Hoy vi la esperanza y la vi frágil y cansada, triste y solitaria.
Buscaba un hogar para hacer noche y no lo encontraba.
Nadie parecía necesitarla para mirar más allá del día presente.
Nadie parecía quererla para dibujar un camino hacia el día siguiente.
¿Es que ya no hay lugar para la esperanza? ¿Es que ya no hay quien la reciba?
No quisiera que tome frío la esperanza, no quisiera que se enferme, no quisiera que se debilite, no quisiera que se caiga.
¿No me das una mano?
Vamos, juntos, a acunar la esperanza y a hacerle unos mimos para que crezca, vamos a arrullarla en un canto de mil voces distintas para que sienta, y a darle un poco de amor y otro poco de fe para que viva.
Vamos, juntos, no dejemos que se nos muera.
Gerardo Oberman