sábado, 12 de diciembre de 2009

Democracia ¿Cual?

Padre Eugenio Pizarro Poblete

Soy un sacerdote que se ha hecho más hombre y que ha madurado como sacerdote escuchando a los laicos. Nací al sacerdocio en pleno Concilio Vaticano II. Concilio que abrió sus puertas porque se dio cuenta que la Iglesia estaba centrada en sí misma. Tenía que prolongar a Jesús, como Cuerpo Místico de Él, encarnándolo en el mundo de hoy. Fuimos enviados al mundo no sólo como maestros, sino también como dicípulos.

Teníamos que Evangelizar al mundo y nada de la experiencia humana le era y le será ajena a la Evangelización. Pero, se nos dejó muy claro, que teníamos que ir también como discípulos, pues el mundo nos iba a Evangelizar, pues Jesús, estaba también muy presente en el mundo, en sus hechos de vidas y acontecimientos. Que Jesús no sólo estaba en la Iglesia (en la barca). Que la Pascua de Cristo también se estaba jugando en el mundo. He aprendido que Jesús muere y resucita en los hombres y mujeres de nuestro tiempo. En sus luchas y victorias. En la vidad de todos los días hay signos de muerte, pero también signos de vida. Es Cristo que muere y resucita en la vida de su pueblo, especialmente en el mundo de los millones de pobres, “que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte” (Medellín). A mí, los pobres me han evangelizado.

He comprendido, en la práctica, que es cierto, que el dicho casi dogmático y antiguo: “Fuera de la Iglesia no hay salvación” ha quedado caduco. En la Iglesia hay salvación porque Cristo estará con ella “hasta la consumación de los siglos”, pero no sólo en la barca de Pedro, también en el mundo. Hay un pasaje del Evangelio que me dice mucho en este mismo sentido. Un día los discípulos de Cristo estaban en la barca, lago adentro, Jesús no esta con ellos, no estaba en la barca. De pronto comienza una gran tepestad en el lago. Los Apóstoles estaban asustados, con temor a hundirse. En medio de esta angustia, ven venir, caminando sobre el lago a alguien vestido de blanco, creen que es un fantasma. Juan distingue a Jesús, y les dice a los demás: “Es el Señor”.

Pedro, con su caracter primario, se entusiasmó… quiso también caminar sobre el lago. Jesús le dijo: “Ven”. Comenzó a caminar sobre las aguas. De pronto vio olas tempestuosas, se asustó, empezó a hundirse, y le pidió a Jesús que lo salvara. Jesús lo tomó, y le dijo: “Hombre de poca fe fe ¿por qué has dudado?”. Pedro se metio en la barca ayudado por Jesús. Allí se acomodó y se tranquilizo.- Creo, que eso ha pasado a la Iglesia. Fue enviada a caminar sobre el “lago” del mundo contemporáneo. Fuimos con entusiasmo. Pero se asustó. Temió al secularismo del mundo. Se ha replegado sobre sí misma. Es lo que llamo involución y restauración de mi Iglesia con respecto al esperanzador Concilio Vaticano II. Algumos hemos seguido y hemos querido ser fieles al Concilo y a Jesús que nos envió como Cuerpo suyo a Evangelizar y a Encarnarlo en el mundo. Otros se han replegado y fortificado dentro de la Iglesia.

La fortificación ha convertido a la Iglesia en algo monoítico, centrada en clero, obispos y jerarquía en general. Esto comenzó especialmente con Juan Pablo II y proseguido por Benedicto XVI. Por eso, hay gente, en la Iglesia: sacerdotes, jerarcas, religiosas y laicos, que están en esa línea pastoral, que generalmente coincide con conservadurismo, y políticamente están más cerca de la derecha tradicionalista. En este contexto, no es de extrañar, que nos encontremos con hombres, sean sacerdotes, jerarcas, religiosas y laicos un tanto “momios” con olor a naftalina, que nos miran con reservas y nos critican. Yo no soy rupturista en mi Iglesia. Lucho porque ella sea como Jesús la fundó, y la mandó en el Concilio. Quiero “que sea sin mancha ni arruga ni nada semejante”. He tenido algunos problemas, pero, en general, me consideran con cierto respeto, cren que quiero ser consecuente con Jesús y el Concilio. He aprendido a distinguir lo esencial y lo accidental en la Iglesia. La Iglesia “no es ni de Pablo ni de Apolo”.

