(APL)“Mientras desde los tres poderes del Estado se promueven reformas regresivas en materia penal, anulando garantías constitucionales y endureciendo leyes para que los autores de delitos comunes permanezcan más tiempo en la cárcel aún sin condena, se favorece a los autores de delitos más graves como el genocidio, la desaparición de personas y las torturas. La desigualdad con la que se tratan unos y otros delitos es muy clara”.Así lo espresó la Comisión en un fragmente del comunicado, que reproducimos más abajo, sobre el fallo de Corte Suprema de Justicia de la Nación, que benefició a un genocida con ley del dos por uno y,así, abre el mismo camino para los otros. El dictamen se produce en un contexto de una embestida “reconciliatoria” de la Iglesia y otros estamentos que busca la impunidad para los genocidas militares y civiles de la últiam dictadura. Es casi automática la prisión domiciliaria a condenados por delitos de lesa humanidad, mientras que, por caso, se les niegan a mujeres embarazadas o con niños menores de edad, incluso sin sentencia firme y ese derecho. Los autores de delitos de lesa humanidad no pueden acceder a ese derecho, tal como explicaron los dos jueces de CSJN en el mismo fallo divido. Sus crímenes son imprescriptibles y, a su vez, están en plena ejecución dado que, por ejemplo,la desarición de personas la siguen perpetrando al igual que la apropiacion de chicos que robaron a sus padres como botín de guerra.
CPM
La Comisión Provincial por la Memoria rechaza el fallo del máximo tribunal de justicia argentino que dispuso la aplicación del régimen denominado “2×1”, consagrados en la ley 24.390 (derogada desde el año 2001), a una persona condenada por crímenes de lesa humanidad. Con esta decisión, la Corte Suprema habilita la posibilidad de reducir el tiempo de reclusión para los genocidas condenados por la justicia argentina, permitiendo que las condenas impartidas puedan moderarse considerablemente.
La decisión afecta al estado de derecho y constituye una afrenta para todo el pueblo argentino que, desde los años de la dictadura, ha venido sosteniendo una lucha incansable para que el reconocimiento de los crímenes cometidos durante la última dictadura militar y la condena a sus responsables se constituya en un baluarte irrenunciable de la vida democrática.
Con esta decisión arbitraria y parcial, la Corte Suprema desconoce además su propia historia como máximo tribunal de justicia que, con decisiones anteriores, fue forjando un camino de lucha contra la impunidad, como la inconstitucionalidad de las leyes de impunidad.
Mientras desde los tres poderes del Estado se promueven reformas regresivas en materia penal, anulando garantías constitucionales y endureciendo leyes para que los autores de delitos comunes permanezcan más tiempo en la cárcel aún sin condena, se favorece a los autores de delitos más graves como el genocidio, la desaparición de personas y las torturas. La desigualdad con la que se tratan unos y otros delitos es muy clara.
Como sostuvieron el Presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti y el juez Carlos Maqueda, en sus votos minoritarios, los delitos de lesa humanidad deben reprimirse de manera adecuada, y esto implica que la reducción de pena no es aplicable. Estos delitos se siguen cometiendo día a día, hasta tanto no se sepa que pasó con los desaparecidos y los nietos y nietas apropiados.
La mayoría de tres jueces que votaron a favor de otorgar esta medida utilizaron argumentos jurídicos formales despojados de consideraciones éticas y legales acordes a los principios de los derechos humanos incorporadas a nuestro ordenamiento jurídico por el bloque de pactos internacionales de derechos humanos que son parte de la Constitución Nacional. Por otra parte, resulta intolerable el argumento de que porque son delitos que se continúan cometiendo, como lo es la desaparición forzada, eso habilite la reducción de la pena.
Parte de la justicia argentina ha sido responsable de la mora en el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad, consagrando largamente la impunidad y condenando a las víctimas a una espera angustiante y desesperada. Esa mora favorece ahora a sus responsables, constituyéndose en una pieza que contribuye a la impunidad que han intentado consagrar diversos sectores desde el regreso de la democracia.
La sociedad argentina no ha modificado su percepción sobre estos delitos a los que sigue condenando y rechazando, en la convicción de que la impunidad debilita la democracia.
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Mientras tanto, seguiremos promoviendo, profundizando y extendiendo las luchas populares para que el Nunca Más y los principios de Verdad, Memoria y justicia sean efectivos y sustenten un futuro sin impunidad.