viernes, 30 de mayo de 2008

La violencia en las escuelas

...porque la Tierra está llena de
violencia, haz para ti un arca de
madera de árbol resinoso.
Génesis 6: 13,14

Somos todos culpables

Disminuir la violencia implica disminuir las desigualdades, la exclusión sistemática, las arbitrariedades. Las familias y la escuela, estas dos instituciones, deben cooperar, dado que la educación pretende formar para la ciudadanía, la convivencia, los valores y los principios éticos. Entender los porqués de esas violencias; admitir que son no sólo inaceptables sino que también impiden la enseñanza y el aprendizaje; incluir esta problemática en los cursos de formación de los docentes; seguir e incrementar en todas las provincias los programas de mediación escolar, promoverían el diálogo entre los principales actores del proceso educativo.

Brasilia

Se ha discutido mucho sobre el tema de la violencia en las escuelas. La intimidación -o, como se la llama comúnmente ahora, el bullying - no es el fenómeno más grave de los que se dan en el espacio escolar. Además de la violencia física y verbal entre pares, en todas las investigaciones que se han realizado en muchos países se han registrado en las escuelas agresiones verbales entre alumnos, amenazas, agresiones físicas, discriminaciones raciales y sexuales, robos, violencia sexual, presencia de pandillas y tráfico de drogas. La relación entre alumnos y profesores es muchas veces tensa y llega a la violencia verbal de ambas partes, e incluye amenazas y discriminaciones.

La violencia en la escuela tiene un gran potencial para desestructurar el proceso enseñanza-aprendizaje y para desestabilizar las relaciones entre los actores, y vuelve inviable el cumplimiento de su papel social, que consiste en formar, en el sentido más amplio del término, a los niños, los adolescentes y los jóvenes.

Una de las mejores respuestas a la violencia en las escuelas de la República Argentina está siendo la activa participación de las autoridades del sector educativo junto con los padres y la sociedad civil, con un claro interés y apoyo, que espero que sean sistemáticos, de los medios de comunicación.

El tema está presente en la vida cotidiana de todos. Se están identificando situaciones conflictivas que se transforman en violencias, ya sean físicas, verbales, o simbólicas. El uso del plural, "violencias", demuestra que estamos hablando de varios tipos de violencia, y en distintos niveles.

Las situaciones que hemos mencionado existen desde hace tiempo, aunque quizá no de manera tan visible como en la actualidad. Este aumento de la visibilidad de las violencias en las escuelas está permitiendo identificar y tratar de enfrentar el problema, para buscar respuestas adecuadas.

Es inoperante, innecesario, ineficiente, comenzar una pesquisa para llegar al culpable de estas alarmantes violencias. En general, la familia acusa a la escuela, y viceversa, con el objeto de transferirse la responsabilidad una a la otra. Estas dos instituciones deben cooperar, dado que la educación pretende formar para la ciudadanía, la convivencia, los valores y los principios éticos.

Es necesario lograr que sea aceptada la corresponsabilidad que todos tenemos: padres, maestros, educadores, alumnos, autoridades en general, medios de comunicación e información. Lamentablemente, en muchísimos momentos comprobamos que, ante una situación conflictiva, la violencia es una respuesta más generalizada que el diálogo.

Todos somos testigos de la inmadurez, de la falta de civilidad, del no respeto a la diversidad, de la falta de aceptación del otro. En la escuela, en el tránsito, en las competencias deportivas, en el mundo de los negocios, en la política, tenemos constantes ejemplos de la contestación de la autoridad, del abuso, de la arbitrariedad.

La violencia en general y las violencias en las escuelas en particular son un fenómeno que enfrentan todas las sociedades, desarrolladas o en vías de desarrollo. Pero nunca olvidemos que dichas violencias están más presentes en las sociedades más desiguales, más excluyentes, menos maduras, menos éticas, más arbitrarias.

Disminuir la violencia implica disminuir las desigualdades, la exclusión sistemática, las arbitrariedades.

En septiembre de 2007, en un artículo publicado en este mismo periódico, afirmé: "La respuesta a estas situaciones de violencia no debe ser solamente la represiva. No caben dudas de que las conductas inaceptables deben ser debidamente penadas y se deben imponer límites, pero las respuestas no pueden limitarse a la expulsión de alumnos de un centro escolar, como si al expulsarlos estuviéramos también expulsando los conflictos inherentes a ese establecimiento educativo. No debemos usar mecanismos aparentemente rápidos para enfrentar problemas que son profundos, que merecen ser analizados, diagnosticados y enfrentados en forma decidida. Ya no se puede afirmar que la violencia en las escuelas, en algunos casos potenciada por el uso de Internet, es un pequeño problema que puede ser rápidamente evitado. No: es un problema muy serio que está, desde hace mucho tiempo, afectando la vida de alumnos y profesores".

¡Sigo diciendo lo mismo! Entender los porqués de esas violencias; admitir que son no sólo inaceptables sino que también impiden la enseñanza y el aprendizaje; incluir esta problemática en los cursos de formación de los docentes; seguir e incrementar en todas las provincias los programas de mediación escolar que, entre otras cosas, promueven el diálogo entre los principales actores del proceso educativo, y atraer a los padres a un diálogo sistemático con la escuela son iniciativas que darán buenos resultados.

Jorge Werthein

Doctor en Educación por la Universidad de Stanford y director ejecutivo de la Red de Información Tecnológica Latinoamericana (Ritla)

http://www.elarcadigital.com.ar/modules/revistadigital/articulo.php?id=495

El artículo fue publicado en el diario La Nación (27/5/08)

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miércoles, 28 de mayo de 2008

Aquel convocador de la palabra

El cuento nos contaba del lugar maravilloso que era el cielo donde pasaban tantas cosas lindas – alguien recitó y volvió a sentarse. El maestro de literatura frotó sus anteojos, bromeó “no te ensañes, Salcedo” y nos reímos.

Aquel hombre nos daba clase los jueves al atardecer y hacía jovial su trabajo. Disfrutaba con las palabras, las amaba y jugaba con simpleza y al convocarnos a su niñez, repetía que entonces ellas eran sólidas voces con miga, ‘inflexiones sustantivas, verdaderas y no estos improvisados caprichos algebraicos, televisivos y gelatinosos’. Nos ilusionaba al decirnos que cuando el sol guia el vuelo de los pájaros y el inicial contoneo de una chica del barrio, las palabras cargan otro peso; “cada palabra arrastra su propia memoria, maestra es una buena señora sabedora de todo, escuela un caserón en mitad de la cuadra con la niñez adentro las tardes del verano una carcajada vital”. Y al conseguir alguna sonrisa atenta se encendía diciendo que si las protegemos, las palabras se amigan con nosotros y dejan de ser imprecisiones tenaces, alquimias pretensiosas, elípticas, oblicuas y sin relleno. Han de ser signos para juntarnos, comprendernos y jamás caprichos gramaticales de agrandar los misterios y el absurdo.

Decía sus cosas el maestro aquel y en Tres Caminos, ni diez mil habitantes, aparte de unos pocos inquietos por liberar alguna cuerda loca y comprender, por ejemplo “cada instante es indeclinable y su latido fugaz es casi olvido”, al pueblo su verba le sonaría a pecado.

