A pocos días del referéndum por la nueva Constitución, la máxima instancia de los obispos católicos de Bolivia acaba de emitir un nuevo mensaje pastoral sobre el proceso constituyente y el tercero de una serie que comenzó en el 2006.
Tal como sucedió en los anteriores, refleja las tensiones y discordancias internas del episcopado con relación al proceso sociopolítico que experimenta el país. En esta oportunidad, los prelados decidieron recurrir a una solución salomónica, que en la práctica derivó en la redacción de un documento artificial y pueril, cuyo núcleo es un doble listado con diez razones a favor y diez en contra de la nueva Constitución.
Hay que destacar, sin embargo, que este recurso a un aparente equilibrio fue quebrado una y otra vez en los últimos meses por el cardenal Julio Terrazas, cuyas acciones, homilías, opiniones y críticas adversas al gobierno fueron profusamente respaldadas, difundidas y celebradas por los grupos de poder que no se resignan al avance de los movimientos sociales, y mucho menos a un instrumento legal que procura garantizar y profundizar conquistas para las grandes mayorías.
En la práctica Terrazas se erigió como el rostro y la voz que la derecha no logró encontrar en sus propias filas, signadas por el desprestigio de personajes y partidos políticos impresentables.
El documento de marras, cuyo título es "Llamados a ejercer un voto consciente, libre y responsable", intenta en vano un balance de última hora, abordando atropelladamente, y en ocasiones con ligereza, temas de gran complejidad. Esto es reflejo de la incapacidad de la Conferencia Episcopal para desarrollar procesos responsables de reflexión, atenazada de una parte por su propio desconcierto ante un proceso histórico que no es capaz de leer, interpretar y acompañar, y de otra por sus compromisos con grupos de poder que le demandan sumisión a cambio de privilegios.
Un ejemplo de lo que afirmamos es la frase con la que cierran el quinto párrafo introductorio del mencionado documento, y que les sirve a modo de constatación fundamental: "...el Proyecto ha sido resultado más de la correlación de fuerzas políticas y sociales, que de la expresión total de las propuestas y anhelos del pueblo boliviano".
¿Creen realmente los obispos bolivianos que existen proyectos políticos que no sean el producto de luchas y confrontación? ¿Piensan sinceramente en la posibilidad de que un texto constitucional deje a todos los sectores sociales satisfechos?
¿De qué "propuestas y anhelos" se trata? ¿Serán acaso las de los promotores vernáculos de neoliberalismo, que arrastraron al país a una irresponsable subasta de recursos naturales en beneficio de multinacionales y grandes intereses empresariales? ¿Se referirán a los proyectos racistas y excluyentes cuyas expresiones el pueblo observó con espanto hace pocos meses? ¿Serán acaso las de los que acapararon inmensas extensiones de tierras gracias a dotaciones fraudulentas, y hoy mantienen a indígenas en condiciones de servidumbre?
Resulta difícil imaginar a qué se están refiriendo los obispos cuando exaltan con sensiblería aquella totalidad difusa y angelical, que de poco sirve cuando se trata de devolver la dignidad a millones de empobrecidos, y de hacer justicia con los que arruinaron la tierra.
No deja de sorprender la ineptitud de los jerarcas para asumir la realidad material de su propio país.
Sólo esa torpeza podría explicar su énfasis en entes de razón ejemplares y modélicos (familia, medios de comunicación, poder judicial, educación, identidad religiosa nacional) que en su documento pastoral presentan como realmente existentes y prácticamente libres de contradicciones y defectos, pero amenazados por el nuevo texto constitucional, que buscaría alterarlos y subvertirlos.
La realidad-real es mucho más áspera, y explica en buena medida por qué motivos quebró un bloque histórico y el país se encuentra hoy en plena etapa de transición.
Como es de imaginar, la mediocracia local fue veloz en la difusión del doble listado episcopal, ya que bajo la fachada del equilibrio y el juicio inapelable, acaba siendo funcional y muy oportuno para las campañas organizadas por sectores reacios a cualquier tipo de cambio en las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de Bolivia.+ (PE)
Alejandro Dausá
09/01/19 - PreNot 7894
Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
www.ecupres.com.ar
Comentarios y FORO...
