martes, 31 de octubre de 2017
domingo, 22 de octubre de 2017
El orgullo de ser un elitista
El orgullo de ser un elitista
ETIQUETAS
Es verdad que el populismo de los votantes de Trump, por ejemplo, marca un proceso corrosivo. Empuja a la gente hacia la indignación y le da protagonismo a costa de desarticular su representación política y borrar su conciencia de clase. Pero si queremos analizar lo que está ocurriendo en nuestro mundo resulta también necesario advertir que hay un sentido común,responsable, culto, orgulloso de su elitismo intelectual, que pierde al mismo tiempo su conciencia de clase para concebir como valores democráticos absolutos aquello que se adapta a sus posibilidades económicas o a sus apetencias sentimentales.
Tengamos algo en cuenta: la gente tiene razones para estar indignada. El populismo furioso (la mansedumbre furiosa) es inseparable del capitalismo autoritario. Y no me refiero ya a la deriva de personajes como Trump o Rajoy, sino a unas reglas de juego anteriores, la lógica neoliberal que provoca una desigualdad cada vez más grave y un vacío sentimental condenado a escudarse en la agresividad del nosotros contra los otros.
No hace falta profundizar mucho para saber que vivimos en un mundo global que borró las fronteras de los Estados en nombre del capital especulativo. Pero no generó al mismo tiempo un nuevo tejido de control democrático capaz de velar por los intereses de las mayorías sociales. Esto se relaciona de forma íntima con cambios de carácter cultural. La nueva realidad es cosmopolita de manera inevitable debido no ya a unos inmigrantes aislados, sino a amplios movimientos migratorios y a los códigos de las nuevas redes de comunicación. Cuando la inseguridad económica de la avaricia capitalista impide una cultura de los derechos humanos y del diálogo, el multiculturalismo se convierte en una amenaza para nuestras pertenencias, ya sean unos puestos de trabajo, ya sea una identidad nacional.
No se puede olvidar que hay situaciones concretas de explotación que convierten en un admirable ejercicio de conciencia política o en un lujo de clases medias la defensa de los valores humanos fundamentales. Conviene no ignorarlo y no desatender la verdad que encierran algunos síntomas. Cuando un obrero francés odia a un marroquí por robarle su calidad de vida, no sólo evidencia un sentimiento racista. Nos está diciendo además otras cosas: el bienestar capitalista en insostenible en el mundo que vivimos, el planeta no da para mucho más, es imposible regresar al bienestar anterior, la riqueza de unos sale de la explotación descarnada de otros.
La crisis económica europea y el neoliberalismo galopante sólo han democratizado la pobreza. De un primer mundo que iba a entrar en el Tercer Mundo para solucionar la miseria, hemos pasado a un Tercer Mundo que ha entrado en el primero con todo su testimonio de dolor e impotencia. Ahora se ve a las claras el monstruo de la explotación, la impiedad del desamparo y el hambre. La educada y sensata prudencia de los hombres de Estado pierde todo el crédito porque las secuelas de su democracia formal y su explotación económica están ahí, en el propio barrio, en las puertas de los colegios, los puestos de trabajo, los insomnios, los amores y las enfermedades.
Es necesario seguir defendiendo con firmeza los derechos humanos y el valor democrático, la importancia de las instituciones y el crédito del diálogo político; pero sin perder de vista que derechos, valores, instituciones y políticas estánsituadas en medio del conflicto y toman postura por obligación. En Europa y EE.UU, llevan muchos años poniéndose en contra de la gente y de parte de los bancos y las grandes multinacionales.
El dinero no tiene patrias. Resulta patética, por ejemplo, la alegría mostrada por el nacionalismo español ante el anuncio solemne de La Caixa, el Banco de Sabadell, Gas Natural y otras grandes empresas: cambian su sede social fuera de Cataluña. Bueno, nos seguirán desahuciando y explotando a todos desde otro lugar sin patria, igual que antes. Del mismo modo, el nacionalismo catalán era sonrojante cuando afirmaba “España nos roba”, como si el dinero generado en Cataluña tuviese patria, como si fuese un acto de robo la posibilidad de organizar un reparto social del dinero a través de los impuestos.
Otro ejemplo. Denunciar la llegada masiva de emigrantes andaluces o dominicanos como un peligro para la permanencia cultural catalana es tan reaccionario como agredir desde el Ministerio de Educación las políticas encaminadas por la Generalitat a defender y consolidar una lengua de 10 millones de hablantes. En la vorágine de la globalización merece la pena conservar aquello que consolida una tradición rica y una comunidad. ¿Se puede conseguir esto sin renunciar a la construcción de un mundo democrático y sin fronteras? Se debe conseguir, aunque lo pone muy difícil un capitalismo autoritario generador de populismos furiosos.
El intelectual democrático, una figura hoy desesperada, necesita ser consciente de los peligros de su elitismo para estar junto a la gente. Pero, al mismo tiempo, advierte que no se puede identificar con las dinámicas de rencor y miedos que acaban dándole el liderazgo a personas como Mariano Rajoy y Artur Mas o a entidades como la Caixa y el Banco de Sabadell.
Esta desesperación no la puede calmar ningún sabio, ningún saber abstracto. Necesita una ilusión política que saque a la gente del rencor y la haga cómplice, en su trabajo, en su salón de estar, en su tiempo de ocio, en su poesía y en sus camas de enamorados, de una idea mucho más normal que la locura en la que vivimos: otro mundo es necesario.
Tengamos algo en cuenta: la gente tiene razones para estar indignada. El populismo furioso (la mansedumbre furiosa) es inseparable del capitalismo autoritario. Y no me refiero ya a la deriva de personajes como Trump o Rajoy, sino a unas reglas de juego anteriores, la lógica neoliberal que provoca una desigualdad cada vez más grave y un vacío sentimental condenado a escudarse en la agresividad del nosotros contra los otros.