Por mucho que algunos por ahí anotara “saborear el amor con alegría es todo lo que somos”, sentencia delirante pero tozuda. Y quizá por eso nos gustó enterarnos que él había conocido antes el lugar, detrás de un amorío.

- Este anduvo por aquí hace mucho tiempo - nos sugirió un viejo en voz baja.

-¿Fue un galán misterioso?

- No tanto, un engaño común – y Salcedo, que fuera monaguillo, ahí aprovechó a sentenciar que el profe era un loco lindo al pedir que los religiosos olvidaran el milagro y ayudaran a multiplicar los panes, “ya que un pibe muerto de hambre es una derrota de dios”...

Por ese tiempo, a nuestra adolescencia le llegó lo sucedido en Tres Caminos y otros pueblos de alrededor. En pocos días cambiaron los jefes políticos y los comisarios, y llegaron a ocupar esos trabajos personas que pocos conocían y de saludar apenas. Al suspenderse la charla quincenal en la biblioteca municipal las conversaciones se hicieron menos ruidosas y recién pasada una semana nos preguntamos por el maestro de literatura. Siempre y luego de acabar su clase del jueves, el hombre tomaba su robusta ginebra en tanto aguardaba el ómnibus del anochecer, pero nadie supo si esa vez llegó a su casa de la capital, y ni siquiera si alcanzó a entrar en el boliche del pueblo.

Eduardo Pérsico

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

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Necesito tu nombre

Necesito tu nombre para sembrar el agua
de peces de colores y flores amarillas.
Necesito beberme un río, entero,
nacido de tu nombre, parido en tu alegría.

Necesito tu nombre para poblar el campo
de amapolas, de surcos, de hierbas y de espigas.
Necesito comerme el pan moreno
de tu vientre caliente, de tu boca y tu risa.

Necesito tu nombre para hacerme más hombre,
para sentir los pulsos en las ingles, la vida
vertical en los ojos asombrados,
y en las manos tus pechos boca arriba.

Necesito tu nombre de mujer entregada,
tu palabra y tu voz y tu risa infinita.
Necesito tus manos en mis manos
para abrazar el mundo y hacerlo a tu medida.

Necesito que estemos solitarios y alegres
al margen de la pena y al margen de la herida.
Sentados en la plaza de los besos
con las bocas al sol y las cinturas fundidas.

Necesito tu nombre para sentir mi nombre
Y emerger de la nada como buena noticia.
Necesito tu cuerpo enamorado
Pronunciando mi cuerpo a la luz de tu orilla.

Rafael Fernando Navarro
Febrero 2.003

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miércoles, 21 de mayo de 2008

La costosa ataraxia

Pepcastelló

Permanecer en actitud serena ante lo que sentimos en lo hondo como injusticia o engaño premeditado es para algunas personas, entre las que se cuenta quien esto escribe, muy difícil. Cada cual es como es y responde como responde; hay quien se inhibe y vive y hay quien se lanza al monte.

Modelar el carácter a partir de una edad ya algo avanzada no es tarea fácil. Algo pueden ayudar a controlar la propia conducta los fármacos que ahora hay disponibles, pero en general y aun sin ser una verdad absoluta, el viejo refrán de «genio y figura hasta la sepultura» tiene mucho de cierto. Tal vez por esta razón hindúes y budistas piensen en la reencarnación como una solución para seguir con la ardua tarea de alcanzar la perfección en este mundo antes de quedarse definitivamente en el otro, lo cual vendría a ser el equivalente del purgatorio católico, esa especie de sala de espera donde las almas se pulen antes de partir definitivamente hacia el cielo. Quizá una y otra idea no sean más que fantasías, pero da igual, porque a algo tiene que agarrarse la mente para no caer en el vació de ánimo que conlleva pensar como un absurdo la propia vida.

El problema de la ataraxia es el costo. ¿Quién la paga? En general, las cosas las paga quien las sufre. No quien echa mano al bolsillo y saca el dinero o la tarjeta de crédito, sino quien con su sudor y sufrimiento hizo posible que ese dinero fuese a parar a manos de quien lo usa. Pero pensarlo de este modo nos resulta incómodo, y preferimos echar mano de nuestra moral de propiedad privada, la cual se puede resumir con un refrán ya viejo por olvidado que dice: «a cada cual lo suyo y robar lo que se pueda».

La moral es la mejor ataraxia que podemos tener fácilmente a nuestro alcance. Si todo el mundo lo acepta, y sobretodo si las personas prominentes de nuestro entorno encabezan esa aceptación, nuestro ánimo puede permanecer sereno. Podemos seguir con nuestra paz en el alma, centrando toda la atención en nuestros asuntos, impertérritos ante el dolor ajeno causado por nuestra forma de vida, a pesar de tener por bien cierto que si pocos podemos tener mucho es porque muchos pueden tener muy poco. No importa. Nuestras autoridades morales tradicionales dicen que el orden es sagrado y que debemos limitarnos a paliar el sufrimiento que hallemos en nuestro metro cuadrado. Ahí está el ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta, una santa a ojos de todo el mundo. Caridad, pues, y nada de pensamientos revolucionarios, que estos no favorecen en nada la ataraxia.

Quienes se han dedicado al estudio de las creencias y las ideas religiosas coinciden en que todos los pueblos han elaborado en cada momento de su historia formas de pensamiento religioso que les permitiesen vivir en paz consigo mismos y con su entorno inmediato. Y la historia – la no tan especializada sino más general − nos cuenta que tan celosos de esa paz han estado los líderes humanos que en no pocas ocasiones han impuesto ese pensamiento a fuego y espada a propios y a extraños. Mantenimiento y expansión de la fe le han llamado en uno y otro caso; pero lo que ha contado en ambos ha sido asegurar que en el entorno inmediato no hubiese nada que pudiese alterar ese pensamiento colectivo que tanta paz da al alma. Ya es antiguo, pues, eso de hacer pagar a otros la ataraxia.

Hoy gozamos de paz en el mundo opulento que habitamos. Y hoy igual que ayer, el costo de nuestra paz es la desgracia ajena. El mundo pobre es el que, gracias a Dios, paga con su dolor nuestra ataraxia. Hablar de justicia y de paz sin alterarnos es posible gracias a esta bendita forma de vivir y de pensar que llevamos cristianos y paganos, la cual nos impide cuestionar para nada esta droga del bienestar que es el pensamiento satisfecho, religioso y profano. Gran regalo del cielo, para quienes lo gozamos. Gran ejemplo de paz y convivencia en armonía este orden sagrado que han logrado a través de los siglos los líderes espirituales y terrenales de nuestra opulenta civilización occidental cristiana. ¡Elevemos con gozo el corazón al cielo y demos gracias!

Pepcastelló

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sábado, 17 de mayo de 2008

El sagrado orden

Pepcastelló

«Si no hay libertad para ofender, no hay libertad de expresión».

Salman Rushdie

Parece exagerado y tal vez lo sea, porque en principio a nadie le parece bien la ofensa como norma relacional. Pero vayamos por pasos: «el respeto debido», «la obediencia debida», ¿qué son sino murallas para hacer intocables a quienes están arriba?

