Para poder emplear a su favor esas ideas de Sarmiento -instrumentos fabulosos para defender sus intereses agropecuarios y de subordinación al imperialismo inglés- la clase dominante ocultó todo aquello que demostraba que Sarmiento era -también él- un bárbaro.
Se fabricó la imagen del Gran Educador, colmado de virtudes, pensador profundo y equilibrado, sociólogo avanzado, nutrido en Europa de las principales teorías de la época (hasta, para algunos, simpatizante del socialismo). Se lo hizo bronce. Se escamotearon sus disidencias con Mitre y los perfiles singulares de su presidencia. Se elevó el "Facundo" al nivel de "Biblia nacional". (Así también pasó a los colegios como alumno ejemplar, que nunca faltaba a clase, ejemplo de modales, científico, que no mentía, etc.)
Con las ideas de Sarmiento - y ocultando su conducta y buena parte de su vida política - la oligarquía fabricó el sarmientismo y, por consiguiente, los sarmientudos. El sarmientismo, concepción antinacional, desdeña al pueblo por racialmente inferior - pues proviene de indios, negros y gauchos - y por inculto, guiado sólo por bajas pasiones, cargado de inmoralidad, violento, proclive a aceptar caudillos y demagogos, enemigo del progreso y de los adelantos del mundo desarrollado. Los sarmientudos son aquellos devotos de esta concepción. Y no sólo las maestras de escuela y los directores, sino muchos profesionales, incluso aquellos definidos como izquierdistas que combinan fraseología marxista con sumisión total a la concepción de "civilización o barbarie", o a la teoría de que la política es una lucha entre cultura e incultura o entre moral y corrupción y no, como es realmente, expresión de intereses económico-sociales en pugna, es decir, de la lucha de clases.
Esta función que cumplió Sarmiento - más allá de la conciencia o inconsciencia de sus aportes - lo convierte en un reaccionario, servidor de los intereses de la clase dominante, aportante de la ideología necesaria al modelo de la Argentina agroexportadora subordinada al Imperio Británico.
NORBERTO GALASSO, Cuadernos para la otra historia, Centro Cultural “Enrique Santos Discépolo”, 1999.