Desde su surgimiento oficial y en la actualidad,
El día exacto del nacimiento de Jesús es prácticamente imposible de especificar. El 25 de diciembre es una fecha convencional. En los primeros tiempos del cristianismo no se celebraba. Alrededor del 200, comenzó a ser reconocida en Alejandría y desde el 221 tomó popularidad por lo que en el 325, cuando se realiza el Concilio de Nicea, Constantino aprovecha esa circunstancia para promover el nacimiento de Jesús como una fiesta de unidad para todo el imperio.
Desde mucho tiempo antes existían celebraciones relacionadas a Saturno, que se realizaban durante la semana del solsticio -invierno europeo- y culminaban el 25 de diciembre. Como elemento facilitador para que los romanos aceptasen el cristianismo y continuaran con sus festividades, el Papa Julio I pidió, en el 350, que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha lo que se asimilaba a la propuesta de Constantino, pero ahora con argumentos religiosos.
La fiesta del Sol ayudaba a esas preocupaciones del Emperador y del papa Julio I. Sobre ellas circulaban dos creencias. Una, que el dios Sol había nacido el 21 de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a medida que el dios se hacía más viejo. La otra que el dios Sol murió ese día y luego comenzaba otro ciclo.
El tiempo de fin de año era una instancia utilizada en otras culturas para fiestas similares. En Persia el Natalicio del dios solar Mitra; en Roma, Saturnalia, en honor a Saturno cuando los romanos dejaban de hacer negocios y las guerras, intercambiaban regalos -algo que se cree que es propio de
En el norte de Europa, el 26 de diciembre recordaban el nacimiento de Frey -el dios de la lluvia, del sol naciente y de la fertilidad- y adornaban un árbol perenne, que representaba al árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad. Los aztecas, desde el 7 al 26 de diciembre, celebraban el advenimiento de Tonatiuh, dios del sol y de la guerra.
Dos Padres de
En Estados Unidos la primera Fiesta de Navidad se celebró en 1607, en acuerdo entre católicos y protestantes. Luego, en el proceso de su comercialización, introdujeron a Santa Claus y así la proyectaron mundialmente. En ella se incorpora al Pesebre de Navidad, creación atribuida a San Francisco de Asís, neutralizando el sentido de “pobreza” y “carencia” que tenía el pesebre en el amigo de los animales y la naturaleza. Las hoy abusivas Tarjetas Navideñas fueron introducidas en 1843 por el londinense John Callcott Horsley.
Desde hace décadas las Iglesia Cristianas se preocupan por la pérdida del “sentido” de Navidad que, como se denuncia en el presente, se dice que es “consumista”. Sin embargo el encuadre actual del recuerdo del nacimiento de Jesucristo es similar al que estuvo en su origen oficial y masivo, ya que el intento fue incorporar una conocida y popular festividad “pagana” al “cristianismo”. Una metodología similar a los conquistadores españoles que levantaron templos “cristianos” sobre los lugares donde estaban los de los aborígenes o al incorporar la festividad de
Desde esta perspectiva es válida la pregunta sobre cual es el “sentido” de la festividad navideña. Al celebrarla ¿Qué pesa más? ¿El nacimiento de Jesús o el rescate mítico de las festividades sobre la cual se apoyó
El interrogante es válido si se observa el poco lugar del nacimiento de Jesús en los Evangelios –reducido a breves relatos de Mateo y Lucas- y el gran espacio, sustancial, a la creencia clave del cristianismo, que es
De allí que pensar en Navidad como instrumento del sistema socio-político de turno es una instancia válida. Una hipótesis que puede ser considerada herética, porque en una de esas descubrimos que estamos más asociados al rescate mítico de la fiesta del Sol que al “nacimiento” de Jesús. + (PE)
Aníbal Sicardi. (*)
(*) Artículo publicado en el semanario “Voces del Frente”, de Montevideo, en su edición del jueves 20 de diciembre de 2007.
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