Desde una óptica conservadora, esta frase atribuida a Salman Rushdie es inaceptable. Pero es que desde ese punto de vista también lo es todo cuestionamiento del orden establecido. El “orden”, tal como lo entienden las mentes conservadoras, es sagrado. Y a poco que se mire se verá que esa sacralización incluye los privilegios de quienes lo gozan y lo sostienen, que es tanto como decir sus logros a hierro y a fuego consolidados luego mediante leyes y costumbres.

Si no hay libertad para llamar a las cosas por su nombre, algo que para quienes están instalados en la mentira es siempre una ofensa, no hay libertad de expresión. Y si no hay libertad de expresión no hay posibilidad alguna de cuestionar nada de cuanto quienes ostentan el poder consideran sagrado, y todo permanece inmóvil gracias a ese sacrosanto respeto que desde lo alto ha sido instaurado. Y no por ningún dios precisamente sino por la astucia y falta de escrúpulos de quienes tienen su trono posado sobre lomos ajenos.

El orden establecido se asienta sobre la programación de las mentes de todos y cada uno de los individuos de una sociedad, y cambiar esa programación es muy difícil, por no decir imposible. Cualquier cambio profundo en la mente de alguien es un trastorno grave que el individuo intenta evitar a toda costa porque le desestabiliza. De aquí que el poder, una vez instaurado, cueste tanto de remover, porque son los mismos individuos quienes lo defienden enconadamente.

En una sociedad gobierna y manda e impone su orden quien controla las mentes de los individuos. De ahí que quienes ostentan el poder muestren tanto celo en mantener intactos los fundamentos emocionales básicos de ese control, y no dejen el menor resquicio a nada que los pueda mermar. A este fin se han aplicado siempre los censores e inquisidores de todas las épocas, quienes junto con los proselitistas han tenido la misión de mantener y consolidar la colonización mental de los individuos en bien del orden establecido.

Pero ocurre a veces que ese orden no es sino aparente; un ordenado desorden que sirve para esconder y si es preciso justificar cuanto de inaceptable hay en una sociedad; una falacia tan hábilmente tramada que ha calado hondo en el alma de quienes ingenuamente la comparten. Y cuando esto ocurre, todo cuanto se dice y se hace para desenmascarar tal mentira será un atentado al orden y a las buenas costumbres.

No es tan exagerada pues la frase de Salman Rushdie. Es más, yo la ampliaría y diría: si no hay libertad para ofender, no hay libertad de expresión ni posibilidad de cambiar el orden establecido.

Pepcastelló

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martes, 13 de mayo de 2008

A quienes molestó mi escrito sobre la eucaristía

Pepcastelló

Una persona religiosa, por quien siento respeto y aprecio, me manifiesta su disconformidad con cuanto digo, que considera más o menos como un insulto a su fe. Y ello me mueve a dar esta explicación de cual ha sido mi intención al decir lo que digo.

Me parece que no es opinión mía sino algo compartido por quienes de ello entienden, que las religiones son elaboraciones culturales que han surgido en diversos momentos de la historia de los pueblos, y que inspiradas a o no por dios o por dioses, según lo que cada cual crea, han tenido como finalidad señalar caminos por los cuales el pueblo podía avanzar colectivamente.

Épocas y situaciones distintas han dado distintas maneras de pensar y de creer, las cuales han servido para orientar el pensamiento colectivo mediante la configuración mental de los individuos a fin de perpetuar la forma de vida a la cual se había llegado.

Una tal forma de ver el pensamiento religioso no me parece que tenga que ofender a nadie, excepto a quienes creen a ojos cerrados que el mismo Dios del cielo ha puesto en su sitio todas y cada una de las cosas que ahora hay. Pero ante esta forma de pensar, yo me callo y me retiro.

Mi escrito iba dirigido a quienes en algún momento se han cuestionado, ni que sea en su fuero interno, la utilidad de la forma de pensamiento religioso que ofrece actualmente la Iglesia Católica. Y no pretendía otra cosa sino mostrarles como vemos su rito principal quienes estamos fuera aunque nos morimos de ganas de compartir cuanto de esencial y humano tiene el cristianismo. Admito que mi escrito fue provocador, empezando por el título, pero en ningún momento fue mi intención hacer mofa de nada ni de nadie, por más que a alguien pueda parecérselo.

En más de una ocasión he manifestado mi convicción profunda de que en el seno de las tradiciones religiosas hay grandes fuentes de sabiduría. El cristianismo es la tradición religiosa en la que he crecido, y es la que predomina en mi actual entorno. De aquí que desee muy de corazón que su profunda sabiduría sirva para humanizar esta sociedad materialista que se autodestruye a velocidad de vértigo. Y veo para ello un inconveniente, que es el “enfoque celestial” de la sensibilidad religiosa católica.

Desde mi punto de vista, creer que el seguimiento de Jesús consiste en recrearse en el placer de la contemplación mental del imaginario religioso es un error grave. Poner el símbolo antes que lo simbolizado es, en mi opinión, poner los bueyes detrás de la carreta. No es que entienda mucho de evangelios, pero algo me los he leído durante años y, si no recuerdo mal, Jesús predico el amor y la compasión por encima del culto. Y lo que veo en mi entorno es justamente todo lo contrario, una Iglesia centrada en el culto que, como mucho, recomiendo el amor y la compasión. Alguien dijo «Jesús predicó el reino, pero vino la Iglesia», y yo añado que esta iglesia en vez de predicar el reino predica a Jesús. Y lo que es aun más gravé es que por encima incluso de Jesús se predica a sí misma.

No tengo nada en contra de los arrobos emocionales que se pueden obtener mediante la práctica religiosa. Al contrario, pienso que si el humanismo no ha triunfado es por falta de liturgia. Pero en mi opinión, creer que el seguimiento de Jesús consiste en recrearse en el placer que da la contemplación mental del imaginario religioso es un error grave, es poner el símbolo por delante de lo simbolizado, es poner los bueyes detrás de la carreta. Es llevar el mundo religioso por una vía espiritual que de tanto mirar al cielo no ve nada de cuanto pasa en la tierra, y si lo ve lo ignora, como los dos “buenos” judíos de la parábola del buen samaritano. Y aun a riesgo de ser juzgado por juzgar, me atrevo a decir que este error es intencionado, porque es la única forma de mantenerse al margen de todo el conflicto que conlleva el mensaje revolucionario de Jesús que transmiten los evangelios.

Pienso que cada cual es muy libre de elegir el camino de espiritualidad que más le plazca, pero veo urgente que el mundo religioso actual encuentre uno por el que podamos transitar quienes no estamos en predisposición mental de creer lo que no cuadra con los conocimientos humanos que hoy tenemos.

En fin, no es sino mi opinión, y hay otras muchas.

Ruego a quienes ofendí que me disculpen, pues no fue en ningún momento mi intención.

Luz, gozo y paz a todas y a todos.