No hace falta profundizar mucho para saber que vivimos en un mundo global que borró las fronteras de los Estados en nombre del capital especulativo. Pero no generó al mismo tiempo un nuevo tejido de control democrático capaz de velar por los intereses de las mayorías sociales. Esto se relaciona de forma íntima con cambios de carácter cultural. La nueva realidad es cosmopolita de manera inevitable debido no ya a unos inmigrantes aislados, sino a amplios movimientos migratorios y a los códigos de las nuevas redes de comunicación. Cuando la inseguridad económica de la avaricia capitalista impide una cultura de los derechos humanos y del diálogo, el multiculturalismo se convierte en una amenaza para nuestras pertenencias, ya sean unos puestos de trabajo, ya sea una identidad nacional.
No se puede olvidar que hay situaciones concretas de explotación que convierten en un admirable ejercicio de conciencia política o en un lujo de clases medias la defensa de los valores humanos fundamentales. Conviene no ignorarlo y no desatender la verdad que encierran algunos síntomas. Cuando un obrero francés odia a un marroquí por robarle su calidad de vida, no sólo evidencia un sentimiento racista. Nos está diciendo además otras cosas: el bienestar capitalista en insostenible en el mundo que vivimos, el planeta no da para mucho más, es imposible regresar al bienestar anterior, la riqueza de unos sale de la explotación descarnada de otros.
La crisis económica europea y el neoliberalismo galopante sólo han democratizado la pobreza. De un primer mundo que iba a entrar en el Tercer Mundo para solucionar la miseria, hemos pasado a un Tercer Mundo que ha entrado en el primero con todo su testimonio de dolor e impotencia. Ahora se ve a las claras el monstruo de la explotación, la impiedad del desamparo y el hambre. La educada y sensata prudencia de los hombres de Estado pierde todo el crédito porque las secuelas de su democracia formal y su explotación económica están ahí, en el propio barrio, en las puertas de los colegios, los puestos de trabajo, los insomnios, los amores y las enfermedades.
Es necesario seguir defendiendo con firmeza los derechos humanos y el valor democrático, la importancia de las instituciones y el crédito del diálogo político; pero sin perder de vista que derechos, valores, instituciones y políticas estánsituadas en medio del conflicto y toman postura por obligación. En Europa y EE.UU, llevan muchos años poniéndose en contra de la gente y de parte de los bancos y las grandes multinacionales.
El dinero no tiene patrias. Resulta patética, por ejemplo, la alegría mostrada por el nacionalismo español ante el anuncio solemne de La Caixa, el Banco de Sabadell, Gas Natural y otras grandes empresas: cambian su sede social fuera de Cataluña. Bueno, nos seguirán desahuciando y explotando a todos desde otro lugar sin patria, igual que antes. Del mismo modo, el nacionalismo catalán era sonrojante cuando afirmaba “España nos roba”, como si el dinero generado en Cataluña tuviese patria, como si fuese un acto de robo la posibilidad de organizar un reparto social del dinero a través de los impuestos.
Otro ejemplo. Denunciar la llegada masiva de emigrantes andaluces o dominicanos como un peligro para la permanencia cultural catalana es tan reaccionario como agredir desde el Ministerio de Educación las políticas encaminadas por la Generalitat a defender y consolidar una lengua de 10 millones de hablantes. En la vorágine de la globalización merece la pena conservar aquello que consolida una tradición rica y una comunidad. ¿Se puede conseguir esto sin renunciar a la construcción de un mundo democrático y sin fronteras? Se debe conseguir, aunque lo pone muy difícil un capitalismo autoritario generador de populismos furiosos.
El intelectual democrático, una figura hoy desesperada, necesita ser consciente de los peligros de su elitismo para estar junto a la gente. Pero, al mismo tiempo, advierte que no se puede identificar con las dinámicas de rencor y miedos que acaban dándole el liderazgo a personas como Mariano Rajoy y Artur Mas o a entidades como la Caixa y el Banco de Sabadell.
Esta desesperación no la puede calmar ningún sabio, ningún saber abstracto. Necesita una ilusión política que saque a la gente del rencor y la haga cómplice, en su trabajo, en su salón de estar, en su tiempo de ocio, en su poesía y en sus camas de enamorados, de una idea mucho más normal que la locura en la que vivimos: otro mundo es necesario.
sábado, 21 de octubre de 2017
Proclamar la República? Només sumant, només des de baix, només si és solidària
Proclamar la República? Només sumant, només des de baix, només si és solidària
- Arnau Montserrat, subscriptor i activista agroecològic
- divendres, 20 octubre 2017
- Un comentari
- General
Per si no havia quedat clar que no és un conflicte entre iguals, ara hi ha dos ostatges. Se sumen a la imposició d’un article 155 de la Constitució que es va desplegant per fases des del setembre. Com respondre-hi? En llenguatge de politòleg, només hi ha una sortida: sumant hegemonia amb capacitat disruptiva.
Malauradament, després de la manifestació unionista del 8 d’octubre ja és tard per respondre com “un sol poble”. La divisió és real. El consens sobiranista dominant des de la transició es veu erosionat per la consolidació del bloc constitucionalista. Si la classe treballadora ha perdut consciència de classe, davant l’elecció identitària, una part significativa d’ella ha escollit Espanya. L’elecció pot ser neofeixista, seguint l’estela europea, però també pot ser socialdemòcrata, basada en un sentiment difús de solidaritat amb la resta de l’Estat.
A Ciutadans només li ha calgut transmutar la lluita contra l’Estat central i presentar-la com a supremacisme “indepe” contra els que se senten espanyols, de dins o de fora. Demagògia delirant? Sens dubte, de les grosses i incendiària, però a l’ombra de Pujol i l”Espanya ens roba’, res més fàcil que sortir a dividir per pescar vots entre… els qui temen la divisió. Profecia autoacomplerta i magistralment instrumentalitzada.
Però l’independentisme també ha facilitat aquesta operació, en no saber generar dins la seva transversalitat un corrent independentista més motivat pel desig de descentralització i superació del règim del 78 que no pas per la llengua, la història o els drets nacionals. Una corrent-pont, no excloent de plans B federalistes i desproveïda d’estelades, que rebaixés així els perills de la confrontació identitària.
