Germán Ferrari (*)
Hilario Wynarczyk: una mirada sobre Argentina
Desde la revolución que Lutero y Calvino lideraron dentro del cristianismo en el siglo XVI, la vida religiosa no volvió a ser la misma. Cinco siglos más tarde, la humanidad aún sufre los desmoronamientos de aquella edificación todopoderosa que San Pedro construyó sobre una roca. En Argentina, los encuentros y desencuentros entre católicos y protestantes se remontan a la formación misma del país. Pero fue en los últimos años que los cambios sociales y políticos hicieron que ambos grupos de fieles tuvieran que entablar nuevas formas de diálogo.
Suele decirse que en la actualidad el mundo está impregnado de descreimiento. ¿Y el país? “Según los datos duros, la Iglesia católica, hasta hace un par de décadas, se reportaba públicamente conteniendo a más del 90 por ciento de la población. En este momento, es posible que los católicos que se aceptan públicamente como tales estén entre el 65 y el 75 por ciento. Pero los católicos practicantes, los que van con regularidad a la iglesia, es posible que estén en el 5 por ciento. A su vez, los evangélicos están entre el 9 y el 10 por ciento de la población y en general son muy practicantes. De modo que si comparamos los públicos practicantes, los evangélicos sean ahora más que los católicos”. El análisis le pertenece al sociólogo Hilario Wynarczyk, profesor de Metodología de la Investigación y del Taller de Tesis de la UNSAM, e investigador especializado en los procesos de las iglesias evangélicas en Argentina y sus relaciones con la sociedad civil y el Estado.
En las Jornadas sobre Experiencia Religiosa y Comunicación, organizadas por la UNSAM en noviembre pasado, Wynarczyk presentó “Oh Jesucristo, danos poder antes del juicio, para cumplir la misión que nos mandaste. Auge y protesta de los evangélicos conservadores. Argentina, 1980-2001”, una ponencia acerca de la “experiencia religiosa en colectivos evangélicos conservadores y sus derivaciones en la formación de un movimiento de protesta por la igualdad de cultos en la Argentina”. Allí se refirió a otro movimiento, algo tangencial: la formación de partidos políticos evangélicos, una experiencia que fracasó. El investigador ofrece una explicación para ese intento frustrado de unir política y religión: “Los evangélicos que intentaron crear partidos creían que el voto podía estar determinado en las congregaciones, pero en realidad estaba determinado en las pertenencias sociales. En la cuestión del voto, creo que no hay dudas: los pentecostales no votan como pentecostales y en su mayoría lo hacen al Partido Justicialista”.
Cercanías y distancias
Para comprender al sector evangélico y dejar de lado prejuicios y respuestas generalizadoras, Wynarczyk detalla las principales corrientes dentro del protestantismo: por un lado, los protestantes históricos, con Iglesias que se remontan a los tiempos de Lutero y Calvino –incluidos anglicanos y metodistas–, con un encuadre ideológico que los ubica como liberales-progresistas. La segunda corriente es la de los evangelicales, donde predominan los bautistas y los “hermanos libres” –“cuando surgieron trataron de llevar a fondo la protesta de Lutero, pero después se volvieron iglesias bastante conservadoras”–. Y el tercer grupo es el de los pentecostales y dentro de ellos, los neopentecostales.
Los diálogos entre católicos y protestantes se dieron de diferente manera en los últimos años, con cruces significativos. Por ejemplo, señala el investigador, ”los evangélicos del sector histórico tienen relaciones muy buenas con la Iglesia católica a partir de la década del 60, construidas alrededor del movimiento ecuménico. Hubo una subárea de conexión ecuménica muy fuerte entre el progresismo protestante y el progesismo católico con la Teología de la Liberación”. En cuanto a los conservadores bíblicos –evangelicales y pentecostales–, “han tenido en general una relación fría y distante con la Iglesia católica. A partir de la década del 90 comenzaron un movimiento importante de protesta para conseguir la igualdad de cultos. Eso causó una paradoja: la situación dio pie al diálogo entre líderes conservadores bíblicos con el Episcopado católico. Y aquellos consiguieron que los históricos liberacionistas también se juntaran por el tema de la igualdad de cultos”. Y afirma que en los últimos años existe un acercamiento, aunque incipiente, entre algunos conservadores bíblicos con integrantes de la comunidad católica, judía y musulmana “alrededor de temas éticos planteados desde una visión conservadora: hacer que haya más control desde una perspectiva moral sobre las emisiones de la televisión. Hay un movimiento parecido entre los evangélicos sobre temas de bioética. En Estados Unidos los conservadores bíblicos trabajan junto con los católicos en un llamado Movimiento Pro Vida”.