Pepcastelló

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lunes, 12 de mayo de 2008

Alquimia eucarística

Pepcastelló

En el transcurso de una eucaristía que se celebró hace unos días para festejar los cien años de una monja y a la vez sus setenta y cinco de vida religiosa, cuando el oficiante se preparaba para “convertir” el pan y el vino en el «El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo», me vino a la mente la nota dos veces buena (por buena y por breve) de Luis Alemán “Un apunte sobre las primeras comuniones” que pocos días antes había leído en “feadulta”. Y también los de José M. Castillo sobre “La Iglesia como sacramento”; y algunos de Juan Luis Herrero y de otros que escriben con similar talante sobre lo que es y lo que debiera ser la Iglesia. Y se me ocurrió −¡blasfemo de mí!− que mientras el centro de la liturgia católica sea el goce de la ingestión divina, pocas posibilidades hay de que se produzcan cambios profundos en la Iglesia Católica Romana. Porque, ¿para qué cambiar nada si gracias a como ahora están las cosas los fieles católicos pueden alimentarse a diario con «el Cuerpo de Cristo», el mismo Dios hecho carne humana?

Si la fe católica consiste en «creer» cuanto de fabuloso la Iglesia afirma, entre lo cual se halla el poder de los sacerdotes para convocar al mismo Dios del cielo mediante un determinado rito, y estas creencias aportan a los fieles un bienestar emocional que se puede realimentar continuamente, ya sea en personal conversación con Dios, ya sea devorándolo a diario, y si encima estos placeres sitúan mentalmente al creyente por encima de los demás mortales increyentes, ¿para qué cambiar nada? ¿Acaso no es esta presencia divina un anticipo de lo que se supone será el cielo? No, nada de cambios. Nada de dudas sobre la doctrina de la Iglesia ni sobre la potestad del Papa y los sacerdotes ni sobre la Providencia Divina ni sobre Jesucristo, ese Jesús de Nazaret divinizado a golpe de concilio y convertido luego en manjar delicioso. Nada de cuestionar nada que pueda echar por los suelos ni el más mínimo de los refinados “placeres del alma” que la fe conlleva. Y menos aún pensar en echar la propia suerte con los pobres de la tierra. ¡Qué disparate! A los pobres hay que echarles limosna, eso sí, para aumentar el bienestar interno que produce la buena conciencia, pero nada más. Pobres los habrá siempre, y la Iglesia no puede ser pobre porque para mantener este culto, que tan placentero resulta a sus fieles, necesita organización, templos, formación y manutención de clérigos, influencia política y social… Riqueza material, se mire como se miere, pero una riqueza que sirve para seguir en lo más hondo del alma a aquel que dijo «mi reino no es de este mundo».

Y así cavilando mientras la ceremonia iba avanzando y ya los fieles se ponían en hilera para pasar a comulgar, mi mente blasfema llegó a pensar que la Iglesia es el conjunto de gentes que se reúnen para gozar del refinado placer que da sentir la presencia divina, ese estado de bienestar que producen las hormonas cuando el pensamiento se ocupa en la contemplación de imágenes celestiales.

Me hizo feliz aquella idea, porque por fin podía entender cómo es posible meter en un mismo saco al papa, a los cardenales, a los obispos que viven lujosamente, a los párrocos, a las religiosas y religiosos que viven más humildemente atendiendo a los pobres, a esos mismos pobres que más humildemente ya no pueden vivir, a los ricos que son causa de tanta pobreza, a los dictadores asesinos y genocidas que protegen a los ricos, a los torturadores, a los curas pederastas… ¡Todos son Iglesia! Basta para ello con que todos coincidan en reunirse para rezar el mismo Credo y, sobretodo, para gozar las excelencias de ese divino manjar que se obtiene mediante la alquimia eucarística.

En fin, espero haberlo entendido bien esta vez, pero si no es así, ruego a Dios que perdone mis cábalas, porque a las personas católicas que me lean ya entiendo que les va a costar.

Luz, gozo y paz a todas y a todos.

Pepcastelló

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sábado, 10 de mayo de 2008

Derechos y pecado

Rafael Fernando Navarro

Cuando el gobierno de un país constitucionalmente aconfesional legisla, lo hace en virtud del poder que le otorga el voto de las urnas. El poder le viene del pueblo y el gobierno lo ejerce de acuerdo a esa constitución, mirando al desarrollo integral de la ciudadanía a quien sirve. No vale por tanto refugiarse en un complejo de persecución por la simple percepción de que la ley emanada de ese gobierno no concuerda con los postulados de una confesión religiosa. Este complejo de persecución afecta en el caso de España a la religión católica y nace de dos apriorismos ajenos al quehacer político del país. Se parte, en primer lugar, de la posesión absoluta y exclusiva de la verdad. Este monopolio trunca la búsqueda como tarea humana inalienable, y es consecuencia, en segundo término, de una inercia histórica que tiene su origen en el concubinato Iglesia-Estado mantenido durante cuarenta años. Muerto el dictador, la Iglesia no se acostumbra a su luctuosa viudedad y permanece plañidera junto a la tumba del Valle de los Caídos añorante no sólo de su figura salvadora de la patria, sino de los beneficios que su presencia le reportaba.

La Constitución del 78 tuvo la valentía de echarse a caminar sin la sombra protectora de un Dios en el que siempre nos apoyamos los que vivimos el triste período anterior por imposición política y jerárquica. Deberíamos en el futuro vivir a la intemperie, modelándonos en el vértigo de la libertad, abriéndonos camino hacia la muerte como plenitud humana, soportando gozosamente la soledad ontológica que cada uno somos. El hombre se interpreta a sí mismo como pregunta, como interrogante oscura que se sustenta en la projimidad, en el encuentro amoroso, en la esperanza preñada de utopía. (Digamos entre paréntesis que este es el hombre laico, pero que tal vez sea también la forma única de ser cristiano)

En este auténtico sentido del quehacer humano y humanizante, la Iglesia no debe sentirse paralela a la situación existencial del hombre ni experimentarse desplazada cada vez que la sociedad haga senderos, invente horizontes y camine resueltamente hacia ellos. Cada uno es responsable de sí mismo ante la propia conciencia. No se entierra el amor cuando una pareja decide buscar amaneceres distintos con su mochila enamorada. ¿Es pecado el divorcio? Allá. Pero ciertamente no es un delito. ¿Es pecado la homosexualidad? Algunos, qué triste, no entenderán nunca el perfil exquisito de las rosas porque son adoradores incondicionales de las espinas.

La Iglesia necesita vivir en viernes santo, velando el cadáver de algún muerto espúreo, y prohíbe la explosión resurreccional de la libertad humana. Es domingo en los rosales y en el abrazo laico de las olas.

Rafael Fernando Navarro

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El papel de la democracia

La democracia está en crisis en el mundo entero, en primer lugar en Europa y en los EEUU. Es un clamor universal. En América Latina también, aunque las manifestaciones puedan ser un poco diferentes.

Para nosotros cristianos, esta crisis no nos sorprende tanto, porque el concepto de democracia en el mundo occidental siempre nos pareció superficial y destinado a ocultar un problema mucho más fundamental. El concepto de democracia pertenece al universo cultural de la modernidad. Ésta se inspira en la filosofía y en la política de la antigua Grecia.

