Pepcastelló
A menudo al abrir el correo nos encontramos con las notas del día, mensajes repetidos reenviados por diversas personas amigas, con cara y cuerpo algunas y otras solamente con nombre, pero todas con alma. Es la permanente liturgia que se celebra en el gran templo a
Gran suerte la que tenemos al poder utilizar este recurso que nos brinda la tecnología, porque si hace siglos gracias a los expertos en construcción pudieron quienes nos precedieron reunirse en grandes templos para vibrar con cantos y letanías que les llenaban el alma de emoción, hoy podemos reunirnos en la red, ese gran templo que resuena en sintonía con las vibraciones de la multitud de personas que a él acuden desde los más diversos rincones del planeta. No hay distancias ahora que nos separen, salvo las que fraguamos en la mente.
Quienes no profesamos ya las creencias religiosas ancestrales que nos fueron transmitidas en la niñez, y no creemos que debamos honrar con plegarias e inciensos a ningún ser supremo, tenemos igualmente necesidad de compartir con otras almas nuestras aspiraciones más humanas a fin de mantener vivo el deseo de caminar mirando el horizonte de
Pero no sólo los medios han cambiado. Las ideas que en otro tiempo entusiasmaron y llenaron de esperanza a multitud de almas, hoy apenas tienen eco en parte alguna. Libertad, Igualdad y Fraternidad clamó un pueblo en un momento dado de la historia, pero hoy…
Hoy este viejo lema fruto del pensamiento ilustrado poco entusiasma ya, pues casi todas las estructuras sociales que en él se amparaban han defraudado o se han venido abajo, pervertido el pensamiento que las sustentaba por la carcoma miserable del egoísmo de quienes aparentemente a su dictamen las regían. Ni esos viejos lemas ni los aun más antiguos consejos ni proverbios ni enseñanzas surgidas de la bondad del corazón y la mente serena de los grandes maestros que nos han precedido gozan de crédito en el espacio público. Todo ha sucumbido a la maldad en este mundo de miseria que habitamos. Todo, menos los íntimos reductos de la conciencia de quienes todavía sienten viva su pertenencia al cosmos y a la familia humana. Ahí, en esa profundidad del corazón, no hay carcoma que llegue si el alma se reconforta sabiamente con la debida frecuencia.
Por esto son motivo de alegría estos mensajes diarios que nos llegan, porque sirven a este fin magnífico que es avivar el fuego del espíritu, reconfortar el alma de cada orante en este inmenso templo que nos cobija. Sin doctrina oficial que imponga dogmas ni pensamiento alguno; sin más presión moral que la que mana de la propia conciencia, vamos día a día caminando paso a paso por la senda que cada cual tomó al impulso del propio fuero interno y con la ayuda del ánimo que nos traen esas palomas mensajeras virtuales, regalo de este tiempo que nos tocó vivir.
Por esta vibración que en mi alma siento, y por esta resonancia que nos anima, alzo mi corazón en humana plegaria y doy gracias a
Pepcastelló