Yo agrego: “no es mía, ni de los clérigos que no se pusieron a la altura en cuanto al Golpe en Honduras. Ni es de Wojyyla ni de Ratziger, por respetables que sean. La Iglesia es de Jesús animada siempre por su Espíritu. La Iglesia es paradojal. Es Santa y Pecadora. Santa porque es de Jesús y Pecadora, porque Jesús se la confió a hombres y mujeres frágiles y pecadores. Todos tenemos que aceptar nuestra condición de pecadores con humildad.- En esta Iglesia, que abrió sus ventanas y puertas porque estaba asumagada y estancada, para que entrara el aire del mundo Evangelizándonos, también maestro, para los discipulos que tienen alma y corazón de pobre, nos enseño, y yo lo aprendí en la práctica, el rol protagónico que tienen los laicos en la marcha de la Iglesia. Hay que respetarlos, escucharlo y tomarlos en cuenta.

Se nos ha mandado al respecto, que los laicos, no son sólo ejectivos de los planes de la jerarquía, sino que deben participar activamente en los Organismos donde se deciden los planes pastorales. Los laicos no son monaguillos del cura. Tiene poder de decisión en la Iglesia. Ojala, la Iglesia Jerárquica sea dialogante, con un testimonio de autoridad ganada y apreciada por su apertura y por ser una autoridad de servicio.- He aprendido a ser un sacerdote sin muros, pero sí con horizonte. Hago caso a Juan XXII que, al inaugurar el Concilio, dijo. “Queremos ser una Iglesia de todos, pero especialmente querenos ser la Iglesia de los pobres”. Rezo, para que así sea.

No la quiero “poderosa” ni junto al poder temporal. La quiero como su cuna y origen: la del Niño “que no tuvo un lugar en la posada” para nacer. No quiero que aparezca como una trasbacional o multinacional. Jesús nació pobre, vivió pobre y murió pobre. De aquí nace mi opción preferencial por los pobres.- Con imperialismo neoliberal capitalista, el mundo tiene 80% de pobres. Es un desafío inmenso para todos. El Concilio nos ha dicho: “El gozo y esperanza, las lágrimas y angustias de los hombres de nuestro tiempo, especialmente de los pobres, es el gozo y esperanza, las lágrimas y angustias de los discípulos de Cristo”.

Esto me hace comprender y defender a pueblo de Honduras. Esto me llevó a enfrentar a Pinochet, y decirle, que por ser pecador público, no le daría jamás la Comunión, a no ser que pidiera perdón de todas sus violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad y que se sometiera a la justicia. Me quisieron matar varias veces, pero Dios y mi pueblo fueron mi refugio y amparo. Por eso, yo no puedo quedarme tranquilo con dictadura de Honduras, y pienso, que elecciones recientes, no tienen autoridad moral ni legal, ni mucho menos deben hacer olvidar el rompimiento denocrático de Honduras , ni darle patente a Golpes. No las reconozco ni las ignoro: entran a tallar nuevos actores, pero a los cuales considero peligrosos y enajenantes. Si no somos firmes, es posible, que por cualquier motivo, ajeno a intereses de poderosos e imperialistas, éstos puedan sentirse con derecho a seguir dando Golpes de Estado en distintos países emergentes y alternativos a intereses de los de siempre coludidos con su “Faraón” Imperialista. Acá en Chile, se sigue entrampado en herencia de dictadura.

Por objeción moral de mi conciencia cristiana, no he aceptado la negociación con pinochetismo, para transitar a la democracia. De mentira se han autocenvencido de que tenemos democracia. De mentira se autoconvencieron de verdad. Chile se miente a sí mismo. Yo me abstengo o anulo mi voto. En 1997 llamé a anular el voto, exigiendo Asamblea Constituyente elegida democráticamente, Nueva Constitución. Plebiscito Soberano, y comenzar de nuevo. Resultado: 18%, tomando abstenciones y votos blancos. El porcentaje fue igual o mejor que Partidos Políticos, negociadores con pinochetismo. En Chile hay más o menos 12 millones de ciudadanos en edad de votar. El Presidente sale elegido con un poco más de tres millones. O sea tenemos Presidente con 1/4 %. ¿Eso es democracia?

Podría contarle de muchas otras pifias, herencia de dictadura. No se ha cambiado Constitución dictatorial. Se le han hecho reformas •”cosméticas”. El Evangelio dice: “No se echa vino nuevo en odres viejos, se rompe y se pierde todo. A vino nuevo odres nuevos”. Eso no se ha hecho en Chile. Seguimos con Constitución hecha por dictadura. Por todo esto, por mi opción evangélica, no quiero que esto suceda en Honduras y en ninguno de nuestros pueblos. Otro día les contaré “otras lindezas” de nuestra mentada democracia.


Padre Eugenio Pizarro Poblete
Desde Chile
http://hablahonduras.com/2009/12/01/padre/
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