El problema griego era saber cuál sería el mejor sistema para ordenar la ciudad: si las decisiones debieran ser tomadas por uno solo, el rey, o por un aristócrata, o por todos los ciudadanos. De todos modos, los esclavos los extranjeros y las mujeres no participaban, porque no eran ciudadanos, lo que significaba que, aun en la democracia, solo una pequeña minoría participaba en las decisiones. Los sin poder no participaban.

En la tradición cristiana, por el contrario, la cuestión fundamental, es precisamente qué pasa con los que no tienen poder, el punto de partida no es la reflexión sobre el modo de gobernar que sea más eficaz, sino el hecho social básico de la dominación de la muchedumbre de los sin poder por las minorías que tienen todo el poder, aunque la distribución pueda ser variable.

La Biblia nos presenta una visión del mundo en la que una minoría detenta todos los poderes y oprime a las mayorías, exigiéndoles que trabajen para aumentar su poder: la sociedad se divide entre dominadores y dominados. Es lo que la modernidad quería negar: creían que la democracia instituida, después de las revoluciones en Inglaterra, EEUU y Francia, iba a constituir una sociedad de hombres libres, iguales y fraternos (¡no pensaban en las mujeres!). En la sociedad moderna ya no existiría la dominación. Mejor dicho: no se consideraría ya ese problema, sino la división del poder entre los poderosos.

De la situación política del mundo Jesús piensa: “sabéis que los jefes de las naciones gobiernan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder” (Mt 20, 25). Ésta es la situación y el desafío de la política. Hay una minoría que oprime, y una mayoría oprimida. Jesús ya lo vio. Y todavía hoy es el problema.

El desafío es entonces como superar la situación de dominación, que es el primer problema de la política.

Pues, para gobernar con justicia, es necesario reprimir a los dominadores y liberar a los dominados. Esto es lo que se explicita en la figura del rey en el salmo 72: en una sociedad de dominación, el papel del rey, o sea, de la autoridad política, es reprimir a los poderosos y levantar a los oprimidos. Lo mismo dice Isaías: Is 11, 4-5.

Esta visión estuvo a la base de la doctrina política de la cristiandad. La Iglesia creó la figura del rey cristiano, que defendía a los pobres y reprimía a los señores de la tierra que dominaban a los pobres campesinos. Y esa figura es parte de una ideología más amplia: el código del “caballero cristiano”, defensor de las viudas y de los huérfanos. Su espada está al servicio de los oprimidos y su arma sirve para luchar contra los opresores del pueblo.

El ideal del caballero cristiano fue enseñado a los hijos de la nobleza. Durante siglos el clero fue víctima de la ilusión de que por ese medio podría buscar la justicia. Creyó que su influjo sobre la nobleza y los monarcas sería suficiente para garantizarla. Pero la alianza entre la jerarquía y la nobleza era demasiado estrecha. Casi todos los obispos eran de familias nobles y no tenían voluntad de exigir la aplicación del ideal que su familia no aplicaba.

Vino la democracia moderna con su ideología optimista. Los demócratas creyeron que con una Constitución se podría establecer la igualdad entre todos los habitantes del país. Creyeron que los tribunales aplicarían las leyes de la misma manera a todos, y que la elección de representantes garantizaría que los pobres pudieran exigir justicia, porque ellos mismos harían las leyes. La democracia sería el advenimiento de “la libertad, la igualdad y la fraternidad”, el reino de la razón sobre la fuerza, una sociedad justa. El poder estaría en manos de la nación, y, por tanto, ya no habría problemas de dominación. Las antiguas clases privilegiadas, el clero y la nobleza desaparecerían.

Sin embargo, durante todo el siglo XIX, en las naciones que habían adoptado un régimen republicano y que habían proclamado una constitución democrática, la burguesía acaparó para sí misma todas las facultades inscritas en la estructura del Estado. Desde principios del siglo XX la clase obrera pudo conquistar ciertos derechos, y su condición mejoro progresivamente. Durante cierto tiempo los trabajadores de la industria tuvieron a su disposición el arma de la huelga: eran indispensables para la producción y los patrones tuvieron que hacer concesiones. Pero esta situación que hizo posible el Estado de Bien-Estar social entre 1945 y 1975, se acabó.

La modernidad imaginó que bastaría suprimir la monarquía absoluta y las clases privilegiadas – el clero y la nobleza -, para establecer el reino de la justicia. Las instituciones políticas democráticas podrían actuar con plena libertad. Sin embargo muy pronto se vio que las fuerzas económicas que eran el clero y la nobleza no habían desaparecido, sino que habían sido reemplazadas por nuevos actores. La sociedad industrial dio origen a nuevas clases dominantes: los señores de la industria, del comercio, de los bancos. Éstos aprendieron el arte de manipular las instituciones democráticas para que fueran instrumento de su poder creciente.

La modernidad había imaginado el Estado como fuerza independiente, autónoma, encargada de crear la justicia y la prosperidad mediante la colaboración de todos los ciudadanos, considerados iguales gracias al imperio de la ley, aplicadas a todos por igual y que defendían los derechos de todos. Ya no habría víctimas de la dominación, porque todos podrían contar con el amparo de la ley aplicada por un sistema judicial imparcial.

Ahora bien, a partir de la década de 1970 la nueva revolución industrial permitió la constitución de nuevas fuerzas económicas mundiales, “las multinacionales”, de un poder inimaginable. Empezó un movimiento de concentración de la riqueza. Los Estados fueron perdiendo poco a poco cualquier posibilidad de controlar las fuerzas económicas. La economía está en manos de grupos mundiales que hacen de los Estados la garantía de su libertad de movimientos. El papel del Estado consiste en mantener tranquila a la población para que las empresas y las instituciones financieras puedan funcionar sin problemas.

Desde entonces la democracia se transformó en una teoría política vacía de contenido real, porque las fuerzas económicas imponen su voluntad a los Estados. Los Estados nuevos son más vulnerables, porque no pueden contar con el apoyo de organizaciones ciudadanas fuertes. Los Estados nuevos, en poco tiempo fueron conquistados por las grandes fuerzas multinacionales. Fue lo que sucedió en América Latina.

La democracia quedó vacía de contenido porque el Estado fue obligado a conceder la plena autonomía a las multinacionales. Éstas pueden mover sus capitales por el mundo entero, sin control. Disponen de 37 paraísos fiscales en los que todas las transacciones son posibles sin que los Estados las conozcan. Los paraísos fiscales disponen de la protección de las grandes potencias, que se han colocado a su servicio.

Las multinacionales mueven el comercio, que es principalmente comercio interno dentro de ellas, lo que no permite ningún control. Las multinacionales se unen, las más fuertes conquistan a las más débiles, de tal modo que pueden constituir casi monopolios. Pueden contar con la exención de impuestos y reciben innumerables ventajas de los Estados. Si un Estado no les concede las ventajas que exigen, amenazan con trasladar inmediatamente sus fábricas a otro país.

