lunes, 14 de junio de 2010

¿Sordomudos y sumisos? No, gracias.

Originario

Cada vez es más patente la oposición que las políticas neoliberales encuentran en todos los ambientes, mientras con esta crisis generalizada crecen las manifestaciones de descontento popular, incluso en el Sur planetario. No están solos, y así debe ser.

Los trabajadores, los desempleados y hasta los pensionistas son cada vez menos sensibles a las palabrerías de los políticos. Y cada vez es más visible el poco aprecio que estos últimos muestran hacia la libertad de expresión. Querrían gobernar sobre sordomudos insensibles, adaptados al Sistema, productivos a la carta y obedientes. Ese sería su ideal de ciudadano perfecto, pero este no existe nunca del todo ni en todas partes. Siempre hay personas y grupos dispuestos a no callar, y por eso cada reunión de los dirigentes mundiales se amuralla con alambradas y policías y se guarda silencio sobre lo esencial de lo allí se habla, pero el caso es que lo que allí se habla afecta directamente a nuestras vidas. Por ello, los dirigentes políticos miran con creciente preocupación y afán de control a todos los grupos alternativos multifacéticos formados por gentes de pensamiento libre: pacifistas, ecologistas, activistas políticos, diversos grupos espirituales y colectivos “no homologados” y otros nada proclives a pactar con la política del consenso capitalista.

Muchos grupos, minoritarios pero con las ideas claras, son capaces de organizarse en un momento determinado y actuar para defender la justicia en su propio campo de acción. Carecen de representantes parlamentarios, pero no los desean; carecen, salvo honrosas excepciones, de medios de comunicación alternativo y aun con estas limitaciones saben cómo hacer llegar a los pueblos mensajes que cuestionan la legitimidad de los poderosos y sus monstruosidades ecológicas, militares, económico-sociales o de cualquier otra índole. Con frecuencia, denuncian a los gobiernos y a las multinacionales por su ineficacia en la gestión medioambiental, las guerras permanentes, el uso de energías sucias y la injusticia global…pero (y esto es un punto débil) apenas si existe entre todos ellos una coordinación, ni siquiera un modo de conexión permanente que permita unificar acciones. Y por si fuera poco, apenas si es posible eliminar las suspicacias tradicionales que aquejan a los grupos organizados frente a otros grupos organizados. Pese a todo ello, el Poder, los gobiernos, tienen miedo a la popularidad de estos grupos y a su extensión, e infiltra a provocadores para generar violencia en sus manifestaciones públicas, y provocar desórdenes, así como presentar ante la opinión pública una imagen perfectamente estudiada para ser inaceptable por los teledurmientes del sofá para que la opinión pública los asimile a terroristas o violentos de algún tipo.

Esta línea de actuación que busca desacreditar y crear una barrera psicológica popular contra los diversos grupos contrarios a los depredadores planetarios, persigue en última instancia facilitar la represión contra los que no callan. Por ello, los media no descansan para hacer creer a los desprevenidos ciudadanos que dormitan ante sus televisores que aquellos que abogan por la justicia climática, la paz entre los pueblos, la justicia social y cosas semejantes son poco menos que guerrilleros urbanos de los que hay que protegerse con un aparato defensivo militar de un tamaño descomunal… Pero. ¿No la voz del pueblo las que disiente y justamente la voz de la parte más consciente? ¿O es que el pueblo sólo sabe hablar metiendo papelitos en las urnas para elegir a sus capataces cuando se le da la señal? ¿Sordomudos y sumisos? No, gracias.

Para reforzar su política de sombras chinescas, los poderes públicos intentan captar, promocionar y extraer de grupos críticos tibios a individuos supuestamente respetados por muchos de los contrarios al Sistema procedentes del mundo del deporte, o del espectáculo para orquestar así una campaña de imagen en los medios de comunicación presentándolos como afines o aliados. Se fotografían a su lado para hacer creer a la opinión que se les respeta y escucha, pero eso forma parte de su eterna política de escaparate y cinismo. La treta es ya muy conocida, y da resultado, imagino, entre ciertos ingenuos que les siguen el juego creyendo ser modernos, pero evidencia algo: que los gobiernos ricos necesitan cada vez más disponer de un margen de público controladamente crítico para lavarse la cara a condición de que no sea demasiado numeroso, ni excesivamente reivindicativo, ni esté demasiado bien organizado, ni coordinado entre sí ni tenga objetivos demasiado precisos, no sea que se extienda demasiado, se haga creíble y dé en salir a la calle fuera de temporada y con programa propio. Es decir: fuera de los unos de mayo y otras convocatorias sindicales, incluidas las huelgas orquestadas por los sindicatos aliados de los empresarios.

Con todos esos medios y recursos se intenta tener bien controlados a quienes acuden a reclamar derechos, concienciar y conseguir partidarios de la vida sana global, de la justicia global, de la libertad global, de la paz mundial, para todos los quecarecen de estas cosas, que es la inmensa mayoría de la humanidad a la que –a lo que se ve- no conviene sensibilizar ni dar ideas… De ahí la cuidadosa vigilancia a la que son sometidos, y la silenciosa represión de que son objeto. Ahora bien: Independientemente de que los grupos “ni alineados ni alienados” lleguen a tener el suficiente poder de persuasión como para arrastrar a grandes masas y poner en peligro la credibilidad misma del Sistema, la sola existencia de un creciente descontento y de quienes lo expresan, son un claro síntoma de que el neoliberalismo económico no solo es un sistema fracasado, sino cada vez peor visto a nivel global pese a todos los cortafuegos que se colocan para evitar que los pueblos vean que quienes deberían dar las soluciones son precisamente los que crean los problemas y además nos quieren sordomudos y sumisos. No, gracias.

http://www.kaosenlared.net/noticia/sordomudos-sumisos-no-gracias


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