El Colectivo de Mujeres Rebeldía organizó en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra un coloquio sobre religiosidad y cambio social en Bolivia, con énfasis en el fenómeno de la manipulación de los sentimientos religiosos de la población, notable en la última etapa de las campañas que planteaban el rechazo a la nueva Constitución Política del Estado.
A partir de dos presentaciones a cargo de Madela Sainz y Alejandro Dausá, se desarrolló entre los y las participantes un debate que bien puede ser reflejo de lo que numerosas personas piensan, pero no se atreven a expresar, en particular en el propio ámbito de la iglesia católica.
Lo paradójico del fenómeno de manipulación mencionado, es que instituciones eclesiales que deberían ser promotoras de valores como honestidad y veracidad, se prestaron a difundir y multiplicar en los últimos meses toda clase de falacias acerca de la nueva carta magna, urdiendo un discurso basado en mensajes breves pero aterrorizadores sobre los supuestos males que acarrearía la aprobación del nuevo texto.
Una idea de ese funcionamiento puede verse con algunos ejemplos de esos mensajes, como “limitación severa de las libertades religiosas”, “vía libre al aborto y a los matrimonios entre personas del mismo sexo”, “cierre de escuelas confesionales”, “imposición de creencias de los pueblos originarios por sobre las del cristianismo”, “contradicción insalvable entre el nuevo texto y el mismísimo Dios” y otros similares. Se los acompañaba con interpretaciones descabelladas o simples embustes que forzaban a los nuevos artículos constitucionales a decir lo que ni en la letra ni en la intención expresan.
Santa Cruz se constituyó en el epicentro de dicha campaña, e incluso su arquidiócesis llegó al extremo de redactar y distribuir ampliamente una versión propia y sesgada del último documento de la Conferencia Episcopal boliviana sobre el referéndum.
Una de las observadoras de la ONU preguntó a un párroco por qué motivo no se distribuía la edición original de la carta pastoral, y se le respondió que Santa Cruz constituía "una realidad diferente al resto del país". Habrá que esperar el resultado de investigaciones y encuestas para conocer hasta qué punto la campaña falsificadora condicionó el voto en esa región, aunque por el momento todo indica que fue un poderoso elemento de coacción psíquica y moral.
Si la manipulación religiosa no tuvo el mismo impacto ni respaldo mediático en el occidente del país, se debe a que en el oriente boliviano el cristianismo juega hasta hoy un rol singular, con mayor densidad y capacidad de control social. Es necesario advertir que la conquista operó en esta zona fundamentalmente a través de reducciones jesuíticas y misiones franciscanas, habida cuenta del fracaso de las avanzadas militares españolas, y el desencanto y posterior desinterés de los conquistadores al no hallar oro o plata.
Al ambiguo tutelaje de los misioneros, protector pero alienante a la vez, se le sumó en la historia más reciente el sometimiento de importantes porciones de la población a la estructura del patronazgo, primero en las explotaciones de la goma y la castaña, y luego en las grandes haciendas que hasta el día de hoy cuentan con trabajadores en condiciones de semi-esclavitud, tal y como fue comprobado por diferentes instancias nacionales e internacionales. Por eso, nunca más cierta que en Santa Cruz la afirmación gramsciana de que la religión es parte constitutiva del "sentido común" y por tanto de la cultura de las clases subalternas, moldeada dentro de los parámetros impuestos por los grupos hegemónicos, lo que redunda en una suerte de "doble conciencia teórica", contradictoria y por lo mismo paralizante, pero funcional a la clase dominante, que la aprovechó con habilidad para condicionar el voto de sectores populares.
El discurso pronunciado por el presidente Evo Morales en ocasión de la aprobación oficial de la nueva Constitución menciona en dos ocasiones a la iglesia católica, y en otra a "las iglesias" (como sinónimo de "templos"). Por una parte rescata las figuras de religiosos que durante la Colonia defendían la vida, la justicia y la soberanía, y también recuerda por su nombre a Luis Espinal, un sacerdote que fue asesinado por paramilitares en 1980, durante la dictadura de García Meza, subrayando que "dio la vida por la vida de los demás". Más adelante, critica la campaña a la que hicimos mención, desarrollada activamente desde algunas parroquias y templos del país.
El proceso de confrontación, que como indicaba Max Weber es también una "guerra de dioses", resulta similar al que se experimenta en Venezuela y Ecuador, y posibilita nuevos debates acerca de la relevancia de la dimensión religiosa en la construcción de un nuevo orden social, tema muchas veces relegado y despreciado por partidos o movimientos de izquierda. A la vez, despierta del letargo a creyentes que pretenden vivir su fe articulada a un proyecto político emancipador, libres de la sujeción a jerarquías y estructuras eclesiásticas visiblemente aliadas con las élites empresariales, terratenientes o financieras.