Nuevas tendencias
El movimiento pentecostal surgió a fines del siglo XIX y comienzos del XX, pero formalmente se considera que nació en 1906, entre los evangelicales. “Una figura clave –detalla Wynarczyk– fue William Seymour, un negro que al principio tenía que asistir al culto sentándose afuera del templo por razones de discriminación. Su prédica se expandió más allá de Los Ángeles, siguiendo líneas de clase, en sectores populares, entre mexicanos, negros y en América latina entre los más humildes, aunque también en sectores medios inferiores”. El pentecostalismo llegó a Argentina muy temprano, en 1909, a través de un obrero italiano, mosaiquero, de origen presbiteriano, que se instaló en la Isla Maciel y desde allí extendió la prédica a otros lugares del país y de las naciones limítrofes.
“Los pentecostales creen que Dios actúa en la vida cotidiana de las personas a través del Espíritu Santo, que ingresa en las personas y que se manifiesta en conductas y milagros”, explica y destaca que esas características son compartidas por el movimiento carismático, de gran auge en los últimos años, surgido dentro de la Iglesia católica en la década del 60, también en Estados Unidos, pero en la clase media y en ámbitos universitarios, más precisamente en la Universidad de Notre Dame, en Indiana. “Pero los carismáticos veneran a la Virgen como mediadora y mantienen una sujeción a la estructura vertical y episcopal católica. Esto último los separa radicalmente de los pentecostales”, define.
Establecer las características de pentecostales y neopentecostales sirve para despejar confusiones que suelen ser alimentadas por la ignorancia o la mala fe de quienes, por ejemplo, demonizan a esos cultos evangélicos bajo la denominación de “sectas”. En el plano religioso es donde sobresalen las diferencias: “El pentecostalismo pone un énfasis muy fuerte en la experiencia de comunicación con Jesucristo, la infusión del Espíritu Santo en la vida de las personas y la manifestación empírica de esta experiencia a través del don de lenguas –hablar en lenguas–, las sanidades y las expulsiones de demonios. Los neopentecostales ponen un acento mayor en la guerra espiritual contra espíritus que provocan problemas, las sanidades”.
Una corriente dentro de los neopentecostales, de la “nueva reforma apostólica”, sostiene que “en la Iglesia de Cristo el Espiritu Santo está levantando un nuevo tipo de ministerio, el de los apóstoles. Basados en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, los pentecostales creen que en la Iglesia hay maestros, profetas y apóstoles, y que en Argentina, en la década del 80, han sido levantados grandes predicadores que tenían algunos dones proféticos. Son pastores muy carismáticos y generalmente forman parejas pastorales, es decir que ejercen junto con sus esposas. Sus congregaciones giran muy fuertemente alrededor de estos líderes y tienden a ser muy autónomas y a establecer nexos entre otros grupos neopentecostales”.
¿Qué vinculación hay entre estos grupos y los llamados “pastores mediáticos”? “Lamentablemente, la imagen que se ha instalado públicamente es esa. No es así, pero sucede que una parte de los pastores neopentecostales tienen un afán proselitista muy fuerte y aunque ellos tienen una teología que rechaza muchas cosas de lo que consideran ‘el mundo’, no tienen reparos en usar todos los mecanismos de ‘el mundo’ para hacer proselitismo. Por ejemplo, si se trata de administrar, usan criterios que no son iguales pero que son parecidos a los de una organización empresaria. No es que sean empresas o que hagan negocios, pero hay un énfasis muy fuerte en la eficacia, en el crecimiento de las Iglesias y en usar todos los recursos: publicar y vender libros y revistas y, por supuesto, utilizar la televisión. Desde luego que se torna mediático, pero es una herramienta, no es el eje”.
Iglesia de exportación
Desde hace algunos años, Argentina presencia la llegada y expansión de la Iglesia Universal del Reino de Dios, un grupo religioso que produce un sincretismo entre el pentecostalismo y los cultos afro. En Brasil, su lugar de nacimiento, está considerada dentro del movimiento neopentecostal, pero en nuestro país se encuentra fuera del campo evangélico institucionalizado. Wynarczyk destaca un hecho clave: “El dinamismo de la IURD es tan grande que es la única Iglesia latinoamericana que se expande hacia el Primer Mundo. Está presente en Estados Unidos y en varios países de Europa”.