Per últim, el consens sobiranista s’ha esquerdat també per la banda de l’”equidistant” (categoria ‘trending’ aquests dies i que donaria per un altre article); un espai divers, però unit pel sentiment que aquest no és un conflicte productiu, sinó un estèril xoc de trens.
Què fer doncs?
Per què negar-ho, la multiplicació de banderes espanyoles al cinturó metropolità espanta una mica. No obstant, els carrers segueixen sent bàsicament “nostres”. La massiva defensa dels mínims democràtics sobre els quals el PPSOE es pixa reiteradament és el que més s’apropa a un consens de país. Amb l’afegit que el cadenat del 78 és tan petri que ens ha fet a tots rupturistes, inclosos els que no pretenien qüestionar el sistema, sinó només tenir un DNI català.
Si al poble independentista li sumem el poble que el desborda des del 20 de setembre, l’impacte és contundent i s’assembla al d’aquell “catalanisme d’esquerres” dels anys 70, en què la defensa dels drets civils, nacionals i socioeconòmics era indestriable. De fet, si la CiU dels primers anys era més socialdemòcrata que neoliberal és degut a aquest consens popular. Reeditar aquesta potència des de baix és la clau per ser més sobirans, però també per no ser-ho en versió paradís fiscal.
Aquest poble en construcció, barreja virtuosa de 15M i 11S, el defineix J.M. Antentas com el “rupturisme no processista” i pren cos en els CDR’s [comitès de defensa del referèndum], la protesta estudiantil o el 3-O [dia de l’aturada general]. És un poble divers, transversal, potser idealitzat, però que irromp amb una doble agenda radical. D’una banda, l’aposta per descongelar la suspensió de la declaració d’independència, percebuda com un “refredament” imposat. De l’altre, la ruptura amb el règim del 78 per tal de frenar la desertització d’Espanya. Desertització material i simbòlica en forma de rescat bancari, llei mordassa, cunetes, devolucions en calent, sobres o reforma laboral. Però també, no ho oblidem, desertització literal, via canvi climàtic i oligopoli energètic.
Fins aquí sona bastant bé, però tots els protagonistes d’aquesta aliança democràtica comparteixen la doble ruptura? No cal dir que la defensa de la sobirania, compartida per moviments socials, anarquistes, sindicalistes, Òmnium, ANC, CUP, Podem, Comuns o Junts pel Si, té fugues de consens. El lideratge convergent (malgrat el 3%) o les ambivalències dels Comuns, són les metàfores que tots manegem per descriure aquestes fugues. No hi ha revolució amb Santi Vila ni DIU amb Ada Colau.
Són les aliances, estúpid!
No es tracta de lamentar-se pel que hauria pogut ser. Ja és massa tard. Ni amb les forces amigues estatals ni entre les esquerres catalanes s’ha sabut consensuar un programa compartit contra el règim del 78. I en conseqüència, aquest es reforça, alimentat pel sentiment anti-català. En un altre escenari, tant l’ANC com les forces estatals estarien clamant juntes per l’alliberament dels Jordis, la denúncia de la nova ‘Ley de montes” que crema Galícia o la lluita murciana contra ADIF.
Però el repte segueix vigent. Davant la força de l’Estat, l’únic contrapès és la força del carrer articulada en una mínima unitat d’acció. Potser refer els ponts trencats amb els votants de Ciutadans és somiar, però les intermitents aliances amb els Comuns o l’esquerra estatal podrien prendre, per fi, la forma d’un programa comú?
No és gens fàcil, si no ja s’hauria fet, però la debilitat ho fa ineludible. No ens enfrontem només al PP, ens enfrontem a l’Ibex35, a les grans empreses catalanes, a Foment del Treball, al Cercle d’Economia, a tots els aparells de l’Estat i a l’Europa del capital. No és el somni humit de les CUP, és la realitat.
Ha renunciat l’independentisme d’esquerres a posar-se d’acord amb l’espai que expressen els Comuns i altres forces? S’aposta a que la dinàmica del conflicte n’arrossegarà per si sol les bases? Certament, el front de defensa de la democràcia és un fet. I un èxit. Però mentre fem pinya reactiva davant de la repressió… els acords de fons continuen ajornats.
Per consolidar aliances, l’independentisme ha de renunciar a que la independència sigui l’única opció… almenys si deixa de ser l’única. I els federalistes han de renunciar a que la independència sigui una opció no desitjable. I aquí només s’hi arriba des de la micropolítica que renuncia a l’efecte túnel endogàmic i es feminitza. Però sobretot, des de la renúncia activa a les lògiques partidistes. És xocant que BeC pugui aliar-se amb els PSC o que les CUP ho puguin fer amb el PDeCat, però en canvi no sigui possible una aliança contra el règim del 78, que és precisament la mare dels ous. La mateixa lògica centralista que frena les remunicipalitzacions és la que ataca l’autogovern!
Els federalistes han d’assumir que la unilateralitat cau pel seu propi pes després de 10 anys de bloqueig constant a una solució pactada. Si per superar la situació en clau desobedient cal forçar un reglament, fixar-se en el dit impedeix veure el bosc. De la seva banda, si els independentistes volen evitar la derrota, només ho poden fer amb l’escalf del ‘rupturisme no processista’, no només el de les CUP, sinó el de tot el divers “poble d’octubre”. Un poble, no ens enganyem, tan obert a la independència com a sortides confederals o a una millora de l’autonomia.
Proclamar… el procés constituent
Potser es tracta de moure el focus, de no fixar-se tant en la independència formal com en la sobirania real. I sobretot, en donar-li contingut a través del procés constituent. Un procés que, de fet, ja està en marxa. El creixement de l’Economia Social i Solidària (ESS) o les experiències municipalistes -i els seus fruits, ara invisibilitzats- en són una expressió tangible. També ho són les lleis catalanes progressistes, algunes d’elles suspeses pels tribunals estatals. Lleis, decrets o resolucions contra el fracking, per l’impost als bancs, de lluita contra el canvi climàtic, de realització de consultes o pel control de les empreses catalanes a l’exterior, entre d’altres.
