muerte son los problemas cardiovasculares, en estas regiones un tercio de las muertes llega por alguna forma de cáncer, lo que representa un 50% más que en el resto del país. Estos estudios fueron presentados como prueba en juicios, en congresos nacionales e internacionales y ante toda autoridad científica que lo ha requerido. (Por Teresa Sofía Buscaglia/ La Nación)
    “Cuando estudiamos qué ejes en común unían a todas estas localidades, observamos que eran pueblos que habían comenzado con la producción sojera a gran escala hace 20 años. De hecho, muchos de ellos tenían tradición ganadera, pero con las perspectivas de rendimiento que prometía la soja y las políticas ganaderas tan poco favorables del gobierno anterior, se aseguraban una rentabilidad muy alta a corto plazo con el ingreso de los transgénicos. Por ello, cambiaron su cultura centenaria de producción por el monocultivo sin rotación. Las enfermedades que prevalecen en estas localidades, según los datos observados, coinciden con los problemas de salud asociados a los agrotóxicos, de uso obligatorio en el paquete de transgénicos”, dice Verzeñassi.


    Casos que se multiplican
    En 2010 se formó la Red Universitaria de Ambiente y Salud, para coordinar y potenciar el trabajo de investigación científica, asistencia sanitaria y divulgación de los médicos de pueblos fumigados. Es una situación que no afecta sólo a la cuenca sojera, sino también a otras provincias como Chaco, Santiago del Estero, Salta y Formosa. El Dr. Medardo Ávila es coordinador general de la red y su posición es clara. “Los agrotóxicos no sólo afectan la soja, sino también el arroz, la yerba y el algodón. Durante el gobierno anterior nos cortaron los subsidios a la universidad para realizar estas investigaciones y apoyaron la construcción de una nueva planta de Monsanto en la provincia. Finalmente, se fueron, hicimos un bloqueo en la puerta que no permitió entrar ni un ladrillo”, denuncia Ávila, y lista algunos casos conocidos.Leila Derudder falleció de leucemia en el hospital Garrahan a los 14 años. Los profesionales relacionaron su enfermedad a las reiteradas exposiciones a las fumigaciones. Nicolás Arévalo, de 4 años, murió por envenenamiento tras pisar descalzo un charco de agroquímicos entre las tomateras de Lavalle, provincia de Corrientes (hay un juicio en marcha por ese fallecimiento). También resultó envenenada Celeste, la prima de Nicolás. Y un año después murió José Carlos Rivero, de 4 años, en el mismo lugar y por la misma causa.
    Los médicos también evalúan a diario niños con malformaciones, abortos espontáneos, problemas endócrinos, dificultades respiratorias y problemas de desarrollo.“Tengo pacientes que son hijos de productores; ellos tratan de pensar que las enfermedades o, inclusive la muerte de sus hijos, son por algo ajeno a esta problemática, que les podría haber pasado en otro lugar, siguen creyendo en el discurso de la industria, pero desde hace algún tiempo también tienen que escucharnos a nosotros”, agrega.
    Fabián Tomasi, de Basavilbaso, Entre Ríos, tiene una pensión otorgada por la Anses tras constatarse que sufre una polineuropatía tóxica por efecto de cargar agroquímicos en los aviones fumigadores. Los casos se multiplican y están muy cerca. Fueron expuestos ante la Cámara de Diputados de la Nación, este año, por Patricio Eleisegui, autor del libro Envenenados, una investigación sobre los efectos de las fumigaciones en el país. Fue invitado para disertar en las Jornadas por la primera Ley Nacional de Agroquímicos.
    Valeria Katzman vive al lado de una chacra pequeña que hasta hace pocos meses se fumigaba sin control, intoxicando a los vecinos. “Yo sabía los daños que provocaban los agrotóxicos, pero mi vecino me decía que no pasaba nada. En 2012, a mí me detectaron cáncer en el sistema linfático; al tiempo, mi yegua tenía un cáncer en la vulva y una de mis perras, cáncer en la pata. Mi vecino suspendió las fumigaciones temporalmente, ante las numerosas denuncias que se venían acumulando, pero un día volvió clandestinamente mientras yo estaba con quimioterapia. Lo denuncié y lo multaron. Finalmente, abandonó el campo, aunque nunca supe qué químicos usaba. Mis vecinas, que trabajaban en ese campo, tienen trastornos tiroideos. Es demasiada población enferma en un radio reducido para ser coincidencia”, cuenta Katzman.