Tal como sucedió en los anteriores, refleja las tensiones y discordancias internas del episcopado con relación al proceso sociopolítico que experimenta el país. En esta oportunidad, los prelados decidieron recurrir a una solución salomónica, que en la práctica derivó en la redacción de un documento artificial y pueril, cuyo núcleo es un doble listado con diez razones a favor y diez en contra de la nueva Constitución.
Hay que destacar, sin embargo, que este recurso a un aparente equilibrio fue quebrado una y otra vez en los últimos meses por el cardenal Julio Terrazas, cuyas acciones, homilías, opiniones y críticas adversas al gobierno fueron profusamente respaldadas, difundidas y celebradas por los grupos de poder que no se resignan al avance de los movimientos sociales, y mucho menos a un instrumento legal que procura garantizar y profundizar conquistas para las grandes mayorías.
En la práctica Terrazas se erigió como el rostro y la voz que la derecha no logró encontrar en sus propias filas, signadas por el desprestigio de personajes y partidos políticos impresentables.
El documento de marras, cuyo título es "Llamados a ejercer un voto consciente, libre y responsable", intenta en vano un balance de última hora, abordando atropelladamente, y en ocasiones con ligereza, temas de gran complejidad. Esto es reflejo de la incapacidad de la Conferencia Episcopal para desarrollar procesos responsables de reflexión, atenazada de una parte por su propio desconcierto ante un proceso histórico que no es capaz de leer, interpretar y acompañar, y de otra por sus compromisos con grupos de poder que le demandan sumisión a cambio de privilegios.
Un ejemplo de lo que afirmamos es la frase con la que cierran el quinto párrafo introductorio del mencionado documento, y que les sirve a modo de constatación fundamental: "...el Proyecto ha sido resultado más de la correlación de fuerzas políticas y sociales, que de la expresión total de las propuestas y anhelos del pueblo boliviano".
¿Creen realmente los obispos bolivianos que existen proyectos políticos que no sean el producto de luchas y confrontación? ¿Piensan sinceramente en la posibilidad de que un texto constitucional deje a todos los sectores sociales satisfechos?
¿De qué "propuestas y anhelos" se trata? ¿Serán acaso las de los promotores vernáculos de neoliberalismo, que arrastraron al país a una irresponsable subasta de recursos naturales en beneficio de multinacionales y grandes intereses empresariales? ¿Se referirán a los proyectos racistas y excluyentes cuyas expresiones el pueblo observó con espanto hace pocos meses? ¿Serán acaso las de los que acapararon inmensas extensiones de tierras gracias a dotaciones fraudulentas, y hoy mantienen a indígenas en condiciones de servidumbre?
Resulta difícil imaginar a qué se están refiriendo los obispos cuando exaltan con sensiblería aquella totalidad difusa y angelical, que de poco sirve cuando se trata de devolver la dignidad a millones de empobrecidos, y de hacer justicia con los que arruinaron la tierra.
No deja de sorprender la ineptitud de los jerarcas para asumir la realidad material de su propio país.
Sólo esa torpeza podría explicar su énfasis en entes de razón ejemplares y modélicos (familia, medios de comunicación, poder judicial, educación, identidad religiosa nacional) que en su documento pastoral presentan como realmente existentes y prácticamente libres de contradicciones y defectos, pero amenazados por el nuevo texto constitucional, que buscaría alterarlos y subvertirlos.
La realidad-real es mucho más áspera, y explica en buena medida por qué motivos quebró un bloque histórico y el país se encuentra hoy en plena etapa de transición.
Como es de imaginar, la mediocracia local fue veloz en la difusión del doble listado episcopal, ya que bajo la fachada del equilibrio y el juicio inapelable, acaba siendo funcional y muy oportuno para las campañas organizadas por sectores reacios a cualquier tipo de cambio en las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de Bolivia.+ (PE)
Alejandro Dausá
09/01/19 - PreNot 7894
Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
www.ecupres.com.ar
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