Las multinacionales lograron que se impusiera en la conciencia del mundo la idea de que los Estados no son capaces de tomar iniciativas económicas y deben entregar toda la economía a empresas privadas. Con esa “privatización”, los Estados han perdido la fuerza económica que les daban las empresas estatales. Fue el éxito extraordinario de una inmensa campaña de publicidad que logró de convencer a la gran mayoría de la clase intelectual y a casi todos los economistas. El mayor triunfo de las multinacionales fue el haber conquistado las mentes de las clases dirigentes y de sus asesores intelectuales. Desde entonces, los partidos políticos se han transformado en movimientos de divulgación de la ideología neoliberal, y funcionan como funcionarios de las multinacionales -que además les dan buenas retribuciones por ello-.

La democracia perdió su contenido porque los Estados han perdido su autonomía. Al mismo tiempo los pueblos han dejado de existir como fuerza social. Por la “tercerización” y por la “deslocalización”, las empresas mantienen a los trabajadores en estado de inseguridad total. Nadie se siente seguro de su empleo. En cualquier momento cada cual puede ser despedido. En las empresas tercerizadas la huelga es totalmente ineficiente. La clase obrera ha dejado de existir y está desintegrada.

El sistema económico neoliberal ha sido capaz de crear una formidable industria de la diversión. No hay pueblo que resista. Todos los ex-ciudadanos se dejan envolver por esa máquina de diversión que funciona las 24 horas. Actúa en forma combinada con la publicidad, que sostiene la cultura del consumo. La gente se olvida de los derechos del ciudadano, porque está ocupada en el consumo y la diversión, que ocultan la realidad de la dependencia y la pobreza. El sistema ha logrado convencer a las mayorías de que no hay nada que se pueda hacer, que el sistema actual es la única posibilidad, y que no hay ninguna alternativa.

En medio de tal situación, los derechos humanos van perdiendo sus defensores. EEUU practica ahora, con el reconocimiento público del presidente, la tortura, los desaparecimientos, los tribunales militares, las ejecuciones secretas, el aislamiento de los presos. El lugar más conocido es Guantánamo. Estimulados por tal ejemplo los servicios de seguridad de muchos Estados “democráticos” permiten violaciones de los derechos humanos.

Las constituciones liberales siguen en el papel. No se les da importancia, o no se crean leyes para su aplicación. Los partidos políticos aprenden a repetir todos el mismo lenguaje, formulado por las multinacionales, y se someten a sus exigencias. Las elecciones solamente producen sentimientos de frustración. Además, en muchos países, muchos ciudadanos, sobre todo los jóvenes, ya no creen en las elecciones, y no participan.

En los últimos años ha crecido la conciencia de que el sistema democrático actual no funciona. Algunos proponen reformas políticas, pero ninguna reforma podrá cambiar el sistema si no logra destruir el poder de los nuevos señores feudales.

Desde 1999 un movimiento de defensa y promoción de la democracia empezó a expresarse y su voz está creciendo cada año. Los Foros Sociales Mundiales reúnen cada año miles de movimientos que buscan una alternativa. Pero estamos todavía en la fase de las protestas y de la divulgación en el mundo entero de un sentimiento de revuelta, o por lo menos de insatisfacción. Todavía no aparecen las salidas.

El reto es: ¿cómo limitar y reducir a las multinacionales de hoy, que pueden contar con el apoyo político de las mayores potencias de la actualidad? No hay democracia sin poder, poder que consiste en quitarles el poder a los grandes señores feudales de hoy. ¿Cuáles serán los caminos? He aquí algunas consideraciones al respecto.

Las futuras potencias políticas del mundo serán China e India. China ya es la tercera economía del mundo y alcanzará el nivel de EEUU en diez años más. ¿Qué hará China entonces? ¿Podrá conquistar poderes sobre las multinacionales? ¿Podrá imponer sus condiciones a los movimientos de capitales, al comercio mundial, a los paraísos fiscales? ¿Podría crear un nuevo orden mundial imponiendo un control sobre las fuerzas económicas? ¿O bien podría China liderar una alianza de las antiguas naciones del Tercer Mundo para imponer limitaciones al poder y a las libertades de las multinacionales? ¿Podrían fuerzas populares de las naciones dominadas realizar acciones comunes desafiando las grandes multinacionales, haciendo su presencia imposible en sus territorios? ¿Podrían organizaciones privadas no gubernamentales juntar fuerzas suficientes para controlar los paraísos fiscales, los grandes centros financieros o el comercio internacional?

En todo caso, no hay democracia sin la conquista del poder sobre los grandes conjuntos económicos, que actualmente son internacionales y tienen sus centros en los países dominantes.

Mientras tanto, ¿qué pasa en América Latina?

Oficialmente, todas las naciones siguen las normas de la democracia liberal según el modelo de EEUU. Practican los ritos de las elecciones, de las asambleas legislativas, de la Constitución y de las leyes. Es el triunfo de la democracia después de la era de las dictaduras militares.

Sin embargo, la insatisfacción está creciendo. En todas las elecciones recientes el pueblo vota por partidos que ofrecían un programa de transformación profunda. Una vez elegido el nuevo presidente elegido e instalado el nuevo Congreso, no pasa nada. Todo continúa como antes. Es como si el sistema mismo opusiera una resistencia insuperable. Los nuevos gobernantes no pueden cumplir con sus promesas. Están prisioneros del sistema, o sea, de las grandes fuerzas económicas.

Pero han aparecido algunas señales que bien podrían ser el comienzo de un cambio. La primera señal fue el MERCOSUR, a pesar de todas las dificultades que encontró. El MERCOSUR sobrevive, y puede crecer. Es el comienzo de formación de un conjunto de naciones que se defienden juntas contra las grandes fuerzas multinacionales.

Otro hecho más significativo ha aparecido: la figura carismática de Hugo Chávez en Venezuela. En muchas ocasiones las masas populares le han renovado el apoyo más firme. Sin cambiar el sistema establecido, Hugo Chávez logró construir algo como un Estado paralelo de servicio al pueblo. Gracias al petróleo, ha podido establecer un nuevo sistema de salud y educación para los pobres. Ha iniciado una reforma agraria. Ha iniciado una estrecha colaboración con Cuba, y muestra que tiene capacidad para promover una unión de las naciones de América del Sur, que sería como una extensión y una ampliación del MERCOSUR. Venezuela ya entró en él.

Chávez fue elegido según las formas convencionales, en forma independiente de los partidos. En Venezuela todos los partidos estaban en un estado de corrupción avanzado. El pueblo lo eligió, y eligió una asamblea favorable fuera de los partidos. Chávez logró organizar de alguna manera el pueblo de los pobres, sin formar partido. Entre él y el pueblo hay una identificación que recuerda lo que en América Latina ya se manifestó diversas veces: un líder carismático despierta las energías de un pueblo que se encontraba humillado e imposibilitado de actuar. El desprestigio de los partidos y del sistema es un fenómeno creciente en América Latina. Si aparece un líder popular carismático, el pueblo abandonará los partidos para adherirse al jefe, con el que se identificará.

El caso de Evo Morales en Bolivia es sorprendente. Ganó las elecciones en el primer turno porque no solamente los pueblos indígenas, sino también sectores de clase media o de mestizos votaron por él. Todavía es temprano para saber lo que va a poder hacer, pero el hecho parece también significativo. Ahora, ¿cuál será el país que va a pasar por un proceso semejante?