El aumento acelerado en cantidad de fieles –en su mayoría de sectores medios y bajos– trajo un crecimiento material que se comprueba en la compra o alquiler de grandes edificios, como cines y teatros, que son acondicionados para las ceremonias. Esta iglesia pone un énfasis determinante, según Wynarczyk, “en la lucha contra espíritus que bloquean a las personas, y que, a diferencia de los pentecostales y de los neopentecostales, genera rituales nuevos, absolutamente atípicos para las iglesias evangélicas”. Su organización también las diferencia del resto del mundo evangélico: “Las iglesias del segmento protestante histórico y las evangelicales son bastante democráticas y horizontales; las pentecostales clásicas y unas que se llaman neoclásicas –surgidas localmente en Argentina– también. En la IURD, en cambio, el sistema es episcopal, hay figura de obispo y la administración es piramidal, está manejada solamente por clérigos, con un predominio masculino, en una forma muy vertical. Ellos tienen una estética particular, vestidos de un modo formal: el cabello muy corto, peinado, con trajes, cinturón en el pantalón que llevan bien alto en la cintura”.
¿Pero por qué en Argentina no es aceptada por el resto de los evangélicos? Las diferencias dogmáticas son las principales. “Algunos significados teológicos y prácticas rituales de la IURD son demasiado chocantes para el resto de los evangélicos. La IURD tiene un liderazgo muy dinámico y activo, con una gran fuerza de avance”, explica y desliza: “Es posible que si se integraran a las organizaciones evangélicas otros líderes tuvieran temor de perder espacios. Pero no tengo dudas de que su ideario, sus innovaciones ideológicas y de rituales son atípicos, una piedra de choque muy fuerte”.+ (PE)
Germán Ferrari
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=3718
(*) Germán Ferrari es Jefe de Redacción de la revista NÓMADA, de la UNSAM, (Universidad Nacional de San Martín) de Argentina.
Traducción: María Cecilia Ferrari.
Comentarios y FORO...
Hilario Wynarczyk: una mirada sobre Argentina
Desde la revolución que Lutero y Calvino lideraron dentro del cristianismo en el siglo XVI, la vida religiosa no volvió a ser la misma. Cinco siglos más tarde, la humanidad aún sufre los desmoronamientos de aquella edificación todopoderosa que San Pedro construyó sobre una roca. En Argentina, los encuentros y desencuentros entre católicos y protestantes se remontan a la formación misma del país. Pero fue en los últimos años que los cambios sociales y políticos hicieron que ambos grupos de fieles tuvieran que entablar nuevas formas de diálogo.
Suele decirse que en la actualidad el mundo está impregnado de descreimiento. ¿Y el país? “Según los datos duros, la Iglesia católica, hasta hace un par de décadas, se reportaba públicamente conteniendo a más del 90 por ciento de la población. En este momento, es posible que los católicos que se aceptan públicamente como tales estén entre el 65 y el 75 por ciento. Pero los católicos practicantes, los que van con regularidad a la iglesia, es posible que estén en el 5 por ciento. A su vez, los evangélicos están entre el 9 y el 10 por ciento de la población y en general son muy practicantes. De modo que si comparamos los públicos practicantes, los evangélicos sean ahora más que los católicos”. El análisis le pertenece al sociólogo Hilario Wynarczyk, profesor de Metodología de la Investigación y del Taller de Tesis de la UNSAM, e investigador especializado en los procesos de las iglesias evangélicas en Argentina y sus relaciones con la sociedad civil y el Estado.
En las Jornadas sobre Experiencia Religiosa y Comunicación, organizadas por la UNSAM en noviembre pasado, Wynarczyk presentó “Oh Jesucristo, danos poder antes del juicio, para cumplir la misión que nos mandaste. Auge y protesta de los evangélicos conservadores. Argentina, 1980-2001”, una ponencia acerca de la “experiencia religiosa en colectivos evangélicos conservadores y sus derivaciones en la formación de un movimiento de protesta por la igualdad de cultos en la Argentina”. Allí se refirió a otro movimiento, algo tangencial: la formación de partidos políticos evangélicos, una experiencia que fracasó. El investigador ofrece una explicación para ese intento frustrado de unir política y religión: “Los evangélicos que intentaron crear partidos creían que el voto podía estar determinado en las congregaciones, pero en realidad estaba determinado en las pertenencias sociales. En la cuestión del voto, creo que no hay dudas: los pentecostales no votan como pentecostales y en su mayoría lo hacen al Partido Justicialista”.
