Rafael Fernando Navarro
La última encíclica papal, “Caritas in veritate”, se inscribe en la llamada “doctrina social de la Iglesia” ¿Para quién escriben los Papas las encíclicas? Cuando hablan de la dignidad humana, de la función social de la riqueza, de la paz como bien supremo, ¿a quién están exigiendo que luchen por esa dignidad, por la repartición de las posesiones, por la construcción pacífica de la existencia? Porque uno tiene la impresión de que los Pontífices siempre se dirigen a “otros” De lo contrario no se explica que la Iglesia proclame la dignidad de la humanidad al mismo tiempo que desprecia, implícita y explícitamente, a la mujer. No se puede asociar a la riqueza una función social cuando se predica a los pobres una resignación denigrante y se marcan las terribles diferencias entre el boato trasnochado de los “príncipes de la Iglesia” y el misionero perdido en la amazonía. Se condena a los teólogos comprometidos con la pobreza del mundo y se ensalza a los que no admiten la educación para la ciudadanía. Y si la paz es el bien supremo, ¿cómo puede el cuerpo episcopal apoyar dictaduras sangrientas y aniquiladoras sin que el Papa de turno condene esas adhesiones?
Los exégetas papales han corrido demasiado al afirmar que la encíclica última encierra una condena del capitalismo y sitúa a Benedicto XVI en la izquierda. La reacción del episcopado español ha sido inmediata. Monseñor Martínez Camino, vigía de la ortodoxia de occidente, ha sido tajante: ni existe condena ni mucho menos el Papa es de izquierda. Hasta ahí podíamos llegar. Tomás Raga, catedrático de economía de la Universidad Complutense de Madrid, afirmó que para el Papa el capitalismo “es un instrumento útil aunque limitado”. Y para María Teresa Comte, profesora de doctrina social de la Iglesia en la Universidad Pontificia, el Papa propone un humanismo cuyo centro es Dios. Y este humanismo “teocéntrico” no puede condenar el mercado porque éste es un bien instrumental.
Queda claro por tanto que el capitalismo no puede ser condenado por la Iglesia. ¿O más bien ciertos eclesiásticos tienen prisa e interés sumo en demostrar su exaltación?
El Papa no es de izquierdas. No pude evitar la sonrisa cuando lo afirmó Martínez Camino. Después de condenar cualquier relación sexual fuera de unos cánones concretos, de demonizar la homosexualidad, de anatematizar el preservativo, de discriminar a la mujer como creadora de historia, de priorizar el pecado del sexto mandamiento sobre cualquier otro, de proscribir iniciativas teológicas actualizadoras del mensaje, de identificar el carisma del celibato con la imposición legalista de una concepción estrávica del sexo, etc. ¿podía alguien pensar que el Papa fuera de izquierdas? ¿Podrían mantenerse dentro de los organismos eclesiásticos diferencias aberrantes como las que se dan en instituciones religiosas y que distinguen entre la dignidad de los miembros sacerdotes y lo legos de segunda clase? ¿Sería soportable la visión clasista que el Opus Dei tiene de sus propios miembros? Cuántas interrogantes. Pero queda claro que la doctrina papal decora el mundo señalando lo que otros deben hacer, aunque sigue admirando la hermosura de su ombligo.
El Papa no es de izquierdas ni el capitalismo debe ser condenado. El papado sufre numerosas patologías, pero desde sus comienzos ha firmado inquisitorialmente con la derecha y con la derecha bendice lo que le permite la anchura desbordada de su conciencia. Funciona a la perfección el hemisferio cerebral derecho. Es impensable la hemiplejia papal izquierda.
Rafael Fernando Navarro
http://marpalabra.blogspot.com
Comentarios y FORO...
La última encíclica papal, “Caritas in veritate”, se inscribe en la llamada “doctrina social de la Iglesia” ¿Para quién escriben los Papas las encíclicas? Cuando hablan de la dignidad humana, de la función social de la riqueza, de la paz como bien supremo, ¿a quién están exigiendo que luchen por esa dignidad, por la repartición de las posesiones, por la construcción pacífica de la existencia? Porque uno tiene la impresión de que los Pontífices siempre se dirigen a “otros” De lo contrario no se explica que la Iglesia proclame la dignidad de la humanidad al mismo tiempo que desprecia, implícita y explícitamente, a la mujer. No se puede asociar a la riqueza una función social cuando se predica a los pobres una resignación denigrante y se marcan las terribles diferencias entre el boato trasnochado de los “príncipes de la Iglesia” y el misionero perdido en la amazonía. Se condena a los teólogos comprometidos con la pobreza del mundo y se ensalza a los que no admiten la educación para la ciudadanía. Y si la paz es el bien supremo, ¿cómo puede el cuerpo episcopal apoyar dictaduras sangrientas y aniquiladoras sin que el Papa de turno condene esas adhesiones?
Los exégetas papales han corrido demasiado al afirmar que la encíclica última encierra una condena del capitalismo y sitúa a Benedicto XVI en la izquierda. La reacción del episcopado español ha sido inmediata. Monseñor Martínez Camino, vigía de la ortodoxia de occidente, ha sido tajante: ni existe condena ni mucho menos el Papa es de izquierda. Hasta ahí podíamos llegar. Tomás Raga, catedrático de economía de la Universidad Complutense de Madrid, afirmó que para el Papa el capitalismo “es un instrumento útil aunque limitado”. Y para María Teresa Comte, profesora de doctrina social de la Iglesia en la Universidad Pontificia, el Papa propone un humanismo cuyo centro es Dios. Y este humanismo “teocéntrico” no puede condenar el mercado porque éste es un bien instrumental.
Queda claro por tanto que el capitalismo no puede ser condenado por la Iglesia. ¿O más bien ciertos eclesiásticos tienen prisa e interés sumo en demostrar su exaltación?
El Papa no es de izquierdas. No pude evitar la sonrisa cuando lo afirmó Martínez Camino. Después de condenar cualquier relación sexual fuera de unos cánones concretos, de demonizar la homosexualidad, de anatematizar el preservativo, de discriminar a la mujer como creadora de historia, de priorizar el pecado del sexto mandamiento sobre cualquier otro, de proscribir iniciativas teológicas actualizadoras del mensaje, de identificar el carisma del celibato con la imposición legalista de una concepción estrávica del sexo, etc. ¿podía alguien pensar que el Papa fuera de izquierdas? ¿Podrían mantenerse dentro de los organismos eclesiásticos diferencias aberrantes como las que se dan en instituciones religiosas y que distinguen entre la dignidad de los miembros sacerdotes y lo legos de segunda clase? ¿Sería soportable la visión clasista que el Opus Dei tiene de sus propios miembros? Cuántas interrogantes. Pero queda claro que la doctrina papal decora el mundo señalando lo que otros deben hacer, aunque sigue admirando la hermosura de su ombligo.
El Papa no es de izquierdas ni el capitalismo debe ser condenado. El papado sufre numerosas patologías, pero desde sus comienzos ha firmado inquisitorialmente con la derecha y con la derecha bendice lo que le permite la anchura desbordada de su conciencia. Funciona a la perfección el hemisferio cerebral derecho. Es impensable la hemiplejia papal izquierda.
Rafael Fernando Navarro
http://marpalabra.blogspot.com
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