    Los chicos, afectados

    Las escuelas rurales son afectadas en forma directa por las fumigaciones de agrotóxicos, en horarios de clase y sin previo aviso. “Paren de fumigar escuelas” decían los carteles de asociaciones docentes, padres y organizaciones ambientalistas que se movilizaron contra esta práctica. Al igual que Ana Zabaloy, también la docente Estela Lemes sufrió fumigaciones mientras daba clases en la escuela Bartolito Mitre, en Gualeguaychú, en 2012. Luego de eso, comenzó a padecer mareos, problema de respiración y dolor en los músculos. Los estudios realizados detectaron glifosato en sangre, lo que sería la causa de su problema neurológico. Tres años después, sigue en discusión con la ART para que le cubra el tratamiento, ya que no reconocen el diagnóstico.
    Un informe realizado entre 2014 y 2015 por el sindicato docente en la provincia de Entre Ríos destaca que sobre 82 escuelas, con un total de 447 docentes, 82 de personal no docente y bajo una población de 2452 alumnos, aseguran haber sido fumigadas en horarios de clase y la mayoría de los casos no son denunciados. En el departamento de Uruguay sufrieron aspersiones 15 escuelas de las 28 censadas. En Nogoyá, 18 sobre 23. Y en Gualeguaychú fueron fumigadas 19 escuelas sobre 23 relevadas. Confirmaron casos de afecciones en la piel y vías respiratorias de chicos y maestros, vómitos y problemas gastrointestinales.
    Lo mismo sucede en Córdoba, según Medardo Ávila, donde hay 1500 escuelas a menos de 1000 metros de campos fumigados, con 12 mil alumnos y 900 maestros que están expuestos a los agrotóxicos. Esta realidad se repite en todas las provincias expuestas a fumigaciones de este tipo. Todos los que luchan por cambiar esta realidad coinciden en que algunas leyes se van logrando a nivel municipal, pero no se cumplen y los docentes tienen miedo a denunciarlo.


    Cañuelas, un caso emblemático

    Diana Iceruk es periodista. Se mudó a Cañuelas en el 2006 para formar parte del Canal 5 de esa ciudad. Al lado de la escuela donde concurría su hija había campos donde se sembraba soja y se fumigaba en horario escolar. Al lado de la casa donde ellos vivían también sucedía lo mismo. Entre 2008 y 2013, toda la familia pasó por un episodio de salud relacionado a las enfermedades que provoca el contacto con agrotóxicos: el marido tuvo cáncer de colon, ella tuvo problemas endócrinos y su hija, luego de una fumigación durante horario de clases, tuvo una intoxicación aguda con derrame ocular.
    En 2010 en Cañuelas promulgaron una ordenanza que prohíbe las fumigaciones aéreas y otorga un resguardo de 20 cuadras para fumigar por vía terrestre. Fue muy difícil lograr el apoyo de la gente, cuentan, porque los mismos que se enferman viven de lo que les produce la enfermedad y prefieren no denunciar por miedo a perder su trabajo. Recuerda Eliana Muñoz, vecina de la zona: “Nos fumigaban al lado de donde estábamos comiendo asado o con los chicos, en las piletas. Uno asocia después las cosas y se pregunta por qué tantos enfermos de cáncer tan cerca. Así fue cómo empezamos a movilizarnos”.

