martes, 26 de enero de 2010

“Para que pueda haber cambios en lo individual tiene que haber cambios en lo social”

Marcelo Colussi entrevista a Marina de Villagrán, psicóloga social.


La Psicología Social tiene un rico desarrollo en Latinoamérica; tanto su reflexión teórica como su práctica concreta abren espacios importantes para pensar y actuar en relación al cambio social. Guarda estrecha relación con lo político, sin ser ella misma una práctica política; es, en todo caso, ese campo a mitad camino entre lo psicológico y lo social, que puede dar lugar a las más osadas manipulaciones así como a plantearse instrumento para la transformación.

Para hablar en detalle de estos tópicos ARGENPRESS, por medio de su corresponsal Marcelo Colussi, habló con Marina de Villagrán, prestigiosa psicóloga social de Guatemala. Directora de la Maestría en Psicología Social y Violencia Política de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de San Carlos, desde hace ya varios años combina la docencia universitaria con la práctica comunitaria, dejándonos aquí interesantes reflexiones para retomar.

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Argenpress: Hoy día, pensando en el contexto latinoamericano, luego de años de represión política muy intensa y con una realidad social explosiva donde persisten problemas históricos (la pobreza, la exclusión) y aparecen otros nuevos no menos graves (la violencia cotidiana, el crimen creciente), ¿qué puede aportar la Psicología Social, en tanto ciencia, como respuesta a todo esto? ¿Qué podemos esperar de ella?

Marina de Villagrán: Podemos esperar que nos aporte explicaciones de por qué las personas latinoamericanas somos lo que somos, para luego operar en concreto buscando mejorar la situación. Podemos esperar que nos explique y nos dé instrumentos para trabajar sobre el por qué nuestras sociedades de se han desarrollado del modo como se han desarrollado, y por tanto, cómo las personas están marcadas por el tipo de sociedades que les ha tocado vivir y por la historia que cada uno lleva a sus espaldas. De manera que en un país como Guatemala –hablando específicamente de esta realidad, aunque esto podría ser válido también para otros países latinoamericanos–, un país donde la violencia ha estado presente siempre a través de toda su historia, es lógico esperar conductas y acciones violentas y personas claramente inclinadas hacia la violencia, lo cual no quiere decir que todos, absolutamente todos, estén constituidos de la misma manera y presenten en todos los casos similares tendencias.

En nuestros países la Psicología Social nos puede ayudar a entender de qué manera se han constituido las relaciones entre los seres humanos que habitan un determinado espacio, y junto a eso, sabiendo eso, nos puede aportar intentos de solución respecto a cómo constituir nuevas formas de relación que permitan cambiar determinados hábitos y percepciones de la realidad, buscando mejorar esos relacionamientos justamente.

Argenpress: Esa es una versión determinada de la Psicología Social, porque junto a esto tenemos también una Psicología aliada de los poderes que sirve para mantener las cosas tal como están: la psicología para la publicidad, por ejemplo, aquella que sirve para amansar a las grandes mayorías. Eso existe, y sin dudas, tiene muchos efectos. ¿Qué nos planteamos frente a esa versión de la Psicología Social?

