Pepcastelló
Creer en Dios no es malo. Pero es peligroso creer a quienes hablan en su nombre.
El artículo de F. William Engdahl titulado “El fundamentalismo cristiano infiltra el Partido Republicano de EE.UU.” difundido por ECUPRES con fecha 08/09/30 - PreNot 7696 es una clara invitación a reflexionar sobre los peligros que puede comportar la religión [1].
El peligro que conlleva la religión es el de seguir a alguien investido de autoridad por fuerzas celestiales que nunca ha visto nadie. El pensamiento hace malabarismos con las palabras y torna razonable lo irracional con tal que pueda elaborar un discurso que vaya acompañado de una carga emocional capaz de penetrar en lo profundo de la mente de quien lo recibe y despertar los sueños que en ella hay latentes.
El alma humana es un intrincado cúmulo de fantasías y sueños de toda clase, desde los más felices hasta los más terribles. Paraísos e infiernos se mezclan en lo más profundo de la mente y emergen cuando las condiciones externas lo provocan. Ángeles y demonios se disputan entonces el universo mental de las persona en pos de su conducta, que es lo único que interesa a quienes por encima de las masas manejan el discurso.
El corazón humano es sensible al amor, pero también al odio. El amor nace de la proximidad y la confianza; el odio de la inseguridad, del temor y el recelo que se asientan en la propia desconfianza, de la envidia, del egoísmo insatisfecho, de la ambición desmedida, de la codicia... El amor genera vida. El odio violencia, destrucción y muerte.
El cristianismo predica el amor al prójimo como principal mandamiento. Luego ¿quién puede entender como cristiano un discurso que ensalza el poder y promueve el dominio de unos sobre otros? Tal es el caso de la “Teología del Dominio” o “dominionismo” que inspira a una buena parte de población adscrita al “Cristianismo Evangélico Renacido” tan extendido en EE.UU.
Más allá de ideologías y doctrinas está la compasión. Cualquier discurso que se muestre contrario a ésta debe ser rechazado.
La compasión que nace en presencia del sufrimiento ajeno es el mejor aval de humanidad que puede exhibir una persona. No seremos humanos completamente en tanto no pongamos el bien común por encima del propio y la colaboración en el lugar que ahora ocupa la competencia.
Dejémonos, pues, de dioses inventados y de doctrinas complacientes y egoístas elaboradas pensando en la supremacía del yo y del nosotros. Sólo cuando seamos capaces de elaborar un discurso que sirva por igual a todo el mundo podremos empezar a pensar que nos estamos acercando a la verdad.
La gobernadora de Alaska, Sarah Palin, declarada públicamente afín al “dominionismo” ha sido elegida por el candidato republicano para ocupar la vicepresidencia. La posibilidad de que el fanatismo religioso pseudocristiano domine la tierra no es una quimera.
Ante este derroche de locura colectiva, de manipulación sectaria de las mentes que se están produciendo incomprensiblemente todavía en nuestro siglo XXI en ese lugar del mundo y en otros mucho más cercanos, parece más que justificado pasar todo pensamiento religioso, sea el que sea, por la piedra de toque del sentido común y de una ética universalizable. De otro modo, nuevos dioses se seguirán forjando en las mentes según diseño de quienes ansían el poder sobre la tierra.
[1] http://lahoradelgrillo.blogspot.com/2008/09/el-fundamentalismo-cristiano-infiltra.html
Pepcastelló
Comentarios y FORO...
Creer en Dios no es malo. Pero es peligroso creer a quienes hablan en su nombre.
El artículo de F. William Engdahl titulado “El fundamentalismo cristiano infiltra el Partido Republicano de EE.UU.” difundido por ECUPRES con fecha 08/09/30 - PreNot 7696 es una clara invitación a reflexionar sobre los peligros que puede comportar la religión [1].
El peligro que conlleva la religión es el de seguir a alguien investido de autoridad por fuerzas celestiales que nunca ha visto nadie. El pensamiento hace malabarismos con las palabras y torna razonable lo irracional con tal que pueda elaborar un discurso que vaya acompañado de una carga emocional capaz de penetrar en lo profundo de la mente de quien lo recibe y despertar los sueños que en ella hay latentes.
El alma humana es un intrincado cúmulo de fantasías y sueños de toda clase, desde los más felices hasta los más terribles. Paraísos e infiernos se mezclan en lo más profundo de la mente y emergen cuando las condiciones externas lo provocan. Ángeles y demonios se disputan entonces el universo mental de las persona en pos de su conducta, que es lo único que interesa a quienes por encima de las masas manejan el discurso.
El corazón humano es sensible al amor, pero también al odio. El amor nace de la proximidad y la confianza; el odio de la inseguridad, del temor y el recelo que se asientan en la propia desconfianza, de la envidia, del egoísmo insatisfecho, de la ambición desmedida, de la codicia... El amor genera vida. El odio violencia, destrucción y muerte.
El cristianismo predica el amor al prójimo como principal mandamiento. Luego ¿quién puede entender como cristiano un discurso que ensalza el poder y promueve el dominio de unos sobre otros? Tal es el caso de la “Teología del Dominio” o “dominionismo” que inspira a una buena parte de población adscrita al “Cristianismo Evangélico Renacido” tan extendido en EE.UU.
Más allá de ideologías y doctrinas está la compasión. Cualquier discurso que se muestre contrario a ésta debe ser rechazado.
La compasión que nace en presencia del sufrimiento ajeno es el mejor aval de humanidad que puede exhibir una persona. No seremos humanos completamente en tanto no pongamos el bien común por encima del propio y la colaboración en el lugar que ahora ocupa la competencia.
Dejémonos, pues, de dioses inventados y de doctrinas complacientes y egoístas elaboradas pensando en la supremacía del yo y del nosotros. Sólo cuando seamos capaces de elaborar un discurso que sirva por igual a todo el mundo podremos empezar a pensar que nos estamos acercando a la verdad.
La gobernadora de Alaska, Sarah Palin, declarada públicamente afín al “dominionismo” ha sido elegida por el candidato republicano para ocupar la vicepresidencia. La posibilidad de que el fanatismo religioso pseudocristiano domine la tierra no es una quimera.
Ante este derroche de locura colectiva, de manipulación sectaria de las mentes que se están produciendo incomprensiblemente todavía en nuestro siglo XXI en ese lugar del mundo y en otros mucho más cercanos, parece más que justificado pasar todo pensamiento religioso, sea el que sea, por la piedra de toque del sentido común y de una ética universalizable. De otro modo, nuevos dioses se seguirán forjando en las mentes según diseño de quienes ansían el poder sobre la tierra.
[1] http://lahoradelgrillo.blogspot.com/2008/09/el-fundamentalismo-cristiano-infiltra.html
Pepcastelló
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