    Legislación y agroecología

    El actual gobierno carece de estadísticas oficiales. Ha recibido a organizaciones vecinales, profesionales, docentes y voluntarios que trabajan hace años para denunciar estas realidades y redactan proyectos de leyes para proteger la salud de la población. Diego Moreno, el Secretario Nacional de Medio Ambiente, le manifestó a LA NACION su compromiso por cambiar el rumbo de esta tendencia. “Creo que tenemos que ir a sistemas biodiversificados de producción. No es lo mismo producir cerca de lugares poblados y tendríamos que tener sistemas productivos que requieran menos uso de insumos agrotóxicos. Hemos presentado un proyecto para trabajar el ordenamiento medio ambiental del territorio y eso incluye al tema de las fumigaciones en zonas urbanas y periurbanas.”, afirma.
    Mientras que en Europa se está discutiendo prohibir las fumigaciones aéreas en todos los países de la comunidad, acá recién se está estudiando redactar una ley nacional que unifique los criterios para las legislaciones provinciales y municipales. En la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires se está analizando la propuesta del senador Carlos Coll Areco, rechazada por los ambientalistas: “definimos una especie de división de zonas y de amortiguamiento, de acuerdo a su cercanía al casco urbano, escuelas y hospitales. La distancia de fumigación es lo menos importante. Las diferencias están dadas en el tipo de producto a utilizar y cómo lo clasifica las OMS y en las condiciones climáticas del día de la aplicación.El productor tiene que pedir permiso al municipio para hacerlo y ese día tiene que ir un inspector a verificar que se cumpla la ley”, explica Coll Areco.
    En la ciudad de Buenos Aires, la ley prohíbe fumigar los parques y jardines públicos; la Cámara de Diputados de la Nación, luego de 20 años, se apresta a debatir la primera ley nacional de agrotóxicos
    Parte de la discusión está en definir con certeza el impacto de los agrotóxicos en la salud, sobre todo cuando se usan cerca de los poblados. Son múltiples las organizaciones que piden que se prohíba su uso cerca de plazas, jardines, escuelas o donde haya chicos.
    En 2015, la Agencia Internacional del Cáncer (IARC), que pertenece a la Organización Mundial de la Salud, recategorizó al glifosato como “probablemente cancerígeno”; es el mismo status que tiene tomar mate (en ese caso, el problema viene por la temperatura del agua y su efecto sobre la laringe). Pero ese mismo año la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) desautorizó al IARC: considera que el glifosato no es ni carcinogénico ni mutagénico.
    El 29 de junio último, un mes después de que la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura publicaran un estudio conjunto en el que sostienen que el glifosato no es cancerígeno, la Comisión Europea renovó el permiso de uso del glifosato en su continente hasta el último día de 2017; para entonces la Agencia Europea de Productos Químicos tendrá se espera una conclusión definitiva sobre el efecto de esta sustancia en las personas.

    La agroecología, una solución sustentable

    Es claro que el uso de agrotóxicos responde a una necesidad de generar más alimentos, con más eficiencia y menores costos. Ese es el argumento más importante que sostienen quienes los defienden.
    La agroecología es una alternativa posible. No se trata de soluciones hippies a problemas serios, sino de soluciones científicas a problemas de salud y al deterioro del suelo y del medio ambiente cuya reparación llevaría muchas décadas. El ingeniero agrónomo Javier Souza es investigador y un referente en este tema. “Desde siempre, la humanidad pudo alimentarse sin usar plaguicidas. Hoy tenemos estrategias que se basan en la diversidad biológica y en cómo trabajar la nutrición adecuada de los suelos. La rentabilidad es lícita, pero debe ser razonable y sustentable. La agroecología te propone trabajar, planificar y pensar en las futuras generaciones, como hicieron muchos siglos antes los productores de todo el mundo. Luego de la revolución tecnológica, se tendrá que volver a estas soluciones porque son mucho más viables desde una mirada humana, donde se pone al ser humano por delante de las ganancias”, reflexiona Souza.


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