En estos dos casos, estaba claro que el pueblo esperaba un líder fuerte, capaz de dar autoridad al Estado. El sistema neoliberal hizo lo posible para destruir los Estados en todos los países dependientes, y lo logró en gran parte. Ahora se da la rebelión de los pueblos: quieren un Estado fuerte.

Las elecciones en Brasil, Argentina, Uruguay mostraron pueblos que también querían un Estado fuerte, aunque sus expectativas hayan sido frustradas en gran parte. Es una señal: están aguardando que aparezca un líder fuerte capaz de rehacer un Estado fuerte.

Con las experiencias de Chávez y Morales, los pueblos han dejado de creer que EEUU tiene una fuerza ilimitada y que puede imponer su dominio siempre y en todo lugar. Han descubierto que es posible resistir y que se puede pensar en una alternativa. Tienen la impresión de que la lucha por la independencia ha empezado. Durante más de 40 años EEUU impuso la “pax americana” a todo el continente. Hay señales de que esta situación se agota.

En toda América Latina, hay una sorda reivindicación, una protesta latente que está esperando el momento en que alguien sea capaz de organizar las fuerzas sociales existentes y de construir en torno a ellas la unanimidad de los oprimidos. Lo que pasó en Venezuela y en Bolivia es revelador. Y algo semejante está en preparación en todos los países. Cada cual tiene su historia, y los caminos serán diversos, pero hay algo que ya se está manifestando.

En Brasil, muchos esperaban que el PT fuera la fuerza capaz de unificar los movimientos populares, las esperanzas de las masas y el resentimiento de la clase media. El PT no quiso ese papel, prefirió ejercer el gobierno al gusto de las grandes familias y de las multinacionales. No quiso oír la voz de las masas populares, o bien, sencillamente, no la oyó. La experiencia dejó claro que nunca será un partido político capaz de asumir ese papel…

Está en curso una proletarización de la clase media. Con esto, se hace posible una alianza política entre la clase media, los trabajadores y los excluidos, lo que es la base de sustentación de Hugo Chávez y Evo Morales. Con esa alianza, las estructuras democráticas pueden permitir que se escuche la voz de la mayoría.

En esa forma se podría romper la alianza tradicional entre los opresores y los oprimidos, entre los más ricos y los más pobres, por medio de la cual los ricos siempre han recibido el apoyo electoral de los pobres. Los ricos, por medio de beneficios minúsculos, siempre supieron comprar los votos de los pobres. Si la clase media llega a abrir los ojos de los pobres, la situación puede cambiar. De todos modos, nada podrá cambiar si las masas populares permanecen dispersas.

¿Cuál podría ser hoy el papel de las Iglesias?

De la jerarquía poco se puede esperar, pues tiene la sensibilidad de la clase alta. Se deja impresionar por los temores de la clase dirigente. Va a oponerse a todos los cambios y va a defender el sistema vigente, que ofrece tantas ventajas a la clase dirigente. Lo hará invocando los argumentos de la paz social, de la lucha contra la violencia y de la neutralidad de la Iglesia en materia política. Lo que sucede en Venezuela, donde la jerarquía está al frente de la lucha contra Chávez, o en Bolivia, donde la jerarquía evita cualquier apoyo a la experiencia de los indígenas, parece mostrar lo que va a pasar en los demás países. Por parte del Vaticano, la alianza firme con el gobierno Bush permite prever cuál será su actitud: oposición a cualquier cambio que perjudique a EEUU.

Sin embargo siempre habrá una minoría de la jerarquía, del clero y de religiosos o religiosas comprometidos con cambios sociales radicales. Son los fieles herederos de Medellín y Puebla.

Pero también son Iglesia los millones de ciudadanos que se declaran católicos y han recibido orientaciones inspiradas en la Biblia y en la herencia de 40 años de Medellín. Éstos darán todo el apoyo a los futuros movimientos populares, como lo están dando en Venezuela y Bolivia. Deberán buscar el entendimiento con los protestantes pentecostales, que frecuentemente se han alejado de las luchas por el poder porque se sentían minorías insignificantes. Hoy día los pentecostales son una parte importante de la población y nada se hará sin ellos.

Entonces, el pueblo de Dios está marchando hacia un cambio de las estructuras sociales desde ahora. Son los que le dan fuerza a Chávez o a Morales y apoyarán a los movimientos que van a aparecer en América Latina.

El tiempo de la dictadura económica del sistema neoliberal ya pasó. Estamos entrando en otra etapa de la historia. Podría ser el advenimiento de una democracia más auténtica.

José Comblin

- El P. José Comblin es teólogo de la Liberación. Vivió muchos años en Chile, actualmente reside en Brasil. Colaborador de la revista Reflexión y Liberación.

Fuente: Crónica Digital (Santiago de Chile)? http://www.cronicadigital.cl

http://alainet.org/ - 2008-04-24

http://www.panamaprofundo.org/boletin/compromiso-fe/el-papel-de-la-democracia.htm

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miércoles, 7 de mayo de 2008

Jesús, profeta laico

José María García-Mauriño

ECLESALIA, 06/05/08.- Los cristianos no somos seguidores de un líder religioso, sino que seguimos a un Profeta laico. Jesús fue un laico. Ni fue sacerdote, ni funcionario de la religión, ni nada parecido. Es más, Jesús vivió y habló de tal manera que pronto entró en conflicto con los dirigentes de la religión de su tiempo, los sacerdotes y los funcionarios del Templo, los representantes oficiales de “lo religioso” y “lo sagrado”. La gran revolución religiosa llevada a cabo por Jesús consiste en haber abierto a los seres humanos otra vía de acceso de Dios distinta a la de lo sagrado. Es decir, la vía profana de la relación con el prójimo que no pasa por la Ley. Y esa creencia de que el culto religioso de los sacerdotes tenía el monopolio de la salvación. La salvación venía de otra parte. Jesús denunció los abusos del poder religioso y del poder político. la relación ética vivida como servicio al prójimo y llevada hasta el sacrificio de uno mismo. Jesús abrió otra vía de acceso a Dios a través de su propia persona, aceptando pagar con su vida al combatir

“Jesús dejó sentado que el camino hacia Dios no pasa por el Poder, ni por el Templo, ni por el Sacerdocio, ni por la Ley. Pasa por los excluidos de la historia.” (González Faus.).

Una de las equivocaciones más peligrosas en que ha incurrido la Iglesia ha sido identificar la fe con la religión y con lo sagrado. De forma que, para obispos, clérigos y fieles incondicionales, tener fe es lo mismo que ser religioso, con una religiosidad que tiene su centro en lo sagrado, es decir, en lo separado de lo profano y lo laico. Además, “lo religioso” y “lo sagrado”, cuando se ve como lo único verdadero, es “lo privilegiado”. Es decir, lo que merece y debe tener derechos y privilegios que no están al alcance de los que practican otras religiones, los agnósticos y los ateos. Es lo que dicen ellos. Nosotros creemos que la comunidad de creyentes debe acabar con los privilegios de la Iglesia. Y esto, es importante por motivos jurídicos, sociales y políticos, pero lo es, además, por razones estrictamente teológicas. La Iglesia tiene su origen en Jesús. Y su primera preocupación ha de ser intentar vivir y hablar como vivió y habló Jesús.