Marina de Villagrán: Pareciera que esta otra versión de la Psicología es más efectiva. Por lo pronto, es más efectista, más inmediatista: espera efectos inmediatos respecto a las cosas que se propone, pero manipula. Ahí está la gran diferencia. En una de las versiones, la que tratamos de desarrollar nosotros, se pretende dar a cada persona su lugar como sujeto en una sociedad, mientras que en la otra, en esta versión oficial de Psicología aliada a los grupos que dominan la sociedad, se manipula desde el poder a aquellos que no tienen los mismos recursos, que no disponen la misma capacidad de poder. En estas dos versiones de la Psicología hay una marcada diferencia en cuanto a la concepción del ser humano, la concepción del otro. Y más aún: en esta otra versión, que no es la que perseguimos nosotros, está la sensación que se logra mucho más. ¿Por qué nuestra Psicología Social pareciera no ser tan efectiva como esta otra, que definitivamente tiene tanto impacto? Buena pregunta. Tal vez con nuestras intervenciones no alcanzamos todo ese impacto que se ve con la Psicología alidada de los poderes, porque precisamente tenemos respeto por el otro ser humano, respeto por su derecho a pensar distinto, a disentir. Esta otra Psicología que pretende uniformar a todos los seres humanos por igual, que desde el poder impone criterios, que impone sutilmente determinadas visiones del mundo, sin dudas tiene mayores recursos, por eso es más ágil, más efectista. Entre otras cosas usa, en el peor sentido de las palabras, los medios de comunicación. La posibilidad de llegar masivamente a todos los rincones a partir de los recursos con que cuenta, dado que es un apéndice funcional de los poderes, la capacidad de imponer sus criterios y su falta de vergüenza para promover esas manipulaciones –con los medios de comunicación, con los diversos agentes de socialización– le permite tener ese enorme nivel de impacto. Esta versión de la Psicología Social está presente en todos los aparatos culturales y socializadores desde el momento en que un niño nace, en tanto que lo que nosotros pretendemos es, por supuesto que alguien sea funcional al mundo en que vive, pero además que sea crítico de su realidad, que sea capaz de cuestionarla y que, además, sea capaz de proponer alternativas, transformaciones. La diferencia básica entre ambas versiones de la Psicología es el respeto al ser humano.

Argenpress: Sin dudas, esa versión de la Psicología Social da resultados: todos seguimos uniformemente los criterios que se nos marca desde el poder a través de sutiles técnicas. Ahora bien, en la versión crítica que queremos plantear una nueva Psicología Social, ¿podemos aprovecharnos de todo ese bagaje de “conocimientos” de que ya disponen estas prácticas, o debemos generar un nuevo campo teórico y una nueva ética?

Marina de Villagrán: Tenemos que construir algo diferente, por supuesto. Si queremos construir una Psicología Social que sirva para la transformación, para la liberación del ser humano, si queremos decirlo así, no podemos utilizar las mismas herramientas que la otra Psicología, pues si no, estaríamos siendo igualmente manipuladores, igualmente perversos y autoritarios, igualmente mentirosos. Por eso se necesita desarrollar formas nuevas, diferentes de cómo hacer las cosas. Hay por ahí un etólogo que decía que el mundo iba a funcionar bien cuando los ideales de la izquierda se pusieran en marcha con los métodos de la derecha. Pero si esto fuera así y apeláramos sin más a aquello de que el fin justifica los medios, dejarían de ser ideales con ética y caeríamos nuevamente en manipulación, llevándonos por delante el respeto al otro. No hay duda que la utilización de los métodos de manipulación y control social que usa la derecha, que usan los poderes, son efectivos, y uno podría estar tentado de usarlos, vista esa efectividad. Pero de ser así, estaríamos dejando de lado el derecho propio que tiene cada ser humano; ¿por qué decidir en nombre de otro lo que tiene que hacer, lo que le conviene, obligarlo con sutileza a seguir el camino que uno quiere? ¿Dónde quedaría la libertad de cada ser humano? Si utilizáramos esos métodos, estaríamos cayendo exactamente en lo mismo que criticamos, y no tendría nada de liberadora esta Psicología entonces.

Argenpress: Ahora bien: cierta Psicología Social puede tener este perfil liberador, puede servir para romper ataduras. Pero esa liberación, en sentido amplio, ¿se logra por medio de la práctica de la Psicología Social, o es necesario una práctica política para ello? Es decir: ¿de qué manera aporta la Psicología Social en este proceso liberador?

Marina de Villagrán: Uno de los principios básicos de la Psicología Social es entender que ser humano y sociedad van absolutamente amarrados. No van separados, cada uno por su lado. Para que pueda haber cambios en lo individual, necesariamente tiene que haber cambios en lo social, en los aspectos objetivos de su vida, en lo político, en lo económico. Estos cambios sólo puede provocarlos el mismo ser humano. Es decir: se establece una relación dialéctica entre sociedad e individuo donde ambos elementos se influyen recíprocamente. Es la sociedad la que determina la forma de ser de cada individuo, y es el individuo, o si queremos decir así: la suma de individuos, quienes pueden modificar la sociedad por medio de su esfuerzo transformador.