La sobirania no és proclamar la independència, la sobirania és un procés dialèctic que s’omple de contingut quan s’exerceix i adquireix una dimensió material (de fet, si el PDeCat no ha fet la seva part aixecant estructures d’estat durant els darrers sis anys, les tesis que dubten del seu independentisme es veuran confirmades). Segur que posar el focus en la transformació estructural no entusiasma el PDeCat. Alguns analistes creuen que els dubtes a l’hora de declarar la independència obeeixen precisament a aquesta por. Però la veritat és que no poden fer-hi gran cosa si la majoria ens movem en aquesta direcció.
No podem esperar que l’Ara deixi de ser equidistant en el procés veneçolà per haver tastat en pròpia carn com s’apliquen aquestes tàctiques de guerra psicològica contra Catalunya. Tampoc podem esperar que Artur Mas es disculpi d’haber volgut empresonar els “8 del Parlament” per fer el mateix que ara posa entre reixes als líders d’ANC i Òmnium. Però si podem intentar forçar una expressió constituent que transcendeixi (no necessàriament trencant-la), l’aliança d’ERC i les CUP amb el PDeCat. Es a dir, revertir la dinàmica dominant de “primer tenir un país i després veure com ha de ser”. Una dinàmica que desmotiva, amb raó, als que no volen deixar-se la pell destituint per acabar reconstituint el mateix.
Aquest procés constituent no només té el valor de ser constructiu, mobilitzador, no-violent i il·lusionant, sinó que també és l’única manera de superar l’escenari Tsripas. A més, és vàlid tant si anem cap a la independència valenta que invoca Vicent Partal, com si la cosa continua encallada durant anys de post-processisme, Guillem Martinez dixit, com si ens intervenen amb tancs i trons, a l’estil Marhuenda. I es pot fer tant sota una calma institucional com en un exercici de desobediència, tal com ja ens vam demostrar capaços l’1-O
República amb adjectius
Però evitem les ambigüitats. Aquest plantejament no és substitutiu de declarar la República catalana, sinó que el complementa. I si, és probable que calgui declarar-la abans que el Parlament sigui clausurat. Però si la proclamació ha de recollir la diversitat del “poble d’octubre” i al mateix temps respectar el mandat del referèndum, caldrà afegir-li clàusules. I caldrà que sigui una República oberta a federar-se amb la resta de l’Estat si es donen les condicions. No en clau de calmar un govern decidit a intensificar el 155, sinó en clau de teixir una aliança àmplia i no només antirepressiva. Cinc clàusules concretes podrien facilitar-ho:
-Clàusula de progressivitat: la independència es desplega per fases, i es reverteix en cas de perdre les eleccions constituents previstes.
-Clàusula de paralització: la independència es pot paralitzar si s’ofereix una reforma descentralitzadora de la Constitució que institueixi un encaix federal o confederal. Les propostes concretes sorgides d’un diàleg formal han de poder ser debatudes per la ciutadania i el Parlament. La decisió final s’ha de prendre en un referèndum vinculant i pactat, no necessàriament binari ni necessàriament en una sola convocatòria, però que sempre ha d’incloure l’opció de la independència.
-Clàusula de solidaritat: la República establirà mecanismes d’associació territorial per continuar sent solidària amb altres pobles de l’Estat on, per raons històriques, es genera menys riquesa.
-Clàusula constituient: s’inicia immediatament el procés de deliberació ciutadana previst a la llei de transitorietat. Tot i el seu caràcter només ‘participatiu’, aquest procés té la potència de traspassar tot el protagonisme al poble, sense mediacions, fent-ne el garant democràtic. I així passem d’una idea abstracta de sobirania a la fundació col·lectiva concreta dels pilars sobre els quals exercir-la, ja sigui en el pla energètic, alimentari, habitacional o financer.
-Clàusula plebiscitària: Les eleccions constituents, previstes al finalitzar el procés participatiu, han de tenir data des del mateix dia de la proclamació. No més enllà de març de 2018. Així es dóna un horitzó proper d’eleccions, que, de fet, podrien guanyar els partits constitucionalistes. S’accepta per tant el marc electoral que reclamen, però en condicions que també respecten el mandat del referèndum. I sobretot s’accepta que la dimensió plebiscitària és ineludible en una societat dividida. De fet, es pot emfatitzar el caràcter dual d’aquestes eleccions, constituents i plebiscitàries al mateix temps, recuperant la idea que en el seu moment defensava Jaume Asens de doble votació. En aquest cas, d’una banda es votarien els partits i les seves opcions ideològiques, vinculades ara als resultats del procés participatiu previ. L’artefacte de Junts pel Si no seria necessari en aquest context. De l’altra, la votació plebiscitària enfrontaria una llista sense president articulada en la defensa del nou marc contra una llista/es que l’impugni.
P.D. Es pot parar el 155 només sortint al carrer o fent assemblees per imaginar el nou país? Una mesura de desobediència civil massiva i no només simbòlica comença a ser necessària. Podria ser alguna forma generalitzable de desobediència fiscal?
viernes, 20 de octubre de 2017
Miren Etxezarreta: “La independència és una drecera molt llarga per canviar la societat”
Miren Etxezarreta: “La independència és una drecera molt llarga per canviar la societat”
- Text: Ignasi Franch / Fotos: Ivan Giménez
- dimarts, 17 octubre 2017
Miren Etxezarreta (Ordizia, Guipúscoa, 1936) ha representat durant 50 anys les esquerdes crítiques a la teoria econòmica dominant, des de les aules universitàries i des d'espais alternatius com el Seminari d'Economia Crítica Taifa. La seva figura és antagònica a la dels economistes de l''establishment': defensa el debat polític en lloc d'un pensament antipolític, i reivindica que la ciutadania recuperi el poder atorgat a aquells experts que anomena 'tecnòcrates'. Parla del capitalisme com un sistema injust i de la necessitat d'actuar amb esperit transformador, des dels carrers i a petita escala, per trencar la identificació entre la vida humana i el capitalisme neoliberal.
