jueves, 19 de noviembre de 2009

Sólo cielo y milagro hoy no es suficiente

Eduardo Pérsico

Qué bien vendría a deidades y dioses de los diversos credos venir a este planeta sin ojos de turista.

Han pasado los siglos, alguien diría unos miles, y algunas salvaciones jamás nos han llegado. Si hay mágicas deidades más halla del elenco que propone el Olimpo, es una duda grande que ninguna se atreva a convivir con especies que fueran su proyecto. Según tanto se repitiera de nosotros ‘hechos a semejanza de dios’, sin formato de peces o mirada en la nuca y tipos comunes como usted, yo y el otro, les pedimos a las divinidades visitar este planeta como sea. Sin milagros ni misas muy suntuosas queremos solamente que se ocupen de equilibrar los tantos de este siniestro juego diseñado en la tierra. Aunque embarren su aureola por estos arrabales que junta condenados por el hambre y el frío, rincones apartados de cualquier esperanza, esperamos hallar algún sobrenatural todopoderoso que disponga un cambio, donación o trueque de nuestra agobiadora realidad. Según lo conocido, nadie creíble marinero o terrestre, vio angélicas figuras bregando por la repartición de comida, o advirtiendo a señores adueñados del mundo que todo es de la tierra y con la muerte, muere. De aquí ningún mortal se lleva ni las migas; los diamantes deslucen la mortaja y con la cremación todo metal se altera, pierde sus propiedades… Qué bien vendría a deidades y dioses de los diversos credos venir a este planeta sin ojos de turista. Por favor, recorrerlo con ganas y verlo según es; con sus pícaros sermoneando en los templos y absolviendo pecados cada cual a su precio, y que al pasar llenan con crédulos turistas bien vestidos la famosa plaza egregia de los romanos. Esa renombrada representación que cualquier domingo ofrecen esos artistas estelares con bonetes de dibujo animado, ropas carnavalescas y un lenguaje confuso de exigir a los mortales comunes que sean buenos, desechen la riqueza, se amen unos a otros y abatan la pobreza.


¿De qué hablan estos pastores además de proponernos regularmente que ante la tentación carnal hagamos el amor rezando un padrenuestro? No jodamos, arengar a desechar la riqueza a esos que sin alcanzar fortuna comen siempre, es un guiño cómplice con los furibundos cultores religiosos por la propiedad privada de sus bienes. Dueños de cuantiosas fortunas, aunque no tanto y también mucho menos, hoy están decididos a liquidar hambrientos cómo sea, en tanto los miserables de la tierra que sólo por seguir vivos delatan la inequidad del sistema económico implantado en el planeta, - que a las sectas religiosas no les sugiere ningún remordimiento litúrgico- se empecinan en seguir comiendo. Ese algo natural de cualquier especie a la sobrevivencia, pareciera la gran preocupación de las clases medias bajas hacia arriba en la Argentina que conocemos. Ese renombrar técnicamente ‘acabar con la pobreza’ la lucha contra los miserables, esconde una mentira diabólica y cruel porque al mismo tiempo los pudientes favorecidos por navegar en estas aguas, sin cesar aumentan su agresión a los desposeídos. En nombre de la democracia, la seguridad jurídica y cualquier ardid que se les ocurra, los dueños verdaderos del Poder usan a sus fabricantes de opinión, - medios de comunicación, corporaciones místicas, farándulas varias y delirantes orientadores conceptuales- en aleccionar que el sistema económico, social y financiero que ellos disponen es el único respetable y posible. Cualquier actitud contra sus intereses es antidemocrático, criminal o terrorista, y debería eliminarse por el ‘gatillo fácil’, frecuente método policial, o reclamando sin cesar el endurecimiento de las condenas contra los menores. No hay código penal que los conforme y aunque disfracen el pedido de pena de muerte contra cualquiera, jamás aceptan ni discuten el mejor reparto de los bienes y mucho menos el régimen de propiedad de la tierra. A ellos les resulta hereje toda vocación en organizar comarcas en la que coman todos, y esa cerrazón o tozudez del Poder y sus adoradores ante las encerronas del sistema, hoy exhiben un patetismo rígidamente teatral.

Pero se llame capitalismo o de distinto nombre pero incapaz de repartir los panes, por aquí nada sirve y así ninguna deidad mágica o prodigiosa se apiada de este planeta menor con nosotros encima. Aunque eso sí, parece que el Pentágono y el Departamento de Estado disciplinando a la *SIP, le avisaron a los dioses que no se inquieten porque ellos se ocuparán de todo. (noviembre del 2009)

*SIP: Sociedad Interamericana de Prensa, representativa de las corporaciones y dueños de medios de comunicación.


Eduardo Pérsico
escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

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