Argenpress: Es decir que el Ser Humano que conocemos hoy, basado en la idea de propiedad privada y ávido de poder, es un producto histórico. ¿Podríamos pensar en un nuevo sujeto social con otras características a partir de un nuevo modelo social entonces?


Marina de Villagrán: Sí, por supuesto: un Ser Humano más solidario, con nuevas formas de relacionamiento con el otro. Está visto que este Ser Humano que hoy conocemos, con esta forma de ser en términos sociales, tiene enormes vacíos. Los grandes satisfactores materiales que han podido llegar a desarrollar algunas sociedades no terminan de desaparecer las insatisfacciones; allí permanece el suicidio, o la úlcera gastrointestinal como producto de modos de vida enloquecedores –Japón tiene el promedio de úlcera gástrica infantil más alto del mundo– o el alcoholismo, incluso el alcoholismo infantil y juvenil, como por ejemplo acaba de informarse en Alemania, donde de un año a otro subió en un 19% el porcentaje de niños de 10 a 15 años que debieron ser hospitalizados con crisis alcoholémicas. Es evidente que aún todo el bienestar económico no es suficiente para que el Ser Humano se sienta enteramente satisfecho, o que sienta que tiene la posibilidad de desarrollarse libre y tranquilamente. En algunos lugares la gente puede llegar a suicidarse porque la hostilidad de la vida es absoluta, porque la gente no consigue trabajo por ejemplo, o también puede morirse de hambre, por supuesto, mientras que en otros países donde sobra comida los niños y jóvenes se suicidan porque la vida es tan ordenada, tan predeterminada, que ya no queda espacio para un accionar individual libre. El desafío es cómo conseguir un modelo social donde se tengan resueltas todas las necesidades básicas y al mismo tiempo la vida siga teniendo el sentido de abrir cotidianamente un reto, que valga la pena vivirla, que sea motivadora.

Argenpress: Y en esa compleja búsqueda, ¿cómo puede aportar la Psicología Social?

Marina de Villagrán: Por un lado, tratando de entender mejor qué es lo que motiva a los seres humanos. Por otro lado, comprendiendo que de acuerdo a la cultura donde cada ser humano se desenvuelve, sus motivaciones y sus satisfactores son diferentes. Lo que satisface a un niño en Japón no es lo mismo que satisface a un niño en Guatemala, y lo que satisface a un niño rural no es lo mismo que satisface a un niño urbano. Eso es muy importante no perderlo nunca de vista. Entendiendo que, si bien todos somos iguales en derechos y obligaciones, cada uno es diferente en sus deseos y el modo en cómo obtiene sus satisfacciones. El ser humano tiene que tener esa posibilidad de escoger por dónde caminar, tener un margen de libertad y de desarrollo personal, sin que ello implique pasar por encima de los demás. Es decir: teniendo claro los límites de cuál es el espacio de cada quien.

Argenpress: Es decir que la Psicología Social, como campo del saber, puede ser utilizado en cualquiera de las dos posibilidades: para continuar sujetando al sujeto, o para liberarlo.

Marina de Villagrán: Exacto. Pero, por lo que vemos, para lo que más se le usa es para adaptarlo. Lo que la Psicología tradicional ha hecho básicamente es adaptar el individuo a su medio, un medio que inclusive en muchos casos llegó a enfermarlo, y no preocuparse por las verdaderas necesidades de ese individuo desconociendo cómo ese sujeto podría aportar desde su propia individualidad. En otros términos: ha servido para uniformar a todo un colectivo, haciendo creer perversamente que se respetan las libertades individuales pero logrando en verdad que todos consumamos lo mismo y pensemos lo mismo.

Argenpress: Llegados a este punto cabe preguntar entonces, ¿cuál es la diferencia entre la Psicología Social y la clínica?

