¿A qué le llamamos “educación” cuando la reclamamos?
Desde los tiempos de
Eso que llamamos Educación, así, con mayúscula, como una entidad unívoca, como un concepto que con solo nombrarlo invoca una magia sin contradicciones; no existe. La educación implica muchas cosas y en no pocas oportunidades, lejos de ser portadora de valores positivos para el desarrollo social, se convierte en la fuente de transmisión de los peores vicios y miserias. Tenemos arraigada la idea de que siendo una sociedad atravesada por múltiples contradicciones, sin identidad ni objetivos políticos comunes, en definitiva, sin proyectos colectivos,
La raíz de la palabra maestro esta emparentada con la palabra mostrar, enseñar era y sigue siendo básicamente mostrar, el profesor demuestra al alumno su propia comprensión del material, su capacidad para realizar el experimento químico, su capacidad para resolver la ecuación en el pizarrón, la mano guía la del alumno sobre las teclas del piano, la enseñanza ejemplar es actuación y hasta puede ser muda. Todas las planificaciones escolares en todas las materias hablan de fomentar en los chicos la tolerancia, el respeto por el otro, los valores ciudadanos, la igualdad de oportunidades; tenemos la ilusión de transmitirles esos valores y principios. El problema es que no actuamos así, no les mostramos eso. El sistema educativo argentino no actúa movido por estos principios.
Pongamos como ejemplo a los que son considerados los mejores colegios de
Lo que subyace como discurso subliminar, lo que en educación se llama el “curríuculum oculto” de esta lógica es: “sálvate a ti mismo, o sálvese quien pueda”. Es por eso que llegados a este punto seria oportuno que nos preguntemos: la excelencia académica, ¿no tiene nada que ver con generar espacios de creación colectiva? Por qué no pensar en la fuerza del trabajo grupal, en el equilibrio y enriquecimiento que generan los emprendimientos colectivos. En donde el encuentro con el diferente de nosotros en lugar de una amenaza pueda ser una oportunidad. Por qué es excelente acumular determinados conocimientos y no es excelente trabajar con los chicos que tienen dificultades, fomentar la colaboración más que la competencia, la construcción entre todos ubicando diferentes roles, hablar y ejercer la igualdad.
Lo que falta no es educación, así a secas, sino un proyecto educativo que tenga como objetivo construirnos como sociedad. Una comunidad no es un conjunto de gente viviendo cada uno en pos de sus propios objetivos y bregando por sus propios intereses. Los problemas que enfrentamos, las rarezas que nos pasan, no tienen como fondo la falta: el problema es lo que hay.
Hoy en día, sin embargo, ésta es la sociedad que tenemos, ésta es la sociedad que somos y, por lo tanto, es una quimera pensar que nuestra educación pueda llegar a ser diferente. ¿Quiénes sino nosotros somos los educadores? Queramos o no, las nuevas generaciones nos están mirando. Más allá de nuestras buenas intenciones, lo que hacemos es nuestra mayor enseñanza. Tratemos de ser dignos Maestros.
Sergio Wischñevsky * Historiador de
http://www.pagina12.com.ar/diario/mitologias/27-107354-2008-07-07.html