Cercanías y distancias
Para comprender al sector evangélico y dejar de lado prejuicios y respuestas generalizadoras, Wynarczyk detalla las principales corrientes dentro del protestantismo: por un lado, los protestantes históricos, con Iglesias que se remontan a los tiempos de Lutero y Calvino –incluidos anglicanos y metodistas–, con un encuadre ideológico que los ubica como liberales-progresistas. La segunda corriente es la de los evangelicales, donde predominan los bautistas y los “hermanos libres” –“cuando surgieron trataron de llevar a fondo la protesta de Lutero, pero después se volvieron iglesias bastante conservadoras”–. Y el tercer grupo es el de los pentecostales y dentro de ellos, los neopentecostales.
Los diálogos entre católicos y protestantes se dieron de diferente manera en los últimos años, con cruces significativos. Por ejemplo, señala el investigador, ”los evangélicos del sector histórico tienen relaciones muy buenas con la Iglesia católica a partir de la década del 60, construidas alrededor del movimiento ecuménico. Hubo una subárea de conexión ecuménica muy fuerte entre el progresismo protestante y el progesismo católico con la Teología de la Liberación”. En cuanto a los conservadores bíblicos –evangelicales y pentecostales–, “han tenido en general una relación fría y distante con la Iglesia católica. A partir de la década del 90 comenzaron un movimiento importante de protesta para conseguir la igualdad de cultos. Eso causó una paradoja: la situación dio pie al diálogo entre líderes conservadores bíblicos con el Episcopado católico. Y aquellos consiguieron que los históricos liberacionistas también se juntaran por el tema de la igualdad de cultos”. Y afirma que en los últimos años existe un acercamiento, aunque incipiente, entre algunos conservadores bíblicos con integrantes de la comunidad católica, judía y musulmana “alrededor de temas éticos planteados desde una visión conservadora: hacer que haya más control desde una perspectiva moral sobre las emisiones de la televisión. Hay un movimiento parecido entre los evangélicos sobre temas de bioética. En Estados Unidos los conservadores bíblicos trabajan junto con los católicos en un llamado Movimiento Pro Vida”.
Nuevas tendencias
El movimiento pentecostal surgió a fines del siglo XIX y comienzos del XX, pero formalmente se considera que nació en 1906, entre los evangelicales. “Una figura clave –detalla Wynarczyk– fue William Seymour, un negro que al principio tenía que asistir al culto sentándose afuera del templo por razones de discriminación. Su prédica se expandió más allá de Los Ángeles, siguiendo líneas de clase, en sectores populares, entre mexicanos, negros y en América latina entre los más humildes, aunque también en sectores medios inferiores”. El pentecostalismo llegó a Argentina muy temprano, en 1909, a través de un obrero italiano, mosaiquero, de origen presbiteriano, que se instaló en la Isla Maciel y desde allí extendió la prédica a otros lugares del país y de las naciones limítrofes.
“Los pentecostales creen que Dios actúa en la vida cotidiana de las personas a través del Espíritu Santo, que ingresa en las personas y que se manifiesta en conductas y milagros”, explica y destaca que esas características son compartidas por el movimiento carismático, de gran auge en los últimos años, surgido dentro de la Iglesia católica en la década del 60, también en Estados Unidos, pero en la clase media y en ámbitos universitarios, más precisamente en la Universidad de Notre Dame, en Indiana. “Pero los carismáticos veneran a la Virgen como mediadora y mantienen una sujeción a la estructura vertical y episcopal católica. Esto último los separa radicalmente de los pentecostales”, define.
Establecer las características de pentecostales y neopentecostales sirve para despejar confusiones que suelen ser alimentadas por la ignorancia o la mala fe de quienes, por ejemplo, demonizan a esos cultos evangélicos bajo la denominación de “sectas”. En el plano religioso es donde sobresalen las diferencias: “El pentecostalismo pone un énfasis muy fuerte en la experiencia de comunicación con Jesucristo, la infusión del Espíritu Santo en la vida de las personas y la manifestación empírica de esta experiencia a través del don de lenguas –hablar en lenguas–, las sanidades y las expulsiones de demonios. Los neopentecostales ponen un acento mayor en la guerra espiritual contra espíritus que provocan problemas, las sanidades”.