"La institucionalització de la CUP o de Podemos em genera frustració: no han inventat coses noves, sinó que han seguit la línia de partit"
Alguns alumnes veterans d’econòmiques em diuen que, sense professors com vostè o Arcadi Oliveres, només haurien après neoliberalisme a la facultat. El crac financer del 2008 i la crisi posterior, que han trencat alguns consensos i alguns miratges a tota la societat, també han canviat les universitats?
A les d’econòmiques, que són les que conec, crec que no. En general, la majoria d’acadèmics continua sense preocupar-se pels problemes econòmics reals. Només interessa desenvolupar models teòrics que sembla que intenten explicar alguna cosa, però en el fons no parlen de la vida real.
Fan moltes gràfiques, imagino…
Sí, i moltes matemàtiques, moltes estadístiques… Els resultats queden molt bonics, però són gent que no s’ocupa dels problemes reals. És molt preocupant, perquè històricament les crisis importants comportaven un canvi del pensament econòmic dominant. Després del crac del 29 es va fer una altra política econòmica, que Keynes va racionalitzar i teoritzar. Als anys setanta, el keynesianisme dominant va deixar lloc al retorn del neoclassicisme. Ara, en canvi, tot continua igual. Potser els seus defensors se senten tan forts que pensen: “Si la teoria no s’assembla gaire a la realitat, pitjor per a la realitat”.
No ha notat cap matís, cap canvi?
El corpus central de la teoria ortodoxa, que és el que domina la professió, continua dient les mateixes coses que fa 40 o 50 anys, igual que el Banc Mundial o el Fons Monetari Internacional. I el món ha canviat una barbaritat. També és molt contradictori, perquè aquests economistes diuen que volen fer desaparèixer l’Estat, però aquest hi és més present que mai amb l’obra pública, amb els rescats bancaris…
O als ‘minijobs’ alemanys, per exemple, on l’Estat paga un complement als salaris més baixos…
Sí, les contradiccions són constants. Però el corpus teòric fonamental segueix sent el mateix. Estic molt trista i també estic sorpresa. Creia que l’escola neokeynesiana, que és una barreja de keynesianisme, de marxisme i de noves idees, tindria el seu moment. Aquesta absència de canvi genera molta frustració.
“És difícil que l’esquerra radical aconsegueixi el que vol si ho ha de pactar amb partits com el PDeCAT o ERC”
El neoliberalisme és un mur que sembla blindat. I aquí estem amb el procés sobiranista, un moviment interclassista en què una part de l’esquerra transformadora ha dipositat moltes esperances perquè hi veu una possibilitat de ruptura. Com l’està vivint?
Per a mi és una pregunta difícil de contestar. Jo no sóc independentista i tot plegat em provoca una mica de tristesa. L’esquerra sobiranista de gent com la CUP vol una altra societat i jo també. Però no veig que hàgim de separar-nos d’Espanya per aconseguir-la. Amb tots els respectes, crec que hauríem perdut moltes menys energies si haguéssim treballat per una altra societat en lloc de fer-ho per la separació. Crec que la gent d’extrema esquerra, amb tota la bona voluntat, pensa que aquest altre treball es farà un cop s’obtingui la independència. Però la història mostra que així no s’han aconseguit les coses.
Aleshores és pessimista?
Em sembla difícil que l’esquerra radical, que és la que a mi m’agrada, aconsegueixi el que vol si ho ha de pactar amb partits com el PDeCAT o ERC. A més, crec que l’Estat és una força de domini per part del poder, així que aixecar-ne un altre no és el meu model. Però insisteixo que ho dic amb tot el respecte. I vaig viure l’1-O amb enveja, preguntant-me per què l’esquerra no ha estat capaç d’una mobilització així, que va ser fantàstica. Amb tot, crec que s’ha agafat un camí que a mi em sembla equivocat. Potser no ho és, però perseguir la independència per canviar la societat em sembla una drecera molt llarga.
Amb el procés succeeixen coses diverses que coincideixen en el temps, realitats molt diferents que acaben confluint. Fa alguns dies, sindicats d’esquerres van convocar una vaga. I el Govern la va fer seva, convertint-la en una mena de tancament patronal bonificat i rebatejant-la com a “aturada de país”.
És un molt bon exemple que les coses estan canviant. Els sindicats van convocar una vaga, que és la manera normal que tenen ells de fer. Però les condicions del tema i les condicions del país la van transformar en una aturada de país. Jo no sé si això és bo o no, però una cosa es va convertir en una altra que ja no estava netament vinculada amb l’àmbit dels treballadors.
Aquest gir de vaga a aturada de país ens pot recordar aquella Convergència Democràtica que sabia transformar realitats per adequar-les al seu relat. Però aquests dies també hem vist imatges pràcticament insurreccionals de ciutadans desobeint la policia.
Això és positiu perquè demostra que no tot és tancat. Tenim la idea que tot està inventat: el partit, el sindicat i la vaga, però podem inventar coses noves. I veig moviments socials, marees, entitats com l’ANC o Òmnium, que no obeeixen un partit. O un municipalisme que és interclassista però que el tenim aquí i és important.
“Ja fa un temps llarg que la independència ha posat un vel sobre els altres problemes socials”
I la independència podria produir transformacions socials?
Hi ha coses que es mouen, potser no com voldríem ni a la velocitat que voldríem. Amb tot, sincerament, no crec que canviés la política econòmica amb un Estat liderat pel PDeCAT, i menys encara dins de la UE. Quan sento que es desitja “un nou Estat dins d’Europa”, no entenc res. Perquè Europa és la responsable de les polítiques de la crisi. Una Europa, a més, que llangueix, que creix poc. Manté unes xifres d’atur elevades que, al sud, són dramàtiques. Si marxes per haver de fer el que diuen els mateixos que et manaven abans, no ho entenc. Si em dius que també vols trencar amb Europa, que és el que diu la CUP, ho entenc més.
Potser una part de l’independentisme té un imaginari continuista: és un vot de descontentament que no busca una transformació profunda, sinó tornar a la realitat prèvia al crac del 2007, en aquest cas amb una frontera nova.
Crec que sí, i aquí hi ha una contradicció forta amb la CUP.
