Marcela Orellana
La hora del Grillo, como parte de este número monográfico cuyo tema central es el 80 Aniversario de la Proclamación de la Segunda República Española ha seleccionado entre los muchos poemas de la solidaridad latinoamericana con la España partida por la guerra dos textos de Nicolás Guillén. En ellos la sencillez semántica y métrica intensifica el mensaje que llama a la conciencia sobre la manipulación y la instrumentalización de los pobres, los de abajo en términos de Guillén para enfrentarse a los de su misma condición en beneficio de los ricos, de los de arriba.
El poeta evidencia la humana igualdad de los guerreros en el frente a través de los “tú” y los “yo” que implícitamente dicen “Nosotros”. Así señala al verdadero enemigo que fue y sigue siendo el poder del sistema económico que desconoce el derecho de todo ser humano a vivir una vida digna.
La hora del Grillo, como parte de este número monográfico cuyo tema central es el 80 Aniversario de la Proclamación de la Segunda República Española ha seleccionado entre los muchos poemas de la solidaridad latinoamericana con la España partida por la guerra dos textos de Nicolás Guillén. En ellos la sencillez semántica y métrica intensifica el mensaje que llama a la conciencia sobre la manipulación y la instrumentalización de los pobres, los de abajo en términos de Guillén para enfrentarse a los de su misma condición en beneficio de los ricos, de los de arriba.
El poeta evidencia la humana igualdad de los guerreros en el frente a través de los “tú” y los “yo” que implícitamente dicen “Nosotros”. Así señala al verdadero enemigo que fue y sigue siendo el poder del sistema económico que desconoce el derecho de todo ser humano a vivir una vida digna.
NO SÉ POR QUÉ PIENSAS TÚ…
No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa,
yo,
tú.
tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú,
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
¡caramba!, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú:
si somos la misma cosa
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
¡Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo!
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo
adónde vamos yo y tú…
¡No sé por qué piensas tú,
soldado, que odio yo!
SOLDADO; APRENDE A TIRAR…
Soldado, aprende a disparar:
tú no me vayas a herir,
que hay mucho que caminar.
¡Desde abajo has de tirar,
si no me quieres herir!
Abajo estoy yo contigo,
soldado amigo;
abajo, codo con codo,
sobre el lodo.
¡Para abajo, no,
que allí estoy yo!
¡Soldado, aprende a tirar;
tú no me vayas a herir,
que hay mucho que caminar!”
(Colomer 1980: 290)