Una corriente dentro de los neopentecostales, de la “nueva reforma apostólica”, sostiene que “en la Iglesia de Cristo el Espiritu Santo está levantando un nuevo tipo de ministerio, el de los apóstoles. Basados en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, los pentecostales creen que en la Iglesia hay maestros, profetas y apóstoles, y que en Argentina, en la década del 80, han sido levantados grandes predicadores que tenían algunos dones proféticos. Son pastores muy carismáticos y generalmente forman parejas pastorales, es decir que ejercen junto con sus esposas. Sus congregaciones giran muy fuertemente alrededor de estos líderes y tienden a ser muy autónomas y a establecer nexos entre otros grupos neopentecostales”.
¿Qué vinculación hay entre estos grupos y los llamados “pastores mediáticos”? “Lamentablemente, la imagen que se ha instalado públicamente es esa. No es así, pero sucede que una parte de los pastores neopentecostales tienen un afán proselitista muy fuerte y aunque ellos tienen una teología que rechaza muchas cosas de lo que consideran ‘el mundo’, no tienen reparos en usar todos los mecanismos de ‘el mundo’ para hacer proselitismo. Por ejemplo, si se trata de administrar, usan criterios que no son iguales pero que son parecidos a los de una organización empresaria. No es que sean empresas o que hagan negocios, pero hay un énfasis muy fuerte en la eficacia, en el crecimiento de las Iglesias y en usar todos los recursos: publicar y vender libros y revistas y, por supuesto, utilizar la televisión. Desde luego que se torna mediático, pero es una herramienta, no es el eje”.
Iglesia de exportación
Desde hace algunos años, Argentina presencia la llegada y expansión de la Iglesia Universal del Reino de Dios, un grupo religioso que produce un sincretismo entre el pentecostalismo y los cultos afro. En Brasil, su lugar de nacimiento, está considerada dentro del movimiento neopentecostal, pero en nuestro país se encuentra fuera del campo evangélico institucionalizado. Wynarczyk destaca un hecho clave: “El dinamismo de la IURD es tan grande que es la única Iglesia latinoamericana que se expande hacia el Primer Mundo. Está presente en Estados Unidos y en varios países de Europa”.
El aumento acelerado en cantidad de fieles –en su mayoría de sectores medios y bajos– trajo un crecimiento material que se comprueba en la compra o alquiler de grandes edificios, como cines y teatros, que son acondicionados para las ceremonias. Esta iglesia pone un énfasis determinante, según Wynarczyk, “en la lucha contra espíritus que bloquean a las personas, y que, a diferencia de los pentecostales y de los neopentecostales, genera rituales nuevos, absolutamente atípicos para las iglesias evangélicas”. Su organización también las diferencia del resto del mundo evangélico: “Las iglesias del segmento protestante histórico y las evangelicales son bastante democráticas y horizontales; las pentecostales clásicas y unas que se llaman neoclásicas –surgidas localmente en Argentina– también. En la IURD, en cambio, el sistema es episcopal, hay figura de obispo y la administración es piramidal, está manejada solamente por clérigos, con un predominio masculino, en una forma muy vertical. Ellos tienen una estética particular, vestidos de un modo formal: el cabello muy corto, peinado, con trajes, cinturón en el pantalón que llevan bien alto en la cintura”.
¿Pero por qué en Argentina no es aceptada por el resto de los evangélicos? Las diferencias dogmáticas son las principales. “Algunos significados teológicos y prácticas rituales de la IURD son demasiado chocantes para el resto de los evangélicos. La IURD tiene un liderazgo muy dinámico y activo, con una gran fuerza de avance”, explica y desliza: “Es posible que si se integraran a las organizaciones evangélicas otros líderes tuvieran temor de perder espacios. Pero no tengo dudas de que su ideario, sus innovaciones ideológicas y de rituales son atípicos, una piedra de choque muy fuerte”.+ (PE)
Germán Ferrari
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=3718
(*) Germán Ferrari es Jefe de Redacción de la revista NÓMADA, de la UNSAM, (Universidad Nacional de San Martín) de Argentina.
Traducción: María Cecilia Ferrari.
Comentarios y FORO...