I el Govern català pensava que aquest escenari de continuïtat es podria assolir sense conflictes greus? Guillem Martínez escrivia que el Govern català estava molt sorprès amb la fugida d’empreses i la guerra econòmica que comença a desplegar l’Administració de Rajoy.
No puc saber si és així realment, però sí que fa la impressió que el Govern català no s’esperava la reacció de l’Estat. Amb el decret per facilitar el trasllat d’empreses, amb les 14 detencions… I aquesta manera de fer no és correcta èticament, però és previsible. Com pot ser que no haguessin previst que la policia vindrà a colpejar-te, que és el que ha fet sempre durant tota la Transició, des de la Guàrdia Civil fins als Mossos, amb Ester Quintana o Juan Andrés Benítez? Però no estic segura que no se n’adonessin. Fixa’t en l’organització del referèndum, que estava molt preparada per esquivar obstaculitzacions.
Hem estat parlant de les ruptures democràtiques. Hem afeblit una mica el flanc de les reformes econòmiques?
Em preocupa, perquè fa un temps ja llarg que la independència ha posat un vel sobre els altres problemes socials. Que jo sàpiga, a la marxa de les pensions de tot l’Estat espanyol no hi havia catalans. Sembla que ens creguem que hi ha recuperació econòmica. I ens ho diu Rajoy! En això el creiem? Quan parlarem de pensions, de reformes laborals, de salaris, d’hores extres que no es paguen? L’extrema esquerra pensa que en parlarà un cop s’obtingui la independència; però, si deixes alguns temes al calaix, després és molt difícil recuperar-los. I més encara quan són temes dels quals la dreta no voldrà parlar mai.
“Quan miro l’estructura de l’economia catalana, crec que Catalunya no tindria problemes a mitjà termini”
A tot el Primer Món, amb procés o sense, sembla que es parla menys sobre les desigualtats. S’han començat a recollir algunes xifres macroeconòmiques millors, i el debat ha perdut força mediàtica.
I això que la riquesa està cada cop més concentrada… Em sembla que a les esquerres, tant les socialdemòcrates com les més radicals, hem perdut els papers. Ja ni tan sols diem que l’objectiu és acabar amb el capitalisme. El capitalisme i aquesta UE que és l’Europa del capital ja no es veuen com a construccions socials, sinó com a fets de la vida.
Al penúltim informe del Seminari d’Economia Crítica Taifa, en què vostè participa, tractàveu de les dinàmiques de despossessió dels ciutadans i del sector públic, a través de privatitzacions de serveis i altres polítiques. És l’estructura de funcionament de l’economia europea actual?
És una part molt important. Tot i això, crec que el pal de paller continua sent l’apropiació de la riquesa de la societat mitjançant el treball assalariat. Però, com el capitalisme té més problemes i necessita més i més beneficis, fa tot el que pot. L’acumulació per despossessió, que és un concepte de l’economista David Harvey basant-se en plantejaments de Marx, és un altre element molt important. També ho és l’expropiació de la natura o l’intent de sotmetre la dona.
Tenim alguns diagnòstics crítics, com els que difon Taifa, però costa molt imaginar alternatives.
Crec que ningú les té clares. Sabem que la Unió Soviètica va fracassar molt, encara que ho fes menys del que alguns diuen. Quin és el nostre model? No ho sabem. A Taifa vam fer un informe sobre això i no en tenim una resposta concreta. També s’ha de dir que no som un ens polític que hagi de fixar alternatives, sinó reflexionar i oferir eines. Un partit polític sí que ha de tenir un disseny i dir quines mesures voldria aplicar. Però el seu ha de ser un pla obert: en el moment en què es tanqui, ja no valdrà, perquè la realitat és plural i el capitalisme és molt dinàmic. Sí que tenim clars una sèrie de principis, de punts que són oberts però que ens semblen importants com a brúixola per assolir una societat diferent. També creiem que, sigui quina sigui l’alternativa macroeconòmica, s’ha de treballar a peu de carrer, en grups reduïts. Per això parlem d’àmbits d’autonomia: que les persones que volen una societat diferent comencin a actuar allà on sigui.
Imaginem que hi ha una independència unilateral catalana. Quins efectes econòmics pot tenir, encara que l’escenari sigui imprevisible perquè depèn de voluntats polítiques?
És un tema molt complicat i que no he treballat. Que tingui un títol en econòmiques no vol dir que sàpiga de tot. Però, quan miro els aspectes estructurals, la meva impressió és que Catalunya no tindria problemes a mitjà termini. Si les centrals dels bancs marxen, això pot perjudicar les finances de la Generalitat, que no rebrà els pocs impostos que pagaven. Però els diners són a Panamà i més lluny! I La Caixa o el Banc de Sabadell no abandonaran els negocis que tenen aquí. Potser es perden alguns llocs de treball, o alguns treballadors en sortiran perjudicats perquè els voldran traslladar. Imagino un període de problemes transitoris, sense la dimensió tan dramàtica de la crisi del 2007.
Quina sortida veu al creixement de la pobresa als països del sud d’Europa? Els economistes Costas Lapavitsas i Heiner Flassbeck defensen que diversos estats surtin simultàniament de la UE…
No puc entrar gaire en aquest tema perquè no l’he treballat. Penso que dins del capitalisme es poden trobar sortides bones pel que fa a les xifres macroeconòmiques. En canvi, no veig sortides bones per a la gent, sortides cap a una societat diferent, justa i organitzada sota uns criteris que no siguin els del lucre, on les persones puguin participar de veritat en la presa de decisions. Per a mi, l’important seria que les persones fossin conscients que l’enemic és el capitalisme. I hem de lluitar a través de coses que estan al nostre abast, perquè somiar revolucions no serveix per a res.
“El capitalisme és un monstre molt poderós. I no ens adonem que aquest és l’enemic”
S’han mogut algunes coses en aquests anys. Però estem molt enganxats a la manera de viure actual i ens costa molt sortir del marc mental. No sols ens costa actuar d’una manera diferent, sinó fins i tot imaginar-la.
