...porque
violencia, haz para ti un arca de
madera de árbol resinoso.
Génesis 6: 13,14
Somos todos culpables
Disminuir la violencia implica disminuir las desigualdades, la exclusión sistemática, las arbitrariedades. Las familias y la escuela, estas dos instituciones, deben cooperar, dado que la educación pretende formar para la ciudadanía, la convivencia, los valores y los principios éticos. Entender los porqués de esas violencias; admitir que son no sólo inaceptables sino que también impiden la enseñanza y el aprendizaje; incluir esta problemática en los cursos de formación de los docentes; seguir e incrementar en todas las provincias los programas de mediación escolar, promoverían el diálogo entre los principales actores del proceso educativo.
Brasilia
Se ha discutido mucho sobre el tema de la violencia en las escuelas. La intimidación -o, como se la llama comúnmente ahora, el bullying - no es el fenómeno más grave de los que se dan en el espacio escolar. Además de la violencia física y verbal entre pares, en todas las investigaciones que se han realizado en muchos países se han registrado en las escuelas agresiones verbales entre alumnos, amenazas, agresiones físicas, discriminaciones raciales y sexuales, robos, violencia sexual, presencia de pandillas y tráfico de drogas. La relación entre alumnos y profesores es muchas veces tensa y llega a la violencia verbal de ambas partes, e incluye amenazas y discriminaciones.
La violencia en la escuela tiene un gran potencial para desestructurar el proceso enseñanza-aprendizaje y para desestabilizar las relaciones entre los actores, y vuelve inviable el cumplimiento de su papel social, que consiste en formar, en el sentido más amplio del término, a los niños, los adolescentes y los jóvenes.
Una de las mejores respuestas a la violencia en las escuelas de
El tema está presente en la vida cotidiana de todos. Se están identificando situaciones conflictivas que se transforman en violencias, ya sean físicas, verbales, o simbólicas. El uso del plural, "violencias", demuestra que estamos hablando de varios tipos de violencia, y en distintos niveles.
Las situaciones que hemos mencionado existen desde hace tiempo, aunque quizá no de manera tan visible como en la actualidad. Este aumento de la visibilidad de las violencias en las escuelas está permitiendo identificar y tratar de enfrentar el problema, para buscar respuestas adecuadas.
Es inoperante, innecesario, ineficiente, comenzar una pesquisa para llegar al culpable de estas alarmantes violencias. En general, la familia acusa a la escuela, y viceversa, con el objeto de transferirse la responsabilidad una a la otra. Estas dos instituciones deben cooperar, dado que la educación pretende formar para la ciudadanía, la convivencia, los valores y los principios éticos.
Es necesario lograr que sea aceptada la corresponsabilidad que todos tenemos: padres, maestros, educadores, alumnos, autoridades en general, medios de comunicación e información. Lamentablemente, en muchísimos momentos comprobamos que, ante una situación conflictiva, la violencia es una respuesta más generalizada que el diálogo.
Todos somos testigos de la inmadurez, de la falta de civilidad, del no respeto a la diversidad, de la falta de aceptación del otro. En la escuela, en el tránsito, en las competencias deportivas, en el mundo de los negocios, en la política, tenemos constantes ejemplos de la contestación de la autoridad, del abuso, de la arbitrariedad.
La violencia en general y las violencias en las escuelas en particular son un fenómeno que enfrentan todas las sociedades, desarrolladas o en vías de desarrollo. Pero nunca olvidemos que dichas violencias están más presentes en las sociedades más desiguales, más excluyentes, menos maduras, menos éticas, más arbitrarias.
Disminuir la violencia implica disminuir las desigualdades, la exclusión sistemática, las arbitrariedades.
En septiembre de 2007, en un artículo publicado en este mismo periódico, afirmé: "La respuesta a estas situaciones de violencia no debe ser solamente la represiva. No caben dudas de que las conductas inaceptables deben ser debidamente penadas y se deben imponer límites, pero las respuestas no pueden limitarse a la expulsión de alumnos de un centro escolar, como si al expulsarlos estuviéramos también expulsando los conflictos inherentes a ese establecimiento educativo. No debemos usar mecanismos aparentemente rápidos para enfrentar problemas que son profundos, que merecen ser analizados, diagnosticados y enfrentados en forma decidida. Ya no se puede afirmar que la violencia en las escuelas, en algunos casos potenciada por el uso de Internet, es un pequeño problema que puede ser rápidamente evitado. No: es un problema muy serio que está, desde hace mucho tiempo, afectando la vida de alumnos y profesores".
¡Sigo diciendo lo mismo! Entender los porqués de esas violencias; admitir que son no sólo inaceptables sino que también impiden la enseñanza y el aprendizaje; incluir esta problemática en los cursos de formación de los docentes; seguir e incrementar en todas las provincias los programas de mediación escolar que, entre otras cosas, promueven el diálogo entre los principales actores del proceso educativo, y atraer a los padres a un diálogo sistemático con la escuela son iniciativas que darán buenos resultados.
Jorge Werthein
Doctor en Educación por
http://www.elarcadigital.com.ar/modules/revistadigital/articulo.php?id=495
El artículo fue publicado en el diario