Federico J. Pagura
Tercera Carta abierta al Presidente Barak Obama y la Sra. Hillary Clinton.
Como obispo emérito de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, ex presidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias y ex miembro del Presídium del Consejo Mundial de Iglesias, vuelvo a escribirles esta breve Carta Abierta y fraternal, en víspera del Tiempo de Adviento que nuestras Iglesias celebran, a partir del domingo 28 de noviembre.
Mis cartas anteriores se referían a las grandes expectativas de cambio, que sus campañas políticas, y luego la asunción de sus respectivas funciones en el nuevo gobierno, habían despertado dentro y fuera de las fronteras de los EE.UU. de Norteamérica.
Ese soplo de esperanza pareció afirmarse en ocasión del primer encuentro que Uds. tuvieron con los presidentes de América Latina y el Caribe, durante el cual parecía desecharse definitivamente la imagen que, particularmente el funesto gobierno del presidente George Bush había levantado de vuestra nación, como la mayor potencia terrorista de nuestro tiempo.
Lamentablemente los hechos, tanto en relación con el bloqueo a Cuba, la multiplicación de bases militares en Colombia, la permanente presencia de vuestra cuarta flota en aguas del atlántico sur, la continuidad abierta o encubierta de vuestra prolongada política belicista en Medio Oriente, y la ambigua cuando no hipócrita política relacionada con el origen y posterior desarrollo del conflicto en Honduras, han desinflado en muy corto tiempo las expectativas y esperanzas que también gran parte de las Iglesias latinoamericanas y caribeñas, habían depositado en la nueva Administración estadounidense, encabezada por Ud. Presidente Obama y la Sra. Clinton como Secretaria de Estado.
El domingo 28 de noviembre, en la ciudad de Paraná, ( Entre Ríos, Argentina) y desde el púlpito que en días muy lejanos, ocupó el inolvidable pastor luterano, Martin Niemoeller, que tuvo el coraje de “enfrentar a Hitler en su tiempo, yo di lectura a parte del famoso sueño de Martin Luther King, cuando afirma:
“Yo tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y todo monte icollado rebajado. Lo torcido será enderezado y lo escabroso allanado. Esta es la fe con la que regreso al Sur. Con esta fe, seremos capaces de labrar de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de orar juntos, de luchar juntos, de ir juntos a la cárcel, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres”.
En estos días, como cristianos, estamos entrando en el tiempo de adviento, en el que volveremos a leer una vez más, las palabras del profeta Isaías, que inspiraron el sueño de ese gran profeta americano, que Uds. y nosotros tanto admiramos: “Preparen al Señor un camino en el desierto, tracen para nuestro Dios una calzada recta en la región estéril… que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Entonces mostrará el Señor su gloria, y todos los seres humanos juntos la verán“ (Isa. 40:3-5).
¿Tendrán Uds. hermano Presidente, y hermana Secretaria de Estado, tiempo para releer esas palabras de tanta urgencia y actualidad, y responder a la demanda que Dios nos hace a todos. Todas las que nos atrevemos a invocar su nombre, en el tiempo tormentoso y desafiante que nos toca vivir? En oración y viva esperanza.+ (PE),
Federico J. Pagura
Obispo emérito de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Rosario. Argentina.
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=4169
Tercera Carta abierta al Presidente Barak Obama y la Sra. Hillary Clinton.
Como obispo emérito de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, ex presidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias y ex miembro del Presídium del Consejo Mundial de Iglesias, vuelvo a escribirles esta breve Carta Abierta y fraternal, en víspera del Tiempo de Adviento que nuestras Iglesias celebran, a partir del domingo 28 de noviembre.
Mis cartas anteriores se referían a las grandes expectativas de cambio, que sus campañas políticas, y luego la asunción de sus respectivas funciones en el nuevo gobierno, habían despertado dentro y fuera de las fronteras de los EE.UU. de Norteamérica.
Ese soplo de esperanza pareció afirmarse en ocasión del primer encuentro que Uds. tuvieron con los presidentes de América Latina y el Caribe, durante el cual parecía desecharse definitivamente la imagen que, particularmente el funesto gobierno del presidente George Bush había levantado de vuestra nación, como la mayor potencia terrorista de nuestro tiempo.
Lamentablemente los hechos, tanto en relación con el bloqueo a Cuba, la multiplicación de bases militares en Colombia, la permanente presencia de vuestra cuarta flota en aguas del atlántico sur, la continuidad abierta o encubierta de vuestra prolongada política belicista en Medio Oriente, y la ambigua cuando no hipócrita política relacionada con el origen y posterior desarrollo del conflicto en Honduras, han desinflado en muy corto tiempo las expectativas y esperanzas que también gran parte de las Iglesias latinoamericanas y caribeñas, habían depositado en la nueva Administración estadounidense, encabezada por Ud. Presidente Obama y la Sra. Clinton como Secretaria de Estado.
El domingo 28 de noviembre, en la ciudad de Paraná, ( Entre Ríos, Argentina) y desde el púlpito que en días muy lejanos, ocupó el inolvidable pastor luterano, Martin Niemoeller, que tuvo el coraje de “enfrentar a Hitler en su tiempo, yo di lectura a parte del famoso sueño de Martin Luther King, cuando afirma:
“Yo tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y todo monte icollado rebajado. Lo torcido será enderezado y lo escabroso allanado. Esta es la fe con la que regreso al Sur. Con esta fe, seremos capaces de labrar de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de orar juntos, de luchar juntos, de ir juntos a la cárcel, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres”.
En estos días, como cristianos, estamos entrando en el tiempo de adviento, en el que volveremos a leer una vez más, las palabras del profeta Isaías, que inspiraron el sueño de ese gran profeta americano, que Uds. y nosotros tanto admiramos: “Preparen al Señor un camino en el desierto, tracen para nuestro Dios una calzada recta en la región estéril… que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Entonces mostrará el Señor su gloria, y todos los seres humanos juntos la verán“ (Isa. 40:3-5).
¿Tendrán Uds. hermano Presidente, y hermana Secretaria de Estado, tiempo para releer esas palabras de tanta urgencia y actualidad, y responder a la demanda que Dios nos hace a todos. Todas las que nos atrevemos a invocar su nombre, en el tiempo tormentoso y desafiante que nos toca vivir? En oración y viva esperanza.+ (PE),
Federico J. Pagura
Obispo emérito de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Rosario. Argentina.
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=4169