Marina de Villagrán: No me atrevo a decir que haya una diferencia tajante. Lo que cierta Psicología Social se plantea en este momento en relación a que su trabajo consiste en la liberación de toda la potencialidad humana encubierta, no es muy distinto a lo que, en definitiva, también se va a plantear un abordaje clínico. Es decir: la clínica se concibe como una práctica que apunta a curar una enfermedad que alguien padece y que, justamente por eso, llega a un consultorio; pero ese padecimiento tiene que ver, en definitiva, con el marco general que acompaña al sujeto que trae su síntoma. No se trata de “curar” al enfermo sino de operar sobre todo su sistema de referencia, sobre su entorno social rodeante. El paciente portador de un síntoma que consulta es portador de un complejo de relaciones sociales; en ese sentido, toda psicología clínica individual es, al mismo tiempo, también psicología social. Creo que es importante destacar que en un planteamiento clínico, la idea es que el sujeto que consulta debe ser atendido, curado si queremos decirlo de ese modo. Hay en eso un modelo médico clasificatorio que necesita diagnosticar la patología en juego para luego operar, intentando la cura correspondiente. Se atiende el síntoma que desencadena la consulta. Por otro lado, un modelo de trabajo social busca las relaciones de ese individuo en su red de determinaciones sociales intentando ir más allá de una clasificación sintomatológica. El salvadoreño Ignacio Martín-Baró, uno de los pilares de la Psicología Social en Latinoamérica, dice que detrás de un síntoma que es portado por una persona, existe siempre una relación social que ese sujeto no ha podido manejar satisfactoriamente. Es decir: no se trata de buscar lo que no funciona en el individuo sino en la red de significaciones de su entorno.

Argenpress: Esto nos lleva al concepto de inconsciente. Hoy por hoy, el inconsciente freudiano es uno de los grandes campos conceptuales y no podemos desconocer su gran importancia en el ámbito de las ciencias sociales. ¿Qué relación se establece entre él y la Psicología Social?

Marina de Villagrán: La Psicología Social no cuestiona la teoría del inconsciente. La Psicología Social no es una megateoría que explique todo el campo de lo humano; en todo caso, se sirve de diversas teorías que provienen de varios campos psicológicos que dan distintas interpretaciones del fenómeno humano. La Psicología Social hace uso de lo que se conoce como teorías de alcance medio, es decir, teorías que explican cómo un grupo de seres humanos puede reaccionar ante determinados estímulos en una situación dada, pero sin pretender que la forma de esas reacciones puede generalizarse para toda la humanidad como una ley general. Esto es: se utilizan teorías de alcance limitado que permiten explicar los fenómenos. El inconsciente es una teoría de alcance general absolutamente válida, vigente por supuesto, más allá de las desacreditaciones a las que se le haya querido someter. Pero es interesante ver que en el campo de la Psicología Social, junto a la teoría del inconsciente, de la que se nutre, también podemos encontrar otros referentes teóricos, como la teoría de la percepción, claro que entendiéndola desde su faceta social. La Psicología Social es una práctica que se nutre y utiliza diversos esquemas teóricos. El del inconsciente es uno de ellos, por supuesto.

Argenpress: El gremio de quienes practican esta ciencia social, es decir: los psicólogos, ha sido muy golpeado estas pasadas décadas, sin dudas por lo que su práctica conlleva de cuestionamiento para los poderes. ¿Cómo ves hoy el campo de acción de los psicólogos sociales?

Marina de Villagrán: Yo siempre he dicho que la Psicología Social es la psicología del futuro. Si bien las distintas formas que presenta la psicología como ciencia seguirán existiendo en sus respectivos espacios determinados: la clínica, la educativa, la laboral, a final de cuentas es la Psicología Social la que lo engloba todo. En ella están presentes todas las formas de relacionamiento entre seres humanos: en la familia, en la escuela, en el trabajo, en cualquier espacio de la vida. Estas formas de ejercicio de la psicología que mencionamos se centran en el individuo, por lo que sería sumamente costoso dedicarle psicólogos individuales a cada individuo particular para atender sus problemáticas. Se necesitarían ejércitos de psicólogos en ese caso. La Psicología Social propone un trabajo más colectivo, lo cual posibilita su llegada en forma masiva a toda la sociedad, dado que aborda grandes conglomerados humanos. Al ser más abarcativa, por tanto, permita abordar mayor cantidad de situaciones, desde el nacimiento hasta la muerte, pudiendo adentrarse en los más diversos dominios de lo humano.

http://www.argenpress.info/2010/01/entrevista-marina-de-villagran.html



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