Tots estem enganxats al capitalisme, però no és etern. I costarà molt, però ha de canviar. L’important és tenir la idea de cap a on ha de canviar… perquè també pot anar a pitjor. Ens hi hem d’enfrontar, encara que es digui que és una quimera. I potser sí que ho és, segur que jo no veuré un altre sistema. Però no hi ha un altre camí per assolir una societat decent. Mira què ha passat els darrers anys, en la teva vida professional: com s’ha deteriorat la relació laboral, com s’han deteriorat els salaris…
Quan vaig començar a treballar, la gent planyia els mileuristes.
El capitalisme és un monstre molt poderós. I l’error gravíssim que cometem tots és no adonar-nos que aquest és l’enemic. Mirem el dit i no la lluna. Per això s’ha de crear una altra societat, i aquest serà un procés llarg i difícil, però és l’únic que val la pena. Nosaltres parlem de la independència, però Alstom i Siemens s’uneixen. Poders econòmics d’aquesta magnitud ens dominen com els dóna la gana.
El filòsof Santiago López Petit escrivia que aquell “no hi ha alternativa de Thatcher” té quelcom de real en les circumstàncies actuals, que el sistema és tan tancat que les sortides només són possibles a llarg termini. L’independentisme i la nova esquerra ens prometen sortides massa ràpides?
Jo només veig possibilitats en processos llargs. Per això la institucionalització de la CUP o de Podemos em genera frustració. Em sembla que, amb algunes diferències en cada cas, no han inventat coses noves, sinó que han anat cap a una línia de partit. I crec que ens calen altres maneres de fer política.
Un partit d’esquerres pot assolir el poder, però ha de treballar en uns marcs institucionals molt limitats. Barcelona en Comú potser fa l’ullet al municipalisme llibertari, però ha de governar amb el PSC…
Sóc conscient que ser anticapitalista en aquesta societat és molt difícil. Però em sembla que alguns s’obliden que les institucions estan dissenyades pel poder. El poder no farà unes institucions que el perjudiquin. Gent com Ada Colau va entrar a l’Ajuntament amb la millor de les voluntats, no ho dubto, però l’Ajuntament té un marc d’on no pots sortir. Personalment, crec que és més interessant estar fora i forçar que estar a dins, encara que sé que les dues coses no són incompatibles. I fixa’t que Rajoy sempre es remet a la legalitat. Per què? Perquè la legalitat no està dissenyada per facilitar que la gent prengui les seves pròpies decisions. Una cosa que sí que tinc clara del moviment independentista és que havia de ser il·legal, per força, perquè la llei està feta perquè el poder es perpetuï.
“La legalitat no està dissenyada per facilitar que la gent prengui les seves pròpies decisions”
I aquest poder és cruel. Els estudis i les receptes econòmiques mostren una absoluta desvinculació vers l’ètica. No importen els patiments i els morts causats, si l’indicador del PIB es posa de color verd. En el millor dels casos, es respecta únicament la legalitat.
Sí, paraules com ‘ètica’ sonen molt antiquades.
Sempre ha estat així, en aquests 50 anys que du dedicant-se a l’economia?
El capitalisme sempre s’ha basat en aquesta desvinculació. Té un objectiu, que és guanyar diners, i mai es preocuparà per cap altra cosa. Però després de la II Guerra Mundial va produir-se una correlació de forces a Europa que va forçar-lo a ser una miqueta més humà. L’Europa del 1950 al 1975, per posar dues dates aproximades, va ser una excepció on hi havia més mobilitat social, més polítiques de benestar… I molta gent va creure que això ja estava resolt. El capitalisme ja va aprofitar la crisi dels setanta per desfer això, i aquí segueix.
Amb el llibre ‘El preu de la desigualtat’, semblava que el premi Nobel Joseph Stiglitz volia persuadir l”establishment’ perquè fos més piadós: a banda d’injusta, la desigualtat reduiria el creixement econòmic.
Sí, és una idea que connecta amb la por de l”unrest’, que es produeixin malestars tan profunds que generin moviments socials capaços de desestabilitzar el sistema. I també parteix del pragmatisme: algú ha de comprar el que produeixes. I ara veiem que el capitalisme té un poder de producció enorme i una ciutadania amb el poder adquisitiu disminuït. Stiglitz o Krugman intenten fer com Keynes: que el capitalisme funcioni millor. Keynes mai va pensar en una societat diferent, sinó en el fet de prendre mesures perquè el capitalisme, que dóna per a molt, possibilités que uns quants seguissin guanyant molts diners i altres visquessin una mica millor. Als Estats Units i aquí alguns volen intentar això, però fins i tot això depèn de la correlació de forces i ara la desigualtat segueix anant a pitjor.
En l’aspecte de treballar alternatives, tenim el sector de l’economia social i solidària. Cooperatives que són petits actors que surten a un mercat dominat pels monstres multinacionals, i intenten construir xarxes de cooperació. Com veu aquestes iniciatives?
Algunes les veig molt bé, d’altres no tant. És un sector que no és gaire homogeni. Hi ha gent que vol treballar per una societat alternativa i altres se centren en coses molt puntuals. Sempre és interessant que hi hagi gent que no treballi solament per guanyar diners, però penso que s’ha de tenir molt clar cap a on es vol anar. És com quan treballem pels horts urbans: no seria més rellevant lluitar per recuperar les terres comunals? A més, moltes cooperatives han de treballar tan bojament per defensar els llocs de treball que es queden varades en el dia a dia.
Inicia sessió per poder descarregar l'entrevista en format PDF i
REGRESAR A:
ARCHIVO
-
▼
2017
(92)
-
▼
octubre
(13)
- Teresa Forcades sobre l'1-O
- Arcadi Oliveres sobre l'1-O
- El orgullo de ser un elitista
- Proclamar la República? Només sumant, només des de...
- Miren Etxezarreta: “La independència és una drecer...
- VICENÇ NAVARRO - Por qué las derechas y muchas izq...
- ¿Dónde estaban los “patriotas” cuando sus elegidos...
- Vicenç Navarro: “No sóc independentista, però tamp...
- Sentiments d’octubre
- La autodeterminación de Catalunya, marxismo y ...
