Según Iván Illich, el número creciente de deserciones en el clero y la huida silenciosa de creyentes que abandonan sus prácticas sacramentales, su fe en la Iglesia y, a veces, hasta a su antiguo Dios, se debe fundamentalmente a la estructura de la Institución eclesiástica:
“La estructura parroquial, feudal, autocrática de la Iglesia que se conserva en el mundo entero, responde a situaciones que sobreviven en el campo latino americano, en el que el cura aún goza del misterioso poder del brujo, y de la posición del cacique.
Pero para un mundo desarrollado capitalista, para las zonas urbanas y particularmente para las democracias desarrolladas, esta estructura eclesiástica es una reliquia de un estilo social trasnochado, destinado a conservarse en una Iglesia-Museo”.
Esta estructura heredada ahoga la misión propia de la Iglesia de Jesús. Sobre todo, porque su primer deber es llevar el mensaje a un mundo actual que acelera los cambios para responder a las necesidades que reclama la sociedad moderna.
En mi opinión, dice Illich, la Iglesia no necesita el número actual de empleados a tiempo completo. Es más, la situación sugiere la necesidad de un profundo replanteamiento de la idea, comúnmente aceptada, del clérigo y su séquito de monjas y beatas, como representantes primarios de la Iglesia en el mundo. Concepto que sigue implícito incluso en los decretos conciliares.
El mismo Iván Illich advierte que antes de plantear ninguna reforma de las estructuras, es imprescindible reexaminar:
1º las relaciones entre ministerio sacramental y un personal a tiempo completo.
2º la relación entre ministerio y celibato,
3º la relación entre ministerio y formación teológica
Actualmente se supone que la mayor parte de las tareas ministeriales de la Iglesia, si es que no son todas, tienen que ser efectuadas por “curas”. Es decir una nómina de sacerdotes, empleados a tiempo completo. Sueldos bajos. Segregados de seminarios y noviciados. Y que aceptan la ley eclesiástica del celibato.
Por tanto, para cualquier reforma de la estructura de la Institución, resulta imprescindible y urgente:
1º.-La reducción radical del número de personas que para su subsistencia dependen de la Iglesia.
2.-La ordenación para el ministerio sacramental, de hombres que trabajan y se ganan su vida en cualquier actividad productiva.
3.-la renuncia a imponer el celibato perpetuo.
Tres sencillas reformas. Pues, ni a eso se atreve Roma. Roma tiene pánico a destapar un poco la olla o a aflojar las bridas. Gorbachov lo hizo en la Unión soviética y reventó el comunismo.
Luis Alemán
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