Martín Suso
http://alainet.org/active/28904&lang=es
Comentarios y FORO...
A partir de dos presentaciones a cargo de Madela Sainz y Alejandro Dausá, se desarrolló entre los y las participantes un debate que bien puede ser reflejo de lo que numerosas personas piensan, pero no se atreven a expresar, en particular en el propio ámbito de la iglesia católica.
Lo paradójico del fenómeno de manipulación mencionado, es que instituciones eclesiales que deberían ser promotoras de valores como honestidad y veracidad, se prestaron a difundir y multiplicar en los últimos meses toda clase de falacias acerca de la nueva carta magna, urdiendo un discurso basado en mensajes breves pero aterrorizadores sobre los supuestos males que acarrearía la aprobación del nuevo texto.
Una idea de ese funcionamiento puede verse con algunos ejemplos de esos mensajes, como “limitación severa de las libertades religiosas”, “vía libre al aborto y a los matrimonios entre personas del mismo sexo”, “cierre de escuelas confesionales”, “imposición de creencias de los pueblos originarios por sobre las del cristianismo”, “contradicción insalvable entre el nuevo texto y el mismísimo Dios” y otros similares. Se los acompañaba con interpretaciones descabelladas o simples embustes que forzaban a los nuevos artículos constitucionales a decir lo que ni en la letra ni en la intención expresan.
Santa Cruz se constituyó en el epicentro de dicha campaña, e incluso su arquidiócesis llegó al extremo de redactar y distribuir ampliamente una versión propia y sesgada del último documento de la Conferencia Episcopal boliviana sobre el referéndum.
Una de las observadoras de la ONU preguntó a un párroco por qué motivo no se distribuía la edición original de la carta pastoral, y se le respondió que Santa Cruz constituía "una realidad diferente al resto del país". Habrá que esperar el resultado de investigaciones y encuestas para conocer hasta qué punto la campaña falsificadora condicionó el voto en esa región, aunque por el momento todo indica que fue un poderoso elemento de coacción psíquica y moral.
Si la manipulación religiosa no tuvo el mismo impacto ni respaldo mediático en el occidente del país, se debe a que en el oriente boliviano el cristianismo juega hasta hoy un rol singular, con mayor densidad y capacidad de control social. Es necesario advertir que la conquista operó en esta zona fundamentalmente a través de reducciones jesuíticas y misiones franciscanas, habida cuenta del fracaso de las avanzadas militares españolas, y el desencanto y posterior desinterés de los conquistadores al no hallar oro o plata.
Al ambiguo tutelaje de los misioneros, protector pero alienante a la vez, se le sumó en la historia más reciente el sometimiento de importantes porciones de la población a la estructura del patronazgo, primero en las explotaciones de la goma y la castaña, y luego en las grandes haciendas que hasta el día de hoy cuentan con trabajadores en condiciones de semi-esclavitud, tal y como fue comprobado por diferentes instancias nacionales e internacionales. Por eso, nunca más cierta que en Santa Cruz la afirmación gramsciana de que la religión es parte constitutiva del "sentido común" y por tanto de la cultura de las clases subalternas, moldeada dentro de los parámetros impuestos por los grupos hegemónicos, lo que redunda en una suerte de "doble conciencia teórica", contradictoria y por lo mismo paralizante, pero funcional a la clase dominante, que la aprovechó con habilidad para condicionar el voto de sectores populares.
El discurso pronunciado por el presidente Evo Morales en ocasión de la aprobación oficial de la nueva Constitución menciona en dos ocasiones a la iglesia católica, y en otra a "las iglesias" (como sinónimo de "templos"). Por una parte rescata las figuras de religiosos que durante la Colonia defendían la vida, la justicia y la soberanía, y también recuerda por su nombre a Luis Espinal, un sacerdote que fue asesinado por paramilitares en 1980, durante la dictadura de García Meza, subrayando que "dio la vida por la vida de los demás". Más adelante, critica la campaña a la que hicimos mención, desarrollada activamente desde algunas parroquias y templos del país.
El proceso de confrontación, que como indicaba Max Weber es también una "guerra de dioses", resulta similar al que se experimenta en Venezuela y Ecuador, y posibilita nuevos debates acerca de la relevancia de la dimensión religiosa en la construcción de un nuevo orden social, tema muchas veces relegado y despreciado por partidos o movimientos de izquierda. A la vez, despierta del letargo a creyentes que pretenden vivir su fe articulada a un proyecto político emancipador, libres de la sujeción a jerarquías y estructuras eclesiásticas visiblemente aliadas con las élites empresariales, terratenientes o financieras.
Martín Suso
http://alainet.org/active/28904&lang=es
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