- CUANDO SE PROCLAMÓ LA REPUBLICA CATALANA
- Benet Salellas: ‘Hi ha el risc que el poble sigui ...
- Josep Fontana. Entrevista sobre Cataluña
- ► septiembre (10)
-
▼
octubre
(13)
-
►
2016
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2013
(3)
- ► septiembre (3)
-
►
2010
(170)
- ► septiembre (3)
-
►
2009
(405)
- ► septiembre (30)
-
►
2008
(319)
- ► septiembre (15)
ETIQUETAS
Acción solidaria
(16)
Adolfo Pedroza
(6)
Adolfo Pérez Esquivel
(6)
América Latina
(132)
Amor
(4)
Análisis de la comunicación
(39)
Anarquismo
(2)
Aníbal Sicardi
(3)
Anticlericalismo
(1)
Antiglobalización
(3)
Antiimperialismo
(19)
Antisistema
(5)
Apostasía
(3)
Argentina
(3)
Ateísmo
(1)
Atilio Borón
(1)
Attac España
(3)
Beatriz Paganini
(1)
Boaventura de Sousa Santos
(1)
BOLETÍN
(16)
Braulio Hernández M.
(2)
Burguesía
(2)
Cambio climático
(5)
Cambiode paradigma
(37)
Capitalismo
(79)
Carlos A Valle
(1)
Carlos Valle
(2)
Catalunya
(1)
Ciencia
(4)
Ciencia y tecnología
(1)
Clases sociales
(31)
Clerecía
(8)
Colaboraciones
(233)
Colonialismo
(7)
Compromiso
(3)
Comunismo
(3)
Consumismo
(2)
Control y manipulación de las masas
(17)
Corrupción política
(9)
Crimen
(10)
Crímen político
(7)
Crisis
(1)
Cristianismo
(89)
Cuento
(12)
Cultura
(8)
David Choquehuanca Céspedes
(1)
Demagogia
(7)
Democracia
(19)
Derechos de los pueblos
(23)
Derechos Humanos
(120)
Desigualdad de género
(2)
Diálogo
(2)
Dignidad
(2)
Dios
(1)
Divagación
(1)
Domingo Riorda
(7)
Economía
(11)
Ecosociología
(65)
Ecumenismo
(1)
Eduardo Galeano
(3)
Eduardo Pérsico
(23)
Educación
(22)
Eloy Roy
(4)
Emigración
(7)
Emma Martínez Ocaña
(5)
Enrique Carfagnini
(1)
Entrevista
(1)
Equidad
(109)
Esclavitud
(5)
España
(9)
Espiritualidad
(41)
Estructuras sociales
(62)
Ética y Sociedad
(253)
Evolución social
(2)
Exclusión
(1)
Fascismo
(8)
Federico J. Pagura
(1)
Ficción
(1)
Filosofía
(4)
Foro Social Mundial
(1)
François Dubet
(1)
Gabriel Brener
(1)
Genocidio
(2)
Geopolítica
(54)
Globalización
(2)
Golpismo
(4)
Gonzalo Haya Prats
(9)
Guerra
(11)
Haití
(7)
Hambre
(24)
Heterodoxias
(3)
ICR
(120)
Idígenas
(1)
Iglesia
(17)
II-SP
(1)
Iktami Devaux
(1)
Imperialismo
(42)
Impunidad
(7)
Independencia
(3)
Intolerancia
(2)
Irina Santesteban
(1)
Iris M. Landrón
(2)
J.J.Tamburini
(1)
Jaime Richart
(12)
James Petras
(1)
José Comblin
(3)
José M. Castillo
(39)
Jóvenes
(1)
Juan Masiá
(1)
Justicia
(5)
kaosenlared.net
(1)
Laicidad
(1)
Leonardo Boff
(43)
LHDG
(3)
Libertad
(4)
Libertad de expresión
(4)
Libia
(1)
Lorena Aguilar Aguilar
(2)
Lucha de clases
(15)
Luis
(1)
Luis Alemán
(2)
Manipulación de las masas
(6)
Marcela Orellana
(9)
Marcelo Colussi
(1)
Marià Corbí
(4)
Mass media
(13)
Maya Lambert
(3)
Memoria histórica
(12)
Migración
(1)
Mística
(2)
Mujer
(4)
Narcos
(1)
Narcotráfico
(1)
Navidad
(13)
Ncionalcatolicismo
(4)
Neoliberalismo
(14)
Noam Chomsky
(2)
Ocio-negocio
(1)
Opinión
(1)
Ortodoxias
(1)
Oscar Taffetani
(6)
P. Luis Barrios
(3)
Pablo Richard
(1)
Paz Rosales
(6)
Pelota de Trapo
(13)
Pepcastelló
(115)
Pere Casaldàliga
(3)
Pobreza
(45)
Poesía
(19)
Poesía de la conciencia
(2)
Política
(5)
Psicología
(1)
Psicología Social
(1)
Pueblo
(35)
Pueblos en lucha
(15)
Pueblos oprimidos
(13)
Pueblos Originarios
(9)
Rafael Fernando Navarro
(87)
Rebelión
(1)
Recomendamos
(3)
Religión
(23)
Religión y Ciencia
(12)
Religión y Cultura
(4)
Religión y política
(66)
Religión y sexo
(2)
Religión y sociedad
(39)
Represión
(9)
República
(7)
Revolución
(12)
Sabiduría popular internáutica
(2)
Salud
(1)
Santiago Alba Rico
(1)
Sergio Ferrari
(4)
Sexo
(2)
Socialismo
(3)
Socialismo s. XXI
(3)
Solidaridad
(9)
Susana Merino
(10)
Taizé
(3)
Teología de la Liberación
(13)
Terrorismo de Estado
(1)
Thelma Martínez
(2)
Tortura
(1)
UE
(1)
Utopía
(12)
Valores humanos
(6)
Veca Muelle
(1)
Vicenç Navarro
(3)
VIDALOGÍA
(2)
Violencia
(28)
Violencia de género
(6)
Violencia política
(46)
Violencia religiosa
(3)
Violencia social
(13)
Walter Dennis Muñoz
(21)