Resulta significativo y extraño que siempre que los evangelios mencionan a los Sumos Sacerdotes es para presentarlos como agentes de sufrimiento y de muerte. Y en la parábola del buen samaritano, a Jesús no se le ocurrió otra cosa que presentar como modelo de humanidad solidaria a un hereje y un infiel (el samaritano), mientras que fueron precisamente los representantes oficiales de la religión los que pasan de largo ante el sufrimiento humano. El samaritano andaba mal de religión, pero tenía humanidad. Y eso es lo que destaca Jesús. En eso se centraba su gran preocupación. Para Jesús era más importante “lo humano” que “lo religioso” y “lo sagrado”. Lo humano es “lo laico”, lo común a todos. “Laico” viene del término griego “laos”, el “pueblo”. Y está claro que Jesús antepuso lo laico a lo religioso. Cuando Jesús, en la boda de Caná, convirtió el agua en vino, no utilizó un agua cualquiera, sino precisamente aquella que tenían en la casa “para las purificaciones rituales”. Es decir, Jesús convirtió el enorme y pesado ritual religioso (6 tinajas de piedra de unos 100 litros cada una) en el mejor vino, para que la fiesta, la alegría y el disfrute de la vida no se pudiera acabar. Esto es lo propio del Reino de Dios, la felicidad y la alegría para todos y todas. Jesús antepuso siempre lo humano y lo laico a lo religioso y lo sagrado.

Llama la atención el carácter tan poco “religioso”, en términos de aquella época, que Jesús atribuye al Reino-Reinado de Dios. No gira en torno al templo, ni se prescriben sacrificios o actos de culto. Tampoco existen funciones sacerdotales ni personas que actúen como intermediarias. Sin duda que Dios está muy en el centro de este mensaje que lleva su nombre. Pero es un Dios desplazado de los lugares sagrados. Ahora se encuentra en plena vorágine de la vida, sobre todo de personas y colectivos marginados: los chiquillos, los enfermos, los recaudadores, las prostitutas, los pobres, lisiados, ciegos y cojos.... Y se identifica con las tareas corrientes que hace la gente en su vida diaria: el sembrador, el pastor, la pesca, la mujer que amasa la harina o que limpia su casa... Esa identificación con el ser humano, con su felicidad, con su sufrimiento y con su marginación, permite al Reinado de Dios superar los límites culturales y religiosos en que vivió el propio Jesús. Por eso, mantiene una universalidad, una modernidad y una “laicidad” actual.

José María García-Mauriño

http://eclesalia.blogia.com/2008/050601-laico.php

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domingo, 4 de mayo de 2008

Los 10 mandamientos de Evo Morales para salvar al planeta

El Presidente Evo Morales dijo en Naciones Unidas que para salvar el planeta hay que erradicar el modelo capitalista y lograr que el Norte pague su deuda ecológica. Este fue el primero de 10 mandamientos presentados por el mandatario en la inauguración del VII Foro Indígena de la ONU, en un largo discurso aclamado por los asistentes a este encuentro anual.

28 de abril de 2008

Morales Ayma planteó diez mandamientos para salvar al mundo, la vida y la humanidad referidos al respeto a la tierra, renuncia a la guerra, relaciones bilaterales sin imposición, agua y tierra como derechos humanos, energías limpias, no a los biocombustibles, servicios básicos, priorizar lo que se produce, promover la diversidad de la cultura y el vivir bien a través de un socialismo comunitario, en armonía y con la Madre Tierra.

El Presidente afirmó que quedan dos caminos para salvar a la humanidad, la vida y al planeta tierra: o se opta por la recuperación de la forma de vivencia, la armonía con la madre tierra y la vida, o seguir el camino del capitalismo y la muerte.

Morales insistió en que la única forma de salvar al mundo es acabar con este modo de pensar que fomenta el egoísmo individualista y la sed de lucrar. Pidió a los pueblos indígenas, campesinos y gobiernos del mundo consumir lo necesario, priorizar lo que producimos y evitar el derroche y el lujo.

"Los grandes efectos de los cambios climáticos no son producto de los seres humanos en general, sino del sistema capitalista vigente, inhumano, con desarrollo industrial ilimitado, por eso siento que es importante acabar con la explotación a los seres humanos y acabar con el saqueo de los recursos naturales", manifestó el Jefe de Estado.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS PARA SALVAR EL PLANETA

1. Si se quiere salvar el planeta, hay que erradicar al modelo capitalista y lograr que el norte pague la deuda ecológica en vez de que los países del sur y de todo el mundo paguen la deuda externa.

2. Denunciar Y ACABAR con las guerras, que solo traem ganancias para los imperios, las transnacionales y un grupo de familias, pero no a los pueblos. Los millones y millones de dólares destinados a las guerras deberían ser invertidos en la tierra, herida por el maltrato y la sobreexplotación.

3. Desarrollar relaciones de coexistencia y no de sometimiento entre los países en un mundo sin imperialismo ni colonialismo. Son importantes las relaciones bilaterales y multilaterales porque somos de la cultura del diálogo y de la convivencia social, pero esas relaciones no deben ser de sometimiento de un país a otro.

4. El agua es un derecho humano y para todos los seres vivientes del planeta. No es posible que haya políticas que permitan privatizar el agua.

5. Desarrollo de energías limpias y amigables con la naturaleza, acabar con el derroche de energía. En 100 años estamos acabando con la energía fósil que ha sido creada en millones de años. Evitar que se promuevan los agrocombustibles. No se puede entender que algunos gobiernos y modelos de desarrollo económico puedan reservar tierras para hacer funcionar automóviles de lujo y no para alimentos del ser humano. Promover debates con los gobiernos y crear conciencia para que la tierra beneficie a los seres humanos y no sea usada para producir combustibles.

6. Respeto a la madre Tierra. Apreender con las ensenas historicas de los pueblos nativos e indigenas sobre el respeto a la madre Tierra. Se debe generar una consciencia social, coletiva de todos los sectores de la sociedade de que la tierra es nuestra madre.

7. Los servicios básicos, como el agua, luz, educación, salud, comunicación y transportes coletivos deben ser tomados en cuenta como un derecho humano, no puede ser de negocio privado, sino de servicio público.

8. Consumir lo necesario, priorizar lo que producimos y consumir lo local, acabar con el consumismo, el derroche y el lujo. No es entendible que algunas familias solo busquen el lujo, a cambio de que millones y millones de personas no tengan posibilidades a vivir bien.

9. Promover la diversidad de culturas y economías. Somos tan diversos y esa es nuestra naturaleza. Un Estado plurinacional, donde todos están al interior de ese Estado, blancos, morenos, negros, rubios.

10. Queremos que todos puedan vivir bien, que no es vivir mejor a costa del otro. Debemos construir un socialismo comunitario y en armonía con la madre Tierra.

http://www.cadtm.org/spip.php?article3330

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